Entrevistamos a

Devin Shaffer

"Quiero combatir esa voz interior que me dice que lo que no es inmediato es un fracaso. Para mí, arrastrarse es una metáfora de mi vida terrenal, pero también de mi vida espiritual. "



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Devin Shaffer ha desarrollado una trayectoria que combina sensibilidad y observación, siempre desde una mirada que parece detenerse en los márgenes de lo evidente. En ‘Patience’, esa actitud se convierte en el eje central de un proyecto que se acerca al tiempo como si fuera una sustancia maleable. Las canciones, compuestas entre 2021 y 2023, se entienden mejor como fragmentos de un diario en voz baja que va ordenando pensamientos dispersos sin necesidad de explicarlos. La colaboración con Lucy Liyou, Sarah Galdes, Marilu Donovan y Mari Rubio aporta una estructura que se sostiene sin imponerse, como si cada participante entendiera que el protagonismo pertenece a una voz que busca mantener una conversación con quien escucha. Grabado y mezclado en espacios distintos, el resultado mantiene una sensación de tránsito controlado, donde cada decisión parece tener detrás una intención de mesura, una forma de equilibrio que Shaffer construye con calma y sin artificio. La artista se detiene en los matices pequeños y en cómo estos modifican el entorno, creando una relación entre el sonido y la respiración que da identidad a todo el conjunto.

‘Patience’ funciona como una narración en movimiento, una sucesión de escenas que avanzan sin prisa y que mantienen entre sí una coherencia natural. En ‘Forever’, esa voz que se escucha desde el comienzo parece pedirle tiempo a la vida antes de enfrentarse a su velocidad, mientras la guitarra introduce un ritmo sereno que da paso a la aceptación del cambio. ‘All My Dreams Are Coming True’ utiliza el sarcasmo como forma de defensa frente a la rutina, mostrando cómo lo cotidiano puede volverse absurdo cuando se repite sin propósito. En ‘Anyone’, la autora recupera el impulso vital y deja entrever una energía que se abre paso sin estridencias, como si la claridad no necesitara imponerse. ‘I Guess I’m Crawling’ representa el cierre más honesto posible: un reconocimiento de la fragilidad y del valor de seguir adelante incluso cuando el movimiento se reduce al mínimo. Shaffer convierte esa lentitud en una especie de verdad, en un modo de estar en el mundo que se alimenta de la observación constante. Su escritura recurre a imágenes que conectan con lo natural, con la manera en que la tierra, el agua o el aire determinan el ánimo. El resultado transmite la sensación de que cada canción se sostiene en la búsqueda de equilibrio, en la calma que se alcanza cuando se deja de intentar controlar lo que sucede. Aprovechando lo inminente de este lanzamiento, hemos tenido el placer de entrevistar a Devin.

El álbum suena muy íntimo, casi como si se hubiera grabado en un espacio cerrado, sin pretensiones, como un diario cantado. ¿Te resulta fácil compartir canciones que vienen de un lugar tan personal?

Escribí estas canciones en casa, casi susurrando, y quería que esa sensación de intimidad se reflejara también en la grabación del estudio. Hay algo sensual y desarmado en escuchar a alguien susurrar, porque implica cercanía física. Quería que las grabaciones transmitieran justo eso. En cuanto a las letras, no diría que mi música sea como un diario. Gran parte de lo que comparto está envuelto en alegorías, metáforas, fantasías. Las historias se entrelazan unas con otras. Puedo decir “tú” cuatro veces en una canción, y cada vez me estoy refiriendo a alguien diferente, o incluso a mí misma. Uno esos sentimientos para crear algo que parezca una narrativa única, porque al final confluyen en un mismo tema o emoción. Las canciones nacen de experiencias personales, pero intento no revelar demasiado.

 

Hay un cuidado extremo en los detalles. Las guitarras, los pianos, incluso la batería, parecen colocados con mucha intención pero sin rigidez. ¿Sueles planificar los arreglos con detalle, o prefieres dejar que las cosas encuentren su propia forma?

Gracias. Arreglo mi música con mucho cuidado, dedicando tiempo a cada detalle, pero también quiero que suene humana, viva, que respire. Con ‘Patience’, reuní muchísimo material de mis colaboradores, lo recorté, reorganicé y mezclé solo fragmentos para construir partes que se sintieran intencionadas pero con espacio, con aire. Soy minimalista; no quiero nada superfluo en mi música, solo lo esencial para levantar el mundo y contar la historia que deseo. Dicho esto, creo que es fundamental dejar un poco de imperfección en los arreglos, porque esa fragilidad también comunica. Quiero que la música suene orgánica, imperfecta, cálida, como algo que existe en movimiento, no como algo fijo o estéril.

Hay un cuidado extremo en los detalles. Las guitarras, los pianos, incluso la batería, parecen colocados con mucha intención pero sin rigidez. ¿Sueles planificar los arreglos con detalle, o prefieres dejar que las cosas encuentren su propia forma?


Gracias. Arreglo mi música con mucho cuidado, dedicando tiempo a cada detalle, pero también quiero que suene humana, viva, que respire. Con ‘Patience’, reuní muchísimo material de mis colaboradores, lo recorté, reorganicé y mezclé solo fragmentos para construir partes que se sintieran intencionadas pero con espacio, con aire. Soy minimalista; no quiero nada superfluo en mi música, solo lo esencial para levantar el mundo y contar la historia que deseo. Dicho esto, creo que es fundamental dejar un poco de imperfección en los arreglos, porque esa fragilidad también comunica. Quiero que la música suene orgánica, imperfecta, cálida, como algo que existe en movimiento, no como algo fijo o estéril.

‘All My Dreams Are Coming True’ tiene algo muy especial: suena alegre pero deja un regusto agridulce, como si se riera un poco de sí misma. ¿Te gusta usar el humor como una forma de hablar de cosas difíciles?


En la vida, al cien por cien. En mi música, no tanto. Para ser sincera, esta canción es mucho más directa de lo que puede parecer. Cuando la escribí, muchos de mis sueños se estaban cumpliendo de verdad, y aun así me sentía completamente entumecida, apática y sola. Para mí, la canción trata de la disonancia cognitiva. Puedes tener un gran éxito en un aspecto y seguir sintiendo un vacío enorme, seguir aburrida o sola. Pero la dejé un poco ambigua para que cada persona pueda interpretarla a su manera. Por ahora, la gente suele pensar que soy sarcástica cuando canto “all my dreams are coming true”, y me parece bien.

"Hay algo sensual y desarmado en escuchar a alguien susurrar, porque implica cercanía física. Quería que las grabaciones transmitieran justo eso."

Tu voz en el disco está muy en primer plano, con un tono delicado pero firme que transmite una calma frágil. ¿Era algo que buscabas o surgió de forma natural durante la grabación?

Ese equilibrio surgió sobre todo durante la mezcla, aunque creo que encaja muy bien con la composición y con el espíritu general del disco. Crecí tocando violín clásico y escuchando muchas sonatas y conciertos del periodo romántico, y creo que esa formación me marcó profundamente. Siempre escribo teniendo en mente ese equilibrio: la voz es la solista, el centro emocional, y todo lo demás está ahí para acompañarla, para sostener y realzar esa línea.

Al escuchar el álbum de principio a fin, da la sensación de que las canciones están entrelazadas, casi como capítulos de una historia. ¿Concebiste ‘Patience’ como un todo desde el principio, o fue tomando forma sobre la marcha?

Solo soy capaz de concebir la música en forma de álbum. Necesito tiempo para contar una historia con matices y contradicciones. Mis discos son trozos de tiempo, como lo son para muchos compositores. Sé que un álbum está terminado cuando noto que las canciones empiezan a cambiar de enfoque, cuando ya no soy la misma persona que cuando empecé a escribir. Cuando escribí ‘Stranger’, pensé: vale, esto está muy lejos de lo que era cuando escribí ‘Anyone’. Está claro que es el final. Ya soy otra persona.

 

‘Anyone’ destaca por su luminosidad, como si de pronto se abriera el cielo tras un día nublado. ¿Recuerdas cuándo la escribiste y qué te movía entonces?


Sí, la escribí del tirón, de principio a fin, sentada en la cama por la noche mientras fuera había una tormenta tremenda. Fue hacia el final del confinamiento por el Covid, cuando las cosas empezaban a reabrirse. Durante la pandemia decidí que no quería volver a la vida que tenía antes. Estaba en un momento en el que sentía que podía hacer y ser cualquier cosa. Pensaba mucho en lo influenciable que fui de joven, y en cuántas veces me desvié de mi camino por centrarme en las necesidades o deseos de otra persona. Estaba empezando a sentirme realmente dueña de mí misma, como si dijera: ahora me toca a mí.

A lo largo del disco, los sonidos cercanos, como la guitarra y la voz, se mezclan con otros más flotantes, más atmosféricos. ¿Te interesa explorar ese punto medio entre lo orgánico y lo ambiental?

Para mí, lo ambiental es, en realidad, lo más orgánico, lo más natural que puede existir dentro de la música. Este es el primer disco que hago que realmente no podría clasificarse como “ambient”, al menos no de manera estricta. Me interesaba jugar con la idea de que el silencio y el espacio también pueden ser profundamente atmosféricos, en lugar de llenar cada hueco con grabaciones de campo, campanillas o samples, como solía hacer antes en otros proyectos. En general, siempre me ha importado mucho más seguir mi instinto, dejarme llevar por lo que siento, que tratar de encajar dentro de un género concreto o cumplir con una etiqueta.

"Es fundamental dejar un poco de imperfección en los arreglos, porque esa fragilidad también comunica."

En ‘I Guess I’m Crawling’ parece que hablas de avanzar incluso cuando ya no te queda fuerza, con una ternura que no resulta autocompasiva. ¿Te ayudó esa canción a hacer las paces con tus propios límites o con cierta idea de fragilidad?


Sin duda. Para mí es crucial encontrar el regalo en todo. Quizás sea un mecanismo de defensa. Quiero combatir esa voz interior que me dice que lo que no es inmediato es un fracaso. Para mí, arrastrarse es una metáfora de mi vida terrenal, pero también de mi vida espiritual. Es un principio del budismo zen y de otras enseñanzas contemplativas: cuando crees que estás en el camino, ya lo has perdido. Cuando empecé a escribir este disco, buscaba la iluminación. De verdad creía haber encontrado algo cuando escribí ‘Anyone’, ‘Forever’, ‘Night’ o ‘I Guess I’m Crawling’ es mi manera de decir: ah, no sé nada. Sigo buscando el camino (a cuatro patas).

Aunque es un disco muy íntimo, se nota la presencia de la banda, como si cada instrumento aportara un punto de vista distinto. ¿Qué aportaron las músicas con las que trabajaste en esta etapa?


Las artistas con las que trabajé son increíblemente talentosas, y además no son yo, así que cada una aportó algo que nunca habría podido conseguir por mi cuenta. Mucho de lo que terminó en el disco no era lo que tenía en mente al principio, y esa parte de lo inesperado fue a la vez un reto y algo muy emocionante. La primera vez que escuché la parte de piano de Lucy para ‘Anyone’, la rechacé porque me sonaba completamente ajena. Ahora no puedo imaginar la canción sin ella. Lo mismo pasó con el pedal steel de Mari en ‘I Guess I’m Crawling’. Grabamos algo totalmente distinto para ese tema, una parte que yo había escrito, y justo antes de terminar, Mari propuso hacer una toma improvisada para tener material extra. El pedal steel que se oye en la versión final viene completamente de esa toma improvisada de última hora.

 

Hay algo muy natural en el sonido general del álbum, como si no hubiera filtros entre quien interpreta y quien escucha. ¿Qué buscabas en la grabación y la mezcla para mantener esa sensación de cercanía?


En el pasado siempre he hecho música experimental. Mis primeros proyectos y conciertos eran de noise y ambient, y si cantaba, mi voz estaba muy procesada y disimulada. Con cada nuevo trabajo he ido dejando que mi voz gane más claridad. Quería que este disco sonara honesto y sin filtros. Durante la grabación, era importante para mí estar físicamente muy cerca del micrófono, y dejar dentro muchos de los sonidos de boca, la respiración, el ambiente de la habitación o lo que se oía fuera por la ventana. En la mezcla, pasamos todo por la consola Neve y la grabadora Studer de La Frette, lo que, creo, da al disco una calidez y una textura muy bonitas sin perder claridad. Quería que el equipo técnico apoyara la música, no que la distorsionara o complicara.

Tus letras hablan del movimiento, de aceptar el cambio, de no tener todas las respuestas. ¿Te inspiras más en lo que vives o en lo que imaginas al escribir?

En mi música no existe una frontera real entre lo que vivo y lo que imagino. Todo lo que experimento en el mundo físico se mezcla enseguida con el océano infinito de pensamientos, fantasías y proyecciones que flotan y se entrelazan en mi memoria. Lo que imagino me provoca tanto dolor y placer, y a veces incluso más intensidad emocional, que lo que realmente me sucede en la vida cotidiana o en la realidad tangible.

Algunas canciones tienen una fuerza visual muy marcada, como si pintaras escenas o retratos con la voz. ¿Sueles imaginar imágenes o lugares concretos cuando compones?

Gracias. Siempre he tenido un poco de sinestesia, y percibo un cierto equilibrio o desequilibrio visual cuando escribo o grabo música, como si los sonidos tuvieran forma y color. En cuanto a las letras, me gusta utilizar imágenes de la naturaleza como símbolo de una utopía imposible, de un ideal inalcanzable. Quiero pintar un cuadro hermoso y evocador, pero uno que solo pueda existir dentro de una burbuja de pensamiento, en un decorado de película o en un sueño que se desvanece al despertar.

"Puedes tener un gran éxito en un aspecto y seguir sintiendo un vacío enorme, seguir aburrida o sola."

El tiempo parece ser un tema recurrente en el disco: la espera, los ciclos, la transformación. ¿Qué papel juega el paso del tiempo en tu forma de escribir o de entender la música?

Creo que este es, en cierto modo, un disco de madurez para mí. Estoy intentando averiguar quién soy, dónde pertenezco, qué significa todo esto y para qué sirve. Estoy obsesionada con el tiempo. Me encanta pensar en él, aunque también creo que es una construcción que no existe más allá de su función social. En ausencia de una narrativa de redención, el tiempo lineal se derrumba. La mayoría de las culturas a lo largo de la historia humana concebían el tiempo como algo cíclico. Me gusta jugar con esos distintos tipos de temporalidad. No quería que ‘Patience’ tuviera una única línea narrativa. Quería que fuera algo desordenado: a veces hago un descubrimiento en una canción y lo olvido en la siguiente. A veces digo que voy a cambiar; otras, que nunca lo haré.

Y después de un trabajo tan introspectivo como ‘Patience’, que suena muy en paz con la incertidumbre, ¿te apetece seguir por ese camino o explorar algo diferente ahora?

Ya he empezado mi próximo disco, que es muy diferente de ‘Patience’, tanto en sonido como en concepto.

En todas nuestras entrevistas, pedimos a cada artista que deje una pregunta para la siguiente banda con la que hablamos. ¿Cuál sería la tuya?

¿Por qué empezaste a hacer música y si eso sigue siendo lo que te impulsa a continuar?

Y tengo una para ti de Country Girl: ¿cuál es tu instrumento favorito?

La voz.

Tratando de escribir casi siempre sobre las cosas que me gustan.