Crónica

Primavera Sound Porto 2024

Jueves

06/06/2024



Por -

El Primavera Sound Porto regresaba al Parque de la Ciudade con todas las mejoras a nivel de espacio y comodidad presentadas en la edición anterior, asegurándonos de este modo una experiencia de lo más disfrutable en todo lo relacionado con las buenas infraestructuras de las que goza el festival. Amplias zonas verdes, cero colas en barras, un número de aseos más que suficiente y esa sensación de poder llegar con bastante facilidad a las zonas cercanas al escenario. Siendo al mismo tiempo un recinto bastante abarcable para poder moverte entre puntos lejanos en aproximadamente unos cinco minutos, pudimos comprobar como otro tipo de festival alejado de las masificaciones y el asfalto es posible. Solo falta buena voluntad por encontrar recintos amables con el asistente y poner sentido común para que todos los elementos dispuestos sobre el tablero encajen a la perfección, algo con lo que la organización del festival portugués siempre cumple sobremanera. Si a todo esto le unimos un plano musical que rozó lo excelente, tenemos uno de esos festivales a los que queremos volver una y otra vez, sean cuales sean las condiciones meteorológicas.

Entrando en todos los conciertos de calidad que vimos, comenzamos la primera jornada con una Silly que inauguraba el escenario principal. Acompañada por tan solo un músico que la secuenciaba a la perfección en la tardea de dotar a sus canciones de mayor profundidad, la artista portuguesa desplegó todos los encantos presentes en su LP debut ‘Miguela’. De hecho, no dudó en dejarnos ante los visuales con los que generó una gran expectativa en sus redes sociales antes del lanzamiento del disco. Estampas que marcan todos los lugares de su país en los que ha habitado y que en directo se traducen como una bonita amalgama de pop llevado hacia la cara más plácida del R&B. Recorriendo de este modo estribillos marcados por la ambivalencia entre lo hogareño y una cierta oscuridad latente, en todo momento logró destacar por un cuidado dominio vocal con el que hacernos sentir como sus canciones realmente nos transportan hacia un espacio de gran desconexión.

Cambiando completamente de tercio, los australianos Royel Otis ofrecieron en el escenario Vodafone el concierto más enérgico de la jornada. Debutando en Portugal, el dúo reconvertido en cuarteto para la ocasión defendió sus dos LPs destacando todas las dualidades que residen en su música. Desde esa cara más aferrada al garage implacable que bandas como Surf Curse practican a las mil maravillas, hasta ese otro enfoque más relacionado con facturar hits de lo más pegajosos, como fue el caso de la imborrable ‘Going Kokomo’. Sabiendo como agitar a las masas y al mismo tiempo disfrutar mucho sobre el escenario, resultó innegable que lo tienen todo para seguir creciendo como una de esas bandas que es capaz de superar el hype inicial. Para el recuerdo quedará esa interpretación de ‘Fried Rice’ donde se dejaron la garganta en cada repetición de estribillo como si se tratase de hacernos ver con claridad como sus estribillos son completamente redondos e irresistibles.

Llegando ese punto de la tarde donde el sol incide con menos fuerza, Blonde Redhead se marcaron el gran concierto de la jornada y seguramente del festival. El trío vive sus días más dulces a raíz de la publicación de ‘Sit Down For Dinner’, demostrándolo con un directo de un sonido perfecto con el que reivindicar todas las etapas de su carrera. Así nos lo hicieron ver tirando desde sus canciones más compungidas como la inicial ‘Falling Man’ donde resultaba complicado que no se erizase el vello de todo el cuerpo. Tampoco se quedaron atrás en cuanto empezaron a desgranar los temas de su más reciente disco, tirando de esa sensación de falsa calma que puebla sus composiciones, algo que demostraron fielmente en ‘Snowman’. También merece la pena destacar como Kazu Makino no ha perdido con el paso de los años ni un ápice de su magnetismo interpretativo, encontrándose de lo más cómoda en cuanto se libera de los teclados y ofrece una interpretación catártica, tal y como ocurrió en la final ‘Kiss Her Kiss Her’, cantada con rabia y delicadeza a partes iguales.

Sin parar el ritmo y con la sensación inmejorable que nos habían dejado Blonde Redhead, nos apresuramos al escenario Plenitude para no perdernos a Water From Your Eyes, quienes en esta ocasión se presentaban en formato cuarteto gracias a la incorporación de Fantasy Of A Broken Heart. Este nuevo formato sienta a las mil maravillas a sus canciones, pudiendo exprimir al máximo sus ritmos frenéticos y curiosamente destacar más que nunca el componente melódico de sus temas. Con una Rachel Brown que deambula por el escenario dando buena cuenta de todos los tics y particulares que poseen sus canciones, no dudaron en transitar desde la brillantez guitarrera de ‘Adeleine’ hasta la cadencia más oscura y desquiciada de ‘Out There’. En su música tiene lugar cabida todo lo que se trate de deformar estructuras pop bien definidas hasta hacerlas casi irreconocibles. Sin embargo, siempre nos recuerda que justamente lo suyo es hacer estribillos imborrables como bien sucedió en la final ‘14’ donde nos dejaron tarareándola en nuestra cabeza unas cuantas horas después de haber finalizado su directo.

Otro directo de envergadura llegaba con el regreso de PJ Harvey a un festival que es ya como su casa. Con cada nuevo disco que ha ido sacando, nunca puede faltar su presentación en el Primavera Sound, justificando una vez más como siempre está en una forma inmejorable. Pegando un buen repaso a ‘I Inside The Old Year Dying’, no dudó arrancar su directo con toda la solemnidad que contiene ‘Prayer at the Gate’, transportándonos una vez más a esa forma en la que tiempos de apariencia remota conectan plenamente con la actualidad. Dejando que su banda tuviese el peso adecuado en el transcurso del concierto, pero también encontrando su dosis de teatralidad bien medida, el directo supuso una constante sucesión de momentos con los que constatar como su pasión interpretativa siempre resulta inconmensurable. Desde ese canto al cielo de ‘The Glorious Land’ hasta como recuperó una ‘Black Hearted Love’ que sonó con las mismas dosis de electricidad que en los años en los que fue compuesta. Queda claro como es una artista que sabe conjugar sus bien diversas caras para adaptarlas a la realidad que la rodea y así lograr que cada uno de los pasos de su carrera resulte de lo más vigente. Tirando incluso de sus tiempos punk con ‘Down by the Water’ y dejándonos extasiados con ‘To Bring You My Love’, logró ser la gran cabeza de cartel de todos los artistas que desfilaron por el escenario Porto.

Comprobando como la jornada del jueves era la que estaba más cargada de estrellas, no dudamos en asegurarnos buen sitio para disfrutar de todo lo que nos tenía preparados Mitski. Después de la gran acogida que tuvo su anterior gira performática, en esta nueva no dudó en incorporar ciertos elementos de la anterior, pero llevarlos más allá para dotarlos de un mayor significado. Por ello, en cada una de las canciones que interpretó junto a su sólida banda, no dudó en aplicarles un doble sentido a través de sus coreografías. De esta forma el concierto flujo de forma constante entre la Mitski más sentimental y la artista sabe como llevar sus canciones al siguiente nivel a través de coreografías medidas hasta el milímetro, permitiéndose el lujo de bailar con un halo de luz o desplegando metafóricamente los trozos de su corazón roto desde la parte alta del escenario. Un concierto total donde cada canción llegaba sin respiro para hacernos ver como lo suyo es un trabajo incansable por hacer que el público pueda obtener su propia lectura de los temas mediante todo lo que ve y oye. Traspasando barreras entre disciplinas artísticas, Mitski se coronó como la reina del escenario Vodafone durante todo el festival.

Sumidos aún en el embelesamiento de Mitski, el concierto de SZA ejerció como terapia de choque. Con su potente voz como brújula, la artista guio a los asistentes a través de un viaje musical que abarcaba desde introspectivas baladas hasta enérgicos himnos de empoderamiento. Cada canción era un destino en sí mismo, explorando temáticas profundas como el autodescubrimiento, las relaciones complicadas y la resiliencia personal. Lo que distinguió esta actuación fue la capacidad de SZA para sumergirse en diversas corrientes musicales sin perder su autenticidad. En un momento, su voz se fundía con los ritmos urbanos y las melodías pegadizas del R&B contemporáneo, mientras que en otro, se adentraba en territorios más experimentales, mezclando influencias del rock alternativo y el pop vanguardista. La puesta en escena fue una verdadera obra de arte en sí misma. Las impresionantes visuales en pantalla, complementadas por una iluminación dinámica y la coreografía sincronizada de los bailarines, crearon un espectáculo visual cautivador. Cada detalle, desde la escenografía que evocaba naufragios hasta los efectos de luces que simulaban las olas del mar, contribuyó a sumergir al público en un mundo de fantasía acuática.

Cerrando la noche nos encontramos ante una Ana Frango Elétrico que ejerció de revulsivo perfecto en el cierre de la primera jornada del festival. Los asistentes se encontraban completamente inmersos durante todo el espectáculo en vivo, evidenciando que la cálida acogida de su álbum no se limitó únicamente a la crítica especializada, sino que también se extendió a los oídos de los apreciadores de la música popular brasileña contemporánea. El repertorio interpretado abarcó la totalidad de los temas de su más reciente trabajo discográfico, además de revisitar acertadamente sus producciones previas, con todas las letras siendo coreadas a viva voz de principio a fin. No se requirieron abundantes pausas ni interacciones directas para forjar un vínculo auténtico con los espectadores, ya que el lenguaje musical aunado a la magia inherente del espectáculo demostraron ser más que suficientes. Además de su protagonismo vocal y performático, la artista también asumió los teclados en varios temas, cediendo de este modo un mayor protagonismo al grupo. Así es como poco a poco logró que el escenario se convirtiese en una pista de baile con ritmos tan comedidos como disfrutable.

Crónica a cargo de Noé Rodríguez Rivas y Javier De La Morena Corrales.

Tratando de escribir casi siempre sobre las cosas que me gustan.

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