Entrevistamos a

Coral Grief

"Los mapas y gráficos científicos pueden ser muy informativos, pero también limitantes, así que es interesante pensar cómo esos sistemas de medición pueden interpretarse de forma más abierta."



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Coral Grief entienden Seattle como un lugar en tránsito, incapaz de ofrecer la imagen clara de lo que fue. El trío trabaja desde el desconcierto que aparece al volver a casa y encontrarlo todo en otro orden. Las canciones de este álbum mantienen esa tensión sin convertirla en eje narrativo. Las pistas emergen como formas parciales de anclarse a lo que ya se movió, sin dramatizar la pérdida ni recurrir al consuelo. La ciudad permanece presente, aunque sus lugares cambien de forma, función y significado.

En ‘Air Between Us’ cada pista se desliza como si el aire fuese el motor del movimiento. Las guitarras se repliegan sobre sí mismas y la batería actúa como vínculo entre secciones. El disco avanza con continuidad sin aferrarse a patrones fijos. En ‘Avenue You’ se nombran ubicaciones desaparecidas sin construir lamento, y en ‘Mutual Wish’ o ‘Rockhounds’ las imágenes urbanas se insertan con precisión. Las letras fijan momentos donde lo afectivo se ha desplazado, donde el apego ya no encuentra superficie firme. La idea de pérdida convive con una observación casi clínica del entorno.

La voz de Lena Farr-Morrissey recorre ese mismo tono. Evita subrayar lo emocional y mantiene la línea incluso cuando el contenido roza la melancolía. En ‘Almost Everyday’, alude a una despedida contenida: “I’ll just be passing by, almost everyday.” El álbum evita la linealidad. Cada estructura se adapta al modo en que los elementos conviven dentro de cada canción. Coral Grief ensamblan un recorrido hecho de desvíos, frases heredadas, detalles del clima y fragmentos de barrio. A través de ellos, fijan una imagen posible de un lugar que ya se transformó.

En 'Paint By Number' hacéis una pregunta bastante directa: "Disaster, back together, what is worth our breath?", que tiene un trasfondo bastante oscuro, y sin embargo la canción suena juguetona, rítmica, incluso alegre en algunos momentos. ¿Teníais claro desde el principio que queríais ese contraste entre el peso de la letra y la energía de la música?

Lena: Es divertido jugar con el contraste entre el estado de ánimo de una canción y lo que dicen sus letras, y aunque a veces eso se busca de forma intencionada, en este caso surgió de manera bastante orgánica. Mientras componíamos, nos dimos cuenta de que esa dualidad funcionaba bien. Me gusta imaginar que de momentos de destrucción total puede nacer algo transformador, algo nuevo que cambie las cosas. 'Paint by Number' refleja un poco esa idea, como si cada bloque de color representara un paso en ese proceso de reconstrucción o renacimiento.

 

El estudio donde grabasteis el disco tiene una historia curiosa: primero fue una iglesia, luego una fábrica de velas y ahora es un estudio de grabación. ¿Tomasteis alguna decisión específica de grabación o mezcla para aprovechar esa acústica o atmósfera tan particular?

Sam: The Unknown es un espacio realmente especial, y una gran parte de lo que lo hace tan único tiene que ver con la acústica de la sala, con cómo suena el propio lugar. Desde el principio queríamos que las canciones tuvieran un sonido compacto, definido, sin que la reverberación del entorno se lo llevase todo por delante, pero aun así dejamos que se colara un poco del ambiente del estudio en cada pista. Se nota sobre todo en las baterías y en las guitarras, donde esa presencia del espacio aporta carácter y profundidad. Trabajar con Nich Wilbur, que fue quien se encargó de la ingeniería y de la mezcla del álbum, fue un lujo porque conoce el estudio al milímetro. Además, ha reunido un equipo muy particular, con aparatos curiosos y efectivos, así que todo el proceso de probar, experimentar y decidir qué funcionaba (y qué no) fue muy estimulante.

En 'Avenue You' mencionáis lugares muy concretos que ya no existen, como la antigua heladería Baskin-Robbins o Mutual Fish. ¿Cómo decidís qué ubicaciones reales incluir en las letras? ¿Por su carga emocional o por su función narrativa?

Lena: Cuando escribo sobre los cambios en el barrio, tiendo a elegir lugares que me provocan una cierta nostalgia, sitios que están profundamente ligados a recuerdos personales de mi infancia y adolescencia. A veces resulta curioso o incluso gracioso sentir apego por lugares tan comunes como un 7/11, pero al final, una simple tienda de esquina puede tener mucho más impacto en la vida cotidiana de una comunidad que un edificio de apartamentos de lujo, que muchas veces se construyen para especular y acaban medio vacíos. En cuanto a la forma de escribir, no suelo partir de una estructura narrativa tradicional. En general, si aparece algún tipo de historia en la letra, suele emerger de manera secundaria, después de una reacción emocional más inmediata y visceral, que es lo que normalmente guía el proceso creativo en mi caso.

"Me gusta imaginar que de momentos de destrucción total puede nacer algo transformador."

En 'Latitude' hay una frase que suena como si viniera de otra voz por completo: "I go behind the door to change my mind." Cuando incluís palabras de otras personas, ¿cómo las tratáis dentro del universo lírico del grupo? ¿Se convierten en recuerdos, personajes, fragmentos?

Lena: ¡La abuela de Sam siempre tiene frases ingeniosas que me llaman la atención y se me quedan grabadas, y esa en concreto es una de ellas! Me encanta cómo ciertas expresiones, por simples que parezcan, pueden resonar tanto. De hecho, a lo largo del álbum hay bastantes referencias de ese estilo, pequeñas frases o guiños que vienen de personas cercanas o de momentos muy concretos. Soy bastante permeable a lo que me rodea, me afectan mucho los detalles del entorno, así que no es raro que pequeñas observaciones, comentarios o escenas cotidianas acaben filtrándose en nuestra música. A veces están ahí de forma casi invisible, camufladas, pero igualmente presentes en el espíritu de las canciones.

Aunque sois un trío, los arreglos del disco tienen una profundidad y una riqueza sorprendentes. ¿Qué elementos musicales o técnicos cuidáis especialmente para lograr ese sonido sin añadir muchos más instrumentos?

Sam: Nuestro enfoque en directo y en el estudio es bastante diferente. Cuando actuamos como trío, en vivo, hay una limitación evidente: solo somos tres personas y eso condiciona lo que se puede hacer en el momento. Sin embargo, en el estudio esas barreras desaparecen y tenemos la libertad de superponer pistas, experimentar con texturas y afinar al máximo el carácter sonoro de cada instrumento. Me interesa mucho todo lo relacionado con el tono y el timbre, así que disfruté especialmente creando la atmósfera de cada canción. Luego llega el reto de llevar ese sonido al directo, con un enfoque más sencillo, más crudo, pero también con posibilidades interesantes desde lo interpretativo.

 

A lo largo del disco hay un ir y venir constante entre imágenes urbanas )tiendas, locales cerrados, calles de barrio) y elementos naturales como el mar, el aire o paisajes abiertos. ¿En qué momento del proceso de composición sentís hacia dónde se inclina una canción: si más hacia lo urbano o lo atmosférico?

Sam: Diría que, en muchas ocasiones, las canciones tienden hacia lo urbano y lo natural al mismo tiempo, sin que haya una elección clara por uno u otro lado. A menudo se presenta lo humano y lo urbano como si estuvieran en conflicto con la naturaleza, como si fueran fuerzas opuestas, pero en realidad están profundamente entrelazados. Son elementos que conviven constantemente y que, aunque su relación no siempre sea armoniosa o equilibrada, no se pueden separar del todo. En nuestras canciones, esa convivencia se refleja de forma bastante natural.

En varias canciones, la interpretación vocal transmite una gran carga emocional pero de forma contenida, incluso cuando el contenido es personal o doloroso. ¿Esa contención es algo intencionado, para evitar el dramatismo excesivo?

Lena: Por ahora canto de forma bastante instintiva, dejando que la voz fluya de manera natural, sin pensarlo demasiado. Aun así, me gustaría empezar a poner más intención y atención en el tono vocal en el futuro, explorar cómo adaptarlo mejor a lo que pide cada canción. Suelo dejarme llevar más por lo que me resulta cómodo al cantar, en lugar de analizar objetivamente qué tipo de interpretación necesita cada tema. Pero encontrar ese equilibrio entre una entrega potente y una más delicada puede ser complicado. La voz es un instrumento muy personal, y para mí sigue siendo un camino de aprendizaje constante, siempre en evolución.

"A menudo se presenta lo humano y lo urbano como si estuvieran en conflicto con la naturaleza, como si fueran fuerzas opuestas, pero en realidad están profundamente entrelazados."

Habéis dicho que queríais que el disco sonara lo más lleno posible sin saliros del formato de trío. ¿Hubo algún instrumento, técnica o decisión creativa que resultara especialmente efectiva para llenar el espacio sonoro sin incorporar más músicos?

Sam: Sí, sin duda. Grabamos muchos temas con órganos Ace-tone y Farfisa, que aportan mucha vitalidad a las canciones. También doblamos muchas voces y guitarras, lo que ayudó a que todo sonara más grande y rico. Pero tampoco nos preocupaba demasiado que todo lo del disco se pudiera reproducir en directo; eso era importante. Hay cierta magia en la espontaneidad, y quisimos abrazarla. Con tantas capas, el directo te obliga a ser muy deliberado y creativo a la hora de dar vida a las canciones.

Las letras de 'Almost Everyday' suenan como una despedida a un lugar concreto, la tienda de discos Everyday Music, pero también transmiten una sensación de distancia, de solo estar de paso. ¿Siempre supisteis que esa canción cerraría el álbum o fue una decisión posterior?

Lena: No llegamos a decidir el orden definitivo del disco hasta que ya teníamos todas las canciones grabadas, pero esta en particular nos pareció una forma agridulce y adecuada de cerrar el álbum. Tiene algo melancólico pero también sereno, como una despedida tranquila. Creo que esa sensación de estar a la vez cerca y lejos (de algo, de alguien, de un lugar) es uno de los hilos conductores más claros a nivel lírico en todo el disco. Por eso, terminar con un ejemplo concreto que encarne ese sentimiento nos pareció una forma coherente y significativa de cerrar el recorrido.

 

Muchas de vuestras letras giran en torno a una imagen o idea central, como si toda la canción se construyera alrededor de un foco muy claro. ¿Suele surgir primero ese concepto o aparece una vez que la música ya está tomando forma?

Lena: Sinceramente, no tenía un concepto totalmente formado al empezar a escribir muchas de las letras, y creo que el hilo conductor se fue tejiendo después. Supongo que inconscientemente seguía volviendo a escribir sobre el lugar donde vivimos y de donde vengo, y los diferentes estados de ánimo se reflejan en los distintos tipos de canciones. Es un tema sobre el que tengo mucho que decir, así que fue fácil meditar sobre ello.

El disco en su conjunto parece seguir un viaje emocional: hay canciones ligeras y abiertas, y otras más densas o encerradas. ¿Seguisteis alguna lógica emocional o narrativa a la hora de decidir el orden de los temas?

Sam: Diría que, cuando organizamos el orden de las canciones, lo que más nos importaba era crear un arco energético, algo que tuviera ritmo y dinamismo, más que seguir una lógica puramente emocional o narrativa. Queríamos que el disco avanzara con cierto empuje, que tuviera una continuidad que se sintiera natural y viva, pero sin que diera la sensación de ir demasiado deprisa o de ser atropellado. Curiosamente, al final también acabó funcionando a nivel emocional, aunque no fuera algo que planificáramos desde el principio.

En un momento del álbum mencionáis los "funhouse mirrors", esos espejos deformantes que distorsionan nuestra percepción del hogar. ¿Os interesa también usar la estructura de las canciones para reflejar ese tipo de distorsión, doblando formas familiares de manera inesperada?

Sam: Sí, procuramos no atarnos demasiado a estructuras fijas o predecibles cuando componemos. Nos interesa que las canciones tengan giros, que mantengan cierta frescura y un punto de sorpresa. Jugar con la estructura y con el tiempo (cambiar compases, alargar partes, romper patrones) es una manera muy efectiva de conseguirlo. Nos gusta explorar ese tipo de libertad. Aun así, todo lo que hacemos tiene una base claramente pop, así que por muy experimentales que nos pongamos en algunos aspectos, siempre hay algo reconocible, algo familiar que el oyente puede seguir y con lo que se puede conectar.

"Cuando organizamos el orden de las canciones, lo que más nos importaba era crear un arco energético, algo que tuviera ritmo y dinamismo, más que seguir una lógica puramente emocional o narrativa."

Las letras están llenas de detalles atmosféricos: viento, niebla, sal, humedad... ¿Son imágenes meteorológicas elegidas de forma consciente o surgen de forma natural como forma de expresar emociones?

Lena: La naturaleza influye bastante en cómo percibo las cosas y en mi forma de pensar, aunque no diría que intento meter esos elementos en las letras de forma intencionada o premeditada. Es algo que simplemente acaba apareciendo. Creo que el clima, en particular, puede ser una manera muy poderosa de reflejar estados emocionales, porque tiene un efecto directo sobre cómo nos sentimos, sobre todo si vives en un lugar donde el tiempo cambia mucho o condiciona tu día a día. Al final, esos detalles atmosféricos se cuelan casi sin darme cuenta en las canciones, como una extensión natural del estado de ánimo con el que escribo.

Aunque habláis de lugares reales, muchas veces parece que estáis trazando un mapa emocional más que una geografía literal. ¿Sentís que estáis construyendo una cartografía emocional de Seattle más que una física?

Lena: ¡Qué forma tan creativa de decirlo! Me gusta esa idea de cartografía emocional. Los mapas y gráficos científicos pueden ser muy informativos, pero también limitantes, así que es interesante pensar cómo esos sistemas de medición pueden interpretarse de forma más abierta. Varias de estas canciones no hablan exclusivamente de Seattle, así que creo que una interpretación más vaga de las emociones que he vivido aquí tiene más sentido.

 

En todas nuestras entrevistas nos gusta acabar con una pregunta que el grupo anterior ha dejado para vosotros. Esta vez es de Frankie Cosmos: ¿Hay alguna obra de arte no musical (un libro, un cuadro, una serie, una escultura...) que influya o inspire vuestro proceso creativo?

Sam: Buena pregunta… Siempre me han atraído mucho los pintores expresionistas abstractos. Es un tipo de arte que se centra más en la emoción y en la sensación que transmite una imagen que en lo figurativo, y eso me parece muy potente. Es difícil escoger solo uno, pero si tengo que elegir, me quedo con ‘Mountains and Sea’ de Helen Frankenthaler. Tiene un uso del color impresionante, una atmósfera envolvente y una técnica creativa muy libre. Todo ese enfoque me parece muy inspirador y, de alguna manera, siento que esa misma filosofía se puede aplicar directamente a la música que hacemos.

Lena: Llevo ya unos años leyendo todos los libros de Octavia Butler, poco a poco, y me tiene completamente fascinada. Es capaz de crear mundos complejos, llenos de matices, con una creatividad radical que no se parece a nada. Sus historias no solo son originales, sino que están profundamente pensadas, con una visión muy clara del poder, el cambio y la identidad. Sin duda, me ha influido muchísimo, no solo como lectora, sino también como música. Ha cambiado mi forma de entender cómo construir un mundo narrativo a través de las canciones y de pensar en los detalles que dan coherencia a ese universo.

Y ahora os toca a vosotros dejar una pregunta para el próximo grupo.

¿Tenéis alguna rutina que os ayude a alimentar vuestro proceso creativo? ¿Un ritual, un cuidado personal, salir al aire libre, etc.?

Tratando de escribir casi siempre sobre las cosas que me gustan.