Algunas noches se prolongan más allá de su duración real, quedando suspendidas en la memoria como destellos de luz, sombras y voces inconclusas. ‘11:11’, el debut de Biig Piig, retrata esa sensación de inercia: el cuerpo continúa bailando mientras la mente se dispersa. No es solo un disco sobre la fiesta, sino sobre el momento en que la energía se apaga y aparece la introspección. La obra sigue el ciclo natural de la noche: anticipación, auge, descenso y resignación. '4AM' abre el recorrido, un umbral entre la madrugada y el amanecer. 'Favourite Girl' avanza con un pulso seguro, entre la euforia y la autosuficiencia del baile en soledad. 'Decimal' marca el clímax, con una base acelerada y un juego entre inglés y español que refleja un estado de trance donde el idioma se vuelve maleable. A lo largo del álbum conviven el ritmo que impulsa el movimiento y unas letras cargadas de fragilidad. 'Ponytail' suena como un himno de club, pero esconde una vulnerabilidad evidente. 'Keep Losing Sleep' captura un instante de lucidez entre el ruido y el cansancio. En la recta final, la intensidad decae. 'Silhouette' y 'Stay Home' conducen hacia un cierre teñido de melancolía. 'One Way Ticket' se convierte en la despedida definitiva, un viaje sin retorno que abandona la euforia. Finalmente, 'Brighter Day' introduce un tono reconciliador, como la luz que irrumpe al amanecer. Con ‘11:11’, Biig Piig encapsula la esencia de una noche que no quiere terminar, explorando la tensión entre el deseo de permanencia y la fugacidad inevitable del instante. Aprovechando la gira de la artista que arranca mañana, hemos tenido el placer de entrevistarla.
‘11:11’ se siente como un disco que viaja por distintos estados de ánimo. Si alguien lo escuchara de principio a fin durante un viaje en coche, ¿qué tipo de trayecto emocional crees que viviría?
Espero que el álbum despierte una sensación de intimidad y de evasión, que invite a sumergirse en un espacio propio, además de transmitir también momentos de empoderamiento y fuerza personal. Es exactamente lo que yo sentía en aquel periodo en el que estuve escribiendo ‘11:11’. Entre Londres y París viví muchas fases diferentes dentro de mis relaciones, cambios intensos y etapas de transición, y sentí que la música me ayudaba muchísimo a procesarlo todo, a ordenar mis emociones y a comprender mejor lo que estaba viviendo.
La estructura de ‘11:11’ recuerda a un viaje emocional, pasando de la euforia a la calma. ¿Te inspiraste en algún otro disco narrativo para construir esa progresión?
Sí, al cien por cien. Durante ese tiempo estuve escuchando muchísimo ‘Premiers Émois’ de Vendredi sur Mer, casi de forma obsesiva. Me fascina la enorme cantidad de emoción que consigue transmitir, siempre con una calma muy particular, con un tono de voz delicado y lleno de matices. También me encanta la manera en que las líneas de sintetizador aparecen justo en el momento adecuado a lo largo de todo el álbum, cada detalle encaja con tanta naturalidad que me tiene absolutamente obsesionada.
‘11:11’ abre con ‘4AM’, un tema que define la energía electrónica del disco, pero en el que también te muestras de lo más vulnerable. ¿Qué querías transmitir colocándolo justo al principio del viaje?
Sentía que quería empezar con algo muy real, con una base auténtica, casi como si estuviera contando la historia al revés, porque al ser mi primer disco deseaba mostrarlo todo sin reservas y poner todas las cartas sobre la mesa desde el primer momento. En realidad, es una canción profundamente esperanzadora, un tema que lleva un mensaje muy claro para cualquiera que la escuche: si alguna vez te sientes atascado o bloqueado, no entres en pánico, no te hundas, porque queremos sacudirlo contigo y bailarlo a tu lado.
"Espero que el álbum despierte una sensación de intimidad y de evasión, que invite a sumergirse en un espacio propio, además de transmitir también momentos de empoderamiento y fuerza personal."
‘Decimal’ introduce el español en un disco que por lo demás es principalmente en inglés. ¿Qué te impulsa a cambiar de idioma dentro de una canción, y cómo afecta a la emoción del tema?
Me encanta cuando aparece en mí esa necesidad casi inevitable de escribir en español. Es algo que me ocurre de vez en cuando, no siempre, pero cuando sucede suele coincidir con momentos en los que quiero expresar algo muy íntimo, algo muy personal, casi como si fuera un secreto que solo se pudiera contar en ese idioma. Siento que el español, como lengua, me permite pintar con una paleta de colores mucho más amplia; me fascina descubrir distintas formas de describir una situación concreta y cómo las palabras pueden sonar directas, claras y al mismo tiempo muy románticas. El idioma se mueve con una fluidez preciosa, tiene una musicalidad propia que lo hace especial, y me encantó poder juntar toda esa delicadeza con la fuerza de un tema de baile más intenso y contundente.
Muchas canciones parecen pensadas tanto para escucharlas a solas con auriculares como para bailarlas en un club lleno de gente. ¿Sientes que tus temas pueden habitar esos espacios tan distintos con la misma fuerza?
Totalmente. Creo que en todos esos escenarios lo que nos une es la conexión con la música. Ya sea en soledad, escuchando a alguien hablar de algo por lo que tú también has pasado… Recuerdo que gran parte de la música que más me marcó la escuchaba sentada en el suelo del baño, esperando que hubiese alguien más ahí fuera, y reconfortándome en la música de los artistas a los que oía. O estando en un espacio con más gente que siente esa misma conexión y dejando que la música cree nuevos recuerdos y nos haga conectar entre nosotros. También he vivido muchas de las mejores noches de mi vida sudando y cantando con otras personas.
Algunas canciones tienen una energía casi cinematográfica, como si invitaran a que se formaran imágenes alrededor. ¿Llegaste a imaginar el disco como una especie de película sonora?
Sí, me encanta que lo digas porque yo visualizo muchísimo cuando escribo, casi siempre estoy imaginando escenas o paisajes en mi cabeza, y es de mis cosas favoritas poder dar vida a todas esas imágenes después, ya sea transformándolas en videoclips o desarrollándolas a través de piezas narrativas más completas y detalladas.
Más allá de la música, ‘11:11’ tiene un fuerte componente visual y estético. ¿Cómo imaginabas la identidad visual del proyecto mientras lo componías?
Sí, totalmente. Desde ‘4AM’, desde el principio mismo del proyecto, tenía claro que quería contar la historia a través de diferentes personajes, mostrar distintas perspectivas, capturar la vida en la ciudad en todas sus formas posibles y reflejar de manera honesta la juventud, el proceso de crecimiento y todas las emociones intensas que se esconden dentro de esa experiencia compartida.
"Recuerdo que gran parte de la música que más me marcó la escuchaba sentada en el suelo del baño, esperando que hubiese alguien más ahí fuera."
Al escuchar el disco, da la sensación de que la noche y la ciudad juegan papeles protagonistas. ¿Qué tiene la noche para ti que la convierte en una fuente tan grande de inspiración?
Me encanta la noche, me gusta cómo la ciudad parece transformarse y adquirir otra forma distinta, y también la energía tan especial que se genera en ese momento. Siempre me ha atraído de una manera natural, como si tuviera un imán. Creo que haber crecido en un pub tiene mucho que ver: al caer la tarde y durante la noche, cuando la gente se reunía, bebía, reía y se dejaba llevar completamente por las emociones sin preocuparse por las consecuencias, yo sentía que me acercaba cada vez más a la llama. Es ahí, en esa mezcla de libertad, intensidad y desinhibición, donde nacen muchas de las historias que realmente me gusta escribir y que acaban convirtiéndose en canciones llenas de vida.
El disco explora distintos tipos de relaciones: románticas, familiares y contigo misma. ¿Qué aprendiste sobre los vínculos personales durante el proceso creativo?
Aprendí que nunca somos del todo conscientes de hasta qué punto llevamos siempre con nosotros a la gente que queremos, estén cerca o lejos. A lo largo de la creación del disco surgieron muchos recuerdos, algunos muy felices y luminosos, otros quizá más dolorosos o difíciles, pero todos tenían su peso. Aun así, sentí que gracias a ese proceso creativo me acercaba más a ellos, que los tenía más presentes y que sus huellas estaban más vivas en mí.
‘11:11’ parece hablar tanto de cerrar heridas como de aprender a celebrarte. ¿Hubo un momento en que sentiste que el álbum te estaba sanando más de lo que tú lo estabas escribiendo?
Sí, sin duda. Creo que al escribir ‘Silhouette’ sentía una necesidad real de sacarlo de dentro, y la música en ese momento se convirtió en una especie de amiga cercana, alguien a quien poder contarle todo y con quien desahogarme por completo. En aquel instante fue un apoyo enorme. Y ‘One Way Ticket’ terminó transformándose en algo muy parecido a una carta dirigida a alguien concreto, como si fuese una línea directa hacia esa persona, justo en el momento en que más lo necesitaba. Es increíble comprobar cómo la música puede hacer precisamente eso; nunca deja de sorprenderme lo mucho que aparece, que se cuela en tu vida y te sostiene justo cuando más falta te hace.
El disco transmite la sensación de dejar que las cosas salgan de forma natural, sin forzarlas. ¿Fue también un ejercicio de aprender a confiar en ti misma y en tu instinto artístico?
Sí, lo fue. Y creo que, en realidad, siempre lo es cada vez que te adentras de lleno en un proyecto creativo. Hubo un momento claro en el que me di cuenta de que no iba a terminar siendo aquello que yo había planeado desde el principio, y que en su lugar iría tomando su propia forma a medida que yo siguiera escribiendo y avanzando. Es como cuando tratas de controlar demasiado algo, de forzarlo, y de repente ese algo te responde justo con lo contrario, con un camino inesperado que al final resulta ser el correcto.
"Nunca somos del todo conscientes de hasta qué punto llevamos siempre con nosotros a la gente que queremos, estén cerca o lejos."
En todas nuestras entrevistas nos gusta que los artistas dejen una pregunta para la siguiente banda con la que hablaremos. ¿Cuál sería la tuya?
Me gustaría preguntarles: si pudierais detener el tiempo y volver a cualquier momento de vuestra vida para revivirlo, ¿cuál sería y por qué?
Y en el mismo espíritu, tengo una para ti de Greg Freeman: ¿cuál es la peor canción de tu grupo favorito?
Probablemente ‘Real Love’ de Big Thief. Es una de mis canciones favoritas de ellos, de uno de mis discos favoritos de todos los tiempos (‘Masterpiece’). Pero solo porque, siempre que la pongo con amigos, el final con la guitarra a tope les resulta insoportable y me piden que baje el volumen. A mí me parece que describe de forma increíble el dolor de amar a alguien más allá de su proceso de curación, pero a ellos no les gusta (risas).