En Copenhague, Andrea Thuesen y Vilhelm Strange coincidieron en el conservatorio y comenzaron a improvisar juntos, primero como un ejercicio compartido y más tarde como snuggle. ‘Goodbyehouse’ recoge ese trayecto común atravesado por mudanzas, rupturas y lugares que dejan de pertenecerles, transformado todo en canciones que oscilan entre lo íntimo y lo colectivo. ‘Sun Tan’ evoca la juventud en su cara más ligera, un verano que se convierte en recuerdo mientras guitarras con textura áspera sostienen la narración de un vínculo fugaz. En ‘Woman Lake’ la imaginación sustituye a la vivencia directa, porque el paisaje descrito no corresponde a una experiencia propia, sino a la apropiación de memorias compartidas: la lejanía de Minnesota relatada como si perteneciera a quienes cantan. Esa forma de transmitir lo heredado se mezcla con otras piezas como ‘Dust’, donde el ritmo electrónico y la visión de ciudades en llamas sugieren que la vida cotidiana siempre mantiene un reverso inquietante. ‘Marigold’ introduce cuerdas tratadas como voces ocultas, y en ‘Water in a Pond’ se abre una despedida que lleva implícita una declaración afectiva hacia las personas más próximas, envuelta en un clima sombrío que contrasta con su mensaje. Todo el conjunto fue compuesto en una dinámica de improvisaciones mantenidas, errores que no se corrigen y capas sonoras que combinan lo analógico con lo digital. Lo que emerge es un espacio sonoro donde se cruzan calma y desasosiego, y esa tensión se convierte en el verdadero hilo conductor de ‘Goodbyehouse’. Aprovechando lo reciente de la publicación de este disco, entrevistamos al dúo.
Vuestro primer EP, 'Calendula', ya apuntaba hacia un sonido muy particular, pero en 'Goodbyehouse' todo se siente más pleno y definido. ¿Ves el disco como la consolidación de vuestra identidad, o más bien como otro paso en un camino que aún se está formando?
Vilhelm: La verdad es que nunca llegamos a planear de manera consciente o premeditada hacer un álbum completo: más bien fue apareciendo poco a poco, casi de forma natural, mientras explorábamos lo que en cada momento nos parecía adecuado y auténtico. Hubo ocasiones en las que el proceso resultaba muy caótico, incluso dolorosamente vulnerable, un poco como intentar descifrar y comprender tu propia vida cotidiana. Decidimos abrazar esa sensación y permitir que se filtrara en las canciones. Al final, todo consiste en confiar en cuándo soltar y en cuándo empezar algo nuevo.
Vuestro primer EP, 'Calendula', ya apuntaba hacia un sonido muy particular, pero en 'Goodbyehouse' todo se siente más pleno y definido. ¿Ves el disco como la consolidación de vuestra identidad, o más bien como otro paso en un camino que aún se está formando?
Vilhelm: La verdad es que nunca llegamos a planear de manera consciente o premeditada hacer un álbum completo: más bien fue apareciendo poco a poco, casi de forma natural, mientras explorábamos lo que en cada momento nos parecía adecuado y auténtico. Hubo ocasiones en las que el proceso resultaba muy caótico, incluso dolorosamente vulnerable, un poco como intentar descifrar y comprender tu propia vida cotidiana. Decidimos abrazar esa sensación y permitir que se filtrara en las canciones. Al final, todo consiste en confiar en cuándo soltar y en cuándo empezar algo nuevo.
'Goodbyehouse' da la sensación de estar en un lugar protegido y acogedor, pero al mismo tiempo revela un trasfondo de cambio y cierta melancolía. ¿Cómo conseguisteis equilibrar ese calor con los momentos más difíciles?
Andrea: Creo que lo que transmite es, en realidad, un reflejo bastante fiel de cómo experimentamos y sentimos la vida cotidiana en nuestro día a día. Esa dualidad constante, esas emociones y sentimientos contradictorios que chocan y se enfrentan, a veces te vuelven la cabeza completamente del revés y te descolocan por completo. Decidimos trabajar con ello como un tema central para el álbum, tanto en las letras como en la producción, mezclando con cuidado humor y melancolía, lo sintético y lo orgánico. Así se genera un campo de tensión entre lo cálido y familiar y lo difícil y extraño.
El título del disco, 'Goodbyehouse', conecta con la pérdida de lugares y etapas vitales, pero también con abrirse a lo que viene. ¿En qué momento supisteis que ese concepto debía dar forma a todo el álbum?
Andrea: Creo que únicamente nos dimos verdaderamente cuenta de ello una vez que el álbum estuvo completamente terminado, cerrado y, además, titulado de forma definitiva. Fue entonces, casi de golpe, cuando todo se nos reveló de manera clara. El título, por sí mismo, lo resume y lo recoge todo. Evoca esa sensación tan concreta de ser un niño y tener que mudarte de tu casa, de tu verdadero hogar. Es una experiencia que provoca miedo, un fuerte sentimiento de morriña, pero también una ilusión enorme y expectante por todo aquello nuevo que está a punto de llegar.
"Hubo ocasiones en las que el proceso resultaba muy caótico, incluso dolorosamente vulnerable, un poco como intentar descifrar y comprender tu propia vida cotidiana."
Muchas de vuestras ideas nacen en momentos cotidianos (improvisando en la cama, tocando la guitarra mientras veis la tele). Esa cercanía a la vida doméstica parece ser parte del ADN del proyecto. ¿Cómo se cuelan esas rutinas en la atmósfera y el sonido del disco?
Andrea: Creo que las canciones tienen siempre algo muy inmediato, una cualidad directa, sin filtros, que llega de forma clara. Están muy cerca del corazón y de lo más íntimo. Escribo sobre lo que conozco bien, sobre lo que ocupa mi mente y mis pensamientos en ese preciso momento. A veces llegan a parecerse casi a un diario, tanto en el sonido como en las letras.
El álbum gira en torno a las despedidas y las transiciones vitales: cerrar espacios, mudanzas, rupturas. Aun así, las canciones no suenan derrotistas, sino abiertas a los nuevos comienzos. ¿Qué fue lo más difícil de captar en esa mezcla de duelo y esperanza?
Andrea: Para mí se trata sobre todo de creer firmemente en los comienzos y no quedar atrapada demasiado tiempo en los finales. A los dos, además, nos encantan profundamente The Cure.
Elegisteis trabajar de una forma poco común hoy en día, alejándoos del ordenador y grabando en una mesa analógica sin opción de volver atrás. Esa decisión afecta tanto al sonido como a la actitud. ¿Qué os dio esa manera de trabajar, y cómo cambió vuestra relación con las canciones?
Vilhelm: Muchísima música en la actualidad pasa inevitablemente por las mismas herramientas digitales, los mismos programas y presets, de modo que, al final, gran parte de ella empieza a sonar bastante similar, casi uniforme. Nosotros queríamos escapar conscientemente de eso. Con la mesa analógica no existe ningún botón de “recall”, no hay manera de volver atrás y deshacer lo que hiciste, así que te obliga a tomar decisiones firmes y definitivas en el mismo instante. Esa dinámica te empuja de manera natural a ser más minimalista, a no sobrecargar, y mantiene las cosas con un punto áspero, inacabado, sin pulir del todo.
Andrea, vienes del mundo crudo y grunge de Baby In Vain, mientras que Vilhelm, te formaste en un entorno más pop y experimental con Liss. ¿Cómo conseguís unir caminos tan distintos en un lenguaje común sin anularos el uno al otro?
Andrea: Creo que es muy parecido a cualquier relación romántica de verdad: se trata del romance musical. Escuchas con atención y aprendes continuamente del otro; las diferencias a veces te emocionan profundamente, otras veces te sacan de quicio y, en cualquier caso, te obligan a estirarte y a salir de tu zona de confort. Cuando logras crear algo de manera conjunta es absolutamente mágico. Terminas desarrollando una especie de telepatía, una conexión que casi no necesita palabras. Para mí es pura química y pura intuición, un entendimiento inmediato, comunicándoos en la misma frecuencia. Al menos, la mayoría del tiempo.
"Escribo sobre lo que ocupa mi mente y mis pensamientos en ese preciso momento. A veces llegan a parecerse casi a un diario, tanto en el sonido como en las letras."
En 'Woman Lake' describís con detalle un lugar en Minnesota, aunque nunca habéis estado allí, casi como un recuerdo inventado. ¿Os interesa especialmente crear paisajes emocionales o ficticios que se sientan como recuerdos propios?
Andrea: Hmm, la verdad es que no lo había considerado nunca de esa forma concreta, pero dime, ¿no conoces esa sensación tan fuerte de llegar a conocer a alguien de una manera tan profunda que acabas sintiendo que formas parte de absolutamente cada etapa y cada rincón de su vida, incluso de aquellas experiencias en las que en realidad no estuviste presente físicamente? Para mí es algo que se parece mucho más a un recuerdo compartido, íntimo y vivido en común, que a un simple recuerdo inventado o imaginado.
Vuestra música me transmite la sensación de una pausa, como un rincón de calma en medio de todo lo que pasa alrededor. Esa visión podría aplicarse tanto a los oyentes como a vosotros mismos como creadores. ¿Pensáis antes vuestras canciones como un espacio para vosotros, o más como un refugio compartido con el público?
Vilhelm: Para nosotros, las canciones suelen comenzar casi siempre como un espacio íntimo y privado, reservado únicamente para nosotros: un pequeño rincón donde podemos jugar, improvisar, experimentar y ver tranquilamente qué es lo que encaja y qué no. Pero cuando de repente alguien más consigue conectar con eso, la sensación es extraña y maravillosa a la vez: es como permitir que un completo desconocido se siente en tu sofá mientras llevas puesto el pijama, y aun así sentir que todo resulta cálido y hogareño.
Vuestras letras suelen mezclar humor y melancolía, casi como dos caras de la misma moneda. ¿Es una manera consciente de suavizar lo doloroso, o simplemente una forma natural de mirar la vida?
Andrea: Diría que más bien lo segundo. La vida, al fin y al cabo, es extraña y a veces completamente absurda. Es 'Love Cats' y también es 'Faith'. Resulta difícil de comprender, casi imposible de asimilar, que en un mismo día puedan convivir y entrelazarse ataques de risa incontenible con sensaciones intensas de terror absoluto y de angustia profunda.
Vuestro debut sale con Escho, un sello muy vinculado a la experimentación en Dinamarca. ¿Qué os aporta formar parte de esa familia y cómo ha influido su visión en el desarrollo del disco?
Vilhelm: Para mí, Escho es como un hogar peculiar, curioso y un tanto caótico, habitado por personas a las que realmente les apasiona experimentar sin límites. Ver y sentir de cerca esa energía tan contagiosa te despierta de inmediato las ganas de ponerte a trastear, de arriesgar y de probar cosas que en otras circunstancias seguramente ignorarías.
"Que alguien conecte con tu música es como permitir que un completo desconocido se siente en tu sofá mientras llevas puesto el pijama, y aun así sentir que todo resulta cálido y hogareño."
El propio concepto de 'Goodbyehouse' va sobre cerrar capítulos y abrir nuevos. ¿Qué esperáis que venga después? ¿Qué puertas os gustaría abrir tras este debut?
Andrea: Lo que esperamos de verdad es poder girar mucho, recorrer distintos lugares, conocer de cerca a nuestro público y dar vida a nuestras canciones en escenarios repartidos por todo el mundo. Queremos también seguir escribiendo, publicando nueva música de manera constante y, por supuesto, continuar siempre rockeando con la misma energía.
En todas nuestras entrevistas, nos gusta que los artistas dejen una pregunta para la siguiente banda con la que hablaremos. ¿Cuál es la vuestra?
Andrea: ¿Cuál es el título más tonto que habéis llegado a considerar para una canción?
Y del mismo modo, tengo una para vosotros de Asher White: ¿Qué aspecto de vuestro arte os da más vergüenza, y cómo lo compensáis?
Vilhelm: Probablemente lo que más nos avergüenza de todo es lo increíblemente torpes que pueden llegar a ser nuestros directos: tropezar con los cables en pleno concierto, olvidar partes esenciales de una canción o cometer ese tipo de fallos tan tontos. Sin embargo, con total sinceridad, pensamos que esos momentos caóticos, aunque incómodos, son precisamente los que hacen que la experiencia de actuar en vivo se sienta profundamente humana y conserve algo inesperado y un poco mágico.