Entrevistamos a

Florist

"Esta realidad, la vida que compartimos, es solo la punta del iceberg. Pienso que hay algo más, quizá solapándose en nuestro presente, tal vez a lo largo del tiempo."



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A lo largo de más de una década, Florist han ido cultivando una forma de hacer música que no busca trascendencia ni grandes manifestaciones. Trabajan con lo menor, lo aparentemente insignificante, lo que suele pasar desapercibido. Han evitado el ruido que rodea a muchos proyectos con trayectorias largas, manteniéndose en un plano discreto sin renunciar a una evolución constante. Nunca han necesitado adoptar discursos imponentes para hacer de lo cotidiano un punto de fuga. En su discografía, lo íntimo no está separado de lo colectivo, y el tiempo parece funcionar con otros ritmos, como si cada disco se organizara por fuera de las velocidades habituales. Con ‘Jellywish’, este trayecto no se detiene, sino que gira sobre sí mismo para volver a descomponer lo ya conocido. La imagen del umbral, presente en la pintura de la portada, actúa como metáfora material de esa posición suspendida. No hay aquí una oposición entre mundos, sino una coexistencia sin jerarquía entre lo que se ve y lo que se percibe al margen del lenguaje. El grupo pone en juego sus propias estructuras, como si lo aprendido hasta ahora no bastara para responder a una sensación que no termina de acomodarse.

Cada canción es una escena menor que se mantiene por sí sola y que, al mismo tiempo, depende del todo para cobrar un tipo de sentido específico. En ‘Levitate’, esa descomposición queda patente desde el inicio: no se construye una atmósfera, se deja entrever una sensación que aparece y desaparece sin aviso. La estructura, por momentos más cercana al patrón tradicional de la canción, nunca llega a completarse del todo. En ‘Gloom Designs’, ese desajuste se vuelve más pronunciado, como si lo narrado se volviera demasiado pesado para sostenerse con las propias herramientas musicales. La elección de formas breves en temas como ‘Moon, Sea, Devil’ no busca síntesis, sino fractura. La unión de tres símbolos cargados de ambigüedad produce una fricción entre el cuerpo, el tiempo y la amenaza que se despliega sin desarrollo. En ‘Have Heaven’, la idea de múltiples niveles de realidad no se plantea como una reflexión, sino como un punto de partida que influye en el timbre, el ritmo y la instrumentación. Los pasajes acústicos, lejos de ofrecer refugio, insinúan una forma de inestabilidad sostenida.

A lo largo del disco, la relación con la naturaleza no aparece como ensoñación ni refugio. Está ligada al malestar, al desajuste y a la urgencia. La mención constante a criaturas y elementos como el agua, el cielo o la tierra funciona más como una alerta que como un anclaje. En ‘Sparkle Song’ o ‘Jellyfish’, las imágenes no se usan para describir entornos, sino para señalar conexiones rotas o por rehacerse. Florist publican vía Double Double Whammy un álbum que no se explica desde un eje temático cerrado. Las canciones rehúyen de cualquier tipo de conclusión o relato coherente. Todo permanece abierto, en suspensión, dentro de un espacio donde lo que importa no es hacia dónde se va, sino el hecho de estar atravesando algo sin nombre. Aprovechando lo inminente de este magnífico LP, hemos tenido el placer de entrevistar a Emily Sprague.

El título del álbum juega con la idea de algo que no existe en nuestro lenguaje y que, de alguna forma, se resiste a encajar en la realidad. ¿Cuándo te diste cuenta de que 'Jelly Wish' tenía que ser el eje central del disco y no solo una palabra surgida de tu imaginación?

Para mí, gran parte del disco trata sobre las maneras en que podemos cambiar la forma de percibir el mundo y nuestras vidas. Siempre me ha gustado jugar con las palabras, inventar otras nuevas que parezcan romper un poco los límites de nuestro lenguaje, al menos el que uso. 'Jellywish' combina lo natural con algo más fantástico, metafísico o cósmico, y refleja la idea de pensar de otro modo en nosotros mismos y en nuestras vidas, un tema que aparece mucho en la música. Además, me encanta la palabra “wish”, porque es muy interesante si la colocas en el contexto de la existencia y la vida, y la relacionas con algo como una medusa o cualquier criatura natural. Tener un deseo, poseer conciencia para perseguirlo y todo lo que eso significa y complica… Me pareció la forma perfecta de articular el concepto del disco. También tiene un aspecto colorido y lúdico que quise plasmar, tanto musical como visualmente, en este pequeño universo que construimos dentro del álbum.

 

'Levitate' y 'Gloom Designs', las canciones que abren y cierran el disco, son probablemente las más existenciales, las que más se preguntan por el sentido de la vida. ¿Crees que el resto del álbum explora, de alguna manera, lo que esas dos canciones intentan expresar?

Esas dos canciones sirven como libro de inicio y fin porque regresan a esa cuestión existencial de si realmente podemos cumplir nuestros deseos o superar el mal del mundo. Están ubicadas así porque mucha de la música anterior de Florist solía concluir aceptando la tristeza, reconociendo la belleza en las dificultades. En este álbum, en cambio, se trata más de no aceptar lo que está mal, lo que hace daño y es perjudicial, lo que es realmente negativo o maligno. Son preguntas que se responden a medias, pero ya no desde el optimismo habitual de Florist que buscaba el lado bueno o el rayo de luz, sino planteando algo diferente. El disco salta entre ideas y temas, todos bajo la misma gran sombrilla, pero esos dos temas tienen un tono intencionalmente distinto para hacernos cuestionar si hay cosas que sencillamente no están bien.

"Siempre me ha gustado jugar con las palabras, inventar otras nuevas que parezcan romper un poco los límites de nuestro lenguaje, al menos el que uso."

El disco también sugiere desafiar ciertos patrones de pensamiento que nos limitan, aunque no es nada sencillo. Durante tu proceso creativo, ¿hubo alguna idea o creencia de la que te resultó especialmente difícil desprenderte?

En lo creativo, he escrito mucho sobre mi experiencia personal, y Florist ha consistido en que los cuatro nos enfoquemos en algo concreto y lo expandamos. Pero con 'Jellywish', al hacerme un poco mayor, empecé a mirar más hacia fuera, sin perder la perspectiva interior, pero centrándome también en mi contexto de estar rodeada de más gente. En lo musical, fue muy divertido explorar estructuras más concisas. Las canciones son más cortas y, en cuanto a arreglos, un poco más pop, más directas. Nos gustó seguir probando diferentes formas de crear música y de comunicar estas ideas.

Me encanta cómo 'Have Heaven' sugiere la existencia de múltiples mundos, reflejados en los diferentes “cielos” que menciona la canción. ¿Crees que está relacionado con la necesidad de creer que la vida puede ofrecernos muchas posibilidades distintas?

Sí, definitivamente. Creo que esta realidad, la vida que compartimos, es solo la punta del iceberg. Pienso que hay algo más, quizá solapándose en nuestro presente, tal vez a lo largo del tiempo. No sé qué es exactamente, pero lo siento así. Es una forma de sentirme empoderada en esta vida y de maravillarme por lo que es, por qué ocurre como ocurre. También me da motivación para tratar de contribuir, aunque sea en algo pequeño, a despertar esos pensamientos. Creo que ayudan a conectarnos más entre nosotros y con la Tierra, porque todavía hay mucha bondad que podemos compartir. 'Have Heaven' plantea que esto podría ser nuestro paraíso, que todo podría ser mejor. Y tal vez existen otros planos con los que podemos comunicarnos o colaborar. Me parece una manera muy divertida de reflexionar sobre cómo podemos existir aquí.

 

La portada del álbum tiene una conexión con la obra de Henry Darger. Me fascina cómo en sus ilustraciones infantiles coexisten sensaciones más oscuras. ¿Hay algo en su trabajo que sientas que se relaciona con la forma en que creaste este disco, tanto visual como conceptualmente?

Me encanta el realismo mágico, y Darger, junto con muchos otros artistas visuales que me inspiran, lo representan muy bien. La pintura puede ofrecer de golpe esa perspectiva diferente: una figura colocada de tal forma que encaja en el universo del cuadro pero no en nuestro mundo, y sin embargo, funciona dentro de esa realidad pictórica. Tomo ese concepto para la música: crear un “cuadro” sonoro en el que puedas suspender la realidad para mirarla de otra manera, con asombro y preguntas, pero también con la certeza de que te transmite algo. Quería reflejar eso en la música: como si cada canción fuese un pequeño detalle de un gran cuadro, un mundo abstracto, pero al mismo tiempo muy cercano. Eso me recuerda a ver una pintura llena de pequeños elementos y pasar mucho rato descubriendo cada sección, cada “mundito” dentro de algo más grande. Así concibo 'Jellywish'.

"Mucha de la música anterior de Florist solía concluir aceptando la tristeza, reconociendo la belleza en las dificultades. En este álbum, en cambio, se trata más de no aceptar lo que está mal, lo que hace daño y es perjudicial."

También me llama la atención la presencia de una puerta o arco en la portada, que casi parece invitarnos a entrar en otro mundo o realidad. ¿Lo ves como un elemento simbólico importante en el arte del disco?

Sí. Mi pareja hizo la pintura, y cuando la creamos le di una lista de palabras que eran importantes para mí. “Doorway” era una de ellas, algo que quería ver reflejado en la imagen. No aparece en la letra de ninguna canción, pero simboliza mucho. Para nosotros, como banda y también en nuestras vidas personales, este disco ha sido una especie de puerta. De hecho, antes de llamarse 'Jellywish', manejábamos otro título provisional que incluía la palabra “doorway”. Me gusta esa idea porque una puerta puede significar entrar o salir, dos opuestos que son la misma cosa. Me parece algo muy hermoso y simbólico de muchas cosas que me interesan: estar aquí o no estar, siempre moverse entre ambas posibilidades. Es un concepto ambiguo que me gusta en el arte y en la vida. Y si lo piensas, pocas cosas son tan poderosas como una puerta: no sabes qué hay al otro lado, pero te sientes obligado a cruzarla.

 

El disco observa la naturaleza en muchos momentos, pero no desde un lugar idílico, sino como una reflexión sobre la confusión y la transformación. ¿Qué papel crees que juega la naturaleza en este disco y en tu forma de ver el mundo a través de él?

La naturaleza es fundamental en este álbum, porque gran parte de él nos invita a reflexionar sobre cómo participamos en esta realidad. Estamos en la Tierra y somos parte de lo natural, igual que las medusas; a menudo nos desconectamos de eso como especie. Necesitamos convivir de manera simbiótica con el planeta para que todo prospere. Cuando eso no sucede, se genera confusión y dolor, por culpa de nuestras motivaciones: el poder, el control, cambiar el mundo sin considerar todas las consecuencias. Así que la naturaleza se convierte en un tema central que nos recuerda lo que somos y de qué formamos parte, y nos urge a mantenernos en armonía. También hay una parte más bonita: la forma en que la vida en la Tierra es casi mágica, con auténticos milagros a nuestro alrededor. Quise celebrarlo y mostrarlo como lo veo, con esa cualidad colorida y fantástica. A veces cubrimos todo con una especie de velo gris y no apreciamos lo increíble que es. Y en el peor de los casos, lo destruimos, lo cual es inaceptable. Por eso la naturaleza está tan entrelazada con la perspectiva existencial, la posibilidad de realidades alternativas y todo lo demás.

Creo que 'Moon, Sea, Devil' es mi canción favorita. Consigues expresar muchas ideas y emociones en muy poco tiempo. Esos tres elementos, la luna, el mar y el diablo, pueden interpretarse de muchas formas. ¿Qué representan para ti en el contexto de la canción?

Muy buena pregunta. La canción es breve porque buscaba la forma más rápida y directa de decir lo que dice. Nuestra música a menudo se toma su tiempo; antes necesitabas cierta paciencia para oír varias canciones o un disco entero hasta llegar a un estado determinado. Pero aquí quería lograr ese efecto en algo más corto, como han hecho otras tantas canciones en el mundo. En el título y la letra se condensa algo así como una “trinidad”: lo terrenal, lo cósmico y esa fuerza que no es necesariamente maligna, pero sí representa confusión y conflicto emocional. Todo forma parte de lo que atravesamos en el mundo: somos seres terrestres, estamos hechos de estrellas, y lidia¬mos con nuestra conciencia, ese diálogo interno que a veces puede ser un “demonio”. Cada persona puede interpretarlo a su manera, porque es algo muy personal decidir dónde encajas en ese diagrama de tres elementos. Para mí, resume la perspectiva de lo que somos y de cómo nos desenvolvemos. También define buena parte de los temas principales de 'Jellywish' y sus protagonistas simbólicos.

"Necesitamos convivir de manera simbiótica con el planeta para que todo prospere. Cuando eso no sucede, se genera confusión y dolor, por culpa de nuestras motivaciones: el poder, el control, cambiar el mundo sin considerar todas las consecuencias."

En 'Our Hearts in a Room', parece haber una conversación implícita entre dos personas que se preguntan por sus deseos. ¿Crees que buscabas reflejar esas preguntas que son difíciles de responder?

Sí. Esa canción puede leerse como un narrador preguntándose a sí mismo, o como dos personas, incluso un grupo. Podría ser toda la sociedad interrogándonos: “¿Es esto lo que queremos de verdad?”. Puede aplicarse a diferentes escalas de la humanidad, para generar empatía y mostrar que todos, desde lo íntimo hasta lo más colectivo, nos formulamos esas dudas, y tratamos de darles respuesta. Es una conexión muy poderosa entre las personas. Para nosotros, como banda, también es algo personal, llevamos doce años grabando en una habitación, y a veces te preguntas: “¿Es esto lo que realmente queríamos?”. Pero también está pensada para que cada quien la aplique a su propia vida. Espero que al escucharla, la gente la sienta suya y pueda compartirla.

 

Hace poco escribiste una canción preciosa para la película 'I Saw the TV Glow', que también juega con la percepción de lo real y lo irreal. ¿Crees que hay algún paralelo o idea compartida entre esa película y tu nuevo disco?

Es interesante. La película explora un espacio liminal muy concreto, la experiencia de crecer siendo trans y no vivir la realidad como debería ser. Aunque ese no es el foco principal de mi disco, el cuestionarse si estamos viviendo de la forma adecuada o en la forma correcta sí está presente en 'Jellywish'. Se trata de encontrar armonía y felicidad, ya sea individualmente o como mente colectiva. Admiro la forma en que Jane, directore de 'I Saw the TV Glow', emplea ese espacio liminal para abordar estos temas. Es otra manera de presentar una realidad que no encaja con la sociedad, pero que da esperanza y abre conversaciones. Es lo mejor que hace el arte y la razón por la que hacemos música. Creo que el disco y la película comparten ese trasfondo.

 

En todas nuestras entrevistas pedimos a los artistas que dejen una pregunta para la siguiente banda con la que hablemos. ¿Cuál sería tu pregunta?

Justo me acuerdo de la anterior entrevista cuando también me dijiste que si podía dejar una pregunta a la siguiente banda. Me encanta esta dinámica. Por cierto, tal vez nos veamos en Madrid en septiembre. Voy allá con la pregunta… Podría ser algo relacionado con la puerta, la idea del “doorway”. Ya la tengo: “¿De qué color es la puerta de tu casa?

Y tengo una para ti, de Soph de Our Girl: ¿cuáles son tus tentempiés favoritos cuando estás de gira viajando de ciudad en ciudad?

En Estados Unidos casi siempre tenemos que parar en locales de comida rápida o tiendas de conveniencia. A mí me gustan los huevos duros y los pepinillos. Son mis básicos, porque si no, terminas comiendo solo patatas fritas y es imposible aguantar eso varios días seguidos. Así que sí, pepinillos envasados de la gasolinera.

Tratando de escribir casi siempre sobre las cosas que me gustan.