Especial

Radiohead: anatomía de una revolución emocional



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Cuando Radiohead confirmaron su regreso a los escenarios, el ruido fue inmediato. No por la promesa de un nuevo álbum, sino por lo que significa su vuelta: la reaparición de una banda que, en el fondo, nunca desapareció del todo. Thom Yorke, Jonny Greenwood, Ed O’Brien, Colin Greenwood y Phil Selway llevan más de treinta años desafiando la noción misma de lo que una banda de rock puede ser. Su discografía no se limita a un conjunto de discos: es una narrativa sobre la alienación, la tecnología, la empatía y el miedo.

Ahora que los de Oxford se preparan para reencontrarse con su público, resulta inevitable volver a recorrer su obra con ojos nuevos. Pero en lugar de hacerlo desde la veneración hacia los grandes hitos, propongo hacerlo del peor al mejor disco, entendiendo “peor” no como sinónimo de “malo”, sino como punto de partida en una evolución artística que transformó la música moderna.

Cada álbum de Radiohead es una estación de un viaje en el que el grupo pasó de ser una promesa grunge tardía a un colectivo casi filosófico, que compone como si buscara entender el siglo XXI antes que acompañarlo.

A continuación, mi propio mapa de ese viaje, de 'Pablo Honey' a 'In Rainbows', una travesía del desconcierto juvenil a la comunión entre humanidad y tecnología.

9. 'Pablo Honey' (1993)

Todo artista necesita un comienzo, incluso si es un tropiezo. 'Pablo Honey' es, para Radiohead, ese error necesario que dio sentido a todo lo que vendría después. En 1993, mientras el grunge dominaba las listas y los ecos de Nirvana resonaban en cada garaje del planeta, un grupo de jóvenes británicos intentaba encontrar su voz. El problema es que todavía no la tenían.

'Creep' fue tanto su salvación como su condena. La canción, escrita casi por accidente, capturó el espíritu del inadaptado universal, pero también les encasilló en un papel que jamás quisieron interpretar. El resto del álbum, con temas como 'Stop Whispering', 'Anyone Can Play Guitar' o 'Lurgee', suena como la banda de instituto más talentosa de su generación, pero sin identidad.

Lo interesante, escuchado hoy, no es su falta de genialidad sino su energía contenida. Hay una furia tímida que se transformaría en lucidez en los discos posteriores. 'Pablo Honey' es el boceto de una mente que aún no sabe lo que piensa. Y eso, en retrospectiva, tiene su encanto. Es la página en blanco antes de la revolución.

8. 'The King of Limbs' (2011)

Si 'Pablo Honey' fue la adolescencia de Radiohead, 'The King of Limbs' fue su ensimismamiento adulto. Tras la perfección emocional de 'In Rainbows', el grupo se encerró en un laberinto de loops, capas y ritmos quebrados. El resultado fue un disco hermético, que parecía más pensado para ser descifrado que disfrutado.

En su momento, decepcionó a muchos. Pero con la perspectiva del tiempo, 'The King of Limbs' se revela como un experimento fascinante sobre la relación entre cuerpo y máquina. Temas como 'Bloom' o 'Morning Mr Magpie' parecen latir desde un corazón digital, mientras que la segunda mitad del álbum, con 'Codex', 'Give Up the Ghost' y 'Separator', redescubre la calidez después del frío.

El problema no es la falta de talento, sino la desconexión emocional. Radiohead siempre fueron una banda que te hacía sentir incluso cuando te hablaba del vacío, pero aquí suenan ajenos, casi espectrales. Aun así, hay algo admirable en su negativa a repetir fórmulas. Donde otros habrían hecho un 'In Rainbows 2', ellos prefirieron perderse. A veces el extravío también es una forma de arte.

7. 'Hail to the Thief' (2003)

'Hail to the Thief' es un álbum extraño. Ambicioso, disperso y políticamente cargado, fue la respuesta inmediata de Radiohead al caos del mundo tras el 11 de septiembre y la invasión de Irak. Thom Yorke escribió como si el planeta estuviera al borde del colapso, y en cierto modo lo estaba.

El título ya era una provocación. Y las canciones, un mosaico de ansiedad colectiva: '2 + 2 = 5', 'Sit Down Stand Up', 'There There' y 'Myxomatosis' mostraban a una banda que intentaba recuperar las guitarras sin abandonar su fascinación por lo electrónico. Sin embargo, la gran debilidad del disco está en su extensión: catorce canciones que, aunque brillantes por separado, carecen de la cohesión de sus obras maestras.

'Hail to the Thief' es el Radiohead más humano y más imperfecto, una banda que intenta mantener el control en un mundo que se desmorona. En su confusión también reside su fuerza. Escuchado hoy, es un espejo del siglo XXI: contradictorio, fragmentado, pero intensamente vivo.

6. 'Amnesiac' (2001)

Siempre se dijo que 'Amnesiac' era el hermano menor de 'Kid A', una especie de cara B del gran experimento. Pero eso es injusto. Este disco, aunque nacido en las mismas sesiones, respira otro aire. Donde 'Kid A' era un bloque de hielo, 'Amnesiac' tiene grietas por las que se cuela la emoción.

'Pyramid Song' es, probablemente, la canción más hermosa del catálogo de Radiohead. Una pieza suspendida en un tiempo imposible, entre el jazz espectral y la resignación cósmica. En 'I Might Be Wrong' y 'Knives Out' se cuela la sombra de la guitarra, recordando que aún son una banda de rock, aunque de otro planeta.

El disco es un laberinto de texturas, un álbum que suena como si hubiese sido encontrado en una biblioteca inundada. Su nombre es perfecto: es la memoria borrosa del mundo digital, una colección de recuerdos distorsionados. 'Amnesiac' no busca conmover, sino desorientar. Y en esa confusión reside su poesía.

5. 'A Moon Shaped Pool' (2016)

'A Moon Shaped Pool' llegó cuando nadie lo esperaba y quizá por eso fue recibido con una mezcla de alivio y tristeza. Por primera vez, Radiohead no intentaban reinventarse: simplemente se dejaban ser. Jonny Greenwood trajo consigo el lenguaje orquestal aprendido en el cine y el resultado fue un álbum que suena como un atardecer melancólico.

'Burn the Witch' abre con un crescendo de cuerdas que se clavan como agujas, mientras que 'Daydreaming' parece la rendición definitiva de Yorke ante el tiempo y el amor perdido. No es un disco de ruptura artística, sino emocional: un cierre de ciclo. Cuando llega 'True Love Waits', esa canción que llevaba más de veinte años flotando en los márgenes de su carrera, se siente como un círculo que finalmente se completa.

Es el Radiohead más cinematográfico y más humano. Si los primeros discos hablaban de un mundo que se desintegraba, este habla del alma que queda después. Es la belleza que sobrevive al desastre.

4. 'The Bends' (1995)

'The Bends' fue el verdadero nacimiento de Radiohead. En pleno auge del britpop, cuando la prensa inglesa se obsesionaba con la rivalidad entre Oasis y Blur, la banda de Oxford decidió no participar en la fiesta. Mientras otros cantaban sobre la euforia juvenil, ellos escribían sobre el vacío existencial.

Canciones como 'Fake Plastic Trees', 'Just' o 'Street Spirit (Fade Out)' revelaron una sensibilidad que escapaba del rock de guitarras convencional. Thom Yorke cantaba como si el mundo se fuera a acabar y Jonny Greenwood convertía la distorsión en una forma de belleza. El salto respecto a 'Pablo Honey' fue abismal. Ya no eran un grupo de adolescentes angustiados, sino artistas en busca de trascendencia.

'The Bends' no solo consolidó su identidad, sino que anunció el futuro. La angustia posmoderna, la soledad digital y el escepticismo hacia la fama ya estaban ahí, antes de que Internet lo hiciera evidente. En 1995, Radiohead ya hablaban del siglo XXI.

3. 'OK Computer' (1997)

Si 'The Bends' fue el despertar, 'OK Computer' fue la revelación. El disco con el que el rock se volvió a mirar al espejo. Ningún otro álbum de su tiempo capturó con tanta precisión la paranoia de una era dominada por la tecnología. 'Paranoid Android', 'Karma Police' y 'No Surprises' no solo fueron himnos: fueron advertencias.

Radiohead no se limitaron a actualizar el rock progresivo o el indie británico, lo trascendieron. En 'OK Computer' el estudio se convirtió en un instrumento más y el concepto de álbum volvió a tener sentido. El éxito fue inmediato, pero también peligroso. Thom Yorke empezó a odiar los estadios, las expectativas y la idea de ser la banda más importante del mundo.

'OK Computer' no solo cambió la historia de Radiohead, sino la del rock mismo. Fue el último gran disco de guitarras antes de que el siglo XXI disolviera las fronteras entre géneros.

2. 'Kid A' (2000)

Después de la perfección, vino la ruptura. 'Kid A' fue el salto al vacío más valiente de una banda en la cima. Ningún grupo de su tamaño se había atrevido a algo así: renunciar al lenguaje del rock justo cuando lo habían reinventado.

Sin sencillos, sin promoción tradicional, sin guitarras reconocibles. En su lugar, sintetizadores, glitches y voces procesadas. 'Everything in Its Right Place' abría el disco con una declaración de principios: nada volvería a ser igual.

Muchos fans lo rechazaron al principio, pero el tiempo lo ha convertido en una obra fundacional del siglo XXI. Sin 'Kid A' no habría existido gran parte del pop electrónico posterior ni la música introspectiva de los 2000. Lo que parecía un suicidio artístico fue, en realidad, una resurrección.

'Kid A' enseñó a una generación que la innovación no está reñida con la emoción. Que el silencio también puede ser una forma de protesta. Que el futuro, si suena, suena así.

1. 'In Rainbows' (2007)

'In Rainbows' es el equilibrio perfecto entre razón y sentimiento, entre experimentación y canción. Radiohead habían pasado una década desmantelando su propio lenguaje y con este disco lo reconstruyeron. Desde la apertura rítmica de '15 Step' hasta la despedida íntima de 'Videotape', todo fluye con naturalidad. Cada canción parece respirar, orgánica y cálida, sin artificio.

'Nude', 'Reckoner', 'Weird Fishes/Arpeggi' o 'House of Cards' son ejemplos de una madurez sonora que ninguna otra banda ha alcanzado. Aquí no hay nihilismo ni histeria, solo aceptación. La innovación tecnológica también fue parte del mito: Radiohead ofrecieron el álbum en descarga digital dejando que el oyente pagara lo que quisiera. No solo reinventaron la música, sino su forma de consumo.

'In Rainbows' suena a reconciliación, a humanidad redimida. Es el momento en que el grupo, tras años de experimentación y alienación, vuelve a conectar con el corazón. Es, sin duda, su cima: el disco en el que Radiohead se reconcilian con todo lo que son y lo que fueron.

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Tratando de escribir casi siempre sobre las cosas que me gustan.