El verdadero fin de fiesta no fue en la madrugada del sábado sino en la del domingo en la Sala Apolo 1. Una tarde noche de lo más interesante con tres propuestas interesantísimas con total preeminencia de las guitarras en su contexto más amplio: desde la disonancia maravillosa de Mandy, Indiana al pop saltarín de Royel Otis a los estribillos perennes de The lemon Twigs. Vaya, como dije en varias ocasiones “vaya minifestival que se han montado para el último día”.
Como cada veinte años, el rock vuelve a homenajear a sus ídolos, si hace cuatro lustros, LCD Soundsystem les sacaba el polvo a los vinilos de Gang of four, esta vez son los propios descendientes quienes son citados. Una retahíla de nuevas bandas están reconfigurando un nuevo escenario dance-punk, entre ellas la banda franco-británica Mandy, Indiana quienes en poco más de media hora desgranaron su magnífico debut “I´ve seen a way”: ritmos corrosivos, cierta actitud arty, percusiones malsanas, sintes llenos de óxido y sobre todo, la sensación de estar ante una banda que nos puede dar muchas alegría en el futuro. Como muestras: “Pinking shears” y “Injury detail”. Yo ya me he sacado el carné de fan.
Por su parte, los australianos Royel Otis mostraban su fijación por el siempre efectivo pop brillante y juvenil; con un sonido que no esconde préstamos de The Drums (esos bajos de cadencia surfera), el grupo llevó a cabo una solvente –aunque no memorable- actuación mayormente centrado en su segundo trabajo “Pratts & Pain”, calentito de este año.
Curiosamente los minutos más aplaudidos no fueron composiciones suyas como “Foam” o “Oysters in my pocket” sino la versión de Sophie Ellis-Bextor “Murder on the dancefloor” popularizada gracias a la película “Saltburn”; también fue muy bien acogida la versión “Linger” de The Cranberries aunque aquí he de decir que no la redondearon tanto como la otra. Mucha actitud, muy buen rollo y algunas buenas canciones.
Ahora sí, dijimos adiós al Primavera Sound con The Lemon Twigs, quienes no han hecho más que crecer en los últimos años y a los que tenía muchas ganas de ver en directo. Curioso, porque es cuando han abrazado esa sensibilidad más declaradamente popera- siempre dentro de su registro vintage- es cuando más me han interesado. Me gustaría contaros que fue una epifanía y que de nuevo se nos apareció la virgen en el escenario pero no fue así, simplemente llegaron y ejecutaron sus éxitos con profesionalidad y rigor pero con un cierta frialdad y distancia, aún así fue un placer escuchar en directo “My Golden years”, “In my head” o “Any time of the day”. Un poco más de actitud y desmelenamiento no hubiera estado mal. Otra vez será.
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