Pearly Drops publican ‘The Voices Are Coming Back’ tras trasladar su imaginario desde Helsinki hasta Los Ángeles. Sandra Tervonen y Juuso Malin describen la ciudad como un entorno saturado de símbolos, entre la promesa de éxito y la sensación de desconexión personal. Esa dualidad marca el pulso del álbum, que funciona como una narración sobre la transformación que ocurre al enfrentarse a un sueño que se vuelve inabarcable. El arranque con ‘Delusional On Sunset Boulevard’ establece un escenario de extrañeza en el que la voz se desliza entre acordes expansivos y sintetizadores tensos. ‘Mermaid’ y ‘Ratgirl’ continúan con un relato donde lo fantástico se mezcla con lo cotidiano, mientras ‘End Credits’ interrumpe el flujo narrativo con una pausa que remite a una pantalla apagándose. En ‘Pillow Face’, el verso “Falling out of grace / I don’t know my place / Put a pillow on my face, yeah” resume la incomodidad de moldear la propia imagen hasta desvanecerse en ella. El cierre con ‘Silver Lake Mystery Forest’ devuelve el hilo conductor al lugar de origen: un bosque metafórico que enlaza la desorientación con la imposibilidad de escapar de las propias obsesiones. Con este tercer trabajo, Pearly Drops plantean un recorrido circular que convierte la ciudad californiana en un reflejo deformado de sus propias trayectorias. Aprovechando lo inminente de este lanzamiento, hemos tenido el placer de entrevistar al dúo.
Desde fuera, Los Ángeles suele parecer una ciudad más imaginada que real, una mezcla de referencias culturales, paisajes mentales y deseos ajenos. ¿Cómo vivisteis el contraste entre la idea que teníais de la ciudad y la realidad de crear un disco allí?
En realidad, el álbum lo producimos y lo componemos íntegramente en Finlandia, pero, aun así, estuvo muy influenciado por todas nuestras experiencias en Estados Unidos en general. Además, también tuvieron un gran peso nuestras ideas preconcebidas, especialmente las que venían de las películas de David Lynch. Cuando finalmente estuvimos en Los Ángeles, todas esas imágenes y atmósferas que habíamos visto en su cine nos parecieron increíblemente reales, casi como si hubiéramos entrado en una de esas películas.
El control artístico total que ejercéis es muy evidente: producción, mezcla, trabajo visual, incluso pintar vosotros mismos las portadas. ¿Qué parte de ese proceso os resulta más difícil pero sentís que es esencial para que la obra tenga coherencia?
Cada aspecto del proceso nos parece igual de importante, todos tienen su peso. Es cierto que con el tiempo hemos empezado a compartir algunas de las responsabilidades con otras personas, pero desde el principio, y hasta el día de hoy, ha sido fundamental para nosotros mantener el control y llevar las riendas sin dejarnos influir por factores externos. Crear las portadas, por ejemplo, suele ser probablemente la parte más frustrante de todas, sobre todo porque no es un tipo de arte que practiquemos de forma habitual; únicamente nos ponemos a ello cuando llega el momento de crear la portada para un nuevo disco, y eso lo hace un poco más complicado.
La sensación de estar en lugares que se resisten a ser explicados aparece en muchos momentos del álbum. Hay espacios extraños, personajes ambiguos y líneas temporales que no terminan de encajar. ¿Qué papel tienen la desorientación o la confusión en vuestro proceso creativo?
Vemos los tiempos que corren, y la vida misma, como una especie de confusión continua. Quizá siempre ha sido así, solo que con la edad es más difícil escapar de ello que cuando eres joven. El álbum a nosotros nos parece lineal, pero sus letras y escenarios aparecen como fragmentos del pasado. Inevitablemente, el viaje está muy marcado por las luchas con la salud mental. Todo cobra más sentido para nosotros a través del realismo mágico.
"Vemos los tiempos que corren, y la vida misma, como una especie de confusión continua. Quizá siempre ha sido así, solo que con la edad es más difícil escapar de ello que cuando eres joven."
En el álbum hay una narrativa, pero nunca queda del todo claro si escuchamos a personajes inventados o versiones distorsionadas de vosotros mismos. ¿Cómo navegáis esa línea entre crear un personaje ficticio y hablar desde la experiencia personal?
En muchos sentidos, son reflejos distorsionados de nosotros mismos, moldeados por cómo nos vemos y cómo encajamos en esta realidad. Siempre nos hemos sentido como forasteros, tanto en apariencia como en pensamiento, y eso a veces incomoda a otros. Contar historias a través de personajes nos resulta natural, pero de alguna manera, la vida real no es tan distinta: la gente cambia de personalidad según el contexto, en el trabajo, en una fiesta, en su pueblo. Así que nuestros personajes son ficticios y personales a la vez.
Los lugares más oscuros del disco, como alcantarillas, moteles vacíos o colinas silenciosas, no están tratados de manera dramática, sino con una gran sensibilidad estética. ¿Os atrae encontrar belleza en lo que se desmorona?
Por supuesto. Nos atraen los rincones olvidados: alcantarillas, moteles vacíos, colinas silenciosas… porque ese tipo de imágenes despiertan nuestra imaginación. No son espacios dramáticos en sí mismos, pero tienen una intensidad silenciosa, casi como si esperasen a que alguien construyera una narrativa a su alrededor. Igual que nuestros personajes, reflejan las verdades extrañas e imperfectas de la vida.
Las texturas sonoras de vuestras canciones parecen construidas con un nivel de detalle que sugiere un oído más técnico que intuitivo. ¿Cómo influye vuestra formación en diseño de sonido a la hora de moldear la emoción de un tema?
Es realmente una combinación de ambas cosas. Las ideas suelen llegar de forma muy intuitiva, pero al mismo tiempo necesitamos asegurarnos de que todo esté técnicamente bien, sobre todo en la parte de ingeniería. Pero al final del día, no creamos mirando medidores, sino manteniendo la sensibilidad y buscando cómo transmitir una emoción concreta a través del sonido. De hecho, así es también como funciona el diseño de sonido para cine.
En algunos pasajes, la voz es casi ininteligible, pero transmite algo profundamente humano. ¿Os interesa dejar que ciertas emociones se expresen solo a través del sonido, sin depender de palabras claras?
Totalmente. En realidad, nos sentimos y nos identificamos mucho más como productores musicales que como simples compositores, aunque, por supuesto, también escribimos canciones, tanto para nosotros como, en ocasiones, para otros artistas. Para nosotros, el proceso creativo casi siempre empieza con la producción, con toda la parte musical, mucho antes de que existan las letras o cualquier idea concreta para el texto. Eso hace que la emoción, la atmósfera y la narrativa estén ya muy presentes y muy marcadas en la parte instrumental desde las primeras fases del trabajo.
"Contar historias a través de personajes nos resulta natural, pero de alguna manera, la vida real no es tan distinta: la gente cambia de personalidad según el contexto, en el trabajo, en una fiesta, en su pueblo. Así que nuestros personajes son ficticios y personales a la vez."
Vuestras letras y vídeos están llenos de símbolos como sirenas, ratas o bosques misteriosos, evocando una especie de cuento de hadas roto. ¿Cómo decidís cuándo una de esas imágenes encaja realmente en la historia que contáis?
Es un proceso muy intuitivo, algo que surge de manera bastante natural, y casi siempre estamos de acuerdo desde el principio en este tipo de decisiones. No suele haber demasiadas discusiones porque compartimos las mismas referencias. Somos grandes fans del cine de terror, lo hemos sido desde hace mucho tiempo, y nuestra admiración por los clásicos del horror corporal de Cronenberg y, por supuesto, también por todo el universo visual y narrativo de David Lynch, probablemente explica gran parte de cómo se termina formando y desarrollando nuestro propio mundo visual en los proyectos.
En algunas decisiones del disco hay un cierto riesgo estético, como si ciertos sonidos o frases buscasen romper expectativas. ¿Cuál diríais que fue la decisión más arriesgada, la que no sabíais si iba a funcionar?
Fue una decisión totalmente intencional, pero si tenemos que elegir algo, probablemente sería la mezcla de voces. Buscábamos un tipo de “sonido ficticio”, no como la voz de un narrador en una película, sino algo que existiese dentro del propio mundo de la historia. Sabíamos que podría desconcertar a algunos oyentes, así que en ese sentido fue un riesgo. Queríamos que las voces sonasen como si salieran de una alcantarilla, y descubrimos que podíamos lograrlo pasando las pistas principales por un pedal analógico muy sucio.
Vuestra música a menudo parece surgir de un estado casi de trance más que de una idea clara y racional. ¿Sentís que componéis desde un lugar emocional alterado o con una intención consciente?
Creemos que nuestro mejor trabajo creativo surge cuando nos guía esa chispa innata de inspiración, esa necesidad natural de crear. Pero para terminar una canción o dar forma a una idea, en algún momento hay que dar un paso atrás y escucharla con objetividad, trabajando en ella con intención consciente. A menos, claro, que busques algo más experimental e indefinido.
En 'Delusional on Sunset Boulevard', la frase 'I ride my horse through Hollywood' crea una imagen solitaria y surrealista. ¿Por qué elegisteis una imagen tan cinematográfica para abrir el álbum?
El cine es una parte enorme de este álbum. Como dijimos antes, la idea nació en Estados Unidos, sobre todo en Los Ángeles, donde teníamos todo el rato la sensación de que “todo es como en las películas”. Vivimos la ciudad a través de ese lente casi lynchiano, y eso influyó naturalmente en el estilo cinematográfico de la escritura, incluida la imagen inicial de montar a caballo por Hollywood.
'Mermaid' parece moverse entre algo angelical y algo podrido, como si la belleza hubiera terminado sumergida en un lugar que no le corresponde. ¿Qué representa para vosotros esa sirena en la alcantarilla?
La sirena en la alcantarilla es, para nosotros, una forma de dar cuerpo y de ponerle imagen a un estado mental envenenado, a esa sensación en la que parece que incluso las cosas más bellas y agradables que existen se han agriado y perdido su pureza. Refleja una especie de nihilismo, una visión oscura que aparece cuando te ves obligado a enfrentarte al lado más despiadado, más egoísta y codicioso del ser humano, ese aspecto que puede resultar tan desalentador cuando lo descubres.
"Somos grandes fans del cine de terror y nuestra admiración por los clásicos del horror corporal de Cronenberg y, por supuesto, también por todo el universo visual y narrativo de David Lynch, probablemente explica gran parte de cómo se termina formando y desarrollando nuestro propio mundo visual en los proyectos."
'Only believe in / My digital feelings', suena como alguien que ya no confía del todo en lo que siente. ¿Explorabais la ambigüedad entre lo emocionalmente auténtico y lo artificial?
No queríamos establecer ni marcar una línea clara y definida entre lo auténtico y lo artificial; para nosotros se trata más bien de habitar y de explorar ese estado intermedio, ese espacio donde ambos aspectos se mezclan. En la era digital en la que vivimos, los sentimientos pueden ser reales y, al mismo tiempo, estar fabricados o construidos artificialmente, y en ocasiones da exactamente igual cuál de las dos cosas sean si al final logran conmoverte y despertar una emoción genuina en quien los experimenta.
En cada entrevista que hacemos, nos gusta que el artista deje una pregunta para la próxima banda con la que hablaremos. ¿Cuál sería la vuestra?
Si nadie estuviera mirando, ¿qué mundo crearías a través de tu arte?
Y aquí va una pregunta para vosotros de parte de la banda Dog Eyes: ¿Cuál fue vuestro primer momento de éxito en la música y cómo ha cambiado vuestra idea de lo que significa “tener éxito” desde entonces?
Al principio, el éxito tenía más que ver con alcanzar hitos. Ahora, tiene menos que ver con logros concretos y más con si la música se siente honesta y conecta de verdad con otros. En cierto modo, sentimos que lo hacemos menos pensando en los demás, en lo que puedan esperar, y más por nosotros mismos.
