Pearl & The Oysters no aparecen para señalar cambios ni para marcar rupturas. Existen, más bien, como una acumulación de gestos pequeños. Se sitúan dentro del presente sin afán de confrontarlo, y surgen desde el propio desorden. Así ocurre con ‘Planet Pearl’, donde recogen residuos dispersos de una época atravesada por la confusión, el desplazamiento y la necesidad de hallar una forma amable de convivir con el absurdo.
Juliette Pearl Davis y Joachim Polack desarrollan un lenguaje musical que se sostiene en la tensión entre lo liviano y lo desajustado. En su quinto disco, adoptan una estética espacial que funciona como metáfora de cierta extrañeza frente a lo familiar. Las trece canciones operan como cápsulas que condensan percepciones inconexas, impulsos emocionales interrumpidos y escenas donde el tiempo pierde toda secuencia.
‘Side Quest’ inicia con una secuencia de sonidos electrónicos que recuerda a maquinaria arcaica o consolas desfasadas. La voz flota sobre ese fondo inestable, y transmite desajustes relacionales sin dramatismo. ‘Halfway Where?’ incorpora flauta sobre una base pausada, y retrata una sensación de desencanto personal sin elaborar ninguna narración explícita. En ‘Together, Alone’, la letra propone una percepción distorsionada del tiempo: “2020-something, I forgot the year. I don’t do this time thing, I just play it by ear”.
A partir de ahí, el álbum avanza por ambientes que nunca buscan resolución. ‘Ripple’ traza una línea entre la melancolía suave y la repetición juguetona. ‘Triangular Girl’ combina solos de guitarra y flauta sobre una estructura leve, sin movimientos marcados. Todo queda en suspensión. Las canciones actúan como fragmentos atmosféricos sin dirección establecida.
En ‘Cruise Control’, la crítica se formula desde una perspectiva afectiva. El tema describe la exposición de obras en canales digitales que las diluyen y las reconfiguran como productos despersonalizados. ‘Big Time’ presenta un personaje atrapado en una rutina saturada por lo superficial, sobre un ritmo construido con elementos de décadas pasadas. El ritmo se impone como una marcha constante que no deriva en exaltación ni en caída.
Hacia el final del disco, las guitarras ganan protagonismo. ‘4D’ alterna entre capas envolventes y secciones donde el ritmo adquiere volumen. La progresión sugiere un ascenso contenido. En ‘Mid City’, el pulso baja y todo se reacomoda en un plano más difuso, con acordes repetidos y voz velada. La pieza concluye sin cierre ni epílogo, prolongando el clima del conjunto.
‘Planet Pearl’ propone una forma de registro donde los estados emocionales no siguen un trayecto lineal. Pearl & The Oysters construyen escenas con sonidos sintéticos, melodías quebradas y letras que orbitan en torno al desajuste. Cada pista opera como superficie de contacto con una realidad inestable, donde la percepción se acomoda sin buscar claridad ni cierre.
Aprovechando su inminente debut en directo en Madrid, les preguntamos por sus temas imprescindibles.