Flamaradas está de regreso con un tercer trabajo homónimo donde da continuidad a su personal raíz folclórica, transformando unas sentidas canciones de formato cantautor en composiciones cargadas de estampas vivaces y realistas. Recorriendo de una forma magistral todos los elementos que le proporcionan los paisajes de su entorno, el músico es capaz de ofrecernos un juego de metáforas de gran valor, consiguiendo adentrarse en un apartado reflexivo donde la nostalgia es vencida a través de su énfasis por reforzar el lado más cercano a la expresión flamenca. Seguramente este hecho se ve magnificado en más momentos que en su anterior Pasaje entre las Cañas, alcanzando situaciones de lo más embriagadoras como es el caso de ‘El Día en el que Vuelan las Alúas’ donde se nos presentan los bonitos detalles de las personificaciones y exageraciones tomadas de la cultura popular más próxima al sur peninsular. Aprovechando lo reciente de este lanzamiento, entrevistamos al músico.
Tu nueva referencia homónima llega un par de años después de Pasaje entre las Cañas, mostrando unos parámetros estilísticos continuistas pero con nuevos elementos más que acertados. ¿Consideras que a lo largo de estos tres trabajos has alcanzado un estilo muy definido y particular para desarrollar tus temas?
No es una cosa que uno busque a priori. Seguramente sí, porque soy yo la persona que hace y canta las canciones y uno tiene unos gustos y unos recursos limitados. Con lo que al final hay fórmulas que se van repitiendo. Si a eso le quieres llamar estilo...
El componente asociado a la música tradicional de nuestro país es algo que vuelve a estar muy presente en esta nueva referencia. ¿En algún momento has sentido que a través de tus temas estás contextualizando estilos musicales que cada vez son más difíciles de actualizar?
Yo soy un tipo que viene del rock y la música alternativa. Eso querría que quedara claro, pero cuando me pongo a componer canciones y quiero apelar a los sentimientos personales o emociones, digamos, más profundas, siempre suelo acabar trabajando con formas, ritmos o giros que tienen que ver con la música popular que conozco, no solo española también latinoamericana. Es un acto inconsciente, que me sale solo, y que con el tiempo he aprendido a no disimular.
La música popular siempre ha estado ahí acompañándome sin que yo mismo fuera del todo consciente; se escuchaba en mi casa, se cantaba en las reuniones familiares o resonaba por el patio de luces cuando cantaba mi vecina mientras hacía las tareas de casa.
No sé por qué extraño mecanismo, pero, en muchas ocasiones, siento que esas músicas hablan más de mí que cualquier música importada por muy deslumbrante que sea.
Luego está el hecho de ponerlas en valor dentro de un entorno como el de la música actual. Algo que es difícil. Pero si alguna cosa podemos aportar los artistas que venimos de las músicas alternativas es esa visión ácrata o no demasiado respetuosa con la tradición frente al purismo o el estancamiento que muchas veces gobierna en la escena de la música tradicional española.
Del mismo modo, la temática y forma en la que afrontas ciertas canciones como ocurre en ‘La Luna Llena y el Vendaval’, parece tomar forma de la cultura popular y sus relatos asociados. ¿Sientes fascinación porque tus canciones tengan relación con este apartado de tomar estructuras propias de las costumbres populares?
Me encanta la lírica popular y como creador contemporáneo creo que es un tesoro que no deberíamos despreciar. Siempre intentando contextualizarlo para que no quede como una cosa anodina o del pasado.
Veo que cada vez hay más músicos jóvenes como Lorena Álvarez, Sant Miquel o Ruiseñora, que se acercan, cada uno con su estilo, a formas líricas que entroncan directamente con la tradición popular española. Y me encanta. Porque lo hacen desde el presente y para contar su vida actual.
"Me encanta la lírica popular y como creador contemporáneo creo que es un tesoro que no deberíamos despreciar. Siempre intentando contextualizarlo para que no quede como una cosa anodina o del pasado. "
Creo que en este trabajo recoges más influencias que nunca, teniendo las canciones una visión muy integradora de todos los estilos que confluyen en ellas. ¿Consideras que en cada trabajo que pasa te atreves a hacer más cosas que antes a nivel de añadir elementos tomados de géneros musicales que tienden a divergir?
Pues igual sí. No es una cosa intencionada. Sale así. Los músicos de la banda vienen de mundos muy dispares desde el flamenco al rockabilly y cada uno trae su mochila llena de recursos.
Estamos acostumbrados a que músicos anglosajones actuales trabajen con múltiples referentes procedentes de sus más diversas tradiciones musicales. Y ese hecho lo podemos considerar como muy positivo.
Pero desde aquí nos choca más cuando alguien intenta hacer el mismo ejercicio usando las músicas populares que les son propias. Sobre todo cuando no se hace desde la música “culta”, como es mi caso.
Dentro de toda esta amalgama de géneros, también tiene su cierto protagonismo el flamenco y sus recursos como la exageración que aparece en ‘El Día que Vuelan las Alúas’. ¿Crees que la expresión de sentimientos a través del flamenco siempre resulta de lo más honesta?
Un poco es lo que te contaba antes. No sé por qué, pero creo que no podría explicar depende que cosas dentro de una canción pop. Adentrarme en esos terrenos es algo que me pide el cuerpo aunque muchas veces luego no sepa por donde salir.
Los paisajes que te rodean vuelven a tener su cierto protagonismo, fundiéndose en cierta manera lo rural y lo industrial. ¿Crees que este contraste siempre supondrá una gran inspiración a la hora de lograr tus canciones?
La periferia sur de Barcelona es el entorno de mi infancia y al que, después de mucho tiempo fuera, he vuelto a vivir hace pocos años. Ese ejercicio me hace verlo con dos miradas diferentes. Por un lado es el telón de fondo de mi niñez y juventud, y por otro es un escenario que no acabo de entender y que, al mirarlo con ojos de extranjero, no deja de sorprenderme. Supongo que por eso tiene tanta incidencia en mis canciones.
"Estamos acostumbrados a que músicos anglosajones actuales trabajen con múltiples referentes procedentes de sus más diversas tradiciones musicales. Y ese hecho lo podemos considerar como muy positivo."
A lo largo del disco me llama mucho la atención ‘El Puente’, una canción que se desarrolla con unos acordes que se asemejan mucho a los de un réquiem. ¿Buscaste esta estructura concreta del tema para darle un carácter más solemne o sucedió justamente al contrario?
Para esa canción busqué una progresión de acordes de un libro de flamenco, pero en vez de darle un toque flamenco los arpegié con un ukelele. Fue una cosa un poco casual, se fue construyendo así sin darnos cuenta. Ya me fastidia no poderte dar unas respuestas más concretas pero es que el proceso de creación de estas canciones ha sido muy poco premeditado y muchas de las cosas que están ahí tampoco sabemos de dónde salen.
De la letra sí que te puedo contar más. Es de una historia personal de un día que me quedé dormido en el autobús nocturno y me desperté al otro lado del río y tuve que cruzar por un puente en obras.
Has decidido versionar un tema de unos clásicos cubanos como son El Trío Matamoros, encontrándonos en ‘Juramento’ una canción de lo más apasionada. ¿Tuviste desde un primer momento claro realizar esta versión o llegó un poco por casualidad?
Es una canción que me fascina desde hace muchos años. El Trío Matamoros hacen todo lo contrario de lo que recomendaba Juan de Mairena; utilizan frases complejas y retorcidas para expresar conceptos muy simples. Además son unos exagerados, los reyes de la hipérbole, y eso convierte sus canciones en algo maravillosamente grotesco.
Supongo que para poder llevar a cabo un disco de estas características, tienes que tener arropándote a unos músicos que sepan muy bien moverse en la confluencia de géneros musicales planteados. ¿Cómo valoras el peso en la grabación de la banda que te ha acompañado?
La banda que me acompaña es fundamental. Son unos músicos excelentes con mucha experiencia y que, además, respetan todas mis chaladuras.
Sin ellos este proyecto hubiera sido imposible.
Por suerte la mayoría vienen de mundos muy alejados de la música indie y dominan géneros como el jazz, el rockabilly o el flamenco. Trabajamos de una forma muy improvisada en el que cada uno va aportando ideas.
Para presentar este disco hemos desarrollado un directo precioso que intentaremos presentar en la mayoría de capitales de España.
"La periferia sur de Barcelona es el entorno de mi infancia y al que, después de mucho tiempo fuera, he vuelto a vivir hace pocos años. Ese ejercicio me hace verlo con dos miradas diferentes. "
‘Agitando los Brazos’ es una de esas canciones que nada más escucharla se reconoce que es tuya, incluyendo elementos como las palmas y unos coros de lo más expresivos, acercándose a algo más exuberante como ocurría en el anterior trabajo con ‘Los Amigos de la Plaza’. ¿De forma inconsciente siempre logras al menos un single en los trabajos o también buscas un poco lograr una canción de este formato?
Siempre buscas que dentro del disco haya una canción más animada o pegadiza. En concreto esta canción era la única que teníamos clara antes de llegar al estudio y quizás por eso fue la que más nos costó de sacar. La llegamos a grabar tres veces con arreglos muy distintos y, al final, la solución fue simplificarla al máximo y añadirle palmas y gritos, algo que en origen no estaba.
En todas nuestras entrevistas nos gusta que nos dejéis una pregunta para la siguiente banda a entrevistar. ¿Cuál es la tuya?
¿Recuerdas la última vez que volviste a casa sin un zapato? ¿Lo recuperaste?
¿Recuerdas la última vez que volviste a casa sin un zapato? ¿Lo recuperaste?
No. Mis letras son muy complicadas de recordar y con más de dos cervezas empiezo a perderme. Mezclo canciones y cambio las letras.
De más joven bebía más. Creo que ara para perder la timidez.

Gran entrevista.