Crónica

Primavera Sound Madrid 2023

Viernes

09/06/2023



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Después de verificar en las redes sociales del festival que por la tarde se abrirían definitivamente las puertas de la Ciudad del Rock, nos dirigimos hacia el Auditorio de Príncipe Pío para disfrutar de uno de esos conciertos que de entrada se intuye que iba a dejarnos muy satisfechos. Julia Holter regresaba al festival, seguramente con un buen puñado de nuevos temas y ganas de repasar una trayectoria de lo más infravalorada. Acumulando en los últimos años un buen puñado de trabajos que oscilan entre el pop barroco y una experimentación en la que no es necesario alcanzar una complejidad extrema, la norteamericana es una de esas artistas que vive ajena a cualquier moda. Así nos lo demostró al lado de su banda en su segunda actuación en el festival, empezando sin concesiones gracias a ‘Sea Calls Me Home’. Con un torrente vocal preciso, capaz de transmitir esa ternura que sentimos cuando las emociones nos desbordan, pero también elevarse al máximo a la hora de abrirse paso entre los acordes más atonales, Julia nos puso los pelos de punta con gran facilidad.

Recuperando ‘Silhouette’ de su Have You In My Wilderness, dio inicio a ese formato de canciones que crecen de forma exponencial sin verlo venir. Todo ello mostrándonos en todo momento cuáles son las cartas de su baraja, sin ocultar que es todo lo que suena encima del escenario y cómo su ejecución no tiene ningún artificio. Sumidos en la propuesta a medio camino entre la tensión de los días de tormenta y la calma que sabemos que llegará a continuación, continuó tirando de fondo de armario con temas como el díscolo ‘In The Green Wild’. Más momentos especiales llegaron de la mano de nuevas composiciones bautizadas como ‘Sun Girl’ y ‘Spinning’, dando buena cuenta de cómo lo próximo en llegar llevará su sello inconfundible, logrando que dinámicas aparentemente dispares encajen dentro de una misma composición con total normalidad. Entre estas apreciaciones nos fuimos asomando al final del concierto perfecto, culminado con su clásico ‘Betsy On The Roof’ que nos volvió a robar una vez más el corazón y a saltar las lágrimas.

Ya por la tarde, teníamos muchas ganas de comprobar la puesta a punto tanto del recinto como del funcionamiento de los buses lanzadera del Metropolitano. Con una generosa flota de ellos, a primera hora de la tarde no tuvimos ningún problema en llegar a algunas de las actuaciones más destacadas con las que se inauguraba la Ciudad del Rock. Entre ellas teníamos marcada la de Avalon Emerson, no en su faceta de DJ, sino presentando las canciones de su nuevo disco & The Charm. En este salto al dream pop más etéreo, pero al mismo tiempo refrescante, nos encontramos ante una propuesta que bebe del shoegaze de bajas pulsaciones, todo ello contando con la figura de la propia Avalon totalmente liberada para deambular por el escenario transmitiendo esas sensaciones tan liberadoras que contienen las canciones en su versión de estudio. Así fue como destacaron sobremanera composiciones del estilo de ‘Karaoke Song’ o ‘A Dam Will Always Divide’, con la que cerró el concierto entre agradables tintineos sintéticos que auguran una etapa muy interesante de la artista.

Dirigiéndonos a la entrada del recinto, concretamente al escenario Tous, nos esperaba nuestra banda neozelandesa favorita, es decir, The Beths. La alegre formación, liderada por Elizabeth Stokes, regresaba a Madrid con dos discos más desde su debut en la capital. Contando con el pez que protagoniza su último LP Expert In Dying Field, esta vez en formato hinchable, daba inicio a uno de esos directos que transcurre sin que te des cuenta gracias a la sucesión perfecta de píldoras de pop guitarrero totalmente contagiosas. Sonando en versión politono 'Future Hates Me', para posteriormente pasar a la interpretación en directo, arrancaba el segundo concierto que más sonrisas provocó entre los asistentes en la jornada del viernes, todo ello gracias a un sonido hipervitaminado y la mezcla perfecta de singles como 'Out of Sight' o 'I'm Not Getting Excited'. Sintiendo cómo saben meter la directa y lograr la aceleración instantánea con gran facilidad, nos fuimos acercando al final del directo que fue coronado con 'Silence is Golden' y la propia 'Expert In Dying Field' que, a estas alturas, se ha convertido en una de las canciones más representativas del grupo.

Acto seguido, nos dirigimos con celeridad hacia el escenario Santander, ya que Japanese Breakfast por fin debutaba en Madrid. Tras cancelar el año pasado en las ediciones de Barcelona y Oporto, esta vez nada podía salir mal para ofrecernos uno de los grandes conciertos de la jornada. El crecimiento propiciado por su último trabajo Jubilee le ha servido para reenfocar su directo hacia un mayor dinamismo, encontrando pequeños momentos de felicidad plena, donde la artista va de un lado al otro del escenario e incluso anima a sus fans para que la comunión sea total. Al mismo tiempo, el tener una nutrida banda de respaldo la libera a la hora de poder cantar con más confianza, dejándonos ante momentos arrebatadores en el apartado vocal como los de la inicial 'Paprika' o 'The Woman That Loves You'. Con todos estos elementos, el directo adquiere rápidamente un ambiente completamente cautivador sumiéndonos de lleno en esta forma delicada de depurar emociones un tanto dolorosas. Sin olvidarse tampoco de sus primeros discos, resulta muy interesante comprobar cómo conviven en el setlist canciones como 'The Body Is A Blend' y 'Posing In Bondage', transmitiendo todo el magnetismo encerrado en su música. Por lo tanto, la espera para poder volver a verla en nuestro país valió mucho la pena.

Unos minutos más tarde, llegó el que a la postre sería quizás el concierto más memorable del festival. La reunión de The Moldy Peaches bien valía pillar una de las primeras filas, ya que sabíamos que Adam Green, Kimya Dawson y compañía son sinónimo de ternura, de emociones cotidianas y de amor en sus múltiples variantes. Ataviados cada uno de ellos con un disfraz diferente, se presentaron en el escenario dispuestos a repasar éxitos obvios y no tan obvios, gozando de un sonido perfecto con el que dar también rienda suelta a su vertiente más descontrolada. Asistir a un concierto de The Moldy Peaches en pleno 2023 supone tener que tirar de recuerdos que se presuponen felices, pero que quizás en su momento no lo fueron tanto. Precisamente esa lucha contra la nostalgia es la que propugna el grupo en muchas de sus canciones, encontrando siempre en las personas adecuadas (amigos, pareja) el bastón necesario para desbaratarla. Momentos como los de 'County Fair' son capaces fácilmente de emocionarnos sin ser conscientes de ello, o ese 'Jorge Regula' donde lo cíclico de la vida golpea con fuerza y representa muy bien la forma en la que van y vienen los éxitos y fracasos. Con un setlist donde no faltaron perlas como la ya de por sí lacrimosa 'Nothing Came Out' o ese 'Anyone Else But You' que hace que si justo ves el concierto con la persona más especial de tu vida se magnifique todo aún más. En definitiva, canciones destartaladas de músicos que encuentran en lo común historias totalmente extraordinarias.

Después de la dopamina que nos habían dejado The Moldy Peaches, todo parecía indicar que Alvvays continuarían haciendo que al menos se mantuviese, algo que lograron parcialmente. Resulta innegable la gran acumulación de canciones que podrían haber sido singles sin dudarlo, pero sin embargo el pobre sonido y la escasa definición de sus guitarras hicieron que su concierto no fuese todo lo pleno que pudiese ser. Con un setlist inmaculado inaugurado por 'Pharmacist', proyecciones que recogían los pequeños placeres de la vida como observar las hojas de los árboles caer y una iluminación que recreaba a la perfección esos colores mate con los que vemos el mundo a través de sus canciones, los canadienses creaban un clímax perfecto en el que solo faltó un sonido más repleto de matices. Sin olvidarse de clásicos consolidados como 'Adult Diversion' o 'Not My Baby', comprobamos cómo la excitación del público no solo llegaba a través de las canciones de su aclamado nuevo disco Blue Rev. Evidenciando cómo iban a tocar casi todo lo que imaginábamos en nuestra cabeza que no iba a faltar, llegó una recta final de fantasía con 'Dreams Tonite', 'Easy On Your Own?' y 'In Undertow' que definitivamente nos subieron en una nube e hicieron que nos olvidásemos de lo bajo que habían sonado.

Cambiando claramente de tercio, llegó el turno de unos Nation of Language que tenían la dura tarea de competir con Depeche Mode. Siendo conscientes de ello, Ian Richard Devaney agradeció nada más empezar el concierto la presencia de un público escaso, algo que no fue ningún tipo de impedimento para que desplegara su habitual entrega al baile frenético. Lo magnético de este frontman se mezcla a la perfección con esa forma en la que Aidan Noell desata todos los sonidos sintéticos desde sus teclados, logrando a la perfección transmitir el contenido arrebatador de sus letras. Arrancando con una 'Automobile' que dejaba claro cómo lo suyo se basa en potenciar los graves y encontrar melodías lo más sinuosas posibles, nos hicieron ver que el setlist estaba confeccionado astutamente para no dejarse nada interesante en el tintero. Así es como prosiguieron con 'This Fractured Mind', para asegurarse de que las pulsaciones no descendieran en ningún momento. Afortunadamente, su esfuerzo se vio recompensado, ya que poco a poco los despistados que se dejaban caer por el escenario Ron Brugal se iban acumulando, seducidos por una entrega tan honesta. De ahí que, cuando llegó la gran descarga final con 'On Division St.', 'The Wall and I' y la siempre infalible 'Across That Fine Line', su concierto se había convertido en lo más parecido a una discoteca setentera de lo más disfrutable.

Sin cesar en el espíritu de baile, nos dirigimos a ver cómo se las gastaba Georgia en directo. La menuda artista británica es la perfecta mujer orquesta, apañándoselas a las mil maravillas para ser ella misma la que lanza y ejecuta todo lo que suena encima del escenario. Logrando desde los compases iniciales de ‘Started Out’ desatar a los asistentes, inició un auténtico directo marcado por su amabilidad, intensidad en recorrer todos los puntos del escenario y hacer también al público partícipe de su show de alguna manera. Escogiendo de una forma acertada las canciones de su LP debut Seeking Thrills y pasándolas por un filtro aún más bailable, más destinado a incidir en todas aquellas bases rítmicas que aportan un mayor espíritu festivo a los temas, supo cómo lograr que las pulsaciones no bajasen en ningún momento. Dejando también espacio para temas más recientes como ‘Get Me Higher’ o ‘It's Euphoric’, nos hizo ver su capacidad de revolucionar sus propios temas, sonando casi como remixes ejecutados en un estado de ánimo alterado que sienta a la perfección al formato directo. Cerrando con ‘Running Up That Hill’, dejó el listón bien alto en aquello de ofrecernos lo que el cuerpo nos pedía a esas horas.

Las últimas horas de la noche presentaban una variedad estilística más que interesante, pudiendo elegir propuestas de lo más dispares como las de Kyary Pamyu Pamyu y Unwound. Las primeras lograron montar una auténtica clase de aerobic con un público bien coordinado que no paraba de reproducir todos los movimientos de las tres artistas localizadas encima del escenario. Tirando de éxitos virales como ‘Cherry Bonbon’, ‘PONPONPON’ o ‘Candy Candy’ capturaron la atención de la mayoría de la gente que abandonaba a esas horas el recinto, pero que ante tal despliegue de colorido y de canciones entregadas a la necesidad de melodías tan sencillas como memorables se quedaban un buen rato más para ser partícipes de las coreografías bien sincronizadas del grupo. A través de gritos constantes de “raise your hands” y “clap your hands” no dejaron que nadie permaneciese quieto, ofreciendo de este modo uno de los directos más participativos de la presente edición del festival.

Con un público bien diferente, Unwound materializaban su regreso a los escenarios con un directo de sonido sobresaliente. Sonando tan pesados en lo rítmico, como desbordantes de emociones sombrías en el plano melódico, generaron un clímax perfecto para la madrugada, encontrando cómo transitar a través de dinámicas que alternaban entre el slowcore bien afilado y esos atisbos de post hardcore donde la interpretación estática nos hacía indicar siempre que no irían a más. Ofreciéndonos composiciones como ‘Envelope’ donde se veía alguna que otra astilla saltar por los aires, entendimos los motivos por los que Unwound se convirtieron en una banda de culto en los alrededores de Olympia, representando a la perfección el nacimiento de un sonido aguerrido que no necesitaba recurrir a los tópicos del grunge. A través de rasgueos secos, pero bien complementados por el hecho de ir todas a una, nos ofrecieron un final de concierto apabullante gracias a ‘Valentine Card’ y ‘Where Are and Were or Is’, dos canciones que son algo así como la cara y la cruz del grupo a la hora de capturar la esencia más díscola de su sonido.

Redacción Mindies

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