Un sótano como espacio de trabajo. Una ciudad que parece filtrarse en cada sonido. Wombo parten de un contexto en el que nada está del todo definido: ni el método de composición, ni las estructuras, ni las voces que aparecen en sus letras. En 'Danger in Fives', su tercer trabajo largo, continúan desviando todo lo que parece estable. Cada canción se construye desde algo que podría haber sido ordinario, pero que va deformándose con cada repetición. Los tres integrantes optan por un tipo de escritura donde las frases no concluyen, sino que quedan flotando, como ocurre en 'Cloud 36' o 'A Dog Says', donde las imágenes aparecen suspendidas, sin dirección clara. Las canciones no se arman desde un centro, sino desde el desplazamiento. En 'S.T. Tilted' y 'Slab', el ritmo parece surgir de una insistencia que fuerza las palabras a entrar donde apenas caben. El bajo actúa como una línea que sostiene el desequilibrio constante del resto de elementos, mientras la voz mantiene una distancia medida con lo que está cantando. No parece querer explicar nada, sólo mostrar cómo suena lo que está por romperse.
La forma de tocar refleja también esa tensión: acordes que aparecen brevemente, baterías que entran como si estuvieran corrigiendo otra canción distinta. En 'Ugly Room' o 'Rise Worm', esa sensación de estar encerrados en un lugar demasiado pequeño para todo lo que contiene se hace más evidente. La elección de sonidos no busca adornar, sino insistir. Wombo se mueven por lugares repetitivos pero nunca cíclicos. Las frases vuelven, pero siempre desplazadas. “The danger comes in fives” se repite como una advertencia sin sujeto, sin dirección, sin causa concreta. A lo largo del álbum, la sensación que se impone es la de un desplazamiento sin destino. No hay conclusiones, ni giros que resuelvan nada. Todo ocurre como en un bucle donde lo que cambia no es el contenido, sino el ángulo desde el que se mira. Las canciones terminan como empiezan: en un punto que parece seguir abierto. Aprovechando lo inminente del lanzamiento, hemos tenido el placer de entrevistar al grupo.
Este es el primer disco en el que habéis compuesto algunas canciones estando de gira. ¿Creéis que escribir de esta manera influyó mucho en los temas, al venir de las experiencias que estabais viviendo en ese momento?
Sydney: Sí, creo que nos ayudó a mantener todo en el mismo universo. Antes solíamos componer exclusivamente en el sótano, como en una especie de etapa de composición muy concreta. Pero como estábamos de gira constantemente, queríamos seguir escribiendo sin parar, y decidimos probar una técnica distinta. Cuando teníamos ratos libres en el hotel y nos aburríamos, nos poníamos a trabajar en una nota de voz que tenía con una línea de bajo… y eso acabó convirtiéndose en una canción. Nos enseñó una nueva forma de componer ahora que estamos viajando mucho más.
Me fascina cómo ‘Neon Bog’ surgió a raíz de ciertos errores de grabación. ¿Sentís que el hecho de que una canción aparezca así os dio más libertad creativa y os animó a experimentar aún más?
Cameron: Fue muy divertido hacer las cosas de otra manera, no solo componiendo en el sótano como antes. Lo bonito de escribir y grabar al mismo tiempo es que pueden surgir cosas inesperadas. Nunca planeamos, por ejemplo, “vamos a meter aquí una parte distorsionada”. Simplemente sucede, y capturarlo en ese momento hace que suene muy fresco cuando lo escuchas. Muchas veces no funciona, pero a veces tropezamos con algo por accidente, y tiene esa energía especial de estar ocurriendo justo cuando lo imaginamos, en lugar de hacer una maqueta y grabarlo meses o años después. Eso cambia la esencia. Es genial poder crearlo y registrarlo al instante. Y sí, los errores también pueden dar lugar a cosas interesantes.
En este álbum hay una mayor presencia de sonidos digitales, algunos con texturas casi fantasmales, pero que se integran perfectamente con lo orgánico de vuestra música. ¿Creéis que hay una fusión más fuerte entre lo digital y lo orgánico en este disco?
Cameron: Sí, definitivamente lo exploramos más. Antes no es que estuviésemos casados con la idea de tocar todo en directo, pero sí que buscábamos que las canciones funcionaran igual tanto en directo como en la grabación. En este disco nos sentimos más cómodos aceptando que una canción puede sonar diferente en directo, y que está bien usar sonidos que no existen físicamente. Probamos algunos temas con batería en directo y no terminaban de funcionar, pero al combinarlos con sonidos electrónicos, sí que lo hacían. Así que simplemente dijimos: esto funciona mejor así, y lo hicimos de esa manera.
"En este disco nos sentimos más cómodos aceptando que una canción puede sonar diferente en directo, y que está bien usar sonidos que no existen físicamente. "
Tanto en este disco como en los anteriores, conseguís crear atmósferas muy concretas, siempre con un punto de misterio y oscuridad. Desde dentro, ¿sentís que hay rasgos identitarios que aparecen una y otra vez en vuestras canciones?
Sydney: Sí, es algo que al principio era más natural, pero con el tiempo se ha vuelto más consciente. Creo que nuestra identidad en las canciones es inevitable. Cuando juntamos nuestras tres cabezas, surge una entidad propia, algo más allá de nosotros como individuos. No es algo que ocurriría si cada uno hiciera música por separado. A veces, cuando Cameron trae una maqueta, hay cosas que me resuenan más que otras, porque algunas simplemente suenan más a canción de Wombo. Es cuestión de escuchar lo que esa canción quiere ser, sin analizarlo tanto como para perder su esencia.
Cameron: Sí, y además la mayoría de las cosas que componemos no tienen esa sensación, lo cual es curioso. Hacemos mucho material que no acaba funcionando. Escribimos unas 70 ideas y la razón por la que conseguimos mantener un ambiente o sensación coherente es porque hacemos un gran filtrado. Investigamos mucho, probamos mucho y descartamos casi todo lo que no tiene ese “sentimiento Wombo”.
En vuestro último single, ‘Spyhopping’, construís una metáfora entre cómo los cetáceos perciben su entorno y cómo los pensamientos se mueven en múltiples direcciones. ¿Cómo surgió esa conexión tan sugerente al dar forma a la canción?
Sydney: La canción me suena un poco desordenada, y eso me recordó a cómo funciona mi cabeza muchas veces: como un collage de pensamientos e ideas que tengo que perseguir. De ahí surgieron esas letras confusas. Sentí que encajaban con el espíritu del tema, sobre todo con la guitarra. En esa canción, la guitarra y la voz funcionan como una especie de llamada y respuesta. Es un motivo que incluso reforzamos en la mezcla. Dave Vettraino había bajado el volumen de la guitarra y le pedimos que la colocara al mismo nivel que la voz, porque es como si conversaran entre ellas.
Me encanta el vídeo de ‘Neon Bog’. Tiene una estética surrealista e inquietante, no solo por las imágenes, sino también por cómo se mueve la cámara. ¿Creéis que el contenido de la canción (ya sea lírico o instrumental) os llevó de forma natural a esa propuesta visual?
Cameron: Sí, la forma robótica y mecánica de la canción me hacía imaginar un tipo de animación en stop-motion, con esos movimientos espasmódicos. Cuando decidimos que el vídeo tendría un escenario real, pensamos: ¿cómo podemos hacerlo parecer stop-motion? Jugar con diferentes velocidades y efectos de cámara rápida nos dio esa sensación. Probamos muchas cosas que no funcionaron. Incluso intentamos que Sydney cantara en cámara lenta para que, al acelerar el vídeo, todo pareciera ir rápido salvo su voz. De forma abstracta, creo que el vídeo está conectado con la canción. Costó bastante dar con la idea, pero me alegro mucho de haberlo hecho.
En estas nuevas canciones, más que nunca, conseguís generar imágenes potentes con muy pocas palabras. ¿Os ha ocurrido que una misma canción provoque sensaciones o imágenes completamente diferentes en cada uno, hasta el punto de que tenga significados personales distintos para vosotros?
Sydney: Sin duda. Siempre he admirado a la gente que dice mucho con pocas palabras. Pienso mucho en imágenes, y muchos de mis temas están inspirados en sueños, pero también en recuerdos y experiencias reales. Para mí, los sueños también forman parte de mi vida vivida. A veces mis letras pueden sonar como acertijos, pero en realidad son mi forma de procesar el mundo que me rodea. Me gusta que tú lo percibas así, como que hay poca letra pero mucha imagen, porque creo que esa es mi forma más honesta de explicar lo que siento.
"Escribimos unas 70 ideas y la razón por la que conseguimos mantener un ambiente o sensación coherente es porque hacemos un gran filtrado. "
El disco está lleno de imágenes potentes y atmósferas muy marcadas. ¿Recordáis algún libro, disco, película o artista que os inspirara especialmente durante el proceso creativo?
Sydney: Sí. Para mí fue un poco lo de siempre. Escuchaba a Sybil Baier, una cantautora que me gusta mucho. También estaba muy metida en Broadcast, ese disco donde están canciones como ‘Black Cat’ o ‘Corporeal’... ahora no me sale el nombre, pero es muy bueno. Y también escuchaba ‘Demon Days’ de Gorillaz porque encontré un CD por ahí. Me encanta cómo mezclan melodías y electrónica, con ese equilibrio tan bonito entre lo suave y lo texturizado. Para mí, todo eso se mezcla y se filtra en lo que compongo.
Me gusta mucho cómo ‘Common Things’ se acerca más al pop, con una melodía más ligera. ¿Creéis que se aleja un poco del tono general del disco?
Sydney: Sí, es la canción que más se desmarca del álbum. No estábamos seguros de si encajaba, pero me gusta pensar en ella como un momento más feliz. Aun así, la letra es bastante melancólica. Habla sobre la dificultad de confiar en los demás, de ser uno mismo sin reservas, de protegerte y de cómo eso a veces puede llevarte al aislamiento. El tono es claramente distinto, pero me gusta. El disco para nosotros es un collage. Me encantan los discos conceptuales, pero también disfruto los que tienen coherencia sin que todo suene igual. Y esta canción, aunque sea una excepción, refleja un momento real de mi vida, así que en ese sentido, sí pertenece al disco.
‘Garden Spies’, la canción que cierra el álbum, también sugiere escenas ambiguas y misteriosas. ¿Sueles relacionar estas canciones con lugares reales o físicos?
Sydney: Sí, esa canción está basada en un recuerdo real. La escribí pensando en la casa de mi abuela en el campo, en Kentucky. Nos sacaba por la noche a ver unas flores que solo florecían al anochecer. Creo que las llaman “moonflowers”. Eran blancas y se abrían justo cuando se ponía el sol. También había dos arañas del jardín, idénticas, que parecían vigilar la entrada de la casa. Es una imagen muy potente de mi infancia. En la canción lo uso como metáfora, mezclando ese recuerdo real con sensaciones que no se refieren a un evento concreto.
Esa frase de ‘Danger in Fives’ que se repite (“See through mind said to me, the danger comes in fives”) suena como un mensaje recibido, algo que aparece sin explicación clara. ¿Recuerdas cómo surgió esa línea y cuándo supiste que podía dar título al disco?
Sydney: Sí, recuerdo que estaba jugando con palabras mientras escribía esa canción, intentando averiguar de qué quería hablar. En ese momento me sentía bastante abrumada, y quería que la canción tuviese una estructura cíclica, así que repetí esa frase. A veces no sé lo que voy a decir hasta que lo digo, y esa frase se me quedó clavada. Me gusta cómo suena, cómo encaja con la guitarra. Juego mucho con las vocales y los sonidos antes de decidir qué letra se queda. Esa frase me pareció preciosa y con un significado que prefiero dejar un poco abierto, para que cada persona pueda interpretarla a su manera.
"A veces mis letras pueden sonar como acertijos, pero en realidad son mi forma de procesar el mundo que me rodea. "
En todas nuestras entrevistas, nos gusta que el grupo deje una pregunta para la siguiente banda a la que entrevistaremos. ¿Cuál sería la vuestra?
Cameron: Siempre me interesa el proceso de creación, así que tal vez preguntaría algo como: ¿cómo componéis vuestras canciones?
Sydney: A mí me encanta leer, así que me gustaría preguntar: si tuvierais que llevaros un solo libro a una isla desierta, ¿cuál sería? ¿Uno que hayáis leído muchas veces?
Y esta es la pregunta que os deja Mal Blum: si pudierais cenar con una sola persona (a la que no conozcáis) en una cena cara a cara, ¿quién creéis que sería la compañía más fascinante o entretenida?
Sydney: Creo que cenaría con una de mis artistas favoritas: Sybil Baier. Me encantaría hablar con ella.
Cameron: Yo diría mi abuela paterna.