Crónica

Vodafone Paredes de Coura 2024

Sábado

17/08/2024



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Llegando a nuestra despedida del festival, la última jornada sin lugar a dudas se presentaba como la más cargada en cuanto a actuaciones que pintaban de forma inmejorable. De hecho, el primer concierto que inauguró el escenario principal corrió a cargo de la mismísima Hurray For The Riff Raff.

Alynda Segarra, la fuerza creativa detrás de esta banda, cautivó al público con una actuación que demostró por qué su último álbum, 'The Past Is Still Alive', es una de las joyas más brillantes de la música americana contemporánea. Estableciendo desde el principio un ambiente íntimo y envolvente, proyectando una sensación de introspección y viaje interior, lograron que la energía fuese in crescendo a medida que avanzaban con temas como 'Buffalo' y 'Hawkmoon'.

Uno de los momentos más destacados de la tarde fue la interpretación de 'Colossus of Roads', una poderosa declaración sobre la necesidad de espacios seguros para las personas LGBTQ+. La voz de Segarra resonó con una pasión abrumadora, haciendo eco en los corazones del público. 'Snake Plant (The Past Is Still Alive)' continuó con esa misma determinación, con una enérgica actuación que demostraba que nada puede detener a esta artista.

Sin embargo, el clímax de la noche llegó con 'Ogallala', la impresionante canción de cierre de 'The Past Is Still Alive'. Segarra y su equipo desplegaron todo su arsenal musical, con una interpretación arrebatadora que combinaba sutileza y potencia. Los solos de saxofón y las distorsiones de guitarra elevaron la pieza a cotas estratosféricas, dejando al público completamente cautivado.

A continuación, en el escenario Yorn no podíamos faltar a uno de los conciertos más especiales de todo el festival como era el de Palehound. El Kempner que no había perdido la oportunidad de bañarse en el río y explorar todos los rincones del festival previa a su actuación, se presentó en solitario para transmitir todo el corazón que reside en las canciones de su proyecto.

Con una guitarra acústica que le sirvió para destapar la cara más tierna, como la más cruda de sus composiciones, asistimos atónitos a toda una exhibición de vulnerabilidad, ya que composiciones como 'Independance Day' o 'The Clutch' se reducían a su mínima expresión, pero sonaban con toda la pasión de su versión de estudio. Recuperando auténticas joyas como 'Room', rescatada para la ocasión de su brillante 'A Place I'll Always Go', nos dio a entender como el directo iba a estar cargado de sorpresas.

Más de esos momentos de emociones a flor de piel llegaron con la sombría 'Killer' o la forma de depurar situaciones de lo más cabizbajas con 'Sneakers', todo un recital de como indagar en una discografía que ante todo logra dar voz a la necesidad de adoptar un tono confesional ante todos los sucesos vitales que nos superan. Sin olvidarse de su archiconocida 'Aaron' y mostrando una emoción desbordante por pisar y tocar por primera vez en Portugal, podemos afirmar sin ningún tipo de dudas que estuvimos ante uno de esos conciertos que se tardan en olvidar.

Otros que no defraudaron en absoluto y que hicieron gala de todo el poderío que reside en su sonido abrasivo fueron unos Hotline TNT que desde el primer momento salieron a por todas. A lo largo de toda su actuación, hicieron gala de su versatilidad al transitar por caminos más pop en 'I Thought You'd Change', sin perder ni un ápice de la contundencia que les caracteriza.

Las armonías vocales se fundieron a la perfección con los delicados arpegios, tejiendo una cálida manta de nostalgia y añoranza que cautivó a los asistentes. A medida que avanzaba el concierto, la complicidad entre los miembros de la banda se hizo evidente. Will Anderson ejercía como un director de orquesta, interactuando con el público y animando a la formación del pogo, mientras los demás integrantes respondían con una precisión milimétrica.

Temas como 'Out of Town' o 'History Channel' evidenciaron la capacidad de Hotline TNT para combinar la potencia desatada con sutiles matices, manteniendo siempre un delicado equilibrio. A través de todos estos recursos no resultó complicado llevarse por un auténtico sentimiento de euforia.

Trasladándonos al escenario principal, Slowdive regresaban a un festival que es ya como su hogar. En su tercera actuación en menos de 10 ediciones, llegaban con esa aura de banda que siempre hay que ver. La pulsante e hipnótica introducción sentó las bases para lo que sería una actuación cautivadora y llena de matices.

A medida que el final de la tarde avanzaba, la banda fue guiando al público a través de un viaje sonoro que alternaba la serenidad con momentos de una intensidad abrumadora. Temas que combinaban la melancolía y la euforia como fue el caso de 'Crazy for You' transportaron a la multitud a un estado de trance, mientras que otros con un ritmo más enérgico los mantenían en vilo, demostrando la versatilidad y maestría de Slowdive.

La conexión entre la banda y el público fue palpable, con ovaciones y gritos de emoción que acompañaban cada una de las interpretaciones. Las voces entrelazadas de Rachel Goswell y Neil Halstead crearon una atmósfera envolvente y emocional que llegaba al corazón de los presentes, logrando transportarlos a un universo propio.

Lentamente, Slowdive fue cerrando su set con una selección de temas como 'When the Sun Hits' o '40 Days' que resumían la evolución y el legado de su carrera. La emoción era tangible cuando la última canción resonó en el recinto, generando una prolongada ovación que reflejaba la admiración y el agradecimiento del público.

Continuando con la parte más revivalista del festival, aquella que da buena cuenta de los cimientos del mismo, The Jesus and Mary Chain se apoderaron también del escenario principal para ofrecer una actuación de lo más contundente. Su estilo inconfundible, mezcla de ruido y melodía, cautivó a la multitud desde el inicio.

Los temas de su más reciente álbum, 'Glasgow Eyes', sonaron con una energía y fuerza arrolladora, demostrando que la banda sigue vigente y con mucho por ofrecer. Canciones como la apertura avasalladora hicieron vibrar el recinto, con guitarras distorsionadas y letras cargadas de actitud rebelde. Pero la sorpresa llegó cuando la voz envolvente de Jim Reid se unió a la de una invitada especial, Rachel Goswell, en temas como 'Sometimes Always' y 'Just Like Honey', creando una atmósfera mágica.

La puesta en escena, a pesar de su sencillez, resultó impactante. Los hermanos Reid, ataviados en sus clásicos atuendos oscuros, se movían con una presencia hipnótica, dejando que la música fluyera como una ola imparable. Cada rasgueo de guitarra, cada golpe de batería y cada bramido del vocalista se sentía como una descarga eléctrica que recorría el cuerpo del público.

Los momentos álgidos del concierto llegaron con los clásicos de su discografía. Temas como 'Head On', 'In a Hole' y 'Reverence' desataron una explosión de euforia, con el público cantando a coro y entregándose por completo a la experiencia. La conexión entre la banda y los asistentes era palpable, como si se tratara de una comunión entre viejos amigos. Pero lo más destacable fue la capacidad de Jesus and Mary Chain para reinventar su propuesta a lo largo de los años, sin perder la esencia que los convirtió en leyendas.

Sin abandonar la década prodigiosas de las guitarras saturadas, pero en esta ocasión con brío melódico extra, Superchunk se mostraron en plena forma. Abrieron con el enérgico 'Why Do You Have to Put a Date on Everything', dando el pistoletazo de salida a una maratón de canciones a todo volumen que no dejó respirar al público en ningún momento.

Lo que siguió fue un set a toda velocidad, lleno de los temas más urgentes de su último disco, una pléyade de sus himnos más reconocibles que pedían ser coreados a voz en grito, y un puñado de temas más recónditos que los fans más acérrimos solicitaban a gritos, como 'Package Thief'. La verdadera magia del concierto radicó en la forma en que la banda logró transmitir la energía y la urgencia de su música.

Cada acorde, cada golpe de batería y cada grito desgarrador de McCaughan parecían estar cargados de una poderosa emoción que se contagiaba a la multitud. Fue como si el tiempo se detuviera y todos los presentes se unieran en una celebración del espíritu indomable del rock independiente. La incorporación de la baterista Laura King, proveniente de la banda Bat Fangs, resultó ser un acierto absoluto.

Cuando llegó el momento de 'Slack Motherfucker', el clásico cierre del concierto, la euforia del público alcanzó su punto máximo. McCaughan, sudoroso y sin aliento, lideró a la multitud en un coro apasionado, dejando claro que el espíritu irreverente y desafiante de Superchunk sigue tan vivo como siempre.

Convertidos en un auténtico fenómeno de masas y a menos de una semana de publicar su nuevo disco 'Romance', Fontaines D.C. aterrizaron en Coura con un semblante serio y de concentración. Los irlandeses, conocidos por su potente propuesta de post-punk, no defraudaron en su primera visita al festival portugués.

Grian Chatten, el carismático vocalista, saltó al escenario sin mediar palabra, como es su costumbre, y se abalanzó sobre el micrófono con una intensidad abrumadora. Desde los primeros acordes de 'Romance', la multitud respondió con entusiasmo, agitando los brazos al ritmo de la hipnótica melodía. La conexión entre la banda y el público fue inmediata, con Chatten generando una intimidad sorprendente a pesar de su austeridad verbal.

Temas como 'Televised Mind' y 'Big Shot' hicieron que el gentío saltara y se moviera sin descanso, dejándose llevar por la fuerza arrolladora de la música. Cuando llegó el momento de 'Boys in the Better Land', uno de los éxitos más conocidos de la banda, el frenesí se apoderó del recinto. Para cerrar su actuación, Fontaines D.C. optaron por dos temas de su nuevo trabajo, 'Favourite' y 'Starburster', dando una probada del sonido evolucionado que nos espera.

Sin apenas fuerzas, llegaba el momento de cerrar la noche como era debido, ya que Destroy Boys presentaban su flamante nuevo LP 'Funeral Soundtrack #4'. Sin dudarlo, nos presentaron buen parte del disco, reflejando la evolución y madurez que han alcanzado en su carrera. Las letras, profundas y reflexivas, abordaron temas como la identidad de género, las relaciones tóxicas y la necesidad de romper patrones dañinos.

Pero el set no se limitó a material nuevo, sino que también incluyó clásicos de discos anteriores como 'Criminal' y 'Nighttime', que desataron la euforia de los fans más acérrimos. La complicidad entre Roditis y la guitarrista Violet Mayugba fue palpable durante toda la actuación. Uno de los momentos álgidos del concierto fue la interpretación de 'Boyfeel', una canción que explora la fluidez de género de Alexia y su proceso de autodescubrimiento. Con una energía arrolladora y un mensaje poderoso, Destroy Boys dejaron una huella imborrable en el Vodafone Paredes de Coura 2024, logrando el cierre más reivindicativo posible.

Redacción Mindies

Los miembros de la redacción de Mindies amamos la música por encima de todas las cosas.

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