Los números aparecen en todas partes, dispuestos como señales en un camino que no garantiza ningún destino. En ‘Flamingo Tower’, Monde UFO parece jugar con ellos sin buscar explicaciones. No hay una intención explícita en estas referencias, solo el eco de un pensamiento obsesivo, una superstición vaga que se cuela entre capas de sonido fragmentado. Su música parece construirse sobre una contradicción: cuanto más se adentra en el desorden, más se estructura. Cada canción oscila entre el accidente y la intención, dejando rastros de un orden que nunca se concreta.
Desde el inicio, el disco parece una secuencia de imágenes sonoras que emergen y se disuelven. ‘Gambled House We're Wiping Fire (psalm -1)’ abre el álbum con un murmullo casi ritual, mientras que ‘Sunset Entertainment 3’ introduce una atmósfera de colisión entre ruido y melodía. ‘Samba 9’ se filtra entre recuerdos deformados por el tiempo, mientras ‘Old Town Pollution’ suena como una transmisión perdida de un lugar condenado al olvido. La repetición juega un papel central, no como simple recurso estructural, sino como una obsesión latente que impregna cada decisión.
La sensación de desgaste es ineludible. ‘Solitaire’ se desliza entre el aislamiento y la duda, como si el sonido mismo vacilara entre continuar o desvanecerse. ‘Il Mortificanto’ y ‘No Sight Screening’ refuerzan la idea de una música en permanente deterioro, donde cada instrumento parece luchar por sostenerse. La producción es un collage deliberado, capas de improvisación que se amontonan hasta formar una textura densa, impredecible. Hay algo ceremonial en la forma en que estas canciones se desploman, se reconstruyen y se diluyen, como si Monde UFO estuviera trazando un mapa de lo efímero. Aprovechando la publicación de su nuevo disco, hemos tenido el placer de charlar con Ray Monde, líder de la formación.
Tu música parece moverse entre la estructura y el caos, entre lo planeado y lo accidental. En 'Flamingo Tower' hay momentos en los que todo parece derrumbarse para luego reconstruirse en una nueva forma. ¿Cómo concebiste la relación entre el desorden y el equilibrio en este álbum?
Diría que es una mezcla de varias cosas. Una dualidad entre experimentar con la estructura de las canciones y, al mismo tiempo, reflejar lo que significa ser una persona en el mundo moderno. Especialmente en Estados Unidos en estos tiempos. El mundo puede ser increíblemente hermoso, pero también da la sensación de estar siempre al borde del desastre. Creo que hay mucha música increíble que suena agradable de principio a fin, pero a mí me interesa explorar esos rincones sonoros que nunca antes había escuchado. También es la música que suelo escuchar. Aunque sé que no es para todo el mundo, me interesa mucho hacer sonidos vanguardistas lo más funcionales posible.
Los números aparecen en varias canciones, ya sea en los títulos o en referencias sutiles en las letras. ¿Por qué crees que los números y el simbolismo numérico han pasado a formar una parte tan importante de tu imaginario musical?
Para este disco tuve una especie de obsesión vaga con la numerología. No tengo ni idea de lo que significa realmente, ni me interesa aprenderlo, la verdad. Pero, por alguna razón, siento que los números han tenido algún tipo de influencia. Me gusta verlo como una especie de cupón de lotería cósmica. Introduces estos números en una guía de la fortuna o el fracaso… supongo que ya veremos qué pasa.
Las canciones de 'Flamingo Tower' tienen una cualidad onírica, como si flotaran entre lo tangible y lo abstracto. Pero también hay una carga emocional muy cruda, como en 'Solitaire', donde hablas sobre el aislamiento y la confusión. ¿Cómo trabajaste ese equilibrio entre lo etéreo y lo visceral en la composición del álbum?
Creo que utilizo los sonidos como una paleta de colores, intentando evocar imágenes o sensaciones. Por ejemplo, usar ecos y reverberaciones hace que las canciones suenen más soñadoras o etéreas, del mismo modo que los tonos pastel lo harían en una pintura. Mientras que los colores oscuros, los acordes disonantes y la distorsión hacen que todo se sienta más concreto o intenso. En cuanto a la carga emocional, las canciones reflejan una etapa de mi vida en la que estaba bastante perdido. Drogas y todo eso.
"Creo que hay mucha música increíble que suena agradable de principio a fin, pero a mí me interesa explorar esos rincones sonoros que nunca antes había escuchado."
El álbum hace un uso muy marcado de sonidos ambientales y texturas que emergen del fondo y envuelven la instrumentación. Hay una sensación de collage sonoro, de capas que crean un paisaje más que una simple canción. ¿Cómo abordaste la producción para conseguir esta atmósfera inmersiva?
Es completamente un collage. En general, persigo una sensación específica y la construyo superponiendo improvisaciones unas sobre otras. A veces escribo una canción con la guitarra y la uso como base, pero en general me encanta seguir los giros y las sorpresas de la improvisación. Lleva las canciones a lugares que nunca habría imaginado, y creo que ese es mi objetivo final.
Has mencionado antes que la composición puede empezar con una idea improvisada y luego evolucionar en el estudio. 'Flamingo Tower' tiene momentos que suenan casi como instantáneas de una sesión libre. ¿Cómo decides qué fragmentos se quedan y cuáles descartas en este proceso de improvisación?
Todo es cuestión de sensaciones. Normalmente, hay una línea o un motivo que captura exactamente el sentimiento que quiero transmitir en la canción. Supongo que es como sentirte atraído por alguien: cuando lo sabes, lo sabes. Lo sientes en el cuerpo. Suelo tardar bastante en terminar las canciones, así que si algo me molesta una y otra vez después de varias escuchas, simplemente lo rehago o empiezo desde cero. Si no lo cambio, sé que me va a molestar para siempre.
Varias canciones transmiten una sensación de desgaste y decadencia, tanto en la interpretación como en la producción, como si las melodías lucharan por mantenerse intactas.¿Querías transmitir esta sensación de deterioro de forma consciente, o fue algo que surgió de manera natural en la grabación?
Sí, sin duda. La decadencia, o al menos la sensación de ella, es uno de los temas centrales del álbum. Me interesa esa idea de la lenta descomposición, de cómo todo, poco a poco, se va desgastando, perdiendo su forma original. La sensación de ser un desperdicio, de no tener rumbo o propósito, es algo que atraviesa muchas de las canciones, ya sea de forma explícita o en el trasfondo de las letras y el sonido. ¡Ser un verdadero desperdicio!
El álbum tiene una fuerte presencia de free jazz y música experimental, tanto en la instrumentación como en la estructura. ¿Cómo incorporaste estas influencias en el estudio para que fueran parte de la identidad del disco sin perder la esencia de Monde UFO?
Pura prueba y error. Me gusta partir del caos total, generar una especie de desorden sonoro sin restricciones, donde todo puede suceder. Es un proceso en el que me permito explorar sin límites al principio. Básicamente trato de crear un caos absoluto y después intentar darle sentido, encontrar una dirección dentro de todo ese ruido.
"Usar ecos y reverberaciones hace que las canciones suenen más soñadoras o etéreas, del mismo modo que los tonos pastel lo harían en una pintura."
El disco juega con referencias religiosas, tanto en los títulos de las canciones como en ciertos momentos de la música, aunque siempre desde una perspectiva abstracta. ¿Hasta qué punto la espiritualidad —o la falta de ella— ha influido en la creación de este álbum?
Crecí en un colegio católico, así que esa imaginería y filosofía están profundamente arraigadas en mí. Luego fueron destruidas por el punk y el skate. Luego distorsionadas otra vez por las drogas y la meditación. La espiritualidad es increíble. Me fascina. Así que me pareció interesante revisitar las imágenes de mi infancia a través del filtro de mi visión actual de la vida, y ver cómo han moldeado mi camino, para bien o para mal.
La repetición juega un papel importante en el disco, ya sea en los patrones rítmicos, ciertas frases vocales o incluso en la estructura de las canciones. ¿Es una herramienta deliberada para ti o simplemente fluye de manera natural en tu proceso de composición?
Me encantan los motivos repetitivos, son geniales. Ayudan a conectar un disco de manera sutil, creando un universo propio donde las canciones se sienten entrelazadas. No es solo una cuestión de estructura, sino de identidad, de darle al oyente puntos de referencia dentro de la experimentación. 'Attica Blues' de Archie Shepp fue una gran influencia en este sentido. La forma en que el disco reutiliza y reformula ciertas ideas lo hace increíblemente poderoso, y eso me inspiró mucho al construir 'Flamingo Tower'.
El sentido del espacio en el álbum es muy particular, con sonidos que parecen flotar a lo lejos mientras otros se sienten increíblemente cercanos. ¿Cómo trabajaste la mezcla y la producción para lograr esta profundidad en el sonido?
Mi amigo Kevin Smith (no el director) es un ingeniero increíblemente talentoso. Básicamente, le llevo un montón de caos y luego lo esculpimos hasta darle sentido. Lleva años siendo LA mano derecha de Jackson Browne y tiene un gran sentido para la producción. Es un maestro de la panoramización y realmente ayuda a dar más profundidad a las canciones.
A lo largo del álbum, parece haber un diálogo entre el pasado y el presente, entre la nostalgia y la experimentación. En 'Samba 9', por ejemplo, hay una reflexión sobre la infancia desde una perspectiva adulta. ¿Cómo manejas esa tensión entre mirar atrás y seguir adelante en tu música?
Sinceramente, es una mierda. Escarbar en recuerdos y encontrar cosas que no me gustan sobre lo que hice o quién era. Esa canción, en particular, me resulta dolorosa. Ahora la odio un poco, pero, por supuesto, el sello decidió que debía ser el primer single. Es como un ejercicio de vulnerabilidad… o simplemente una humillación pública. Mucha gente me ha dicho que no entiende bien la letra, así que quizá me haya librado de ella (risas).
"Básicamente trato de crear un caos absoluto y después intentar darle sentido, encontrar una dirección dentro de todo ese ruido."
En todas nuestras entrevistas, pedimos a los artistas que dejen una pregunta para la siguiente persona a la que hablemos. ¿Cuál sería la tuya?
¿Cuál es tu restaurante favorito?
Y tengo una para ti de Noah Lennox, de Panda Bear: ¿Crees que hacer música debería tener un propósito?
Sí, pero… ¿cómo no iba a tenerlo? Es curioso, porque mi antiguo vecino del pequeño pueblo donde crecí, Enfield, Connecticut, tocó en Panda Bear durante un tiempo. De hecho, solía darme todos sus juguetes viejos de pequeño.