Dog Eyes presentan en ‘bluebird raincloud’ una serie de canciones que no se acercan a lo inmediato ni necesitan apoyarse en gestos evidentes. Procedentes del Área de la Bahía, Hailey Firstman y Davis Leach elaboran en este EP una arquitectura pequeña que no necesita resultar austera para ser funcional. El título, compuesto por tres palabras sin puntuación, ya indica la dualidad que organiza el conjunto: un estado suspendido entre el deseo de calma y la amenaza de tormenta. El grupo parece más interesado en la forma en la que recordamos que en la narración directa de los hechos. Ese punto de partida no responde a una decisión decorativa, sino a la elección de un lugar desde el que observar lo que ya no se puede tocar.
En ‘bluebird raincloud’, la distancia no funciona como alejamiento, sino como una forma de mirar con más precisión. No hay momentos de ruptura, sino una contención continua que se impone desde la producción hasta el uso de la voz. El grupo trabaja con recursos limitados: guitarras acústicas grabadas de cerca, percusiones hechas con manos o cucharas, voces que entran y salen de la mezcla. ‘nano’ se apoya en una imagen casi absurda (un iPod convertido en faro) para construir una canción sostenida por lo doméstico y lo evocador. En ‘i remain you stay the same’, el EP se detiene en una frase que marca un punto de inflexión: “You’re gonna give your loving heart away or I’ll remain, you stay the same”. A partir de ahí, lo que parecía estático empieza a desplazarse.
Las canciones funcionan con elementos mínimos, pero no se rinden a la economía del efecto. Cada pieza avanza a su propio ritmo, como en ‘trophy, honey’, donde el paisaje se abre a partir de una imagen: “the trophy sitting on a dirt mound”. Lo que puede parecer irrelevante se convierte aquí en eje narrativo. Dog Eyes emplean ese tipo de detalles para definir una forma de habitar la música desde lo pequeño, sin aspirar a una gran transformación pero dejando que todo se mueva en lo más leve. Aprovechando lo inminente del lanzamiento de este debut, entrevistamos al grupo.
El título del EP ya sugiere un contraste muy marcado entre la alegría y la tristeza. ¿Esa dualidad estuvo presente desde el principio o surgió de forma natural mientras escribíais las canciones?
El nombre surgió una vez que ya habíamos terminado todas las canciones del EP. No fue algo que tuviéramos en mente desde el principio, sino que apareció al final del proceso, cuando ya teníamos una visión más completa del conjunto. En ese momento, decidimos tomar algo de distancia respecto a lo que habíamos creado y analizamos detenidamente cuáles eran los temas más presentes y potentes en el disco. Fue entonces cuando nos dimos cuenta de que ese contraste tan marcado entre lo alegre y lo triste era una constante que atravesaba todo el trabajo y que merecía ser destacado. Esa dualidad nos pareció una clave importante del tono emocional del EP. Además, hay que decir que simplemente nos encantaba cómo sonaba el nombre ‘bluebird raincloud’. Tiene algo muy evocador y poético que nos atrapó desde el primer momento. De hecho, esa expresión aparece en la letra, justo al comienzo de una estrofa en la canción ‘bluebird’, lo cual le daba aún más sentido y cohesión al título del EP.
Muchas de las canciones parecen narradas desde cierta distancia, casi como recuerdos. ¿Qué papel tiene la memoria (o la mirada hacia el pasado) en vuestra escritura?
Creemos que nuestra escritura lírica es más fuerte cuando miramos hacia atrás, hacia los recuerdos. Esa “distancia” de la que hablas es sin duda una perspectiva intencionada, que suaviza los bordes de ciertos momentos y permite una evocación más matizada. Para nosotros, cuantos más ángulos y matices tenga una canción, más interesante resulta. Y muchas veces nuestras canciones no representan literalmente un hecho o acontecimiento concreto, sino una mezcla de varias perspectivas o sensaciones.
A menudo, al escribir, uno acaba expresando cosas que ni siquiera sabía que tenía dentro. ¿Alguna canción os ha revelado algo de vosotros mismos que no supierais?
Sí, sin duda. Muchas veces la escritura de canciones me revela cosas que ni siquiera sabía que estaban ahí. De algún modo, cuando escribo, hay una honestidad y una verdad que se vuelcan en las letras incluso antes de que yo sea capaz de ponerlas en palabras. Al escribir una canción, siento que es un espacio seguro para decir la verdad. Y es curioso, porque luego acaba siendo algo público, disponible para cualquiera que quiera escuchar.
"Creemos que nuestra escritura lírica es más fuerte cuando miramos hacia atrás, hacia los recuerdos."
Este EP suena muy contenido, con arreglos mínimos y una sensación de que todo está medido con mucha precisión. ¿Qué os atrae de esa simplicidad frente a una producción más grande o ambiciosa?
Como buenos artistas DIY, acostumbrados a trabajar con lo que tenemos a mano, solemos estructurar nuestra música a partir de nuestras propias limitaciones, tanto técnicas como materiales. No contamos con un gran estudio ni con un equipo sofisticado; de hecho, nuestro set de grabación es, literalmente, cómicamente mínimo. Esa precariedad técnica, lejos de ser un obstáculo, ha moldeado de forma muy natural el sonido del EP. Se refleja claramente en los arreglos, que son deliberadamente sencillos y sin artificios, casi desnudos. En el pasado sí que habíamos experimentado con la idea de buscar un sonido más grande, más expansivo, pero al enfrentarnos a este conjunto de canciones en concreto, todo parecía inclinarse hacia una estética más contenida, más íntima. Sentíamos que estas canciones funcionaban mejor bajo una filosofía de “menos es más”, donde cada elemento tiene espacio para respirar y nada se impone de forma innecesaria sobre lo demás.
En vuestra música, el silencio, el espacio y los huecos entre instrumentos tienen un peso importante. ¿Qué papel juegan esos vacíos en la forma en que construís una canción?
Suelen surgir de forma natural durante el proceso de escritura. Los espacios y pausas pueden funcionar como un respiro o un momento para que una frase cale hondo. No es que estemos pensando conscientemente “Aquí va un hueco”, simplemente va surgiendo conforme se forma la canción, y puede llegar a ser muy poderoso.
En distintas canciones, la voz juega papeles muy distintos: a veces está muy al frente, y en otras parece fundirse con el ambiente. ¿Cómo decidís qué papel debe tomar la voz en cada tema?
La verdad es que las voces que suenan más atmosféricas fueron improvisadas durante las grabaciones. Un buen ejemplo es ‘nano’, donde al final la voz va quedando en segundo plano mientras los sintetizadores y otros instrumentos van creciendo. Esas voces del final no estaban planeadas; simplemente estábamos los dos con los auriculares puestos, dándonos señales para seguir cantando a ver qué pasaba. Me encanta cuando ese tipo de momentos espontáneos acaban quedándose en la versión final.
En algunas canciones usáis sonidos muy físicos y caseros, como palmadas o cucharas. ¿Qué os lleva a incluir estos elementos tan táctiles y domésticos en vuestra música?
Las canciones de este EP tienen un aire muy orgánico, así que usar instrumentos acústicos y percusión nos pareció natural. Y además, es que es demasiado divertido como para no hacerlo… Sería una pena recurrir sólo al MIDI o al ordenador. Claro que intentamos que suene bien, pero al final del día buscamos que el proceso de grabación sea lo más agradable posible. Añadir cucharas o que nuestros amigos aplaudan ayuda a que todo sea más social y menos solitario.
Algunos temas del disco parten de detalles pequeños, cotidianos. ¿Cómo sabéis cuándo una imagen o momento simple tiene la fuerza suficiente para sostener una canción entera?
¡La verdad es que no lo sabemos! Es una de esas cosas que no tienen una respuesta clara o definitiva. Sinceramente, creemos que prácticamente cualquier experiencia, por cotidiana o aparentemente insignificante que sea, puede convertirse en el punto de partida para una canción. A veces basta con una imagen sencilla, un gesto, una frase escuchada al pasar, para que se encienda algo. Una vivencia significativa, o incluso un pequeño fragmento de vida real capturado al vuelo, puede actuar como un portal dentro de una canción, una puerta de entrada a un universo emocional o narrativo que luego se puede explorar, ampliar y transformar de mil maneras distintas. La clave está en cómo se observa y cómo se interpreta ese momento, más que en su magnitud en sí.
"Los espacios y pausas pueden funcionar como un respiro o un momento para que una frase cale hondo."
Hay una manera muy suave y contenida de acercaros a emociones profundas en vuestras canciones, como si evitarais lo excesivamente dramático. ¿Cómo encontráis ese equilibrio entre decir mucho sin caer en excesos?
Nuestro proceso de escritura se relaciona bastante con la definición de poesía de Wordsworth: “Sentimientos poderosos recordados en tranquilidad”. Muchas de estas canciones tratan momentos intensos, potentes, incluso apasionados, pero están recordados con calma. Somos muy sensibles a la idea de compartir en exceso en una canción; hay una línea muy fina entre decir demasiado o quedarse corto. Cuando las letras suenan como sacadas directamente de un diario, puede que no sean tan universales. No es que evitemos la vulnerabilidad o la profundidad, pero creemos que es importante dar un paso más y refinar nuestras ideas hasta que formen un texto coherente que funcione dentro de la canción.
En ‘trophy, honey’ aparece la imagen de un “trofeo sobre un montón de tierra”. ¿Cómo surgió esa metáfora y cómo acabó siendo el núcleo emocional del tema?
Si no recuerdo mal, estábamos en la antigua habitación de Hailey, en San Francisco, un lugar donde solíamos juntarnos a escribir y compartir ideas. Ese día en concreto, estábamos hojeando algunos libros en busca de inspiración para las letras, algo que hacemos a menudo cuando sentimos que necesitamos un impulso creativo externo. Creo que nos topamos con un libro de naturaleza, o quizás era algún tipo de atlas ilustrado, y en una de sus páginas hablaba sobre colonias de hormigas y su funcionamiento, algo que nos llamó mucho la atención. A partir de ahí, empezamos a jugar con esa imagen, a darle vueltas, y sin darnos cuenta, toda la canción acabó funcionando como una especie de reflejo extraño o versión abstracta de esa idea. No es una metáfora directa, pero hay algo en la estructura y en el simbolismo que conecta con lo que vimos en ese libro.
En la letra de ‘i remain’ hay un verso muy potente: “You’re gonna give your loving heart away or I’ll remain, you stay the same.” ¿Qué os inquieta más: que todo cambie o que nada cambie?
¡Auch! En serio. Da miedo el cambio, pero también da miedo quedarse igual. Creo que hay una línea de la canción ‘too young to quit’ de Good Morning que también lo resume bien: “Demasiado joven para pensar en dejarlo, pero demasiado mayor para marcar la diferencia. Qué se le va a hacer”. Ese sentimiento de indecisión interna me resuena mucho, tanto a nivel personal como dentro de la canción.
En ‘nano’ aparece una imagen preciosa: un viejo iPod convertido en faro. ¿Qué relación tenéis con esos objetos pasados de moda que siguen teniendo carga emocional?
En esa letra en concreto, se refiere al descubrimiento musical de mi infancia. Ese pequeño iPod contenía un mundo entero. La música era una luz en la niebla. Las canciones que guardaba en él me ofrecían consuelo y me ayudaban a mirar hacia dentro en medio del viaje confuso y misterioso de ser niño.
Al ordenar las canciones de ‘bluebird raincloud’, ¿seguisteis alguna lógica emocional o narrativa? ¿O fue un proceso más instintivo?
Fue un proceso muy instintivo, bastante natural, sin una estructura rígida o un plan narrativo definido desde el principio. Siempre que nos enfrentamos a la tarea de decidir el orden de las canciones en un disco, procuramos que haya cierta coherencia sonora entre los temas que se sitúan uno al lado del otro, de modo que el conjunto tenga una fluidez que invite a escucharlo de principio a fin sin sobresaltos. En el caso de ‘bluebird raincloud’, el orden final tiene una forma casi circular, algo que nos gusta mucho. El EP empieza con ‘bluebird’, una canción cálida, con una interpretación vocal muy suave y cercana, que abre el disco con un tono íntimo. A partir de ahí, se produce una transición hacia una sección más electrónica y atmosférica, con sonidos más densos y texturas distintas, para después volver de manera muy orgánica a un final delicado y contemplativo con ‘eyes’, que cierra el recorrido con la misma calma con la que empezó.
"Sinceramente, creemos que prácticamente cualquier experiencia, por cotidiana o aparentemente insignificante que sea, puede convertirse en el punto de partida para una canción."
En todas nuestras entrevistas, pedimos a los artistas que dejen una pregunta para el próximo grupo. ¿Cuál sería la vuestra?
¿Cuál fue vuestro primer momento de éxito en la música, y cómo ha cambiado vuestra idea de lo que significa “tener éxito” desde entonces?
Y, para terminar, tenemos una pregunta para vosotros de parte de Your Grandparents. Dice así: ¿Qué estaríais dispuestos a sacrificar para llegar a donde queréis estar?
Es una pregunta difícil, y algo con lo que estamos lidiando justo ahora. Es complicado, como artistas pequeños, dar ese salto para dedicarse de lleno a la música, empezar a girar, etc. La verdad es que no sabemos exactamente hacia dónde vamos con Dog Eyes, pero sí sabemos que queremos seguir haciendo lo que amamos juntos, sin importar el resultado. Si eso implica dejar nuestros trabajos y salir de gira algún día, creo que sería más un regalo que un sacrificio. ¡Gracias a Your Grandparents por una pregunta tan bonita!
