Crónica

Primavera Sound 2024

Miércoles

29/05/2024



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Por motivos laborales no pudimos llegar al Parc del Fórum para asistir a los primeros conciertos de la jornada inaugural, por lo que nos vimos obligados a acudir al último tramo que comprendía las actuaciones de Stella Maris y Phoenix.

Los primeros momentos tras cruzar las famosas letras flotantes del festival siempre son emocionantes: elucubrar cómo será la disposición de los escenarios, si algún patrocinador regalará alguna chuchería, los nuevos stands, cómo es la nueva camiseta de este año o simplemente reencontrarte con los mismos vendedores en el ya clásico Flatstock. Todo un parque de atracciones que cada año gira en torno a la música.

En esta ocasión había mucho morbo por ver qué tipo de actuación traerían Stella Maris, un grupo de ficción creado para la serie “La Mesías” con música del dúo Hidrogenesse y que cuenta con la presencia de Amaia como cantante principal.

A tenor de lo visto, diríamos que no se hace imprescindible el visionado de la serie creada por los Javis pero sí se disfruta y comprende mejor el show, que básicamente recreó pasajes de la familia Puig Baró. Pero no adelantemos acontecimientos.

Sobre las nueve menos cuarto una pantalla alertaba del cariz mesiánico del evento: las hermanas Puig Baró, hijas de la fallecida Montserrat Baró, habían venido al festival a salvar el mundo.

Acto seguido salieron las devotas cristianas para durante media hora perpetuar un milagro: la resurrección de su madre. Estupor en la grada creyente y alivio y risas en el ala de los aficionados a la serie.

Los primeros minutos fueron de cierta contención, con las hermanas cantando y bailando, con imágenes que bordeaban lo cutre y lo esperpéntico, incluso incorporaron dos pequeños castells que se iban conformando mientras se desarrollaban sus coreografías.

Planteado como un desfile de estrellas invitadas (eso lo supimos luego) al poco salieron Genís y Carlos, quienes firman la música del grupo, para cantar con ellas; hasta ahí todo correcto pero, cuando salió Albert Pla, aquello prometía que iba a ir a más. A mucho más.

Trascendiendo la pantalla y asaltando la realidad, Albert Pla acompañó a sus hijas en la ficción para entonar juntos “Las flores de mi jardín”, hasta se atrevieron a versionar “Experiencia religiosa”; toda esta performance iba allanando el camino para el plato fuerte del evento: la resurrección de la mesías, es decir, Carmen Machi, llevada al escenario a modo de Virgen de la Macarena sentada en una silla. Todo esto al son de “Amada madre”. Qué cojones los Javis.

Ayudada por sus retoñas a resucitar, ella se convulsiona, sintoniza con el más allá a través del movimiento frenético de sus manos que ejerce de walkie-talkie con la misma divinidad, y cuando cesa el último estertor que no es tal, se dirige al público y grita: “Viva la música electrónica!”. Empieza la rave católica.

Metidos en pleno éxtasis religioso, empiezan a aparecer todos los personajes de la trama: Hidrogenesse, Albert Pla, Carmen Machi, los castellers, incluso los Javis se unen bailando, poseídos bajo el influjo de la homilía “Las puertas del cielo”. Puro delirio.

Con el “pompom y el “toctoc” aún metidos en el cuerpo dio comienzo la actuación de Phoenix que abrieron con nada menos que con “Listztomania” y “Entertaiment”, metiéndose al público en el bolsillo desde el minuto uno.

No sé si contagiado o no de lo que habíamos acabado de presenciar pero Thomas Mars se mostró especialmente inspirado y diría que incluso agradecido, y es que a modo de confesión (no paran los guiños con las Baró) nos aseguró que “era su festival preferido”. Versalles en el campo de la bota, fusilados y porcelana barroca conviven en el show de los franceses, y con ellos un buen puñado de hits: de los que peinan canas “If I ever feel better” a los más recientes “Alpha Zulu” y “Ti amo”.

En una noche de sorpresas, la aparición de un misterioso personaje vestido con capa negra y máscara veneciana blanca no nos debería parecer algo extraño pero la presión arterial nos indica lo mejor: es Ezra Koenig. Otro milagro.

El amigo americano es invitado a cantar “Tonight” y “1901” mientras Thomas, ya en los últimos minutos de su actuación, es elevado por los fieles de las primeras filas, y, como no podía faltar el alcohol, trinca una de las cervezas (de las caras) para ayudarle a encontrar el camino al escenario. El fénix que resucita, todo cuadra.

Ruben

Oriundo de La Línea pero barcelonés de adopción, melómano de pro, se debate entre su amor por la electrónica y el pop, asiduo a cualquier sarao música y a dejarse las yemas de los dedos en cubetas de segunda mano. Odia la palabra hipster y la gente que no calla en los conciertos.

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