Entrevistamos a

bar italia

"Nos gusta mucho jugar todo lo que pueda traer el destino, con lo fortuito que acaba encajando. "



Por -

bar italia llevan tiempo dándole vueltas a su sonido, probando distintas formas de contar lo mismo desde lugares cada vez más distintos. En ‘Some Like It Hot’ parecen haber encontrado un punto intermedio entre el desorden que marcó sus primeros trabajos y una claridad que deja ver lo que esconden sus canciones. Este nuevo proyecto funciona como un escenario donde cada voz ocupa su papel y lo interpreta sin miedo al exceso. El título tomado del clásico de Billy Wilder sirve como pista: todo suena a representación, a un juego entre realidad y actuación, entre lo que se siente y lo que se finge. Ese contraste define el tono general de un disco que utiliza la ironía como forma de decir las cosas sin adornos, con una crudeza que busca más el impacto que la confesión. Las canciones se suceden con un orden que parece pensado para mantener la tensión. ‘Fundraiser’ abre con un impulso inmediato, casi provocador, que deja claro el tipo de energía que van a manejar. ‘Rooster’ y ‘I Make My Own Dust’ recogen esa fuerza y la empujan hacia un terreno más físico, más directo, mientras ‘Marble Arch’ introduce un cambio de ritmo que hace sentir el desgaste de una conversación que se alarga demasiado. Las voces de los tres se mezclan y chocan hasta formar un retrato de relaciones que avanzan entre el sarcasmo y la frustración. ‘Eyepatch’ mantiene la tensión desde un lado más melódico, ‘Plastered’ la congela en un punto de calma incómoda y ‘The Lady Vanishes’ cierra el círculo con una atmósfera más sombría. Todo el disco parece girar en torno a esa sensación de fricción constante, de movimiento que nunca se resuelve del todo. El trío escribe con un tono seco, sin dramatismos. Sus letras funcionan como fragmentos de conversaciones que se rompen, que dejan huecos por los que se cuelan el rencor, el deseo o la distancia. Frases como “When you say jump I jump” o “You can’t forget about a target you missed” resumen la forma en que el grupo habla de la dependencia y del desencanto. Dentro de esa crudeza se asoma una mirada muy actual sobre cómo se mezclan la vida privada y la exposición pública, sobre lo fácil que resulta perderse entre lo que se siente y lo que se representa. En ‘Some Like It Hot’, bar italia convierten esa confusión en un método, y encuentran dentro de la contradicción la forma más clara de seguir avanzando sin repetir lo anterior. Aprovechando su inminente gira (23 de octubre, Barcelona, La [2] de Apolo y 24 de octubre, Madrid, Mon Live) charlamos con el trío.

El título 'Some Like It Hot' conecta con la película de 1959, una historia sobre músicos metidos en una aventura frenética. ¿Queríais también que ese nombre reflejara la intensidad y las experiencias de los últimos años?

Sam: No, fue más bien una especie de casualidad del destino, algo totalmente espontáneo, no estábamos pensando en lo que pasa en la peli en absoluto. Ni siquiera recordábamos muy bien de qué iba la historia, ni los detalles ni los personajes. Para nosotros, esa película tiene más bien una asociación icónica, es uno de esos clásicos del cine que se te quedan grabados por la atmósfera, por la estética, por lo que representa. Transmite algo muy particular, muy reconocible, y simplemente nos dejamos llevar por eso porque nos molaba esa sensación, ese aire tan característico. Luego, claro, cuando lo piensas con calma, te das cuenta de que hay un montón de coincidencias graciosas, casi como si el nombre nos hubiera elegido a nosotros. Nos gusta mucho jugar todo lo que pueda traer el destino, con lo fortuito que acaba encajando. Solemos poner nombre a las canciones como si fuera una lectura del tarot, buscando conexiones que quizá no están ahí pero que acaban teniendo sentido. Es, básicamente, una especie de asociación aleatoria de palabras, pero una aleatoriedad que parece tener su propia lógica interna. Así que sí, al final todo acaba cuadrando de una manera medio mágica, aunque no haya sido intencionado desde el principio.

 

Los singles tienen un lado pop muy pegadizo, con ganchos claros y estribillos potentes. ¿Sentís que habéis desarrollado una nueva habilidad para escribir canciones que suenen a single?

Nina: Creo que siempre hemos tenido ese lado pop. Lo que pasa es que estamos cambiando y creciendo, y tenemos más experiencia en muchos sentidos: por todo el tiempo que hemos pasado de gira, por tener mejores instrumentos… Esta vez han usado muchas más guitarras, hemos trabajado en estudios más grandes, con técnicos de sonido, y eso te da acceso a más cosas. Y claro, con el tiempo creces, porque empezamos a hacer música juntos hace casi cinco años, y ya hacíamos música antes de eso. Así que, inevitablemente, evolucionas, pero siempre con la intención de hacer una buena canción. Si ahora te parecen más pegadizas, seguramente sea una feliz coincidencia de todos esos factores juntos. Así que, tanto como intención, también es fruto del acceso que tenemos a más medios, sí.

En este disco da la sensación de que vuestras voces conversan más entre sí, se cruzan y resaltan los contrastes. ¿Fue algo que planeasteis o surgió de forma natural en el estudio?

Sam: Eso fue totalmente natural, una consecuencia directa de tocar en directo durante tanto tiempo. Tocamos bastante alto, somos una banda relativamente ruidosa, creo que incluso más de lo que pensamos a veces. Y al principio, en las primeras giras, yo no me oía absolutamente nada cuando cantaba, era como cantar al vacío, y me costaba un montón sacar la voz, mantener el tono, encontrar mi sitio en el sonido general. Así que empecé a buscar la manera de que se me oyera un poco más sin tener que gritar o forzar demasiado. Poco a poco fui encontrando ese equilibrio, y supongo que, de forma natural, todo eso acabó trasladándose también a las grabaciones, porque en el estudio uno repite lo que ha aprendido tocando en vivo, sin pensarlo demasiado.

"Solemos poner nombre a las canciones como si fuera una lectura del tarot, buscando conexiones que quizá no están ahí pero que acaban teniendo sentido."

Creo que tenéis tres personalidades muy diferentes. ¿Cómo lleváis esa diversidad a la hora de tomar decisiones importantes? ¿Puede el conflicto ser también un motor creativo?

Sam: Sí, ha habido veces en las que un desacuerdo, una diferencia de opiniones, ha acabado dando una buena canción, incluso una de las mejores. A veces, cuando uno no ve las cosas igual que los demás, surgen ideas que de otro modo no habrían aparecido, y eso tiene algo muy estimulante. Pero tampoco es algo necesario ni obligatorio, no hace falta discutir para que salga algo bueno. Hay muchas ocasiones en las que estamos totalmente de acuerdo en todo y todo fluye de una manera muy natural, sin esfuerzo, y de ahí también salen canciones que nos encantan. Pero bueno, es verdad que cuando estamos de acuerdo en algo, cuando todo encaja, es mucho más divertido trabajar así, da gusto. También hay temas que conseguimos mantener en el disco y desarrollar, incluso aunque al principio no coincidiéramos exactamente en cómo presentarlos o qué dirección tomar. A veces uno cede un poco y otro también, y al final el resultado es mejor de lo que imaginábamos. Pero si lo pienso en conjunto, creo que la mayoría de las veces estamos más de acuerdo que en desacuerdo, y eso se nota en la forma en la que trabajamos y en cómo suena el resultado final.

'I Make My Own Dust' tiene ese punto incómodo e inquietante que recuerda a vuestros primeros discos. ¿Os interesa mantener ese toque de rareza, aunque vuestro sonido ahora sea más directo y accesible?

Nina: Creo que 'I Make My Own Dust' es muy nuestro, tiene ese algo que nos representa de una forma bastante clara, casi como una firma sonora. A mí me gusta muchísimo esa canción, de verdad, creo que es una versión especialmente buena de un tipo de vibra que ya habíamos explorado en otras ocasiones, pero que aquí suena más definida, más redonda. Tiene ese equilibrio entre lo familiar y lo nuevo que me encanta. Es cierto que muchas de las canciones del disco van por ese mismo camino: algunas son una evolución natural de las más antiguas, como si las hubiéramos hecho crecer un poco más, y otras son totalmente nuevas, con un enfoque distinto. En realidad, es una mezcla de las dos cosas, una combinación que se ha dado sola, sin planearlo demasiado, y que refleja bastante bien cómo hemos cambiado y al mismo tiempo mantenido nuestra esencia.

 

En 'Rooster' hay imágenes muy físicas y viscerales, y al mismo tiempo un aire de estrella del rock. ¿Queríais explorar ese lado más potente y rockero?

Nina: No es que pensáramos “vamos a hacer una de ese tipo”, la verdad. No fue algo planeado ni un objetivo concreto cuando nos pusimos a componer. Simplemente surgió así, de manera bastante espontánea, sin que nadie dijera “vamos a tirar por aquí”. A veces las canciones aparecen solas, con su propia energía, y esta fue una de esas veces.

Sam: Pero al final lo hicimos, sí, así que supongo que estábamos en ese punto mental y musical, aunque no lo dijéramos en voz alta. No te equivocas al pensarlo, porque efectivamente tiene ese aire, ese impulso más fuerte, más de directo. Pero no fue que dijéramos “vamos a hacer una canción loca de rock” ni nada por el estilo. Simplemente era lo que teníamos en la cabeza todos en ese momento, lo que salía de forma natural cuando tocábamos juntos, sin forzar nada, dejándonos llevar por la energía del momento.

En canciones como 'The Lady Vanishes' hay un sonido casi cinematográfico, tipo western. ¿De dónde viene esa influencia y qué os atrae de esa atmósfera?

Sam: Nos encanta la música de cine, a los tres, de verdad. Siempre hemos sentido una conexión muy fuerte con las bandas sonoras, con esa manera que tienen de crear atmósferas y emociones solo con el sonido. Y creo que algo de esa sensibilidad está ahí, en nuestras canciones, ese dramatismo, ese toque un poco cinematográfico que aparece sin buscarlo. Es como si, inconscientemente, estuviéramos intentando transmitir imágenes o escenas a través de la música, más que contar algo literal.

"Tocamos bastante alto, somos una banda relativamente ruidosa, creo que incluso más de lo que pensamos a veces."

Muchas de las letras parecen historias o retratos de personajes, como en 'Cowbella' o 'Marble Arch', más que confesiones directas. ¿Os interesa más construir escenas y personajes que hablar directamente de vosotros mismos?

Sam: Hay de todo, depende mucho de la canción y del momento en el que la escribimos. A veces hablamos directamente de nosotros, de cosas que hemos vivido o sentido, sin filtros, de una forma bastante personal. Y otras veces preferimos usar un personaje como vehículo, como una especie de máscara o de punto de vista alternativo para contar lo mismo desde otro ángulo. No tiene por qué ser autobiográfico, muchas veces es más una forma de expresar emociones o situaciones sin nombrarlas tan directamente.

Pasasteis casi del anonimato a girar por todo el mundo y tocar en festivales enormes. ¿Cómo lleváis esa exposición repentina y la fama, viniendo de un principio tan reservado?

Nina: No ves todos los pasos mientras los estás dando, no te das cuenta de cada pequeño cambio porque lo estás viviendo desde dentro. Puede parecer que todo ha pasado muy rápido, y en cierto modo lo ha hecho, pero también ha sido un proceso bastante gradual. Hay una sensación de velocidad, de vértigo, pero al mismo tiempo de crecimiento lento, de algo que ha ido tomando forma poco a poco, sin que te dieras cuenta del todo.

Sam: Sí, totalmente. A veces pasa que un año después, cuando por fin paras un poco y miras atrás, piensas “hostia, todo eso, cómo ha pasado tan deprisa”. Es como si te cayera encima de golpe el peso de todo lo vivido, las giras, los discos, los viajes, y solo entonces lo procesas.

Jezmi: Y al mismo tiempo hay momentos en los que parece que no ha cambiado nada. Sigues volviendo al mismo piso, con las mismas rutinas, y el horno sigue sin funcionar, igual que siempre. Hay cosas muy mundanas que te devuelven al suelo, aunque vengas de tocar en un pedazo de festival en Las Vegas. Vuelves a casa y el tostador está roto, o ves un ratón cruzando el suelo, y piensas: vale, sí, seguimos aquí, la vida real sigue su curso, nada se ha ido del todo.

 

Vuestros primeros discos salieron en el sello de Dean Blunt, un artista también difícil de clasificar. ¿Qué os aportó esa experiencia y qué aprendisteis de su forma de entender la música?

Sam: Fue inspirador trabajar con Dean Blunt, de verdad. Nos aportó muchísimo desde el principio, tanto en la forma de entender la música como en la actitud creativa. Fue genial ver cómo escribía, cómo trabajaba en el estudio, cómo construía ideas a partir de cosas que parecían pequeñas o incluso accidentales. Aprendimos mucho simplemente observándole. Incluso llegamos a hacer una canción juntos al principio, una colaboración que nos ayudó a entender mejor su manera de trabajar, tan libre y poco convencional. Pero también tenía sentido, con el tiempo, seguir adelante y hacer algo más propio, buscar nuestro propio espacio y nuestra voz sin depender tanto de su sello o su visión. Fue algo mutuo, sí, todo muy natural y sin mal rollo. Él nos ayudó mucho siempre que pudo, nos dio oportunidades y apoyo real. Y cuando nos dejó fuera del sello, no fue como un rechazo, sino más bien como una forma de empujarnos a crecer, de decirnos: “Deberíais probar a hacer algo más oficial, algo vuestro”. Y tenía toda la razón. No habríamos conseguido la misma visibilidad, ni que se nos escuchara igual, sin haber pasado antes por esa plataforma y por todo lo que aprendimos ahí.

Vuestro punto de partida fue bastante singular: los tres vivíais cerca en Peckham, y tras la pandemia empezasteis a tocar en salas pequeñas de Londres o Mánchester. ¿Llegasteis a sentiros parte de una escena musical?

Sam: Sí y no. Estábamos rodeados de mucha gente que hacía música, tanto antes como después que nosotros, así que siempre había movimiento y cosas pasando a nuestro alrededor. Conectábamos con ellos en el sentido de ir a sus conciertos, coincidir en los mismos sitios, compartir locales o charlas, sentir que formábamos parte del mismo ambiente. Pero al mismo tiempo, no tanto en el estilo musical ni en la manera de trabajar. No era una escena cerrada o en la que todo el mundo toque con todos todo el tiempo, como ocurre en otros lugares. Cada uno tenía su propio enfoque, su propio sonido, y eso hacía que hubiera una sensación de comunidad, pero sin ser exactamente una “escena” como tal. Así que, en cierto modo, formábamos parte de una cultura concreta, de un entorno creativo común, pero no de una escena en el sentido más típico o evidente.

Ya que hablamos de bandas londinenses que os gusten y que quizá no sean muy conocidas, ¿hay alguna que recomendaríais?

Nina: Rita, P, Triage, Orazio… todos muy distintos entre sí, pero con muchísimo talento.

"A veces, cuando uno no ve las cosas igual que los demás, surgen ideas que de otro modo no habrían aparecido, y eso tiene algo muy estimulante."

Hasta ahora habéis tenido un público muy fiel, casi de culto, pero este disco parece abrirse a nuevas audiencias. ¿Habéis pensado en cómo lo recibirán tanto vuestros seguidores de siempre como los nuevos oyentes?

Sam: Esa es una pregunta para nuestro mánager. Es difícil de predecir, la verdad. Siempre te sorprendes al ver al público en cada gira: cambia la percepción de quién viene a verte. Así que es imposible saber si este disco atraerá a otro tipo de gente o si simplemente ampliará la base que ya tenemos. Sí que hay un estilo de ropa, una especie de estética que muchos fans comparten en todo el mundo, y eso me sorprendió. Tengo curiosidad por ver si eso cambia, se desarrolla o se expande, o si todos seguirán con ese mismo look. No lo sé, la verdad.

En todas nuestras entrevistas nos gusta que los artistas dejen una pregunta para la siguiente banda. ¿Cuál sería la vuestra?

Sam: ¿Cuál es la peor pregunta que os han hecho nunca en una entrevista?

Y tengo una para vosotros, de Emily Yacina: ¿Qué creéis que pensaría vuestro yo de la infancia si viera la vida que lleváis ahora?

Jezmi: Mi yo de niño diría: “Guau, no me lo creo”. Seguramente se quedaría alucinado viendo todo lo que hemos hecho, los sitios a los que hemos llegado y cómo ha cambiado todo.

Sam: El mío diría: “Estoy orgulloso de ti”. Creo que se sorprendería, pero también entendería que todo esto ha sido fruto de mucho trabajo y constancia, no solo de suerte.

Nina: El mío también diría: “Guau, guau, no me lo creo. Ya lo sabía”. Como si de alguna forma hubiera intuido que acabaría dedicándome a esto, y que lo disfrutaría tanto.

Tratando de escribir casi siempre sobre las cosas que me gustan.