Crónica

Mad Cool 2022

06/07/2022 - 10/07/2022



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Tras dos ediciones malogradas por los motivos que ya conocemos todos de sobra, el quinto aniversario del Mad Cool se presuponía como la edición donde nada podía salir mal para que realmente la confianza depositada por los asistentes que no habían devuelto las entradas se viese recompensada. Pues bien, podemos afirmar que no todo salió como a priori cabría esperar, pero sí que es cierto que la progresión ascendente en cuanto a organización y comodidades que se han ido observando en ediciones anteriores, al menos, no se vio en retroceso dentro de todo lo que vivimos en nuestra experiencia en el festival.

Si bien es cierto que las aclamadas colas para volver a casa se podía solventar paseando unos 20 minutos hasta el metro (para algo abrió la línea 8 hasta Nuevos Ministerios de madrugada) o la rotonda de Feria de Madrid donde ya se podían coger los buses, la sensación de cierta improvisación cada mañana cuando leíamos como abundantes tandas de artistas se caían del cartel sin explicación es algo que sí que dejó un sabor bastante amargo. Está claro que la completa transparencia en un evento de estas dimensiones resulta difícil de aplicar, pero al menos un poco más de previsión en los anuncios de las cancelaciones hubiesen borrado buena parte de los “peros” de la pasada edición del festival. Una vez comentadas las impresiones generales, entramos en materia musical que es verdaderamente lo importante.

MIÉRCOLES

La jornada inaugural del festival se vivió con muchas aglomeraciones dentro del recinto desde primera hora de la tarde. Sin embargo, las colas no resultaban para nada insufribles, más aún si se tira de los ciertos trucos festivaleros que siempre hay que tener en cuenta previa a caminata de exploración de la explanada. Siempre encontrarás los puntos de recarga de pulsera donde menos afluencia hay, del mismo modo que los baños menos utilizados. Una vez ya están estos elementos localizados, puede dar comienzo el pleno goce musical, que en nuestro caso se inició con unos Wolf Alice que ya se puede decir que saben como llenar un escenario de gran envergadura.

Siendo conscientes de como son una banda de lo más cambiante que lo mismo se saca de la manga una balada rock, como arremeten con una pieza de pop setentero de lo más glamuroso, lo presentado en el festival madrileño tuvo bastante relación con darle al público lo que pedía en el momento preciso. De esta forma no se olvidaron de todas aquellas dinámicas donde había que rebajar las revoluciones al estilo de ‘Delicious Things’, pero también exhibir su lado más brit pop con la casi final ‘The Last Man On Earth’.

Cambiando completamente de panorama, nos dirigimos a la carpa Amazon Music, sintiendo rápidamente como era el escenario que mayores decibelios por metro cuadrado cercano a él que ofrecía a sus asistentes. De esto se beneficiaron unos Yawners que ofrecieron un concierto a martillo, tirando en todo momento de intensidad y sin escatimar en todos aquellos momentos donde tenían que exprimir sus guitarras a fondo.

Con dos LPs a sus espaldas, a estas alturas se pueden permitir el lujo de soltar prácticamente cualquiera de sus canciones en el momento en el que les de la gana del setlist, de modo que a la mitad escuchamos su popular ‘Seaweed’ con unas revoluciones por encima de lo normal o ese ‘Suena Mejor’ que define a la perfección en todos los cambios que supone esta nueva etapa del grupo de Elena Nieto.

Si el concierto de Yawners cumplió sobremanera nuestras expectativas, no podemos decir lo mismo del de Placebo, una banda que parece cada vez más vivir de las rentas. Con un sonido bastante paupérrimo y una actitud de un Brian Molko que tampoco ayudó en exceso, su directo se perdió en lo anodino y en la sensación completa de que estaban tocando con el piloto automático puesto.

El hecho de que el volumen fuese altísimo como en el resto de jornadas del festival, tampoco ayudó a que la terrible mezcla del bajo y batería alcance momentos de auténtica pelota de sonido, pero es que al mismo tiempo la ausencia de matices y momentos explosivos de temas tan esperados como ‘Happy Birthday In The Sky’ hicieron que desconectar del concierto resultase bastante sencillo. Buscando que el público sintiese la adrenalina que debiese, llegó una ‘Too Many Friends’ en el ecuador del directo que confirmó como después de varios “quiero y no puedo” la desidia invadiese por completo a los miembros del grupo.

Afortunadamente para superar el bajón provocado por Placebo teníamos a una Carly Rae Jepsen que derrochaba simpatía en el escenario Region of Madrid. Quizás este fue el primer concierto donde confirmamos como había unas proporciones de público extranjero muy altas, esperando en esta ocasión el momento cercano a un capítulo de Black Mirror en el que viviesen a través de miles pantallas de móvil ‘Call Me Maybe’.

Mucho antes de que llegase ese momento, disfrutamos de un concierto de pop sin complejos y ejecutado de una forma solvente, todo ello dentro de las posibilidades coreográficas de una artista que sabe como meterse al público en el bolsillo tan solo con el gran valor de sus canciones. Sin la presión de tener que presentar nuevo disco, nos ofreció un repaso magnífico a los hitos logrados con Emotion, todo ello redondeándolo con otros temas más recientes y que representan su evolución hacia sonidos puramente ochenteros como los de ‘Want You in My Room’. A través de una banda de lo más solvente, podemos afirmar que resultó muy sencillo disfrutar de todas las bondades de su directo.

Con todo lo que supone madrugar un miércoles y tener que volver a madrugar al día siguiente, llegamos con la mentalidad adecuada para exprimir al máximo el concierto de Chrvches. Desde luego que mereció mucho la pena trasnochar entre semana, ya que los escoceses seguramente ofrecieron el directo más completo de todas las jornadas del festival. La timidez que en las primeras giras del grupo atesoraba Lauren Mayberry se ha disuelto completamente, estando ahora ante una artista que vive sus conciertos con gran pasión y liberación encima de las tablas.

Además, el hecho de encontrar con un apartado electrónico totalmente electrizante, donde los graves retumbaban en todo momento en el pecho, propició que los asistentes pudiesen entrar en éxtasis de principio a fin. Desde nuevos clásicos como ‘Forever’ hasta la recuperación de viejos hits que siguen sonando como el primer día, muy al estilo de lo que ocurrió con ‘Recover’. Cediendo también algo de protagonismo al resto de miembros del grupo, vivimos momentos de auténtico delirio como ese ‘Never Say Die’ alargado de una forma apoteósica.

JUEVES

En los primeros compases del jueves pudimos comprobar como el flujo de personas a primera hora de la tarde resultaba mucho menor que el día anterior, así que todo hacía pensar que los fans de Metallica eran los verdaderos responsables del gran lleno del día anterior. Sin ir más lejos, en el concierto de La Femme, incorporados a última hora en el cartel, resultaba de lo más sencillo llegar a las primeras filas justo cuando estaba comenzando su concierto. Si bien es cierto que programarlos a esas horas es casi motivo para presentarse en el juzgado, el hecho de ser una solución de emergencia a la caída de Tom Misch lo justificaba todo.

A pesar del calor infernal de aquellas horas, los franceses se mostraron igual de animados que siempre, buscando la colaboración del público y ofreciendo un setlist breve pero muy bien escogido. Por supuesto no faltaron los coros por todo lo alto de ‘Cool Colorado’, ese ‘Sacatela’ que va camino de convertirse en un single de gran calado a partir de su extrañeza o una ‘Antitaxi’ que es garantía de revolucionar a cualquier ser humano conozca o no al grupo. A todo esto tenemos que unir el numeroso merchandising que regalaron durante su actuación, haciendo que más de uno cayese en todas las bondades de su música al instante.

Tirando también de entrega, pero de una forma bien diferente, los australianos Amyl and The Sniffers, otra de las incorporaciones de última hora del cartel, ofrecieron un concierto del que hubiésemos disfrutado mucho más en un escenario de dimensiones más reducidas. Aunque su música esté marcada por no saber cuando echar el freno de mano, en muchas ocasiones el hecho de darlo todo propicia que las canciones acaben cayendo en un apartado carente de matices donde las guitarras rutilantes discuten su protagonismo con una Amy Taylor que no la recordamos estática en ningún momento del directo.

Mención especial mereció la interpretación de temas como ‘Security’, siendo capaz de recuperar la esencia de bandas como Television, al mismo tiempo que eran capaces de hacer que progresivamente subiese la aceleración de sus ritmos. Está claro que no han inventado la pólvora, pero todo lo que hacen posee un punto de espontaneidad en la puesta en escena, aunque esto se pueda traducir luego o no a su potencial melódico.

Otro concierto de lo más esperado por el público extranjero fue el de Beabadoobee quien abarrotó prácticamente la carpa Vibra Mahou. Muy lejos queda ya aquella etapa en la que compartía las canciones acústicas grabadas en su habitación, ya que en pleno 2022 representa como nadie esa resaca de pop guitarrero de principios de los 2000 que celebramos al máximo que haya vuelto de múltiples formas.

Con un directo en el que nos presentó buena parte de los temas de su reciente Beatopia, la británica mostró su enorme desparpajo para pasar de canciones donde el trasfondo grunge casi asomaba a la vuelta de la esquina, entregándonos a continuación piezas donde la dulzura inicial deja espacio a pasajes donde enseñar las garras. Provocando desde el primer momento pogos entre los asistentes más rubios, Bea nos hizo ver como le acompaña un directo sólido a un cancionero que a estas alturas le permite dejarse en el tintero algún que otro single.

Si el concierto de Beabadoobee nos había dejado un sabor de boca inmejorable, lo de London Grammar más bien supuso todo lo contrario, ya que el ambiente solemne que quisieron imprimir a todo su directo propició que se quedase bastante corto de energía con la puesta del sol cayendo sobre nuestras cabezas. La languidez impresa en composiciones como ‘Lord It's a Feeling’ hizo que nuestra atención se dispersase a la mínima que oíamos el bombo de los Deftones, entendiendo como el apartado de intimidad que quería plasmar el grupo encima del escenario resultaba de lo más difuso.

De nuevo, otro grupo perjudicado por el formato festivalero en su máximo esplendor, sintiendo como el escenario resultaba bastante desangelado a pesar del buen hacer vocal de Hannah Reid. Incluso la recta final marcada por ‘Strong’ resultó en todo momento bastante descafeinada, aunque en esta ocasión los visuales sí que ayudaron algo más a empatizar con el componente casi espiritual que sugería el tema.

Tiempo después acudimos al escenario principal con cierto margen de antelación para poder vivir un poco más de cerca el concierto de unos The Killers por los que parece que no pasan los años. Puede ser más o menos discutible como sus últimas referencias los alejan claramente de los días de gloria, pero lo cierto es que en directo saben como camuflar todas estas carencias para acercar las nuevas composiciones a todo lo esplendoroso que poseen los inicios de su trayectoria. Por ello, en su actuación en el Mad Cool tocaron todo lo que tenían que tocar y de paso trataron de hacer ver a los más desapegados de su etapa actual que los nuevos tiempos no son tan poco tan desfavorables como podríamos pensar.

A través de una plataforma un tanto incómoda para Brandon Flowers, pero que le permitió andar los 10000 pasos diarios recomendados antes de la mitad del concierto, el norteamericano ofreció un recital de saber como dirigir a las masas y demostrarnos como su formato rock tiene mucha vigencia. Soltando más o menos al principio del directo ‘Jenny Was a Friend of Mine’ y ‘Smile Like You Mean It’ demostraron que tienen fondo de armario para rato, sin olvidarse también de como las diferentes evoluciones de sí mismos parten de lugares comunes. Esta fue la conclusión a la que llegamos con la interpretación pletórica de ‘Runaways’ o la penúltima ‘When You Were Young’ que supuso el viaje en el tiempo más perfecto y feliz que se podía recordar.

VIERNES

Acusando cierto desgaste de los días anteriores, pero a sabiendas de que estábamos ante el día grande del festival, no dudamos en asistir a primera hora al concierto de unas HAIM que ofrecieron un espectáculo de lo más divertido y también completo en el aspecto puramente musical. Con un escenario que recreaba todos los elementos de la portada de Women in Music Pt. III, el trío de hermanas y su banda tiraron desde el primer minuto de carisma para meterse al público en el bolsillo.

Intercambiándose constantemente los instrumentos y alternando entre los momentos más dedicados al baile de su trayectoria, véase la inicial ‘Now I'm in It’, junto con aquellos donde era necesario de una mayor performance como ‘3AM’, el directo avanzaba a velocidad de crucero bajo la agradable sensación de ver a unas artistas que disfrutaban en cada canción. Dejando también espacio a bastantes momentos de interacción con el público, nos confesaron como habían sido unas turistas más por Madrid en estos días, afirmando para nuestra sorpresa que este estaba siendo el mejor directo de lo que llevaban de gira.

Sin tiempo que perder, llegaba otro de los conciertos más mágicos y esperados del festival, ya que Phoebe Bridgers aterrizaba en nuestro país con los tema de su maravilloso segundo trabajo Punisher aún coleando. No escatimando en detalles en un escenario que recreaba un volcán que en cualquier momento podía erupcionar, Phoebe y su banda arrancaron con la delicadeza de ‘Motion Sickness’, provocando de forma inmediata las lágrimas de una buena parte de los asistentes que teníamos a nuestro alrededor.

El perfecto equilibrio entre todos aquellos momentos que requerían de máxima introspección, junto con aquellos otros en los que la banda entraba con toda la fortaleza del mundo para asegurarnos momentos catárticos, propiciaron que el directo en todo momento nos sumergiese en una especie de idilio eterno con el agridulce mundo interior de la artista. Sin olvidarnos de uno de los momentos del festival en el que entregó a una fan su micrófono en ‘Scott Street’ o esa forma de liberarse de todos sus demonios en la final ‘I Know The End’, no cabe la menor duda que la puesta en escena de la norteamericana nos erizó al máximo el vello.

Recuperando nuestro estado de ánimo después de lo que habíamos presenciado con Phoebe Bridgers, llegaba el momento de entregarse totalmente al baile, por lo que la mejor opción posible nos la proporcionaba una que supuso la gran sorpresa de la noche. Con la banda más rock posible, la danesa tiró de carácter para presentar unos temas totalmente aguerridos, de esos donde el synth pop adquiere una dimensión de lo más combativa y así alcanzar el apartado lírico un significado completo.

Todo esto nos lo hizo ver desde los compases iniciales con ‘Blur’, moviéndose por el escenario con total elegancia y sin renunciar a aquellos momentos donde es preciso exhibir el apartado tan liberador del que gozan sus composiciones. Representando muy bien todas estas ideas con composiciones como ‘Cool to Cry’, dio también rienda suelta a esa forma de combinar tonalidades sintéticas más agresivas sobre bases melódicas lanzadas a una radiofórmula muy diferente a la que impera en nuestro país ahora mismo. Solo así es posible ofrecer un concierto de estos que recuerdas cuando te pones a haber un balance general del festival.

Siguiendo abonados al escenario Region of Madrid, el que nos brindó horas y horas de bandas que nos permitían realmente conectar con la actualidad musical al margen de cabezas de cartel bastante pasados de moda, llegaba el espectáculo total de unos Parcels que saben como llevar sus directos al siguiente nivel. La banda de origen australiano no necesita ni visuales, ni montajes de escenario especiales para que su directo sea vivido como una gran celebración de que todas las cosas buenas pueden ser vividas una segunda vez de una forma casi tan intensa como la primera.

Ahora que ya cuentan con dos LPs en su haber (o tres, ya que Day/Night es un disco doble) pueden intercalar todas aquellas fases más enfocadas en una jam session de ritmos frenéticos junto con aquellas otras donde el karaoke resulta totalmente patente. Por ello, no cabe extrañar que temas como como ‘Comingback’ triunfen desde la primera nota, o como ‘Somethinggreater’ quizás sea su canción más celebrada en la actualidad. Así es como lograron la fiesta de estética más oldie pero con más mensaje de todo el festival.

Desafortunadamente no podemos tener las mismas palabras espléndidas para Alt-J que las que hemos dedicado a Parcels. Programados a altas horas de la mañana, su directo acabó cayendo en un apartado bastante anodino debido a la escasez de cambios de dinámica que nos ofrecieron. Vale que su propuesta pueda resultar inicialmente original, pero realmente las revoluciones impresas en ese punto del festival jugaban realmente en su contra. Tampoco ayudaron los temas de su más reciente trabajo, siendo el titular ‘The Actor’ un buen ejemplo.

Los graves que cabría esperar que golpeasen con fuerza no lo hicieron y el nulo movimiento del grupo sobre el escenario, recreándose en algún que otro solo de guitarra, propiciaron que buscar alternativas en las diversas carpas de electrónica nos pareciese una opción por momentos mejor. Salvando algo los muebles en la recta final gracias al carácter popular de las melodías de temas como ‘Justify Hand Free’ consiguieron que al menos despegásemos los pies del suelo.

SÁBADO

La jornada del sábado presentaba una programación bastante variopinta y no enfocada hacia ningún público en general, por lo que podía ser un perfecto lienzo en blanco con el que comprobar cual era la tendencia del asistente medio del festival. Mientras esto ocurría nos dejamos caer por el concierto de unos Local Natives que a estas alturas se han convertido en una de esas bandas que han ido acumulando tendencias musicales diversas pero que nunca han acabado de explotar por completo.

Esta es la sensación que nos dejaron en todo momento durante su actuación, divagando alrededor de unas canciones que lo mismo te metían unos sintetizadores totalmente electrizantes como lo dejaban todo al tono aparentemente cargado de sensibilidad de su vocalista. Comprendiendo que en muchos casos la indefinición estilística también te puede hacer jugar malas pasadas, su directo se convirtió en algo bastante anecdótico a pesar de la buena calidad de sonido que atesoraron de principio a fin.

Con una pose completamente diferente y mucho más enfocado a centrar todos los focos en el poderío del revival soul, Leon Bridges ofreció uno de esos directos ideales a las horas de la tarde en el que se celebró. Si bien es cierto que quizás esperábamos algo más de entrega en lugar de ofrecernos todos los detalles medidos al milímetro, poco le podemos reprochar a un artista que tiene tanto carisma y posee detrás a una banda que acumula muchas horas de vuelo.

Incluso en los medios tiempos más reconfortantes como los de ‘Shy’ buscó que su voz pudiese calar hondo, cediendo también en ciertas ocasiones el protagonismo a los músicos que lo acompañaban. Comprobando como es uno de esos músicos modernos que saber sacar el mejor partido a todas las bandas que le han apasionado a lo largo de su vida, Leon Bridgers confía al máximo en sus posibilidades, trasmitiéndolo en cada paso que daba en el concierto.

Con la noche pendiente aún de caer, llega el turno de una de las bandas más veteranas del festival como son The Pixies. Si bien es cierto que a estas alturas pocas novedades destacadas pueden ofrecernos, el interés de sus directos reside prácticamente en el setlist más o menos acertado que puedan ofrecer y la energía que se permitan derrochar defendiéndolo.

Pues bien, si tenemos que calificar su directo por estos dos apartados, podemos afirmar que fue todo un acierto. Sintiendo como en esta gira la maquinaria se encuentra bien engrasada, lograron que temas como ‘Wave of Mutilation’ o ‘U-Mass’ sonasen con ese toque arrojadizo y crudo que tanto nos gusta. Poniéndose las pilas en aquello de tocar el máximo número de canciones en el menor tiempo posible, no dudaron en ofrecernos momentos más bizarros pero necesarios como los brindados con ‘Planet of Sound’, haciéndonos comprender como el ver a tales estrellas del rock independiente en directo puede tener aún muchos alicientes.

Cambiando rápidamente a un concierto muy diferente, Mura Masa montó una auténtica fiesta en el escenario de The Loop. Con un directo donde nos ofreció todas las bondades de su formato live, desgranó sus singles más recientes y nos dejó ante unos visuales totalmente inmersivos que convertían cada punto de su directo en una auténtica experiencia. Con una corista que llevaba buena parte del peso del espectáculo, el británico no escatimaba en recursos interpretados en tiempo real para comprobar como su faceta de productor también puede emerger de una forma totalmente dinámica.

Solo así canciones como ‘1 Night’ o ‘I Don't Think I Can Do This Again’ pudieron adquirir ese efecto de hit disfrutado de la mejor forma possible, capaz de provocar por momentos la comunión entre desconocidos entre el público y así unir a todos aquellos que prefieren su cara más dance frente a los devaneos con la música de raíz latina con los que también se atreve sin ningún problema.

Con las fuerzas ya un poco justas, quedaba comprobar como se las gastaba Noga Erez en directo, todo ello pocas semanas después de haber actuado en la capital. Esto no impidió que su directo reuniera a un número considerable de asistentes que comprobaron como es una artista con un estilo muy marcado que no merece para nada entrar en ningún tipo de comparación. Solo bastó con vivir de lleno los primeros compases de ‘You So Done’, una de esas canciones que emerge como una perfecta espiral de bases inmersivas donde la israelita aporta una voz a medio camino entre lo compungido y lo lanzado a saldar cuentas pendientes.

Logrando que las cajas de ritmos y los beats arrojadizos fuesen reivindicando su protagonismo a medida que avanzaba la actuación, no pudimos pasar por alto aquellas canciones donde lograba ofrecernos que las melodías adquirían un semblante casi agresivo como fue el caso de una ‘Cipi’ que resume muy bien la esencia de su último disco.

DOMINGO

La jornada del domingo comenzó para no variar con una nueva cancelación, en esta ocasión la de Arlo Parks. El único matiz salvable de esta baja es que la propia artista y la organización confirmaron que se debía al covid, ofreciendo de este modo explicaciones ante tan crítica ausencia. Sin embargo no hay bien que por mal no venga, ya que Cala Vento ocuparon su lugar y nos hicieron ver como tienen el público más fiel posible.

Aunque estaba claro los presentes no habían comprado su entrada para ver a los catalanes (entre otras cosas porque no son adivinos), numerosas personas se congregaron a primera hora de la tarde con el objetivo de disfrutar al máximo los temas de su más reciente Balanceo. Habiendo tocado hace poco más de una semana en la capital, no escatimaron en entrega para hacer que su directo fuese de esos en los que podemos incluso apreciar las astillas volando si nos lo proponemos. Pogos desde el inicio, puños en alto y caras de emoción para festejar el crecimiento de una banda a la que siempre le guardaremos un cariño especial.

Mucho más estándar resultó el concierto de un Sam Fender que pecó de poses de artista de rock efectivista y con poco alma. Si bien es cierto que a aquellas horas de la tarde, con la enorme solana que caía sobre buena parte de su público, no resulta muy apetecible presentar unos temas que buscan medir sus picos de intensidad para soltarlos en el momento preciso, lo ofrecido por el británico pecó bastante de dejarse llevar por lo correcto y no moverse ni un ápice de guion establecido.

Muestra de ello llegó con una ‘Seventeen Going Under’ vivida por buena parte del público como la canción de sus vidas, pero que sin embargo encima del escenario sugería algo muy diferente en boca de nuestro protagonista. Siendo un poco consciente de como aún siendo uno de los platos fuertes del día le habían colocado a una hora bastante pésima, tampoco ofreció muchas concesiones a un público que sí que estuvo de 10.

La que sí que cumplió el expediente con creces fue una Nathy Peluso que se encuentra en estado de gracia. Resulta complicado ver una gira a nivel artístico más completo ahora mismo en nuestro país, ya que la argentina lo tiene todo para gustar a tipos de público diametralmente muy opuestos, todo ello en base a una gran calidad interpretativa y esas dosis de llevar sus canciones al límite pero sabiendo muy bien lo que hace.

El eclecticismo bajo control de su repertorio quizás sea otra buena baza dentro de todas las dinámicas tan variadas que nos ofreció a lo largo de la tarde, alternando entre toque cumbieros para posteriormente destrozar la pista de baile con esa ‘Mafiosa’ totalmente descarada. Sin miedo a llevar a sus terrenos el clásico ‘Vivir así es morir de amor’ e incluso cerrar con él en una versión brillante, Nathy demostró que sus directos pueden atravesar un sinfín de momentos disfrutables, tantos como acentos latinos diferentes hay encerrados en sus interpretaciones.

Cerrando el festival, quedaba por vivir el último concierto de un cabeza de cartel de altura. Nos estamos refiriendo al incansable Jack White que parece vivir buenos momentos en cuanto a su estado creativo y puesta en escena. A pesar de ser la última actuación de un festival totalmente maratoniano, logró reunir a un importante séquito de seguidores deseosos de su particular forma de facturar temas como un profeta del rock and roll. Aunque los instantes iniciales de desconcierto debido a problemas técnicos supusiesen una pequeña losa en el arranque de la actuación, poco a poco el sonido resultó más afinado hasta adquirir todo el potencial que cabía esperar.

Sin olvidarnos de un montaje de escenario propio de una casa en herencia cuya fecha de construcción es inversamente proporcional a su valor de mercado, el músico de sonrisa pérfida hizo alguna que otra concesión a sus queridos White Stripes con temas como ‘The Hardest Button to Button’, pero también apostó por la parte más enloquecida de su carrera en solitario con ‘Hi-De-Ho’, contentando a todos aquellos que esperaban un concierto en el que mirase a las infinitas etapas de su trayectoria.

Crónica a cargo de Noé R. Rivas y Lucía González Arboleya

Tratando de escribir casi siempre sobre las cosas que me gustan.