Con su tercer álbum, 'Paradise Pop.10', Christian Lee Hutson sigue forjando una obra musical que esquiva etiquetas fáciles y desafía cómodas simplificaciones. Su propuesta, contenida pero expansiva, transita por un terreno en el que los personajes cantan, se contradicen y conviven en un paisaje que se dibuja desde lo mínimo. Christian Lee Hutson visitará la península ibérica en los próximos días con tres citas imperdibles: el sábado 7 de junio actuará en el Primavera Sound de Barcelona, el martes 10 ofrecerá un concierto en la sala El Sol de Madrid, y el jueves 12 cerrará su gira por estos lares en el Primavera Sound Porto.
"Normalmente empiezo con algo que realmente he observado en mi vida, algo que vi y me pareció bello." La observación directa, casi costumbrista, es uno de los hilos conductores de sus composiciones. A través de una mirada aguda, Hutson capta detalles que, sin aspavientos, resuenan como pequeños símbolos cargados de significado. Su forma de trabajar recuerda a la de quien arma una escenografía, donde todo sucede con una suerte de naturalidad planeada.
En 'Paradise Pop.10' conviven escenas que parecen sacadas de una obra de teatro sin guion, donde cada canción se convierte en un acto distinto. "Desde el momento en que empiezo a escribir, todo existe en un escenario en mi mente. Así que, cuando me emociona escribir, está claro que ocurre en el mismo espacio que el resto de cosas que he escrito." El disco no se concibe como una simple colección de canciones, sino como un lugar compartido por seres que interactúan entre sí, a veces sin saberlo, como si se tratase de vecinos que coinciden en un mismo edificio sin cruzarse.
Hutson no necesita recurrir al artificio para generar emoción. Su música tiene la capacidad de sugerir estados complejos desde lo contenido. "Significa que me siento cómodo con mi pequeño rincón del mundo. Las cosas que más me han conmovido en la vida son las que se han revelado lenta y silenciosamente. A veces, las cosas grandes y ruidosas pueden distraerte del hecho de que no tienen ningún significado inherente." Esa elección estética y vital se refleja también en su forma de producir. Las canciones nacen pequeñas, se prueban, crecen o se mantienen en su esqueleto original, siempre con el foco puesto en no forzarlas: "Siempre empiezo de forma sencilla, y a medida que voy añadiendo cosas, se vuelve evidente cuando empieza a estar recargado. Hay que tener cuidado de escuchar lo que la canción quiere ser y no lo que tú querrías que fuera."
Ese respeto por la canción como entidad viva también se extiende al instrumento que la vehicula. "No soy tan buen pianista como guitarrista. Así que cuando elijo que algo sea al piano, es un intento de obligarme a simplificar." Elegir el piano, entonces, se convierte en una decisión deliberada que persigue la esencia, como si al limitar las posibilidades se acercara más al corazón de lo que quiere contar.
Aunque a menudo escribe desde voces ajenas, la escritura no se aleja de una sinceridad incómoda. "Me resulta más fácil expresar verdades difíciles de aceptar a través de voces que no son la mía." En ese juego de traslación, lo ajeno y lo personal se confunden, abriendo la posibilidad de explorar territorios donde la empatía no es un objetivo sino una consecuencia. "Aprendes que todo el mundo merece amor, y que es lo único que realmente tiene sentido en este mundo."
El punto de inflexión en muchas de sus canciones aparece justo antes del cambio, en ese instante donde todo está por definirse. "Me atrae especialmente el momento justo antes de que alguien esté a punto de experimentar un gran cambio, cuando todo es complicado y parece que está a punto de estallar." Es un interés por el cruce, por el umbral, por ese estado de tensión que precede a la transformación y que rara vez se retrata con tanta contención.
A veces, el sentido de lo que ha escrito se revela sobre el escenario, cuando las canciones vuelven a él bajo una nueva luz. "Sí, algunas veces pensaba que estaba escribiendo sobre la familia, pero en realidad estaba escribiendo sobre mí mismo, casi como una premonición." Esa capacidad de las canciones para mutar en vivo habla de su condición maleable, de cómo se adaptan al momento y al lugar.
La escritura de Hutson también está impregnada de un humor leve, cálido, que lejos de restar profundidad, aporta matices. "Hay que mirar las cosas con humor y realismo para tener una imagen precisa de lo que está ocurriendo en una situación. No creo que una cosa sin la otra te acerque a comprender nada." El equilibrio entre lo cómico y lo amargo le permite desdramatizar sin banalizar, consiguiendo que incluso las escenas más tristes respiren cierta ligereza.
El anclaje temporal de 'Paradise Pop.10' está en el presente. En lugar de mirar hacia atrás, el disco se esfuerza por permanecer en el ahora, como si cada canción fuera un intento de no dejarse arrastrar por la nostalgia. "Una de las lecciones que he aprendido en los últimos diez años es que si pasas todo el tiempo mirando atrás, nunca sabes dónde estás ni hacia dónde vas." Esa afirmación, lejos de sonar a consigna, se siente como un recordatorio que impregna la totalidad del álbum.
En el plano lírico, Hutson parte muchas veces de una sola frase que sirve como eje. "'I know you’re gonna figure out' ha sido una luz que ha guiado muchas de las canciones." A partir de ahí, se construye una arquitectura poética que no teme el detalle ni la digresión, una especie de narración que se permite la divagación sin perder coherencia.
'Paradise Pop.10' es, en definitiva, un recorrido por escenarios compartidos donde cada personaje parece hablarle a otro, aunque ninguno esté del todo seguro de ser escuchado. "Definitivamente se revelaron una vez terminado el disco. Tiene sentido para mí porque muchas se escribieron al mismo tiempo." No se trata de un ejercicio de unidad forzada, sino de una convergencia natural, como si todas esas voces hubieran nacido del mismo susurro.
Entre guitarras y pianos, entre voces que susurran o se ocultan tras el telón, Christian Lee Hutson se mantiene fiel a una visión que rehúye los focos pero no el significado. Cada canción es un rincón habitado, un escenario contenido en el que lo pequeño se vuelve crucial. "Está claro que ocurre en el mismo espacio que el resto de cosas que he escrito."
A días de sus conciertos en la península ibérica, Hutson se presenta como un cronista de lo inadvertido, de aquello que solo se revela al que está dispuesto a mirar dos veces. En esa observación paciente, en esa forma de nombrar sin gritar, radica la belleza de su propuesta. Un arte que no reclama atención, pero la merece toda.