Entrevistamos a

Jay Som

"Llevaba tanto tiempo haciendo música cada día, cada semana, con otras personas, que tuve que reconfigurar mi cerebro para volver a pensar en mí misma, en mis gustos y en las historias que quería contar. "



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Jay Som retoma su proyecto como quien regresa a un espacio propio donde el eco del pasado se mezcla con nuevas voces. ‘Belong’ surge de ese reencuentro: once canciones que avanzan entre melodías contenidas y ritmos que respiran con lentitud, fruto de una escucha paciente y de un oficio aprendido a base de ensayo. El disco refleja una transición hacia un modo distinto de hacer, donde la artista observa con distancia lo que antes ejecutaba por impulso. Desde ‘Cards on the Table’, la voz se confunde con capas de sintetizadores que giran como un mecanismo recién afinado. En ‘Float’, el verso “Float, don’t fight / I’m not the same” funciona como declaración íntima, como si al pronunciarlo dejara constancia de una evolución que no busca épica. Las guitarras sostienen esa tensión entre movimiento y quietud, recordando el origen rockero de su formación sin convertirlo en anclaje.

Las imágenes domésticas atraviesan el conjunto: ‘Appointments’ se apoya en gestos mínimos que sugieren cercanía; ‘Casino Stars’ observa la juventud desde un ángulo nuevo, reconociendo su torpeza y su brillo. Las colaboraciones amplían esa mirada: Hayley Williams aparece en ‘Past Lives’ aportando una capa de voz que refuerza el tono de deriva, mientras Joao Gonzalez y Mal Hauser tejen bases que equilibran lo melódico con lo rítmico en ‘What You Need’. El cierre, ‘Want It All’, condensa las tensiones del disco: el deseo de abarcarlo todo frente a la necesidad de aceptar los límites. Jay Som construye con precisión un lenguaje donde la producción, la escritura y la interpretación conviven sin jerarquías. Cada pista parece registrar un instante de descubrimiento, una variación que mantiene la atención en lo esencial. ‘Belong’ se presenta como una obra de transición serena, un punto intermedio entre la memoria y el presente, donde la artista escucha su propio trayecto y lo transforma en sonido que permanece. Aprovechando lo inminente de este lanzamiento, hemos tenido el placer de charlar con Melina.

Han pasado seis años desde tu último disco como Jay Som. En ese tiempo has trabajado como productora, colaborando con artistas y ganando incluso un Grammy. ¿Cómo cambió tu perspectiva sobre lo que querías aportar a tu propio proyecto después de esa etapa tan intensa alejada de Jay Som?

Cambió mucho, sin lugar a dudas. Creo que mi perspectiva se transformó de forma natural, porque después de seis años no eres la misma persona que antes. Y creo que fue, sobre todo, por estar expuesta constantemente a tantos artistas diferentes: trabajar con boygenius, formar parte de su banda, colaborar en tantos discos distintos, con artistas grandes o pequeños, de discográficas grandes y también independientes, solistas o grupos. He absorbido muchísimo de toda esa gente y he aprendido distintas técnicas de cada una. O simplemente he ido guardando ideas en la cabeza, y cuando empecé a trabajar en mi propio disco, todo fue más rápido, pero también más difícil, porque llevaba tanto tiempo haciendo música cada día, cada semana, con otras personas, que tuve que reconfigurar mi cerebro para volver a pensar en mí misma, en mis gustos y en las historias que quería contar. Me llevó bastante tiempo, incluso no lo vi como volver a montar en bici después de mil años. Fue más duro.

 

El parón de las giras en 2020 debido a la pandemia te obligó a desacelerar y a reconectar con la vida cotidiana en Los Ángeles. ¿Qué impacto tuvo esa pausa forzada en tu manera de crear y relacionarte con la música?

Sí. Tener un descanso, aunque fuese un momento, fue genial. Ya sabes, la pandemia fue muy, muy estresante y traumática, y no fui la única que pasó por eso. En 2019 estuve girando muchísimo, durante cinco años seguidos, y recuerdo cancelar una gira europea. Lo estaba pasando bastante mal con las giras y me sentía un poco desencantada con la música, porque llega un punto en el que este trabajo deja de ir tanto sobre la música y se convierte más en el lado empresarial. Eres el producto, trabajas durísimo y a menudo no ves ningún retorno. Así que ese descanso era muy necesario. Obviamente, fue una época triste: de 2020 a 2022 lo pasé bastante mal, pero adopté un perro, pude pasar tiempo con mi pareja, hacer amistades en Los Ángeles y, básicamente, ser una persona normal por un momento.

Durante la pandemia te compraste una mesa Neve vintage. ¿Cómo fue trabajar y descubrir de forma casi autodidacta todas las posibilidades que te ofrecía este elemento?

Sí, bueno, probablemente la puedes ver justo aquí (señala el instrumento a sus espaladas). Esa es. Es mi mesa principal, la que uso todo el tiempo. Aprendí muchísimo con ella, porque tenía algo de dinero ahorrado y pensé: “A la mierda, voy a comprarla, a ver qué pasa, y aprenderé sobre la marcha”. Y aprendí. Aprendí sobre el ruteo de señales, sobre cómo saturar las cosas, y eso me abrió un montón de posibilidades para trabajar con otra gente en distintos estudios. Es gracioso haber comprado algo tan caro, pero solo se vive una vez. Y suena increíble. Tiene ocho canales, y suena como si tuvieras ocho pedales de distorsión o de fuzz funcionando a la vez. Es genial. Oh, Dios mío.

"Llega un punto en el que este trabajo deja de ir tanto sobre la música y se convierte más en el lado empresarial. Eres el producto, trabajas durísimo y a menudo no ves ningún retorno."

En todo este tiempo trabajando como productora, abriste un camino que te llevó a colaborar con artistas como Troye Sivan o beabadoobee. ¿Qué aprendiste a la hora de trabajar con artistas totalmente relacionados con el mundo pop?

Sí, siento que trabajan rapidísimo y tienen equipos enormes, algo a lo que yo no tengo acceso, ni en medios ni en ritmo. Así que fue muy interesante ver cómo funcionan a cierto nivel y cómo cada pieza del proceso encaja dentro de una estructura tan grande. Es muy distinto del mundo indie: hay cosas con las que puedo identificarme y otras en las que pienso “Guau, qué vida más loca tienen”, porque todo parece moverse a una velocidad distinta. Pero es genial observarlo desde fuera. Trabajan muchísimo, de verdad, con una energía constante que impresiona y enseña mucho sobre otra forma de crear.

En varios momentos del disco aparecen ecos del pop-punk y del emo de principios de los 2000, con guitarras muy directas y estribillos súper potentes, como ocurre en 'Float' o 'Casino Stars'. ¿Sientes que estos sonidos te han acompañado durante buena parte de tu vida y que ahora era el momento de mostrarlos con más claridad?

Creo que sí. Lo has descrito perfectamente. Siempre he tenido esa intención e inspiración de hacer algo más cercano al rock alternativo. Y vengo de esa época, de principios de los 2000, cuando veía 'The O.C.', que fue el inicio de esas pelis juveniles que usaban música indie. ¿Recuerdas la película 'Juno'? Con The Moldy Peaches y todo ese rollo indie-folk adorable, y también el rock alternativo, que era enorme en ese momento. Escuchaba muchísimo eso en la radio. Crecí escuchando música antes de Spotify y el streaming, así que lo que hacía era devorar álbumes enteros, hacer mixtapes y también descargar cosas (legalmente o no) en Limewire. Además, aprendí a usar internet cuando aún era algo crudo, y coleccionar música era divertidísimo. Siempre me ha encantado copiar música, y adoro a Blink-182 y a Jimmy Eat World. Siempre he querido hacer algo así.

 

En 'Belong' cuentas con amigos como Joao Gonzalez, Mal Hauser o Steph Marziano, con quienes compartes no solo confianza personal sino también visión creativa. ¿Cómo influyó esa complicidad en lo musical y en qué momentos sentiste que sus aportaciones llevaron las canciones a lugares donde tú sola no habrías llegado?

Sí, me ayudaron muchísimo. Mal Hauser me ayudó un montón con las partes de guitarra y, sobre todo, me animó a aceptar las primeras ideas sin darle tantas vueltas. Steph Marziano me ayudó mucho a refinar canciones y arreglos; tiene un lado muy pop (trabaja mucho con ese tipo de música), pero también ha trabajado en los discos de Hayley Williams. Ella aportó muchísimo a la hora de que las canciones sonasen más potentes. Kyle Pulley hizo lo mismo: me animó a cantar más y a escribir más letras en ciertas partes, porque quería oír más de mí, más allá de los pasajes instrumentales.

Y Joao fue básicamente mi roca durante todo el proceso. Estuvo conmigo cada día, desde la grabación hasta la mezcla, durante semanas. Era como un clon mío. Los dos somos multiinstrumentistas, así que él se sentaba en este sofá detrás de mí, muy dulce, y me decía cosas como “Eh, ten cuidado con eso, suena un poco raro” o “Tía, está genial, sigue adelante”. También tocó la batería y la guitarra, ayudó en la producción y siempre daba su opinión, grande o pequeña, y todas eran importantes. Antes de este disco yo trabajaba sola, y cuando miro atrás pienso: “¿Cómo lo hacía?”. De verdad necesitaba su ayuda. Cambiaron mucho algunas canciones: si yo me atascaba, ellos sugerían cambiar una línea de bajo o decían “Tienes que cantar con más fuerza aquí”. Lo absorbí todo y me lo quedé. Y seguramente haré lo mismo en el futuro: colaborar tanto como pueda y ver a dónde me lleva.

El disco está lleno de texturas electrónicas, sintetizadores y samples que conviven con guitarras muy emocionales. ¿Cómo encontraste el punto de unión entre ambos mundos para que sonara tan natural?

Sí, bueno, esa es otra parte de mí que adoro: me encantan las texturas electrónicas y la música electrónica. Me encanta el house. Crecí con funk gracias a mi padre: él era DJ en los 70 y 80, tenía discos de Earth, Wind & Fire y todo eso. Y a comienzos de los 2010, el french house volvió con fuerza: Daft Punk fue una influencia enorme. Hasta hoy siempre intento meter algo con ritmo o con groove en mi música. Creo que eso se nota en canciones como 'Cards on the Table' o 'Drop A' o algo así.

"Aprendí a usar Internet cuando aún era algo crudo, y coleccionar música era divertidísimo. Siempre me ha encantado copiar música, y adoro a Blink-182 y a Jimmy Eat World. Siempre he querido hacer algo así."

En 'Appointments' hay un tono muy íntimo, con imágenes cotidianas como cambiar el fondo del móvil. ¿Sientes que en esta canción y a lo largo del disco has dado mucha importancia a cómo lo doméstico y pequeño puede expresar emociones muy profundas?

Sí, has dado en el clavo, porque, como he dicho, he llevado una vida muy doméstica estos años. Mi punto de vista ha sido el de una vida cotidiana y normal. Incluso en la canción 'What You Need' menciono lavar los platos, mirar el móvil o cambiar el fondo de pantalla. Son cosas que todos hacemos, y eso se cuela de forma natural en las letras. Cuando escribí el álbum tuve que hacerlo bastante rápido, porque estaba sobrepensando demasiado, así que decidí escribir sobre lo que conocía en ese momento: mi vida normal. Intenté ser vaga y específica a la vez, pero fiel a esa vida corriente que llevaba.

'Casino Stars' tiene un aire juvenil y juguetón, como si hablara del amor como una apuesta. ¿Escribirla fue también para ti un ejercicio de volver a sentir esa emoción adolescente de enamorarte totalmente pero desde una mirada más adulta?

Sí, es una canción muy infantil, en cierto modo. Me inspiré también en mis padres cuando eran jóvenes. A mi padre le encantaba ir al casino y jugar, aunque ahora ya no tanto. Pero al crecer viendo eso, me he dado cuenta de algo: nuestros padres se convierten en niños cuando nosotros somos adultos, y no siempre nos damos cuenta de lo perdidos que pueden estar. Ellos también fueron jóvenes, también tuvieron esas emociones intensas nosotros tenemos. Me hace gracia pensar en mis padres, o en cualquier persona de veintitantos, creyendo que lo saben todo sobre el mundo, pero cometiendo errores. Y 'Casino Stars' va de eso: de cometer errores, creer que eres invencible, estar enamorada y querer compartirlo, sin darte cuenta de que estás metiendo la pata. Es el caos de todo eso: esa sensación de estar enamorada por primera vez e ignorar las partes difíciles de la otra persona.

 

'Past Lives', junto a Hayley Williams, transmite esa sensación de arrastrar lo viejo y, al mismo tiempo, abrir una puerta nueva. ¿Qué sientes que aportó Hayley Williams a la canción y a su contenido?

Ella aportó muchísimo. Su voz es sencillamente perfecta, no hay nada malo que decir, tiene voz de ángel, una claridad que atraviesa todo y se adapta a cualquier tono. Es la mejor cantante de todos los tiempos, y que aceptara participar fue increíble, una suerte enorme para la canción y para todo el proceso. Grabó un montón de voces e ideas para la canción, y nos quedamos con todas porque cada una tenía una intención distinta que sumaba. En el estribillo final fue idea suya cantar más alto y entregarse del todo, dejarse llevar por completo en ese momento. Estoy muy agradecida de que lo hiciera, porque esa entrega final cambió la energía del tema y le dio una emoción nueva.

'A Million Reasons Why' es una de esas canciones que emociona desde la sencillez; además, el tratamiento de la voz le da un toque más sereno incluso. ¿Tuviste claro desde el principio que esta canción tenía que quedar más sencilla y sin prácticamente ningún arreglo?

No, en realidad era la versión original, la maqueta inicial. La escribí con Steph, y recuerdo pensar: “Dios mío, esto es tan sincero”. Es sobre mi pareja, Hunter, y sobre nuestra vida doméstica, amarnos y estar ahí la una para la otra. Pero a veces, con las canciones románticas, puedes pasarte de la raya y sonar demasiado obvia. La versión original me sonaba como si estuviera imitando a The Temptations o algo así. Así que la subí de tono y dije: “Sí, así es como tiene que sonar”. Me recordó un poco a Frank Ocean, y me encantó oírla así, porque parecía un sample. Ya sabes, esos samples que se suben de tono y se colocan sobre una base. Pensé: “¿Y si dejo solo eso, que suene como un sample, y ya está?”. Y así lo hice. Fue muy rápido y sencillo.

"Cuando escribí el álbum tuve que hacerlo bastante rápido, porque estaba sobrepensando demasiado, así que decidí escribir sobre lo que conocía en ese momento: mi vida normal. Intenté ser vaga y específica a la vez, pero fiel a esa vida corriente que llevaba."

'Float' tiene una frase que, desde que la escuchas por primera vez, se te queda en la cabeza: “Float, don’t fight / I’m not the same”. Parece un mensaje directo de cambio y transformación. ¿Lo pensaste como algo personal, como una nota para ti misma, o como algo que querías transmitir al oyente?

Sí, es totalmente un recordatorio personal. Creo que a lo largo de los años he sentido que he estado luchando toda mi vida, empujando contra las cosas incluso cuando no hacía falta, y sé que mucha gente puede identificarse con eso porque es una sensación muy común. Es muy fácil reaccionar sin pensar, dejarte llevar por el impulso, y a veces es necesario hacerlo, sobre todo cuando estás enfadada o algo no sale como quieres y parece que todo se desordena. Pero he aprendido que detenerte un segundo, quedarte donde estás, respirar, pensar antes de reaccionar, me ha cambiado la vida por completo. Ese es el mensaje: “Float, don’t fight”, flota, no luches. Es básicamente: piensa primero, siéntate con tus emociones, deja que se acomoden un instante y observa qué pasa antes de reaccionar, porque ese espacio cambia completamente la forma de vivir.

'Want It All', la canción que cierra el disco, parece reflexionar sobre lo que implica tener ambiciones y explorar nuevos límites. Tiene un aire misterioso. ¿Cómo ves la ambición en esta canción: como un impulso necesario para crecer o como una fuerza también amenazante?

Sí, sí, totalmente. Es una canción muy personal, y no me di cuenta de lo que estaba escribiendo hasta que el disco estuvo terminado. Escuchando el álbum en orden, parece una especie de instantánea de mi vida en los últimos años: el romance, ser artista y no ver resultados tangibles, el síndrome del impostor... Y 'Want It All' va literalmente sobre eso: quererlo todo. Piensas “Vale, ya he llegado aquí, voy a hacer todo lo que haga falta para conseguir dinero, fama, reconocimiento”. Pero al final del día te preguntas: ¿realmente merece la pena? Es como volar demasiado cerca del sol, olvidarte de quién eres y de dónde vienes. El final de la canción incluye una nota de voz de mi familia, grabada en el 60 cumpleaños de mi padre. Quería incluirla en el disco pero no sabía dónde, y encajó ahí. La canción es como un sueño caótico, y esa nota te devuelve a la tierra. Me recuerda a mis raíces y a de dónde vengo.

 

Siento que este disco también refleja esa sensación de madurez que llega cuando una cumple los 30, porque suena con energía juvenil, pero las preocupaciones que aparecen en las letras ya son diferentes. ¿Sientes que las preocupaciones vitales que manifiestas en este disco son muy distintas a las de los anteriores?

Probablemente sí. No sé si he abordado directamente el tema de entrar en la treintena todavía, tengo 31, pero sí. Era muy joven cuando hice mis dos primeros discos. Escucho esas canciones y pienso: “¿Qué demonios?”. Era muy joven y estaba en plena etapa de mis veintipocos, conociendo a gente, sintiendo cosas que no sabía cómo procesar. Ahora he ido a terapia, he crecido, soy más consciente de mí misma, mi cerebro se ha desarrollado y sé lo que quiero y necesito de mí y de los demás. Escribir sobre ciertas cosas me resulta más fácil. En mis primeros discos había muchas preguntas: “¿Debería dejar ir esto? ¿Qué hago ahora? ¿Me quedo con esto?”. Muchas cuestiones sin resolver. En este álbum sigo teniendo preguntas, pero son las de una adulta que vuelve a mirar el mundo desde otra perspectiva. Ahora pienso: “Vale, sé lo que tengo que hacer”.

Participaste en la banda sonora de 'I Saw the TV Glow'. ¿Cómo fue para ti componer una canción pensando en esta película tan especial en lugar de en un disco tuyo?

Fue divertidísimo. Tuve una videollamada con Jane, la directore, y me dijo: “¿Puedes escribir una canción como Teenage Fanclub?”. Me mandó una lista de canciones como referencia y me dio total libertad para hacer lo que quisiera, sin imponer ninguna dirección concreta. Fue muy divertido, una de esas oportunidades que te hacen recordar por qué disfrutas tanto haciendo música. En ese momento estaba escuchando mucho power pop, así que encajó perfectamente con lo que tenía en la cabeza y con lo que me apetecía probar. Cuando un director te da una propuesta así, no tienes que tirar tanto de tus historias personales ni pensar en exceso. Es más bien: “Tengo este trabajo que hacer para una película”, un encargo que te empuja a crear desde otro lugar, y eso es muy divertido y refrescante.

Hace ya casi cinco años que publicaste un hermoso disco junto a Palehound en vuestro proyecto Bachelor. ¿Habéis hablado de hacer nuevas canciones juntas en un futuro próximo?

Ah, sí. Adoro a El, es increíble, siempre ha sido un placer enorme compartir momentos y proyectos con elle. No sé si haremos música juntas pronto, porque ahora que he vuelto siento que esto va a ocuparme a tiempo completo, y necesito tomarme las cosas con algo más de calma, relajarme un poco con las colaboraciones y dejar que todo se asiente. Hice muchas en el pasado, aprendí mucho de cada una. Así que, sí, totalmente que nos juntaremos en el futuro de nuevo.

"Escuchando el álbum en orden, parece una especie de instantánea de mi vida en los últimos años: el romance, ser artista y no ver resultados tangibles, el síndrome del impostor..."

En todas nuestras entrevistas nos gusta que el artista entrevistado deje una pregunta para la siguiente banda a entrevistar. ¿Cuál es la tuya?

Creo que esta es una buena pregunta que llevo haciendo a muchos amigos y músicos: ¿Tienes alguna otra vía de expresión además de la música, o eres alguien que se dedica a tiempo completo a escuchar y trabajar en ella? Me encantan esas preguntas, porque algunas personas dicen “Solo hago música”, y otras dicen “No, hago música como hobby y trabajo en una oficina”. Es interesante.

Del mismo modo, tengo una para ti, a cargo de Biig Piig: si pudieras detener el tiempo y volver a cualquier momento de tu vida para revivirlo, ¿cuál sería y por qué?

Madre mía, es una pregunta muy profunda. Mantendré la respuesta muy relacionada con la música. Después de pensarlo un poco, volvería al año que compartí con boygenius, cuando estuve de gira con elles. Fue increíble a todos los niveles.

Tratando de escribir casi siempre sobre las cosas que me gustan.