La jornada del sábado se presentaba como la más madrugadora de todas, ofreciendo la posibilidad de conciertos prácticamente matinales como los de Dani y La Bien Querida. Una ocasión más que favorable para disfrutar de un día de música y familia, algo que también se convirtió en la tónica general del festival, ya que durante toda su celebración comprobamos cómo los más pequeños tampoco se perdían a aquellos que probablemente se conviertan en sus grupos favoritos. Sin ir más lejos, Allah-Las podrían ser uno de ellos, a juzgar por el gran directo que ofrecieron bajo el sol de justicia del que aquellos horas se refugiaban los asistentes en las abundantes sombras del recinto. A pesar de tener un nuevo disco en camino, los californianos optaron por ofrecer un concierto con lo mejor de su trayectoria, dando rienda suelta a su capacidad para lograr que el garage pop se acerque a aquellos terrenos plácidos donde las melodías suenan nostálgicas, entendiendo este sentimiento en su forma más positiva. Por ello, composiciones como ‘Had It All’ irrumpieron con gran fuerza en ese espacio destinado a dejar volar la imaginación hacia otras décadas musicales, reforzando esta idea sobremanera con más canciones de guitarras adormecidas, como fue el caso de ‘Brittany’ o la hermosa ‘Catalina’. Cerrando el concierto con ‘Could Be You’, nos hicieron sentir que son uno de esos grupos totalmente distinguibles dentro de lo que hacen.
Comprobando cómo poco a poco se iba llenando más el recinto, Margarita Quebrada se presentaban en el tercer escenario del festival, combinando a la perfección sus primeras etapas como banda y todo lo que ha supuesto la publicación de Gas Lágrima. A estas alturas, su directo resulta muy engrasado, logrando transitar a la perfección desde las oscuridades del post-punk hasta ese espacio donde la canción pop más pegajosa y aferrada incluso a los matices de lo urbano se abre paso con fuerza. Tirando de cajas de ritmo, voces con autotune en su justa medida y una forma de esprintar en los estribillos que claramente resultaba muy celebrada, lograron que cada vez más curiosos se situaran en las primeras filas del escenario. Dejándonos ante un conjunto de canciones que capturan a la perfección sentimientos relacionados con la desilusión y la angustia, los valencianos nos condujeron en plena luz del día hacia ese espacio donde las sombras se plasman perfectamente en unas canciones con una gran capacidad combativa.
Otros que tampoco fallaron en eso de crear un fuerte impacto fueron Cala Vento. Casi un año después de su participación en el Tomavistas Extra, justo en el mismo escenario, presentando en esta ocasión su flamante nuevo disco Casa Linda. El dúo catalán fue capaz de ofrecernos un directo donde convivieron sus múltiples facetas posibles, alternando desde sus inicios más entregados al rock en el que vuelan astillas de las baquetas, hasta esa forma en la que han moldeado en sus temas más recientes el espíritu indomable que los caracteriza. Buen ejemplo de ello, lo pudimos comprobar en esos juegos de dinámicas pop maravillosos que se pueden apreciar cuando presentan canciones como ‘Teletecho’ o ‘Pasar Pantalla’, reflejando al mismo tiempo esas historias donde se intuye que la cotidianidad más devastadora acaba llamando a la puerta. Contando una vez más con un número abundante y totalmente entregados de seguidores, Cala Vento se reafirman una vez más como esa banda con la que añadir la aceleración que precisan nuestras vidas.
Sin apenas respiro, tampoco faltamos a nuestra cita con Los Punsetes, una de esas bandas que siempre tienen algo nuevo que aportarnos y que encaja al mismo tiempo perfectamente con todo lo logrado hasta la fecha. Encontrándonos ante una Ariadna que volvía a pisar el segundo escenario en el transcurso del festival, pero esta vez engalanada como la Virgen que mejor podría representar a España, siempre luciendo su pulsera rojigualda. Una puesta en escena impactante con la que comenzar a desgranar unas canciones que siempre nos dejan detalles que pueden ser ampliables en nuestra cabeza. Estamos hablando de composiciones que cayeron a lo largo de la tarde, como ‘España Corazones’ u ‘Ocultismo’, dos de las canciones de su último disco y que recogen a la perfección, tanto en el estudio como en el directo, la forma en la que el grupo se compromete al máximo con sus propias letras. Sin faltar composiciones con aroma a clásico como ‘Tus Amigos’ o ‘Dos Policías’, nos brindaron un concierto con el mismo poder de diversión que capacidad de despertar nuestra conciencia, tanto sobre lo que nos rodea como sobre nuestros actos.
Sin cesar en cuanto a conciertos que te garantizan poder sudar al máximo, llegó el momento de La Élite, una de las bandas nacionales que más ha crecido en estos últimos meses. Comprobando que eran el grupo ideal para recibir la llegada de la noche, no resultó nada difícil involucrarnos de lleno en su “nuevo punk” y sentir de lleno cómo la nueva ola bakala tiene muchas cosas que aportarnos. Con la sensación de que en todo momento eran capaces de forzar la máquina de una forma muy natural, nada más empezar su directo se alteró todo tipo de disposición en la que se pudieran encontrar los asistentes. Lo suyo está muy relacionado con interactuar con todos los presentes, ya sea a través de lo provocativo de las letras o esa forma involuntaria de jalear nuestro interior con historias rocambolescas que a la postre resultan mucho más reales de lo que podíamos pensar. De esta forma, nos garantizaron la rave más cargada de mensajes directos y sin fisuras en cuanto a comprobar cómo lidiar con el caos es posible. La imagen de sus fans jaleando al grupo una vez había terminado el concierto dice mucho de cómo se las gastaron.
Adentrándonos en las últimas horas del festival, llegaba el turno de uno de los regresos más esperados en la ciudad. Ladytron volvían a Madrid muchos años después, tratando de hacernos ver cómo el paso del tiempo incluso las ha vuelto un grupo mucho más atractivo. Si bien es cierto que en la actualidad seguramente no gocen del mismo nivel mediático que antaño, su disco más reciente y el directo ofrecido en el festival no justifican en absoluto esta menor presencia en las listas de mejores álbumes del año. Ganándose al público además de por la vía musical, también por la vía de los visuales, las británicas tiraron de esa oscura energía tan representativa con la que hacen que los graves de sus teclados posean mil matices posibles. Comenzaron de forma poderosa con ‘Ghosts’ y ‘City Of Angels’, presentando rápidamente sus credenciales como banda capaz de sentar las bases de un sonido anguloso, capaz de acelerarnos el corazón y hacer que nuestra mente se sumerja en situaciones donde abundan las reflexiones más íntimas. Dejando claro cómo su vigencia dentro del electro pop sigue perdurando, no dudaron en ofrecernos su faceta más asociada a ese magnetismo tan característico de la ola electrónica escandinava que pegó con fuerza a principios de los dos mil. Sin lugar a dudas, Ladytron estuvieron muy asociadas a ella, siendo uno de los grupos que mejor le saca partido, tal y como nos mostraron en ‘Discotraxx’. Por motivos como este, solo podemos estar más que agradecidos del regreso a nuestro país de una banda que nunca debemos olvidar.
Como plato fuerte de la noche y colofón perfecto del festival, Metronomy tenía el escenario principal en prime time para montar su particular fiesta, coronándose a la postre como el gran concierto del festival. A estas alturas, su discografía está plagada de éxitos logrados no a través de artificios deslumbrantes, sino apelando al poder de crear melodías inspiradoras que sean capaces de destacar también en las distancias cortas. Su inicio con ‘Love Factory’ fue una buena muestra de ello. No necesitan exprimir al máximo sus guitarras, sino dejar que todo fluya de la forma más natural posible, algo que ocurrió a lo largo de todo el directo. Rescatando clásicos como ‘Corinne’ y ofreciéndonos buenas señales de lo hábiles que son en la creación de leitmotivs instrumentales totalmente pegajosos, lo demostraron en ‘Reservoir’. Avanzando el concierto sin que nos diéramos apenas cuenta, fue un lujo poder ver tan de cerca a una banda completamente engrasada y capaz de destilar una gran elegancia en cada movimiento que realizan. Incluso composiciones totalmente recientes como ‘405’ encajaron a la perfección con la tónica general del concierto, siendo capaces de crear un clímax muy reconfortante donde sus teclados resultan amortiguadores perfectos. Acercándonos a una recta final infalible gracias a ‘Insecurity’ y ‘Salted Caramel Ice Cream’, nos dimos una vez más cuenta de que el grupo no tiene ningún disco malo, manteniendo siempre el nivel y reinventándose para poder derrochar personalidad con cada paso en su carrera.
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