La jornada del viernes bien merecía estar presente en el recinto prácticamente desde que abriera sus puertas, ya que la retahíla de nombres más interesantes de la jornada tenía lugar nada más arrancar la misma. Sin ir más lejos, antes de las 18.00 h. ya estaban Spoon subidos al escenario principal, bajo un sol de justicia, dispuestos a ofrecernos un repaso a su carrera en condiciones. Los años pasan, pero la impronta rock de los norteamericanos no pierde vigencia, demostrándonos una y otra vez su estilo rítmico tan particular. Con un Britt Daniel que, a pesar de permanecer estático en su movimiento de pies, sus poses dicen todo sobre la entrega que pone en cada canción, los de Austin nos ofrecieron un equilibrado repertorio que se inició de forma gloriosa con ‘Wild’. Combatiendo las temperaturas sofocantes a base de dejarse la garganta y tratar de pronunciar al máximo el sonido de la caja, no hicieron esperar mucho canciones tan celebradas como ‘The Underdog’, celebrando también los buenos años en los que el grupo seguramente no actuó a una hora tan temprana. Dejando de lado cualquier atisbo de nostalgia, fue evidente cómo actualmente viven una segunda juventud, no resignándose a componer canciones desde su cara más pasional, algo que siempre han sabido combinar a la perfección con el componente de sobriedad tan elegante que siempre contiene su música.
De forma paralela a Spoon, Kevin Morby ofreció en la carpa principal del festival uno de esos conciertos que resultan perfectos mires por donde los mires. A pesar de haberle dejado tan solo unos irrisorios 40 minutos, algo realmente incomprensible para un artista de su envergadura, supo elaborar un setlist que nos dejó una gran muestra de todo lo que han sido estos últimos años para el músico de Kansas City. Acompañado por una numerosa banda entre la que se encontraba Macie Stewart, no dudó en atacar rápidamente ‘This Is A Photograph’, el tema que abre su trabajo de estudio más reciente y que nos hace ver cómo Kevin ya no tiene miedo de introducir unos arreglos más minuciosos y grandilocuentes en su música. Agradecido y concentrado a partes iguales, interpretó una ‘A Random Act Of Kindness’, la canción que seguramente mejor define esa combinación entre sonido clásico, estrofas emocionantes y capacidad para concentrar en una canción situaciones que hacen relucir los sentimientos más desbordantes. Con un público totalmente metido de lleno en el directo, Kevin no dudó en bajar a la primera fila para interpretar entre el público ‘Five Easy Pieces’, jugándose en cierta medida el tipo y haciéndonos partícipes de esa catarata de imágenes que resumen fielmente momentos vitales importantes. A partir de ahí, el concierto fue atravesando diferentes dinámicas, centradas tanto en dar cabida a su vertiente más aguerrida, como fue el caso de ‘Rock Bottom’, o alcanzar el lado espiritual de ‘City Music’. El culmen final llegó con una ‘This Is a Photograph II’ que cerró el ciclo de revisitar espacios de nuestra memoria y que, cuanto menos, nos garantiza un ejercicio gratificante.
Continuando con la ronda de conciertos memorables de la tarde, Angel Olsen llegaba al tercer escenario con unas proyecciones que nos ubicaban en mitad de una naturaleza exuberante. De esta forma, emprendía un bonito repaso a su trayectoria más reciente y atreviéndose incluso a recuperar alguna que otra joya perdida como ‘Forgiven/Forgotten’. Sin faltar a alguna que otra clásica broma, como la que siempre introduce ‘Shut Up Kiss Me’, la norteamericana no tardó mucho en sumergirnos de lleno en ese mundo de canciones pop sedosas y mecidas al calor de arreglos tan sutiles como perfectos. Con el debido espacio para demostrarnos cómo su torrente de voz sigue intacto, algo que ocurrió con ‘Go Home’, el concierto fue ganando poco a poco en intensidad, tanto por parte de la propia Angel como por parte de una banda de guitarras bien empacada. Sin ser muy conscientes de cómo el final de un concierto tan inmersivo y disfrutable se iba acercando, decidió cerrar con una versión ‘extra long’ de ‘Sister’, es decir, interpretó la canción en su duración original de estudio ante el miedo de sobrepasar el tiempo que le tenían asignado. Un cierre hermoso para uno de esos conciertos con los que recordaremos cómo fue la presente edición del festival.
Otros que también lo bordaron fueron los canadienses Men I Trust. Escaseando sus visitas a nuestro país desde tiempos inmemoriales, lograron congregar a un nutrido grupo de fans en la carpa y dejarnos ante uno de esos directos que es estar como en una nube. Queda claro que lo suyo está impregnado por un dream pop pegajoso, donde el concepto de los teclados rítmicos alcanza su máximo esplendor en los graves, pero lo que no sabíamos es que todo esto traducido al directo nos deja ante una banda impecable a la hora de crear espacios cargados de groove y dinamismo. Sin dudarlo, arrancaron con ‘Show Me How’, que ya nos hacía presagiar cómo iban a apuntar hacia tempos más acelerados que en la versión de estudio. A través de un sonido muy orgánico y con la idea de mostrarnos sus múltiples caras posibles, los de Montreal fueron capaces incluso de concatenar fragmentos de sus propias canciones para que tuviésemos la sensación de que eran capaces de abarcar más de lo que dictaba el reducido tiempo que les habían dejado. De ahí que llegara el turno de cambios de ritmo fascinantes para saltar, por ejemplo, de ‘Oncle Jazz’ a ‘Norton Commander (All We Need)’. Tampoco se quedaron cortos a la hora de hacer que ‘Sugar’ sonara con una animación extra o también brindarnos una ‘Billie Toppy’ mucho más agresiva con la que casi rozaron los terrenos del post-punk. Si hubiese que definir cuál fue el concierto más completo del festival, sin lugar a dudas sería el suyo.
Sintiendo que seguramente no podríamos disfrutar de ninguna tanda de conciertos mejor que los tres últimos que habíamos vivido, nos dirigimos hacia el escenario de unos Queens of Stone Age que ejercieron de buena forma su condición de cabezas de cartel. Dentro de un festival bastante orientado hacia la música rock, realmente fueron la única banda de letras grandes y guitarras que fue capaz de generar esa tensión y transmitir la garra necesaria para ejercer de revulsivos desde un escenario de grandes dimensiones. Su regreso a nuestro país constató cómo los difíciles últimos tiempos que han tenido que atravesar en lo personal han quedado superados en favor de unas nuevas canciones que suenan igual de rugientes que con las que más popularidad ganaron en su día. Sin embargo, fue con el clásico ‘No One Knows’ con el que iniciaron un directo donde realmente comprobamos cómo había verdaderos fans del grupo, evidenciando cómo en este festival también acaba primando la música mucho más de lo que parece. Más mordiente aportaron con ‘My God Is the Sun’, donde se empezó a intuir las altas cotas de decibelios que podía alcanzar el directo, desatando de este modo los primeros riffs pronunciados de la tarde. Una vez prendida la mecha, nos dejaron ante facetas bien diferentes, destacando aquella en la que saben cómo descender hacia un aroma más blues, como fue el caso de una ‘If I Had a Tail’ con la que nos hicieron ver cómo son una banda de lo más impresionante, toquen lo que toquen.
Ejerciendo también muy bien su función de verdaderos cabezas de cartel de la noche, The Black Keys ofrecieron el cierre perfecto del festival. Los de Akron se encuentran bien cómodos saltando entre todos sus discos, sin necesidad de exprimir al máximo ningún reclamo comercial y así aportar aún más personalidad a su repertorio. Con un juego de cámaras que resultaba de lo más entretenido y algún que otro momento de reprise garagero como ‘Heavy Soul’, no nos dimos cuenta de su gran capacidad para recorrer diferentes variedades de la canción americana más contundente sin inmutarse. Dejando también espacio para esa concepción más lisérgica y casi progresiva de su música, no se olvidaron de temas como ‘Weight of Love’, aportando aún más profundidad a un directo de lo más variado pero totalmente coherente. Con una trayectoria tan consolidada y con la decisión de repasar lo que consideren sin tener que rendir cuentas a su público, The Black Keys demostraron cómo, ante todo, viven ajenos a cualquier moda, algo que hoy en día resulta de agradecer.
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