Entrevistamos a

Mal Blum

"Encuentro que los temas sociales más amplios son más potentes cuando se presentan desde una perspectiva íntima. Es algo que también me atrae como oyente o lectore."



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Mal Blum presenta ‘The Villain’ en un momento donde el cuerpo, el lenguaje y la percepción se tensan más allá del plano personal. El disco aparece tras una transformación física que modifica no solo el timbre, sino también el modo en que cada canción se sostiene. Esa nueva voz, más grave, marca todo el recorrido sin convertirse en el centro. La estructura del álbum no se organiza alrededor de una narración progresiva. En su lugar, cada tema se plantea como un espacio cerrado que deja entrar solo fragmentos del exterior. La figura del villane aparece en canciones como ‘Killer’ o ‘A Small Request’ sin consolidarse nunca. “I killed the previous tenant / in my head / or so they said” funciona como declaración y eco. La ambigüedad no es un efecto, es el punto de partida. El trabajo de producción de Jessica Boudreaux evita el dramatismo. La tensión se mantiene incluso en los momentos más sobrios, como en ‘Must Get Lonely’ o ‘Gabriel’, donde las imágenes mitificadas conviven con frases cotidianas. ‘The Villain’ se impone desde la forma en que las canciones resisten ser reducidas a una sola lectura, y en cómo esa resistencia moldea el disco entero. Aprovechando lo inminente de este destacado lanzamiento, hemos tenido el placer de entrevistar a Mal.

Tu voz ha evolucionado de forma natural desde tus primeros trabajos, y eso se nota mucho en este álbum. ¿Ese cambio ha influido en la forma en que compones o en cómo imaginas el sonido de tus canciones?

Es interesante, porque esta pregunta puede referirse a mi “voz artística” como compositore, o bien a la voz en sentido literal que, claramente, ha bajado bastante de tono desde mis primeros trabajos, y creo que ambas interpretaciones son igual de interesantes. Tomándolo de forma literal, ‘The Villain’ es el primer álbum de larga duración que saco desde que mi voz cambió al empezar la testosterona. En cuanto a tener una voz más grave, lo pienso casi como un nuevo color con el que puedo pintar. A veces incluso olvido lo diferente que es hasta que escucho una canción antigua o tengo que transponerla.

 

La producción de este disco suena muy distinta a tus anteriores álbumes. ¿Qué te llevó a trabajar con Jessica Boudreaux y cómo influyó en cómo te muestras en este disco?

Jessica Boudreaux es, literalmente, la razón por la que este disco existe. Pasé por un evento vital bastante desestabilizante un par de meses antes de empezar a grabar, y todo lo logístico empezó a volverse un borrón. Ella me dijo que siguiera escribiendo y añadió: “Creo que simplemente tienes que venir, y ya lo resolveremos”. Resultó ser justo lo que necesitaba oír. Le escribí una pequeña nota de agradecimiento al principio de los créditos del álbum por eso.

Conocí a Jessica porque ambes estábamos fichades por la misma editorial musical (Terrorbird Publishing). A veces emparejan a sus artistes para coescribir cuando surge un encargo externo o alguien necesita una canción, y creen que dos de sus artistes podrían funcionar bien juntes. Yo había escuchado algo que Jessica hizo por su cuenta y me pareció increíble —tiene muy buen gusto para la producción pop, con un toque afilado que viene del rock. Así que cuando nos propusieron colaborar, dije que sí sin dudar. Creo que fue para una canción para la serie ‘Nimona’ la nuestra no fue elegida, pero ella hizo varias y creo que otras sí llegaron a usarse.

Hasta entonces solo habíamos trabajado juntes de forma virtual, coescribiendo para otres artistes, así que fue algo inusual que decidiéramos: “Mal va a venir a Portland, Oregón, y vamos a hacer un disco enteramente juntes”. Pero no sé explicarlo, es como cuando la gente dice: “simplemente lo sabes”. De algún modo, sabía, o al menos esperaba, que ella sería una amiga y colaboradora de por vida.

Has colaborado con músicos de otras bandas con estilos muy marcados. ¿Qué crees que han aportado esas perspectivas distintas a tu música esta vez?

Me encanta colaborar y me fascinan las perspectivas que me sacan de mí misme. También odio los cambios, así que probablemente es una combinación divertida para quienes trabajan conmigo. Es broma. Lo cierto es que, al menos en lo musical, no soy tan reacie a los cambios. Me gusta probar cosas nuevas, siempre que todes estén ilusionades. Esa es una de las libertades de estar en mi posición: no soy una estrella del pop cuyo álbum implica millones en sueldos, así que el miedo al riesgo no está tan presente. En realidad, la única persona que puede interponerse en mi camino soy yo misme.

"No soy una estrella del pop cuyo álbum implica millones en sueldos, así que el miedo al riesgo no está tan presente. En realidad, la única persona que puede interponerse en mi camino soy yo misme."

El disco suena muy crudo, pero también meticulosamente elaborado. ¿En qué momento decides que una canción está lista, aunque no sea “perfecta”? ¿Cómo lo sabes?

Buena pregunta. A veces una canción me resulta claramente “acabada”. Cuando estás escribiendo y tienes esa sensación de rayo en una botella, como si no la hubieras escrito tú, sino que la hubieras captado del aire. Esos momentos hacen que sea fácil saber que la canción está hecha. Luego hay otros casos mucho menos inspiradores, en los que llevas tiempo trabajando en algo, tienes unas letras a medio escribir, y cuando llega el momento de grabar, no puedes superarlas… así que se quedan. Y el mero hecho de grabarlas las convierte en definitivas. No creo que haya una única respuesta válida. Es un sentimiento ambiguo, y quizá una canción está terminada cuando sientes que puedes compartirla. Aunque si nos ponemos filosófiques, una vez que lanzas una canción, esta se convierte en un medio que cambia infinitamente según cómo se consuma o interprete, incluso por quien la escribió, con el paso de los años. Así que, en ese sentido, quizás una canción nunca está del todo terminada.

El álbum se mueve entre momentos muy crudos y otros más teatrales o exagerados. ¿Crees que ese equilibrio te ayuda a expresar mejor ciertas situaciones o dinámicas?

Me gustó jugar con el componente teatral de algunas perspectivas. Creo que adoptar una actitud de valentía o fanfarronería que no suelo sentir en la vida real me permitió ser más vulnerable en otras partes del álbum. Las canciones en las que me acerco a la petulancia, la autocompasión o incluso a la villanía caricaturesca me resultaban incómodas al principio, me daban ganas de suavizarlas. Pero al final encontré catártico e importante abrazar esas facetas y explorar el juego que hay en ellas.

 

Las canciones no siguen una narrativa clara de principio a fin. ¿Pensaste el álbum como una serie de escenas separadas, o esa estructura surgió sola?

Totalmente. No va sobre una sola persona o situación en particular, así que quise evitar que sonara como una historia lineal o tradicional. Dicho esto, sí hay hilos que se cruzan entre sí, conexiones que se repiten, y también canciones que nacieron del mismo momento o evento, lo cual le da cierta cohesión, aunque no intencionalmente narrativa. Si llegara a dar un contexto más específico, alguien podría interpretarlo como una historia con un inicio claro y un final definido, y no era eso lo que quería. Pero me gusta pensar en él como una colección de viñetas sueltas, momentos emocionales que se suceden. Quería que fuese un viaje emocional más que literal para quien lo escucha, una experiencia sensorial y subjetiva, sin una estructura impuesta.

La figura del “villane” está presente a lo largo del disco, pero nunca queda claro quién es exactamente. ¿Esa ambigüedad fue intencionada? ¿Te interesaba más plantear preguntas que ofrecer respuestas?

Sin duda. De hecho, precisamente por eso fue que acabé eligiendo ‘The Villain’ (en singular) como título, en lugar de optar por ‘Villains’ o cualquier otra versión que implicara una pluralidad más explícita. Escuchando el disco con atención, personalmente creo que es bastante evidente que no hay un únicx villane a lo largo de todo el recorrido, que la figura cambia o se disuelve según la canción. Pero, aun así, prefiero dejar eso completamente abierto a la interpretación de quien lo escuche. Me interesa más que cada persona saque sus propias conclusiones y proyecte lo que quiera, sin una respuesta fija.

"Me gustó jugar con el componente teatral de algunas perspectivas. Creo que adoptar una actitud de valentía o fanfarronería que no suelo sentir en la vida real me permitió ser más vulnerable en otras partes del álbum."

Algunas canciones son muy personales, pero también tocan temas sociales más amplios. ¿Esa conexión con el mundo que te rodea fue intencionada o surgió de forma natural?

Sí que lo tenía presente, aunque no imaginé que un disco en el que algunas canciones reflexionan sobre cómo se presenta a las personas trans como villanas saldría justo cuando mi país está empezando a institucionalizarlo a gran escala. En cuanto a lo personal versus lo político, encuentro que los temas sociales más amplios son más potentes cuando se presentan desde una perspectiva íntima. Es algo que también me atrae como oyente o lectore.

Hay un hilo conductor que cuestiona qué está bien o mal, o quién tiene derecho a decidirlo. ¿Esa ambigüedad moral fue una intención desde el principio o apareció conforme avanzabas?

Creo que fue una evolución natural del disco. Mi proceso preferido es escribir mucho y luego colocar las canciones juntas para buscar los hilos que las conectan. ¿Cómo dialogan entre ellas? ¿Qué temas y motivos se repiten? ¿Qué está intentando explorar mi subconsciente? En ese punto puedo intervenir conscientemente y escribir más canciones para completar las perspectivas que faltan. Así suelo enfocar un álbum, a menos que sea uno conceptual desde el inicio.

En algunas canciones, da la sensación de que asumir el papel de “villane” es una forma de recuperar el control o protegerte. ¿Explorar esa idea te ofreció cierta libertad o alivio, aunque fuese a nivel creativo?

Totalmente. Y aún lo hace, incluso ahora, con el paso del tiempo. Es como cualquier acto de reapropiación, una forma de resistir y resignificar. Tomar algo que te han lanzado con desprecio, con intención de herir o disminuir, atraparlo en pleno vuelo, examinarlo cuidadosamente a la luz. Ahora es tuyo, lo has transformado, puedes jugar con ello, darle nuevos sentidos. Puedes devolverlo con intención, con control, convirtiéndolo en una herramienta propia en lugar de una herida.

 

A lo largo del álbum hay una sensación de distancia reflexiva, como si observaras tus experiencias desde fuera. ¿Esa perspectiva te resultó útil durante el proceso de escritura?

A medida que envejezco, esta forma de escribir, más introspectiva y reflexiva, es la que más me recompensa y me resulta significativa. ¿Para qué escribir, después de todo, si no es para intentar entendernos mejor a nosotres mismes y también al mundo complejo que nos rodea, con todo lo que implica? Esa búsqueda de claridad o de conexión es lo que me mueve ahora. Eso sí, no me lo tengáis demasiado en cuenta si la próxima vez termino escribiendo algo totalmente inconsciente, impulsivo y completamente desubicado en relación con esto que acabo de decir.

Las canciones no revelan todo, pero se nota que hay mucho de ti en ellas. ¿Te gusta que la gente sepa qué partes son personales o prefieres dejarlo más abierto?

Voy y vengo entre querer que la gente lo interprete desde su propia experiencia, y querer levantar la mano y decir: “¡Espera! Esto es exactamente lo que quería decir aquí”. La verdad es que me fascina el análisis de letras y podría hablar durante horas sobre qué significan mis canciones o qué elementos fueron intencionados. Pero también siento cierta responsabilidad de dejar espacio para la interpretación, porque no todes escuchan con ese nivel de atención. No me molesta que se me vea en mis letras, de hecho me gusta. Pero preferiría que la gente no intentara identificar a otras personas concretas, porque la composición no siempre es literal y podrían equivocarse.

"No anticipé que un disco en el que algunas canciones reflexionan sobre cómo se presenta a las personas trans como villanas saldría justo cuando mi país está empezando a institucionalizarlo a gran escala."

En este disco se percibe cómo la percepción ajena puede influirnos más de lo que querríamos. ¿Te ha hecho pensar en cuánto afectan esas miradas externas a cómo nos vivimos o nos movemos por el mundo?

Lo pienso constantemente. Siempre me ha obsesionado la opinión ajena, incluso en cosas profundamente personales como mi identidad o mi humanidad. Me llevó mucho tiempo en terapia empezar a distinguir qué sentía yo realmente y qué deseaba. Creo que he avanzado mucho. Este álbum fue un intento de nombrar y enfrentar esos sentimientos directamente, y quizá el primer paso para dejar de preocuparme por el juicio externo.

En todas nuestras entrevistas, pedimos a cada artista que deje una pregunta para la siguiente banda con la que vamos a hablar. ¿Cuál sería la tuya?

Esta es una versión con giro de una clásica, perdón si ya se ha hecho: Si solo pudieras elegir una persona como invitade a cenar (alguien que no conozcas, y tiene que ser una cena cara a cara), ¿quién crees que sería la compañía más fascinante o entretenida, específicamente? No tiene por qué ser alguien que te caiga bien, solo alguien que pienses que sería una experiencia interesante a solas. Yo siempre digo que probablemente elegiría a Courtney Love o RuPaul. O Mia Kirshner. Aunque creo que las tres serían experiencias muy distintas.

Y tengo una para ti, cortesía de Christian Lee Hutson: ¿Cuál es la mayor mentira que te has contado a ti misme?

Sin ánimo de ser cínique, es bastante fácil para una persona trans. Probablemente necesité una buena dosis de autoengaño durante los primeros 25 años de mi vida para creer que no era trans y poder levantarme cada día e intentar ser una mujer. Lo hacía fatal, por cierto. Ni siquiera sabía que me estaba mintiendo, pero desde luego no estaba teniendo éxito.

Tratando de escribir casi siempre sobre las cosas que me gustan.