El año pasado, Soccer Mommy sorprendió con la publicación de ‘Evergreen’, un trabajo que la sitúa en un plano renovado sin abandonar la esencia que construyó a lo largo de su trayectoria. El título mismo da una pista acerca de la intención de mantenerse fiel a un sonido reconocible, pero con la flexibilidad suficiente para incorporar matices novedosos. A partir de vivencias delicadas que han marcado a la artista, el álbum consolida un repertorio que entrelaza guitarras con secciones orquestales, atmósferas de teclados y percusiones pausadas o, por el contrario, enérgicas. Esta paleta de recursos no merma la intensidad de sus composiciones: por el contrario, parece darle mayor dimensión a cada uno de los once temas que componen el disco.
Uno de los aspectos más llamativos de ‘Evergreen’ es el uso de violines y flautas en diversas canciones, algo que en anteriores lanzamientos se presentaba de manera más tímida o simplemente no existía. Esos arreglos no aparecen como mero adorno, sino que se integran en el flujo de las piezas, potenciando la atmósfera que impera en cada una. En lugar de limitarse a las guitarras, la artista decidió explorar el diálogo entre lo acústico y lo sintético, de modo que los pasajes con cuerdas pueden aportar una sensación de cercanía, mientras las percusiones más contundentes reflejan un lado persistente de su vena rockera. Ese juego entre lo tierno y lo explosivo se configura como el sello distintivo de la etapa actual.
Si bien el espíritu de Soccer Mommy siempre se ha caracterizado por letras directas, en ‘Evergreen’ se advierte un tono más reflexivo respecto a la ausencia de personas o situaciones que no regresarán. La artista evita recrearse en la tristeza; en lugar de ello, convierte la añoranza en un motor para ofrecer una mirada serena sobre lo que implica seguir adelante. Hay momentos en los que una guitarra acústica, apenas acompañada por un susurro de cuerdas, pone el foco en esa búsqueda de equilibrio tras una pérdida. En otros pasajes, las baterías y distorsiones toman fuerza, como si ofrecieran un recordatorio de que su raíz alternativa sigue vibrando con energía.
El concepto de equilibrio se hace patente en la forma en que el disco intercala piezas suaves con otras más firmes. Por un lado, hay temas que casi se podrían calificar de ensoñadores, donde la voz se desliza sobre un fondo de acordes tenues y pinceladas de flauta. Por otro, también se incluyen canciones con guitarras más crudas y estructuras cercanas al indie-rock que la llevó a la fama en sus inicios. Esta alternancia evita caer en un álbum monocorde. Al contrario, hace que la escucha avance como un camino con tramos tranquilos y otros más vibrantes, reflejando la manera en que la compositora plasma su propia realidad emocional.
Uno de los episodios más curiosos de ‘Evergreen’ es ‘Abigail’, el tema dedicado a un personaje de un conocido videojuego, en el que la artista volcó una faceta fantasiosa y juguetona. Este corte sorprende por su aire relajado y alegre, alejado de las reflexiones más pesadas que habitan en otras canciones. El arreglo es luminoso, con guitarras que se sostienen sobre ritmos suaves, evocando una atmósfera inocente. Aun así, no desentona en el conjunto, sino que aporta un respiro dentro de un repertorio marcado por la añoranza. Refuerza, además, la idea de que la cantautora combina su universo personal con elementos extraídos de la cultura popular, sin descuidar la cohesión final.
En la otra cara, ciertos cortes reflejan con nitidez el momento delicado que atravesó la compositora. Se percibe en canciones que hablan de la ausencia y del peso de la memoria, mostrando un tono más denso y sereno. Algunas, como ‘M’, retoman el discurso de un anhelo que se reconoce imposible de satisfacer. La estructura de estas piezas suele descansar sobre guitarras discretas y, en ciertos tramos, un acompañamiento de cuerdas que subraya la emotividad. Son pasajes que ponen de relieve la forma en que la artista equilibra fragilidad y determinación: no se regodea en la pena, pero tampoco la oculta.
Al explorar la génesis de varios temas, emerge el detalle de que algunos bocetos surgieron antes de la grabación del disco anterior y terminaron encajando mejor en la atmósfera de ‘Evergreen’. Eso permite observar cómo la artista ha venido hilando sus reflexiones musicales a lo largo de diversos lanzamientos. En esta ocasión, la producción ha preferido la calidez de instrumentos orgánicos, manteniendo cierto minimalismo que, en contraposición con los teclados más experimentales del pasado reciente, realza la voz de la cantante. Dicho enfoque coincide con su decisión de ahondar en registros más tranquilos, tal y como se escucha en ‘Changes’ o ‘Some Sunny Day’.
El tema que da nombre al álbum cierra la propuesta con un aire sutil. Su inclusión como final responde a la intención de dejar un destello de armonía, aunque las letras no omiten la sensación de que todo cambia y nada vuelve a ser igual. Con instrumentación delicada, la compositora recurre a un tono casi nostálgico que, no obstante, se siente como un susurro de despedida más que como una manifestación de abatimiento. Allí radica una de las aportaciones principales de este disco: la forma de expresar la pena sin caer en lo monótono, mostrando que la superación también implica atesorar los instantes que han quedado anclados en la memoria.
Pese a que ‘Evergreen’ presenta arreglos más sofisticados, la artista conserva el modo íntimo de interpretar que la popularizó. Sus seguidores, habituados a esa dinámica casi confesional, reconocen la coherencia entre las grabaciones de estudio y los conciertos donde la compositora adapta cada tema según el ambiente. Aquellos que han asistido a sus presentaciones destacan cómo el uso de instrumentos de cuerda y flautas en directo aporta al repertorio un matiz cálido, sin sacrificar la fuerza de los temas más rockeros. De este modo, se mantiene viva la interacción que la define: una conversación musical entre compositora y oyentes que evoluciona con cada gira.
En su conjunto, ‘Evergreen’ confirma el lugar de Soccer Mommy en el panorama actual, donde las guitarras de herencia noventera conviven con toques orquestales. Es un álbum que se asienta sobre los puntos fuertes de la artista, franqueza en las letras, mezclas de melodías suaves con energía rockera, y, al mismo tiempo, se atreve a explorar recursos que la empujan hacia territorios menos habituales. Su enfoque, lejos de ser brusco, resulta coherente con la intención de unir pasado y presente en un sonido sin fisuras.
Tras varios años de crecimiento y cambios estilísticos, Soccer Mommy no se estanca, sino que reafirma su posición con una obra que conecta relatos personales y una renovada paleta instrumental. La delicadeza de los arreglos, la alternancia entre composiciones reposadas y momentos electrizantes, así como la atención al detalle en cada pista, hacen de ‘Evergreen’ un paso consistente dentro de su discografía. Al escucharlo, se percibe que la artista se siente cómoda al exponer nuevas facetas y, a la vez, conserva ese aire honesto y cercano que enganchó a su público original. Este equilibrio la consolida, sin duda, como una voz cuya evolución seguirá ofreciendo nuevos matices, sin apartarse de la línea que la caracteriza: convertir vivencias personales en música que conecta de manera natural con la sensibilidad de quienes la siguen.