Good Flying Birds comenzaron su recorrido compartiendo grabaciones en cintas caseras y vídeos que convertían lo improvisado en materia expresiva. La creación de ‘Talulah’s Tape’ se enmarca en una etapa de transición personal y digital, donde los sonidos dispersos y la edición artesanal actuaron como refugio. Esa combinación entre inmediatez y artificio configura una obra que documenta un entorno saturado, consciente de su fragilidad y de la necesidad de convertir cada registro doméstico en testimonio. La publicación inicial en formato limitado y su posterior reedición completan un ciclo que refuerza el valor de lo efímero frente a la acumulación. Las canciones conforman un itinerario que aborda el afecto y la confusión con una energía contenida. ‘Fall Away’, ‘Down On Me’ y otras composiciones describen vínculos inestables, conversaciones interrumpidas y emociones que se disuelven entre pantallas y habitaciones cerradas. Las guitarras ásperas y los bajos veloces sostienen una escritura que oscila entre la dulzura y la desorientación, mientras las voces compartidas ofrecen una sensación de compañía que atenúa el aislamiento. Cada pieza mantiene un equilibrio entre tensión y ligereza, con detalles sonoros que integran el ruido como parte del relato, reflejando la simultaneidad entre conexión y soledad. El conjunto adopta un tono observador que convierte lo trivial en material poético. Las referencias visuales y culturales atraviesan la narración sin jerarquía, revelando un modo de pensar el presente desde la saturación y la ironía. ‘Talulah’s Tape’ se construye como un mosaico que se mantiene abierto, consciente de su carácter provisional. Good Flying Birds plasman la convivencia entre ternura y agotamiento mediante una escritura precisa, donde cada imagen conserva una claridad inmediata. Su propuesta expone una sensibilidad que encuentra en la confusión un impulso creativo, prolongando el eco de lo cotidiano hasta hacerlo persistente. Aprovechando lo inminente de este lanzamiento, hemos tenido el placer de entrevistar al grupo.
Al principio empezaste subiendo grabaciones en 4 pistas y vídeos en stop-motion bajo el alias Talulah God. ¿Qué te atrajo de ese tipo de “persona misteriosa de internet” en aquellos primeros días, y cómo influyó en lo que luego se convirtió en Good Flying Birds?
Esa especie de anonimato te da una libertad total, una libertad real, completa, que cuesta encontrar en cualquier otro contexto. No hay expectativas, ni vínculos personales, ni consecuencias de ningún tipo, ni opiniones directas sobre “mí”, solo sobre ese personaje y sobre su arte, y eso lo cambia todo. Es algo verdaderamente liberador, sobre todo en esta era de las redes sociales. Lo echo mucho de menos, de verdad. En realidad, siempre fue Good Flying Birds; Talulah God era simplemente la persona detrás de Good Flying Birds, que, en el fondo, soy yo mismo.
El nombre actual del grupo viene de Guided By Voices, mientras que el anterior rendía homenaje a Talulah Gosh. ¿Qué importancia tienen esos guiños a grupos del pasado a la hora de dar forma a tu propia identidad artística?
Bastante. Guided By Voices, y más concretamente la canción ‘A Good Flying Bird’, fueron los que me metieron de lleno en el rollo de trabajar con una grabadora de 4 pistas, un proceso que, desde entonces, ha terminado por consumir prácticamente toda mi vida. Talulah Gosh, por su parte, me parece que sigue siendo tan único, tan especial y tan relevante como otros grupos que marcaron tendencia en los años 80, aunque, por desgracia, no reciben ni de lejos el reconocimiento que de verdad merecen. Ese estilo rápido, dulce y directo es una auténtica marca registrada que les debemos cada vez que alguien lo repite o lo vuelve a poner en práctica.
Has dicho que muchas de estas canciones se escribieron en un sótano, con sonidos que se colaban por los conductos de ventilación. ¿Cómo influyó ese entorno tan doméstico e improvisado en el carácter de las composiciones?
Desde luego influyó, y mucho, en el lamentable estado de mis senos nasales. Siempre he intentado escribir bajito, en voz muy baja, casi susurrando, en cada habitación en la que he vivido, sin hacer apenas ruido. No quiero que nadie me oiga, nunca. Creo sinceramente que eso influye muchísimo, de forma muy directa, en el carácter general de las canciones.
"Siempre he intentado escribir casi susurrando en cada habitación en la que he vivido, sin hacer apenas ruido. Creo sinceramente que eso influye muchísimo, de forma muy directa, en el carácter general de las canciones."
En tus letras se repiten imágenes de caídas, tropiezos, heridas o fragilidad emocional (‘Fall Away’, ‘Pulling Hair’, ‘Down on Me’). ¿De dónde viene ese uso constante del tema de la caída?
Caer es, en realidad, perder el control por un momento, aunque sea breve. Ocurre algo que escapa totalmente a tu control y acabas inevitablemente afectado por ello, quieras o no. El dolor no siempre viene de uno mismo ni de un error propio; puede ser simplemente como una caída, como tropezar sin esperarlo. “Enamorarse” es una expresión eternamente reconocible, universal: te dejas llevar por ese sentimiento y todo lo demás desaparece, se desvanece por completo. Ese instante de estar completamente a merced de lo que te rodea también resulta emocionante, incluso estimulante. Paso demasiado tiempo intentando planear cada paso, calculando cómo moverme para no caer, pero al final es algo que no se puede evitar, porque las caídas siempre acaban llegando.
Has comentado alguna vez que algunas canciones te hicieron llorar mientras las escribías. ¿Qué papel tiene ese lado terapéutico en tu proceso creativo?
En una canción puedo capturar algo de una forma mucho más profunda y más honesta que en un diario. Cuando escribo, suelo acabar intentando describir las cosas de manera demasiado clara, demasiado directa y literal, pero la forma en que realmente me afectan no es ni clara ni literal. La canción abre ese mundo que existe más allá de lo literal, ese espacio interior que para mí tiene mucho más sentido. A través de ella puedo llegar poco a poco a la raíz de lo que siento y expresarlo tal cual, aunque no tenga sentido para nadie más. En esos momentos concretos encuentro una catarsis real, una sensación de desahogo, de crecimiento interior… y entonces lloro.
El disco parece construido como un viaje: momentos de catarsis, pasajes delicados e incluso interludios ruidosos. ¿Cómo pensaste el orden y la estructura general del álbum?
Es más o menos el orden en el que fueron escritas y grabadas, así que quizá refleja un poco, o incluso bastante, cómo se ha ido desarrollando mi vida a lo largo de los últimos años. De alguna forma, ese orden natural de las canciones sigue el mismo ritmo y la misma evolución que yo mismo he tenido durante ese tiempo, casi como un reflejo directo de todo ese proceso personal.
La producción incluye ruido, fragmentos de memes e incluso voces de vídeos. ¿Qué buscabas con ese tipo de collage digital dentro de un disco de guitarras?
Solo quería capturar mi experiencia tanto dentro como fuera de la música, intentar que todo lo que me rodea quedara reflejado de alguna manera. El ruido y los memes forman parte constante de mi día a día, están siempre ahí, presentes en mi entorno y en mi cabeza. Si no incluyera cosas así, si las dejara fuera, faltaría una parte completamente real y auténtica de mi experiencia personal, por absurda o incluso por tonta que pueda parecer a veces, porque todo eso también forma parte de lo que soy y de cómo vivo la música.
"Caer es, en realidad, perder el control por un momento, aunque sea breve. Ocurre algo que escapa totalmente a tu control y acabas inevitablemente afectado por ello, quieras o no."
El humor absurdo de vuestra web contrasta con la seriedad emocional de las canciones. ¿Es una forma de protegeros, de quitarle solemnidad al proyecto, o simplemente refleja cómo eres en tu vida diaria?
Diría que es más bien un reflejo, una muestra directa y bastante clara de lo que soy y de cómo pienso. El humor absurdo y la seriedad emocional pueden coexistir perfectamente al mismo tiempo, pueden vivir juntos sin problema, y de hecho suelen hacerlo. A menudo siento que estoy saltando de uno a otro constantemente, pasando de la risa a la reflexión y volviendo otra vez, como si fuera algo natural en mí.
En directo habéis tocado en sitios muy distintos, desde sótanos hasta festivales grandes. ¿Qué has aprendido sobre tus propias canciones al ver cómo reacciona el público en diferentes lugares?
No presto mucha atención a cómo reacciona el público, la verdad, normalmente miro hacia mis pies durante casi todo el concierto. Llevo más de diez años haciendo esto, más de una década ya, y aun así sigo teniendo un miedo escénico horrible, que no se me quita por mucho que toque. Sí sé, eso sí, que la gente baila mucho más en los sótanos y en los conciertos punk, y eso normalmente me gusta bastante más, me resulta más natural y más cercano.
'Wallace’ hace una referencia directa a la calle donde vivías. ¿Qué papel juegan los lugares concretos en tus canciones?
Esos lugares guardan las etapas de mi vida, son como espacios donde todo lo que he vivido queda de alguna manera atrapado. Todos los momentos y experiencias que me atormentan o que me llenan de alegría necesitan tener un fondo, un escenario que los sostenga y les dé forma. Al final, siempre acabo dándole más importancia a esos lugares cuando los recuerdo, cuando pienso en ellos desde la distancia, que cuando realmente estoy allí, viviendo en ellos y sin darme tanta cuenta.
Tu entorno inmediato no es una gran ciudad con una escena consolidada, sino algo más disperso. ¿Crees que esa sensación de aislamiento alimenta tu creatividad de otra forma?
Sí, esto es lo que suelo decir cuando la gente pregunta por Indianápolis. No diría que sea una escena “vibrante” ni que haya mucho movimiento, pero lo que hay es muy especial e inspirador. Cuando estás más aislado no tienes la red de seguridad de todos esos grandes conciertos y grupos de gente variada; tienes que entretener a tu pequeño círculo de amigos, lo cual es mucho más difícil. No hay nada que hacer ni sitios a los que ir, así que acabamos en nuestros sótanos intentando crear algo interesante. Eso ha sido una constante en mi vida.
"El humor absurdo y la seriedad emocional pueden coexistir perfectamente al mismo tiempo, pueden vivir juntos sin problema, y de hecho suelen hacerlo."
Desde fuera parece que la amistad y las conexiones personales han sido esenciales para que este disco exista, desde compartir casa hasta colaborar con vecinos y amigos. ¿Qué significa para ti esa red tan cercana?
Significa todo, absolutamente todo; ellos son mi gente, mi entorno, mi apoyo y mi mundo. Puedo aislarme con demasiada facilidad, desconectarme sin querer, y por eso necesito tener a personas cerca que me saquen de esa burbuja en la que a veces me encierro sin darme cuenta. Tengo mucha suerte de tenerlos, de poder contar con ellos y de saber que están ahí siempre, porque sin esa presencia constante alrededor de mí, todo sería mucho más difícil y más solitario.
En todas nuestras entrevistas nos gusta que los artistas dejen una pregunta para la siguiente banda con la que hablaremos. ¿Cuál sería la tuya?
Si pudieras cambiar tu destino, ¿lo harías?
De la misma forma, tengo una para ti de Andrea, de Snuggle: ¿Cuál es el título más tonto que has considerado alguna vez para una canción?
Probablemente uno que sí hemos usado: ‘Golfball’. Solo di el nombre en voz alta.