Después de mucho esfuerzo y mantenerse fieles a la filosofía que siempre les ha caracterizado a la hora de programar conciertos, el Colectivo Laika consiguió sacar adelante la edición más complicada del Tónal, resultando paradójicamente la más exitosa de todas las que recordamos. Pocos años hemos visto desfilar por el LAVA tantas caras nuevas entre un público de lo más heterogéneo, siendo conscientes de un importante cambio generacional con el que garantizar la supervivencia de propuestas tan espléndidas como las que cada año nos encontramos en la muestra musical otoñal. Seguramente las ganas de ver música en directo de pie también ayudaron bastante, pero lo que está claro es que el formato planteado en esta edición, contando con una jornada más e intercalando acertadamente artistas que provienen de mundos muy diferentes, sirvió para que la respuesta de locales y foráneos fuese más que acogedora. Junto a ello, el afán por seguir mejorando en los pequeños detalles que están en su mano hizo que al finalizar la jornada del sábado sintiésemos que definitivamente el Tónal va a más, pudiendo abrir la puerta a algo aún mayor dentro del crecimiento sostenible que ha experimentado a lo largo de estos años.
Sin poder pasar tampoco por alto el cúmulo de encuentros post pandémicos y la conjunción entre respeto por los artistas y ganas de ser partícipes al máximo de lo que nos deparaban las actuaciones, nos encontramos de nuevo ante ese afán por descubrir nuevas bandas, no olvidándonos tampoco de disfrutar conciertos que ya de antemano se vislumbraban como catárticos. Todo esto propició un festejo total del recuperar todas aquellas sensaciones que hacen tan especial juntarnos con los nuestros para disfrutar de nuestras bandas favoritas. Sin ir más lejos, la euforia vivida en Mujeres y VVV dejó claro como resultaba imposible reprimir por mucho tiempo más el roce humano de los pogos o la forma en la que te golpea en el pecho cada porrazo de la batería a un volumen atronador. Así que bien se podría decir que el Tónal comenzó un nuevo capítulo en nuestras vidas en todo lo referido a volver a sentir cosas importantes que acaban perdurando en la memoria colectiva. Recapitulando sobre todo lo vivido encima y debajo de los escenarios, no podíamos pasar la ocasión de comentar todo lo que pasó ante nuestros ojos el pasado fin de semana.

JUEVES
Como cabía pensar, el concierto de apertura a cargo de Maria Reis comenzó con un público reducido que poco a poco se fue incrementando, pudiendo de este modo disfrutar de todas las bondades de la artista lisboeta al frente de su guitarra acústica. Encontrándonos con un hándicap a mayores como era consumir la bebida solo en la zona más cercana a la barra, estando de este modo con un arranque donde había más personas al fondo de la sala que cerca al escenario, notamos como Maria tiraba de entrega para lograr llenar todo el espacio forzosamente vacío de las primeras filas. A pesar de ello, en cuanto la gente fue terminando sus primeras consumiciones, no dudaron en avanzar posiciones y sumergirse de lleno en la propuesta.
A través de un gran brío interpretativo, donde encadenaba canciones las canciones mediante acordes ejecutados casi en forma de loop, repasó buena parte de su disco Chove na Sala, Água nos Olhos junto con su reciente A Flor da Urtiga. Comprobando como la energía cada vez iba más in crescendo, atreviéndose a pedir palmas al público e incidiendo en toda la parte rítmica de canciones como ‘Bicho Papão’ o ‘Balúrdio’, comprobamos lo bien que Maria también defiende los temas en formato acústico, no echando en falta ninguna capa adicional. Recuperando incluso la estupenda ‘Ó Miguel’ de Pega Monstro, la banda que integra junto a su hermana Júlia, sentimos más que nunca ese reprís endiablado que pueden tomar sus composiciones, todo ello para dejarnos con el corazón blandito gracias a la final ‘Olívia’ con la que dejó el listón lo más alto posible para el resto del festival.

Acto seguido Depresión Sonora debutaban en Valladolid ante un público de lo más receptivo, identificando la chaqueta de Adidas y el corte mullet como buenos distintivos del fan más acérrimo de la banda. Dejando huella a través de sus historias de perdición y esa forma de guiarlo todo por los terrenos del post punk más nervioso y repleto de cajas de ritmo, la voz de Marcos emergió casi en modo profético para provocar los primeros pogos del festival. La combinación entre una interpretación totalmente sincera, donde se dan la mano dentro de los temas el hastío y la crudeza por mostrar que más allá de la realidad no hay otra realidad, creó ese clímax perfecto para dejarnos ante canciones tan destacadas como ‘Gasolina y Mechero’ o una versión del ‘Disorder’ de Joy Divison que realmente hace justicia al legado del grupo. Poco más se puede pedir a una formación que explota a las mil maravillas sus virtudes y que conecta con su público sin necesidad de abandonar todo lo intrínseco de su personalidad.
Bien diferente se presentó el concierto de Leïti Sène, estando ante un público donde la media de edad bajó hasta niveles inesperados. Dejándonos ante una puesta en escena donde todo lo que representa la fama instantánea cobraba un gran protagonismo, asistimos ante momentos de locura colectiva a la hora de dejarse llevar por las bases graves y todas esas estrofas marcadas por la persecución de sueños aparentemente inalcanzables. Haciéndonos ver como las canciones del artista se enrevesan a través de líneas melódicas bastante imaginativas que rompen con toda la monotonía marcada por el característico apartado vocal del trap, Leïti y su séquito no dudaron en caldear a todos los presentes y lanzarse a pie de pista para interpretar la recta final del concierto con los presentes. Así es como pudimos comprender de lleno lo que supone vivir en un live eterno de Instagram, junto con aquellos nuevos fenómenos que de buenas a primera vienen a plasmar todo lo que se cuece en una forma de hacer música que se expande como la pólvora.

A pesar de ser jueves y superando con creces la media noche, el cuerpo pedía bailes verdaderos, llegando los peruanos Dengue Dengue Dengue para satisfacer las peticiones del público. El dúo no defraudó en absoluto en una sesión de lo más completa, acompañada por unos visuales donde nos ofrecían una excitante visión selvática de todo lo urbano que se encuentra a nuestro alrededor. Este despliegue de medios ayudó sobremanera a contribuir a que buena parte de las primeras filas entrase en éxtasis desde el primer momento, exhibiendo coreografías un tanto imposibles para buena parte de los mortales. Controlando a las mil maravillas las revoluciones que pedía cada parte de su sesión, llamó la atención como fue en la recta final donde dieron rienda suelta a un mayor cúmulo de estilos donde siempre estuvo muy presente su agitada forma de revisionar todo lo que implican los ritmos étnicos de sus raíces. Entrelazando voces que brotaban de una forma tan extraña como atractiva, podemos afirmar que mereció mucho la pena gastar las últimas energías de una jornada de apertura tan heterogénea como disfrutable.
VIERNES
En la segunda jornada no tuvimos que esperar mucho a encontrarnos con el concierto revelación del festival, ya que Lucía Tacchetti y Cabiria ofrecieron una presentación de relumbrón de todo lo encerrado en ELETÉ. El carácter sintético de los temas tomó carices más vertiginosos, provocando que todas las modulaciones y ritmos pegajosos destacasen sobremanera, conquistando incluso a todos aquellas personas que lucían camisetas de otros grupos. El hecho de plantear el directo como un mano a mano donde Lucía llevaba el peso vocal y Cabiria se mostraba desatada a los teclados propició que el toque desinhibido que quizás no se aprecia tanto en la versión de estudio de los temas saliese a relucir sobremanera. Así fue como el público no dudó en agitar los brazos con ‘Todo Está Donde Lo Dejé’ o incluso en esa versión de ‘El Magnetismo’ de Él Mató que acaba discurriendo por coros tan robóticos como celestiales. Por lo tanto, podemos afirmar que lo vivido en su concierto nos dejó ante esa excitación por comprobar como muchas veces un directo puede superar cualquier tipo de expectativa creada previamente en nuestras cabezas.

Pegando un giro al destino de la noche, Rojuu se metió al público en el bolsillo con tan solo hacer acto de presencia en el escenario. Resulta innegable como el joven artista catalán posee un carisma arrollador, haciendo que cualquier cosa que salga por su boca puede desencadenar ese estado de admiración propia de los mismísimos seguidores de Take That. Bien es cierto que el derroche de personalidad del artista logró sostener buena parte del concierto, ya que en los momentos en los que abandona la senda más íntima y romántica derivan en un caótico karaoke donde se pone de manifiesto como el factor de imprevisibilidad en todo momento es inexistente. A pesar de ello, nada impide que realmente sus canciones puedan tocar la fibra desde los compases iniciales, logrando de este modo trazar estampas precisas de todo aquello que implica encontrarse ante problemas que parecen irresolubles a ciertas edades y así lograr que la voz de la experiencia también pueda aparecer incluso en la adolescencia.
Los siguientes en caldear la jornada fueron ni más ni menos que Axolotes Mexicanos, una de esas bandas que no importa las muchas veces que las veas en directo porque las disfrutarás como el primer día. Con su nueva formación más guitarrera que nunca se marcaron uno de esos conciertos donde los hits coparon la mayor parte del tracklist, sintiendo como siempre premia esa necesidad de eterna comunión entre artistas y público. Poco les hace falta a Axolotes para lograrlo, pero es que además ya se encuentran en ese momento donde hasta los clásicos más recientes de su último disco no suenan para nada ajenos al recto de su trayectoria, haciéndonos sentir como la cara más bajonera del grupo ha dejado de percibirse como tal. Estos detalles son los que marcan el crecimiento de una de esas bandas por las que no parecen pasar los años a la hora de transmitirnos una frescura envidiable y conquistarnos una vez más a través de todo lo rocambolesco de las historias encerradas en sus composiciones.

Clausurando la agitada segunda jornada del festival no podían faltar Mujeres, ofreciendo otro directo más que memorable para la colección. Afrontando cada día que se suben encima de un escenario como si no hubiese mañana, el trío desde un primer momento derrochó esa entrega hasta límites insospechados, logrando que la vivacidad de todo lo que nos transmiten en sus canciones no parase de crecer a lo largo de toda su actuación. No dejando pasar las múltiples posibilidades que ofrece su más reciente EP Rock y Amistad, pudimos festejar sobremanera el contenido de canciones como ‘Un Glorioso Año’ que sin lugar a dudas adquirió una nueva dimensión en directo. Como si no hubiese tregua y hubiese que aprovechar cada segundo al máximo por lo que pueda llegar a la mañana siguiente, la euforia eterna que marcó toda su actuación sin lugar a dudas supone el mejor combustible posible para encarar todo lo que se nos ponga por delante.
SÁBADO
A todas luces el concierto que abría el último día del festival se presentaba como uno de aquellos que dejan constancia de la eterna búsqueda del Colectivo Laika de bandas que despunten sobremanera sin haber alcanzado aún un momento destacado de popularidad. Luego llegó el momento de la verdad en el que Mundo Prestigio corroboraron los presagios, marcándose una actuación impecable donde solventaron con crecer el hecho de no contar con colaboradores en la parte vocal. Poco echamos de menos a los habituales Nuno, Ortiga o Mariagrep, ya que incluso tocaron alguno de los temas que estos interpretan ofreciéndonos una reinterpretación con todo tipo de matices que de lo contrario podrían haber pasado por alto. Esto es toda una ventaja para una banda que es capaz de hacer que tanto la parte sampleada como lo orgánico de la batería y del bajo se fundan sin prácticamente enterarnos. Si a esto le unimos un talento descomunal que quedó patente en momentos como la forma de guiarlo todo por el goove más elegante posible de ‘La Mansion du Bonheur’ o esa estela brillante que alcanza su máximo con el becerro mostrado en ‘Quen Quere Falar’, obtenemos el equivalente a encontrar a tu nueva banda favorita.

Saltando directamente a la formación más veterana y con más galones del festival, Los Punsetes supieron solventar los problemas técnicos que marcaron el inicio de su concierto donde en las primeras filas a duras penas se podía distinguir algo que no fuese la guitarra de Antonna. Sin embargo, el hecho de que el público se conociese las letras de las canciones al dedillo provocó que la pelota de sonido pudiese ser encarada de otra forma, haciendo que para el momento en el que llegaron clásicos tan destacados como ‘Alférez Provisional’, ‘Tu Puto Grupo’ o ‘Arsenal de Excusas’ nos hubiésemos olvidado de lo demás. Como siempre, Ariadna nos dejó ante un vestuario de esos que no podemos sacarnos de la cabeza, añadiendo de este modo el toque sorpresivo que nunca puede faltar en cualquier concierto de la formación madrileña, estando en esta ocasión ante una unión de Cruella De Vil y unas prácticas tanatoestéticas un tanto inconclusas. Únicos en su especie, se puede decir que cada concierto de Los Punsetes siempre es especial.
Por último, llegó otro de los momentos más memorables del festival como fue el ratificar que VVV ya no son un grupo reducido a la escena unerground de la capital, sino todo un fenómeno capaz de calar hondo con un sonido que a estas alturas ya huye completamente de cualquier revival. Con la mejor puesta en escena y el sonido más alto de todo el festival, comprobamos como el LAVA se convirtió en lo más parecido una mezcla entre polígono valenciano de los noventa y una nave industrial donde los mínimos destellos lumínicos resultan totalmente reveladores. A través de un repertorio totalmente sólido donde no faltó la versión de ‘Estrella de Mar’ de Amaral y una interpretación apoteósica de su más reciente sencillo ‘Odiar Frontal’, el trío provocó un caos totalmente disfrutable donde tomar al mismo tiempo conciencia de clase y sentir de donde viene y hacia donde va su música. Ojalá más grupos como ellos donde realmente todo es lo que parece.

