Dublín sigue siendo un hervidero de guitarras afiladas y en medio de ese panorama SPRINTS continúan sumando capítulos con ‘All That Is Over’, un trabajo compuesto durante una etapa marcada por cambios internos y giras constantes. La salida de Colm O’Reilly y la entrada de Zac Stephenson ha modificado las dinámicas, generando un empuje que se nota en varias piezas de este nuevo recorrido. El arranque con ‘Abandon’ introduce un ambiente sombrío donde la voz de Karla Chubb repite “I used to live here” como si abriera la puerta a un espacio cargado de sombras y memoria. Esa tensión se prolonga en ‘To the Bone’, que pasa de un susurro a una embestida de guitarras. ‘Descartes’ invierte el lema filosófico con un “I speak so therefore I understand” que sirve para satirizar la arrogancia de quienes imponen su discurso. En ‘Need’ se acumulan frases irónicas contra la condescendencia, mientras ‘Beg’ da nombre al álbum con un estribillo que se enciende entre cuerdas rasposas.
‘Rage’ se apoya en un ritmo hipnótico para denunciar la manipulación política, y ‘Something’s Gonna Happen’ mantiene la sensación de amenaza contenida hasta que la percusión rompe con violencia. El tramo final se abre con ‘Better’, un corte más melódico y brumoso, y culmina en ‘Coming Alive’ y ‘Desire’, donde SPRINTS revelan su faceta más expansiva. Especialmente en la última, un tema de seis minutos que se mueve entre riffs de aire western y un clímax abrasador donde la frase “It’s the good, the bad, the best you ever had” se repite hasta perder forma. ‘All That Is Over’ se presenta como una colección que combina rabia, sátira y desahogo. Las letras juegan con dobles sentidos y citas literarias, mientras la música alterna entre densidad y claridad, dejando a SPRINTS como un grupo que utiliza el ruido y la tensión para retratar un presente convulso. Aprovechando un encuentro promocional con los medios en Madrid, tuvimos el placer de charlar con Karla y Zach.
El disco se abre con ‘Abandon’, un tema feroz con la frase “I don’t grow old / I grow unrecognisable”. Suena casi como una declaración de intenciones: no envejecer, sino cambiar. ¿Diríais que este segundo álbum se siente como una metamorfosis, tanto como banda como en lo personal, o lo veis más como una continuación del primero?
Karla: Esa es una gran pregunta. Yo diría que probablemente es más una metamorfosis y un crecimiento, tanto a nivel personal como como banda. Creo que en lo sonoro, en lo temático y en todo lo musical estamos dando un paso adelante, quizá incluso en una nueva dirección, pero también internamente ha habido mucho crecimiento personal y muchos cambios dentro del grupo. Así que seguimos diciendo que se siente un poco como un ave fénix, como un renacimiento, como si tuviésemos una segunda oportunidad de sacar un disco debut. Y se siente como un nuevo capítulo para SPRINTS, y es realmente emocionante marcarlo con un álbum del que estamos todos muy, muy orgullosos.
En varias letras aparecen imágenes potentes inspiradas en la masacre de Gaza, la política reaccionaria, los efectos del cambio climático, etc. Sin embargo, el disco mantiene un pulso vital, incluso esperanzador. ¿Creéis que vuestra música puede sostener a la vez la rabia y la esperanza en el futuro?
Karla: Creo que sí, que es intencionadamente ambas cosas. Es rabia e ira como un acto positivo y como un acto de resistencia. Creo que busca inspirarnos a enfadarnos con las injusticias del mundo y usar eso como catalizador para luchar por lo que merece la pena, e inspirar también esperanza y comunidad. Creo que las imágenes en el disco sobre el cambio climático y el mundo ardiendo a nuestro alrededor son muy deliberadas, porque así es como se siente a veces estando en la comunidad queer, o viendo la persecución de personas trans o de la gente palestina. Definitivamente se siente como si hubiera un foco sobre nosotros, señalándonos y culpándonos de todos los problemas del mundo, cuando todos sabemos que hay problemas mucho más grandes, creados por multimillonarios y gente en el poder, no por la comunidad trans. Y eso puede ser muy aislante, da miedo y no es seguro. Así que la idea con esto es reconocerlo, no huir de ello ni endulzarlo, sino reconocerlo y ofrecer comunidad y esperanza como respuesta.
En vuestro primer disco había una urgencia casi puramente punk, pero aquí os abrís a más texturas: psicodelia, shoegaze, incluso sonidos western. ¿Os veis ahora como una banda menos atada a un solo género?
Karla: Diría que sí. Creo que nunca nos hemos asignado de forma estricta a un género concreto ni hemos querido limitarnos con etiquetas cerradas. Entiendo perfectamente por qué existe esa tendencia, porque las etiquetas, ya sea en música, en cuestiones de género, de sexualidad o en tantos otros ámbitos, sirven para que la gente común lo entienda rápidamente, para comunicarte hacia fuera de un modo sencillo más que para definir lo que realmente pasa por dentro. En nuestro caso, sin embargo, nunca nos hemos planteado algo así como: “Bueno, esto no es muy post-punk, así que no podemos tocarlo” o “esto no suena demasiado garage rock, así que mejor no lo hacemos”. Lo nuestro siempre ha sido más bien preguntarnos: ¿cómo nos sentimos en este momento?, ¿qué nos divierte tocar juntos?, ¿qué nos emociona de verdad? Y a partir de ahí seguimos adelante, sin más.
"Las imágenes en el disco sobre el cambio climático y el mundo ardiendo a nuestro alrededor son muy deliberadas, porque así es como se siente a veces estando en la comunidad queer, o viendo la persecución de personas trans o de la gente palestina."
En ‘Abandon’ aparece la frase “I used to live here / I used to love here”, casi como si Dublín ya no fuese el mismo lugar. ¿Cómo se refleja vuestra ciudad ahora en vuestra música, viviendo esa contradicción entre orgullo y alienación?
Zach: Mucha gente se está marchando, personas con las que hemos crecido individualmente, muchos de nuestros amigos más cercanos. Y a veces eso hace que sientas que la ciudad pierde color, al menos para nosotros. Pero también nosotros nos hemos ido un poco, porque pasamos mucho tiempo girando y en la carretera. Obviamente, Karla y yo seguimos viviendo en Dublín, pero la otra mitad de la banda ahora vive en Londres. Así que en muchos sentidos creo que sí…
Karla: Sí, está directamente relacionado con eso. Creo que la canción se escribió cuando volvimos de terminar una gira. Caminas por las calles, ves las noticias irlandesas y hay marchas de ultraderecha, retórica antiinmigración, ataques a la comunidad queer, agresiones físicas… Y piensas: antes vivía aquí, crecía aquí, y ahora no reconozco la ciudad. Ya no lo es. Y en realidad solo ha mejorado gracias a la diversidad y la cultura que tiene. Y ahora tenemos a gente como Conor McGregor diciendo que quiere ser presidente de Irlanda, cuando ni siquiera vive en el país, y es racista, un violador condenado, todas las peores cosas que se pueden ser como persona, y quiere presentarse a presidente. Y hay gente que lo apoya. Y piensas: este ya no es mi lugar. También tiene que ver con la soledad de volver a casa: como dijo Zach, tus amigos ya no están en la ciudad. Llegas a casa con ilusión, y de repente te das cuenta de que no queda nadie.
El álbum se escribió casi en tiempo real: en autobuses, en pruebas de sonido, en medio del caos de las giras. ¿Qué impacto tiene en la música que las canciones nazcan en movimiento, sin el refugio de un lugar estable?
Karla: Creo que le dio al disco una sensación de vida, de estar vivo. Es como si se moviera, como si variara, porque así eran nuestros días: un día en Madrid, al siguiente en Polonia, al siguiente en casa… en constante movimiento, y lo único constante eras tú mismo. Eso deja mucho espacio para la reflexión. Pero también nos permitió pensar en el disco muy en clave de directo, porque tocar en vivo consumía totalmente nuestra vida; era lo único que hacíamos cada día. Y eso inspiró mucho el diseño del álbum, muchos de sus momentos. Por ejemplo, ‘Pieces’ se escribió y se construyó en una prueba de sonido y se tocó esa misma noche. Zach tuvo la idea de meterle paradas para que el público no supiera qué iba a pasar después. Momentos así nos llevaron a diseñar esas partes de las canciones pensando sobre todo en cómo sonarían en directo.
‘Better’ se presenta como una anti-canción de amor, pero más allá de la historia personal parece hablar de la decepción como emoción universal. ¿Diríais que este disco es, en parte, un retrato de cómo afrontamos la decepción en todas sus formas: personal, política, social?
Karla: Sí, creo que todo esto tiene mucho que ver con la decepción y el desengaño, con esa sensación de no llegar a creerte del todo lo que está ocurriendo a tu alrededor, de sentirte defraudado por tus iguales, por tus parejas, o incluso por aspectos del mundo que te hacen pensar: “No me creo que esto exista todavía, no debería seguir pasando”. Te marchas de gira, te consumes en ese universo que es a la vez emocionante y agotador, y cuando regresas y miras las noticias te preguntas con incredulidad: no puede ser, ¿de verdad sigue existiendo gente así?, ¿de verdad esto sigue formando parte de nuestra realidad? Así que sí, pienso que hay un trasfondo melancólico en el disco, pero al mismo tiempo, en su núcleo más íntimo, es sobre todo una carta de amor a las artes, a la comunidad y también a la perseverancia.
En ‘Letter To Self’ había canciones muy íntimas sobre salud mental y trauma. En ‘All That Is Over’ la mirada parece más amplia, más social y política. ¿Ha cambiado vuestra forma de entender lo que significa escribir desde lo personal?
Karla: Creo que el año pasado tuvimos que crecer mucho, y estar en la carretera con tus amigos, mirando hacia dentro, obliga a una gran autorreflexión y autoconciencia. Y este disco es probablemente más un reflejo de sentimientos universales, más que autobiográfico. No habla solo de mí, habla de la gira, del mundo, del entorno… Ese fue el lienzo sobre el que se creó todo, pero lo importante es cómo eso ha afectado a nuestra vida diaria y a nuestras experiencias. Creo que el desengaño con el mundo y esta especie de realidad distópica en la que vivimos es el sentimiento más universal posible, y nos resultaba más interesante escribir sobre eso que sobre mis vivencias personales esta vez.
"El escribir el disco en tiempo real le dio una sensación de vida, de estar vivo. Es como si se moviera, como si variara, porque así eran nuestros días: un día en Madrid, al siguiente en Polonia, al siguiente en casa…"
En ‘All That Is Over’ hay una sensación muy física: canciones que no solo se escuchan, sino que casi se sienten en el cuerpo, como un impacto. ¿Escribís pensando también en esa experiencia física para el oyente, en cómo pueden conectar las canciones con el público?
Zach: Creo que, sinceramente, cuando lo hacíamos estábamos tan encerrados en nosotros mismos que lo único que nos preguntábamos con los sonidos era: ¿nos hace sentir bien? No pensábamos realmente en cómo lo oiría el público, más bien en: ¿podremos tocar esto en directo? Si añadimos demasiadas cosas, quizá no podamos. ¿Sirve esto a la canción? Y ya está. Lo máximo era ponerlo alto en el estudio al final del día y pensar: esto suena bien.
Karla: Si te concentras demasiado en lo que pueda pensar la gente o en cómo lo van a percibir mientras lo creas, acabarás metiéndote en un agujero de dudas, distracciones e inseguridad. Así que, como decía Zach, lo único que pensamos en el estudio fue: ¿queremos que esta canción suene así? ¿Nos sentimos bien con ella al terminarla? ¿Y cómo suena cuando la ponemos a tope en los altavoces?
Zach: Además, nadie fuera de nosotros (ni la discográfica ni el management) escuchó nada hasta que lo terminamos. Y nuestra discográfica escuchó todo el disco, excepto la última canción, que la oyeron sin voces, y aun así dijeron: “Esto debería ser el primer single: una instrumental de seis minutos con aire cowboy”. Así que, ya ves… Lo hicimos todo en nuestra propia burbuja.
‘Something’s Gonna Happen’ transmite perfectamente la ansiedad y el estado de alerta constante de vivir pendientes de lo que ocurre en el mundo. ¿La escribisteis más desde la emoción y el instinto que con la intención de contar una narrativa clara?
Karla: Sí, fue más una emoción pura que una narrativa con principio y final. Surgió de esa sensación constante de estar trabajando muchísimo, de dejar todo tu corazón y toda tu alma en la música y en esta carrera, y aun así comprobar que no termina de despegar como te gustaría. Es un reflejo muy honesto y sin adornos de la envidia que puedes llegar a sentir cuando ves que otros alcanzan el éxito con más rapidez que tú o parecen adelantarte sin esfuerzo. Y también de esa frustración interna cuando sientes con fuerza que ya debería tocarte a ti, que ya te corresponde, pero la oportunidad nunca llega. Es muy difícil mantener el equilibrio emocional en ese espacio de espera ansiosa, en ese terreno incierto en el que solo te queda resistir y seguir insistiendo.
Después de lo extensa que fue vuestra gira, ¿sentís que hay cosas que os gustaría cambiar a la hora de salir a la carretera para presentar este nuevo disco?
Zach: Nos ponemos un poco inquietos cuando el parón entre giras o grabaciones se hace demasiado largo. A principios de este año, por ejemplo, grabamos el disco y después tuvimos un descanso de casi dos meses completos. Al final, en lugar de relajarnos, todos teníamos ya unas ganas enormes de volver a salir, de subirnos al escenario y empezar a tocar otra vez lo nuevo.
Karla: Sí, totalmente. Para mí lo perfecto son unas dos semanas libres. Ir a la piscina, descansar, vacaciones, vino, buena comida… dos semanas así son ideales. Y después de eso, venga, otra vez a la carretera.
Después de girar tanto en 2024, decís que este álbum se siente como un renacimiento. ¿Qué canción de estas nuevas sentís que tendrá mucho potencial en directo?
Karla: Sí, ‘Desire’. Nunca será single, pero tiene que ser la favorita de los fans. Es de lo mejor que hemos escrito, y es divertidísima de tocar en directo.
Zach: Sí, quizá hagamos algo después, como un vídeo o alguna propuesta visual, si alguien se anima. Nos encantaría. Estamos muy orgullosos de esa canción. Aunque sea nuestra favorita, dijimos desde el principio: “Esto no será single”. Pero la hemos tocado en conciertos sin decir nada, y la gente lo disfruta mucho.
"Pienso que hay un trasfondo melancólico en el disco, pero al mismo tiempo, en su núcleo más íntimo, es sobre todo una carta de amor a las artes, a la comunidad y también a la perseverancia."
Este disco suena más cinematográfico: paisajes apocalípticos, guitarras western, atmósferas expansivas. ¿El cine y la literatura os inspiran conscientemente, o esas imágenes aparecen de forma natural cuando escribís?
Zach: La verdad es que tengo muchísimas referencias en mente.
Karla: Sí, nos inspira ese rollo cinematográfico de ‘Fallout’. Queremos estar en la banda sonora de ‘Fallout’, ese es el gran objetivo. Y ‘The Last of Us’, claro.
Zach: Sí, y también libros, como los de Octavia Butler, que tiene una ciencia ficción distópica increíble. O ‘El cuento de la criada’. Ese tipo de referencias.
Karla: Queremos estar en una serie o libro cowboy, western, o distópico gótico apocalíptico. Sí.
En todas nuestras entrevistas nos gusta que los artistas dejen una pregunta para la próxima banda con la que hablaremos. ¿Cuál sería la vuestra?
Karla: Me gusta esa pregunta de: “Si vuestro disco fuese una comida, ¿qué comida sería?” Me encanta. O también “Si vuestro disco fuese una película y pudierais elegir un director para rodarla, ¿qué director sería?”
También tengo una para vosotros, de Asher White. Dice así: ¿Qué cualidad de vuestro arte os da más vergüenza, y cómo hacéis para compensarlo?
Karla: Creo que para nosotros lo más difícil son las fotos y todo lo que tiene que ver con esa parte visual. Nos ponemos bastante nerviosos y tímidos en ese tipo de situaciones, y lo que solemos hacer para compensar es tocar mucha música antes, ensayar juntos y también tomarnos una copa justo antes de la sesión, para relajarnos un poco y calmarnos. Pero sí, al final tenemos claro que esa parte del arte no es realmente lo nuestro, no es donde nos sentimos cómodos.
Zach: Para mí quizá lo más complicado sea todo lo relacionado con las redes sociales. Hablarle directamente a una cámara puede resultar muy embarazoso y artificial, como si tuvieras que interpretar un papel. Personalmente prefiero mucho más cuando las cosas se capturan de manera natural, cuando alguien registra un momento sin necesidad de preparar un discurso ni de decir frases como: “Hola, aquí estamos…”. Pero bueno, hoy en día esa exposición se ha convertido en parte del arte, aunque sea por desgracia, porque realmente no debería ser así.