Crónica

Vodafone Paredes de Coura 2022

Martes

16/08/2022



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Después de tres años sin estar rodeados por el verdor característico de Paredes de Coura, el rencuentro con el festival de nuestros sueños fue todo lo espectacular que podíamos imaginar, cumpliendo nuestras expectativas en cuanto a calidad de la propuesta estilística como en mejorar las ya de por sí comodidades que nos ofrece el recinto de conciertos y la zona de camping. Todo este forzoso tiempo en barbecho que ha sufrido el festival ha servido para que en este caso la organización sí que haya trazado nuevos planes en cuanto a la comodidad de sus asistentes, pudiendo decir que es la única gran cita musical de la península que sí que ha regresado cuidando a su público frente a anteriores ediciones. Algo que es mucho decir, porque si ya de por sí año tras año nos hemos ido encontrando unas instalaciones y servicios de mayor nivel para el público que pernocta en los alrededores naturales de la playa fluvial de Taboão, este año hemos visto cómo se incrementaban las facilidades en cuanto a duchas, aseos y demás instalaciones que hacen la vida más fácil a aquello de dormir en una tienda de campaña durante una semana o más.

Además, este año hemos vivido la experiencia festivalera completa, ya que en la primera jornada regreso una lluvia que hacía bastantes ediciones que no nos la encontrábamos de forma tan persistente. Si bien es cierto que tan solo hizo acto de presencia en la primera jornada del festival, este elemento proporcionó alguna que otra estampa más completa a lo que es el conjunto de imágenes difíciles de borrar de nuestra mente. Quizás la primera más destacada llegó nada más pisar el escenario The Lemon Lovers, una banda que sugiere entornos más desérticos y cálidos en su música, pero que a la postre demostró como enorme sensibilidad para trazar líneas de dream pop bañado bajo la canción americana también combina a la perfección bajo la persistente humedad del martes. En una apertura centrada exclusivamente en grupos nacionales, aquellos que seguramente hayan sufrido más que las estrellas internacionales la imposibilidad de ofrecer conciertos en los últimos años, la banda liderada por João Pedro Silva y Victor Butuc sabía como llamar la atención de un público donde parecía que todo el mundo se conocía desde hace tiempo a juzgar por los abrazos presentes desde los compases iniciales del concierto.

Dispuestos a afrontar 12 horas de música en directo, la retahíla de buenos conciertos que vivimos en los primeros compases de la tarde resultó más que destacada. Sin ir más lejos Ocenpsiea nos rompían los esquemas con un concierto en formato quinteto donde sabían como alternar entre la electricidad propia de un jazz deconstruido y momentos donde las líneas rítmicas apuntaban incluso al dubstep. Aguantando en todo momento el pulso a aquello de ofrecernos un juego de contrastes bien medido, logran congregar a bastante público en la carpa Vodafone FM. También la afluencia fue destacada en el concierto de Noiserv, quién logró ofrecer un directo de lo más fascinante dentro de su particular mundo de teclados imprevisibles. Con su característico rostro de concentración y su forma de lograr pequeños destellos experimentales, abrió al máximo todos los secretos de su directo con cuatro cámaras que apuntaban a los diferentes ángulos del escenario y nos ofrecían en la pantalla del fondo la manera en la que iba construyendo las canciones.

Aumentando poco a poco las revoluciones del festival, Paraguaii ofrecían uno de los mejores y más aplaudidos conciertos de la recta inicial del festival. Tirando de espíritu festivo antes de que se cumpliesen las cinco de la tarde, la electrónica del conjunto sonaba en su máximo esplendor, posibilitando que los graves retumbasen para evidenciar como siempre sus canciones se construyen de menos a más. Haciéndonos ver como lo suyo está más que relacionado con hacer relucir líneas de pop un tanto atmosféricas sobre un aparataje sintético aferrado a los loops que enganchan, no tardamos en observar los primeros movimientos más que dinámicos entre las primeras filas del público. De una forma muy diferente, Benjamim se metió al público en el bolsillo en el escenario principal. Centrando su directo en su fabuloso Vias de Extinção, que cumple ya un par de años, el artista y su banda desataron los primeros coros enfervorecidos por parte del público en todo el festival. Como si estuviésemos en latitudes más meridionales, el arsenal de recursos a medio camino entre lo orgánico y lo inorgánico causo desde luego el impacto que veníamos buscando.

Tampoco se quedó corto Rapaz Ego en cuanto a estribillos coreados de los asistentes a su concierto. Con una trayectoria donde se ha atrevido a todo en poco más de tres años, lo que nos ofreció en su directo estuvo muy relacionado con dar rienda suelta a su cara melódica más desinhibida. Destacando como todo lo que ocurría encima del escenario se mecía a través de unos medios tiempos irresistibles, donde las narrativas repletas de recovecos y giros inesperados que pueblan sus temas hacían el resto, Luís Montenegro se movía como pez en el agua en aquello de provocar los bailes acompasados del público. Mención especial mereció un ‘Quero Tanto’ donde pudimos comprobar como sus temáticas son fiel reflejo de festejos interpersonales que nunca debemos olvidar. Cambiando completamente de tercio, pero recibiendo también a otra de las figuras más imponentes de la música portuguesa contemporánea, Rita Vian ofreció un directo de grandes vuelos, solemnidad y carisma arrollador. Con un músico situado en segundo plano, la lisboeta hizo gala de sus dotes para combinar el fado más pasional con la oscuridad de unas bases electrónicas que siempre apuntaban hacia lo turbulento. Así es como fue capaz de provocar el silencio sepulcral con la versión de ‘Carmencita’ de Amália Rodrigues, tema con el que se despidió entre fuertes vítores.

Aproximándonos poco a poco hacia los conciertos de las bandas más mediáticas de la noche, en esta edición tan especial no podían faltar unos clásicos que han ido de la mano del crecimiento del festival. Estamos hablando de unos Linda Martini que ofrecieron el concierto más incendiario de los primeros compases de la cita musical. Como cabía esperar, apostaron por exhibir su entrega desde el primer minuto, sonando de lo más rutilantes y con ese espíritu de guitarras crispadas que a estas alturas les ha valido ser una de las bandas portuguesas más reconocidas internacionalmente. Repasando en poco menos de tres cuartos de hora su trayectoria más reciente con ‘Horário de verão’, pero tirando también de un ‘Cem metros sereia’ que ya ha cumplido más de 10 años, quedó claro como tienen mucho que reivindicar. Hablando también de reclamar lo que es suyo, 10,000 Russos demostraron los motivos por los que son una de las mejores bandas de kraut que conocemos. Lo suyo desde el primer momento fue ir a piñón fijo ofreciéndonos unos temas donde primaban las voces completamente aferradas a lo sobrecogedor y esa forma de no abandonar nunca ritmos cíclicos capaces de crecer en algo aún más grande. Con sus buenas dosis de distorsión y muros de sonido impactantes, el trío hizo que su concierto nos pareciese incluso corto.

Regresando al escenario Vodafone FM, Bruno Pernadas y su banda nos ofrecían otro de los conciertos de ensueño de esta jornada inaugural. A estas alturas queda bastante claro como su música está repleta de pequeños detalles arreglísticos que marcan las diferencias. Optando por no sacrificarlos en directo, lograron surcar géneros que van desde el tropicalismo al jazz, todo ello incidiendo en esa enorme capacidad para lograr que sus temas siempre tomen aire y se extiendan lo más hermosamente posible a lo largo del tiempo. Con una ejecución perfecta, pero también con el suficiente espacio para dejar que la imaginación de los músicos localizados en el escenario propicie que las canciones tomen caminos un tanto serpenteantes, lo de Bruno Pernadas volvió a resultar algo de otro mundo. Tirando de más artificios, pero asegurando también una propuesta totalmente entretenida, Moullinex no dudaron en ofrecer su cara más agitada en el escenario principal. Con las nubes de lluvia ya alejadas completamente de nuestras cabezas, entregarnos a su dance pop resultó de lo más sencillo. Evidenciando como ante todo saben como dar con la tecla precisa en todo lo que implica combinar un apartado rítmico percutivo y unas líneas melódicas pegajosas, canciones como ‘See Me Burn’ propiciaron momentos más que dignos de un after hours que nunca quieres que acabe.

Cerrando la noche asistimos a uno de los momentos más mágicos de todo el festival, ya que el Conjunto Cuca Monga ofreció un concierto de escopetín, enfocándolo como una gran celebración de la amistad. Dejándonos estampas donde los abrazos, las miradas cómplices y lo necesario que es siempre entregarse a la diversión entre personas con las que compartes mucho eran las protagonistas, la numerosa formación musical transformó a su antojo las canciones originales de buena parte de los artistas que se encontraban en el escenario. Concentrados en escasos metros cuadrados, Catarina Branco, Luís Severo, Madalena Tamen, Francisco Ferreira, Luís Montenegro y muchos más, se intercambiaban micrófonos, instrumentos, bebían y reían para representar todo lo que hemos echado tanto de menos en estos últimos años.  De esta forma es como caímos rendidos ante temas que forman parte ya de una memoria colectiva como es el caso de ‘Planície (Tudo igual)’, ‘Vida Dupla’ o ‘Boa Memória’. Por supuesto, la traca final no pudo llegar de otra forma que no fuese con ‘Os Amigos’, la canción con más significado del primer y excepcional día de festival.


Crónica a cargo de Noé Rodríguez y Garazi Espinosa

Tratando de escribir casi siempre sobre las cosas que me gustan.

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