Crónica

Lambchop

Barts

23/01/2017



Por -

Pasadas ligeramente las ocho y media de la tarde, el cuarteto de Nashville hacía acto de presencia en el escenario de  la sala Barts, que esperaba con impaciencia dictaminar cómo se trasladaba al directo su último trabajo, el polémico Flotus (Merge, 2017), donde la banda deja de lado su tradicional sonido para abrazar terrenos electrónicos.

Calzado con su sempiterna gorra y con su uniforme de payés norteamericano (camisa de cuadros por fuera y vaqueros), Kurt Wagner se amorró cual infante a su nuevo juguete: el controvertido autotune que, a media  distancia entre los teclados y el bajo, se erigió el protagonista de la noche.

Avisados estábamos del barniz electrónico que cubría sus nuevas composiciones y también de la querencia del de Tennessee por sacar a pasear al cachivache de marras, como se había podido comprobar unos días antes en su parada madrileña.

La cita barcelonesa, última noche en nuestra península, fue un repaso por su último trabajo, con pocas concesiones a su catálogo anterior, del que rescató  ‘The New Cobweb Summer’ y ‘Poor Bastard’, entre otras.

La mayor parte de la hora y cuarenta y cinco minutos estuvo presidida por los gorgoritos electrónicos que perlan su nuevo álbum. Aunque a veces en el directo metan la tijera y hagan más liviano ‘The Hustle’, otras, como en ‘In care of 8675309’ se dejan atrapar  por el discurso expansivo del directo. Y es que, esto remozados Lambchop, a pesar de haber sucumbido a los encantos de la tecnología, siguen dejando la misma huella al morder, aunque en esta ocasión se dejaran los decibelios en casa y perpetraran un tramo central de la actuación algo plano y aburrido.

A pesar de todo, Wagner disfrutó enfundándose  el traje de crooner del siglo XXI narrando pequeñas historias cotidianas pasadas por el filtro del vocoder; viñetas de triunfos y miserias que fueron calando en un reguero de aplausos tras cada pausa. Con un sonido espartano y sobrio – la sala contenida era casi una nota más en sí-, el cuarteto ejecutó maravillosamente la fragilidad de ‘Writer’ (con el bajo de Matt Swanson retumbando poderosamente), ‘Directions to the can’ o la habitual ‘Gone tomorrow’, que cerró la primera parte del concierto.

Los bises se iniciaron con un monólogo del teclista Tony Crow que, con la chispa que le caracterizó toda la noche, nos contó que había acompañado a su mujer a comprar unos zapatos. Tras estos pequeños chascarrillos, Lambchop encaró la recta final del concierto con su versión de ‘When you were mine’, de Prince (que recientemente han grabado junto a  su actual batería, el  Wye Oak Andy Stack) para, a continuación, recrear una versión cuasi-discotequera de ‘The hustle’ que puso fin a la jornada  inaugural del Guitar Festival de  Barcelona.

Ruben

Oriundo de La Línea pero barcelonés de adopción, melómano de pro, se debate entre su amor por la electrónica y el pop, asiduo a cualquier sarao música y a dejarse las yemas de los dedos en cubetas de segunda mano. Odia la palabra hipster y la gente que no calla en los conciertos.