Jessica Pratt está a punto de desembarcar en España para una gira que promete sumergirnos en su universo sonoro tan magnético como inquietante. Su nombre puede resonar como una ráfaga fugaz entre los que buscan la próxima perla en la música folk, pero quienes ya han sucumbido a su hechizo saben que sus composiciones son algo así como pasadizos secretos hacia otra dimensión. A sus espaldas, la artista californiana arrastra una colección de discos que huelen a otro tiempo, a voces susurradas en rincones oscuros, a imágenes en blanco y negro en las que los personajes nunca llegan a mostrarse del todo. Pratt no hace canciones; diseña atmósferas, teje telarañas en las que cada nota atrapa el eco de una nostalgia indefinible.
Es difícil encasillarla, y tal vez esa sea una de las razones por las que, tras más de una década de trayectoria, sigue siendo un misterio envuelto en niebla. En cada trabajo, Jessica Pratt se ha mostrado como una especie de alquimista sonora, explorando territorios tan personales que, a veces, parece que estamos invadiendo su espacio más íntimo. Su voz, por momentos frágil y etérea, se desliza como un hilo de humo sobre guitarras que parecen extraídas de algún álbum perdido de los años 60. Escucharla es una experiencia entre lo onírico y lo tangible, como una fotografía antigua desvaneciéndose lentamente. Ahora, con su cuarto disco, 'Here in the Pitch', Pratt se sumerge aún más en un terreno donde el tiempo y el espacio parecen desmoronarse, dando paso a un sonido más pulido, más definido, pero sin perder esa esencia espectral que la caracteriza.
Pratt debutó en 2012 con su álbum homónimo 'Jessica Pratt', un trabajo que, en retrospectiva, se percibe como una pieza temprana de una exploración artística profunda y sostenida. Su segundo disco, 'On Your Own Love Again', consolidó su estilo, y fue en él donde comenzaron a vislumbrarse los primeros trazos de esa melancolía inquietante que define su música. En 2019, lanzó 'Quiet Signs', un álbum donde el silencio y la introspección cobraban un protagonismo absoluto, revelando a una artista que comprendía el poder del vacío y la importancia de las pausas tanto como el valor de cada acorde. Sin embargo, con 'Here in the Pitch', Pratt se atreve a ir más allá, añadiendo texturas sonoras y elementos orquestales que dotan a su música de una mayor riqueza sin sacrificar un ápice de su intimidad.
Este último LP es una exploración donde convergen influencias que van desde la bossa nova hasta el jazz, pasando por ecos de la psicodelia y el folk californiano de los años 60. El resultado es una colección de canciones en las que los silencios son tan importantes como los sonidos, y donde cada frase vocal parece suspendida en el tiempo, como si formara parte de una memoria colectiva que no podemos terminar de descifrar. Canciones como 'Life Is' y 'The Last Year' reflejan una meditación profunda sobre la mortalidad y el paso del tiempo, explorando un territorio lírico y sonoro que se siente más tangible que en trabajos anteriores.
Con 'Here in the Pitch', Jessica Pratt no solo expande su abanico instrumental, sino que también permite que otros músicos contribuyan a su proceso creativo, un cambio notable respecto a sus álbumes anteriores. Al trabajar en un estudio con un equipo de ingenieros y productores, Pratt ha experimentado con el espacio de grabación, usando micrófonos de ambiente para capturar un sentido de tridimensionalidad en su música. Es como si cada tema nos invitara a pasear por una habitación vacía, donde el eco de cada instrumento resuena y da la impresión de que la propia música respira. Esta evolución hacia un sonido más robusto y definido convierte a 'Here in the Pitch' en un álbum profundamente atmosférico, que mantiene el espíritu íntimo de Pratt pero con una amplitud sonora que nunca antes había explorado.
Entre los temas más destacables de este disco se encuentra 'Better Hate', una canción que encapsula el tono general del álbum: una combinación de oscuridad y luz que se debate constantemente entre lo introspectivo y lo expansivo. Es un álbum de claroscuros, en el que Pratt juega con la dualidad de su propio ser, explorando esa lucha interna que todos enfrentamos entre nuestras facetas más sombrías y nuestras aspiraciones de claridad. Este carácter introspectivo también se ve reflejado en canciones como 'By Hook or By Crook' y 'Nowhere It Was', donde la artista experimenta con ritmos sincopados que recuerdan a Burt Bacharach y a la era dorada de los Beach Boys.
Además de las referencias musicales, Pratt ha encontrado inspiración en el cine y la literatura, en autores como Neil Gaiman y Tolstoy, y en la historia de lugares como Los Ángeles, ciudad que para ella representa el contraste entre el glamour y la decadencia. Este trasfondo cultural y geográfico añade una capa de profundidad a sus letras, que a menudo evocan imágenes de una California mítica, de escenarios en los que la luz y la sombra conviven en un equilibrio precario.
Finalmente, lo que hace de 'Here in the Pitch' una obra tan cautivadora es la voz de Jessica Pratt, que aquí se despliega en todo su esplendor, alcanzando matices tanto graves como agudos, en un ejercicio de versatilidad vocal que pocas cantantes logran dominar. Es una voz que no solo canta, sino que parece flotar en el espacio, atrapando al oyente en una especie de trance, como si cada frase contuviera un secreto esperando a ser revelado. En un mundo saturado de ruido, la música de Pratt es una invitación a sumergirse en un estado de contemplación, de escucha profunda, donde cada sonido se convierte en un susurro que resuena en el vacío.
Este noviembre, los escenarios españoles serán testigos de esa experiencia musical única que es Jessica Pratt en directo. Su gira por España promete ser una travesía sensorial, un espacio en el que el público podrá perderse en los laberintos sonoros de 'Here in the Pitch' y reencontrarse, quizás, con una parte de sí mismos que suele permanecer en silencio.
