El Primavera Sound Madrid inició su programación previa a los días grandes del festival el pasado lunes, acogiendo numerosos directos en la mayoría de las salas de la ciudad. Esta es una ocasión para ver de cerca a artistas que pasarán también por el recinto de Arganda o que solo tienen programado su concierto en este ciclo tan bien llamado Primavera a la Ciudad. Aunque siempre es emocionante ver a los artistas llenar grandes explanadas, resulta muy apetecible ver a tus bandas favoritas en distancias mucho más cortas en sala y con una duración del concierto directamente superior, algo que el festival de origen barcelonés también tiene la costumbre de garantizarnos.
Dentro de la variada oferta que nos encontramos en su primer día, nos decantamos por asistir de forma íntegra a la programación de La Riviera, preparándonos ante una velada marcada por las guitarras y el rock, en sus múltiples variantes. Con una asistencia de público razonable a primera hora de la tarde, la primera artista encargada de abrir el fuego fue Shangai Baby, o lo que es lo mismo, el nuevo proyecto de la ex-Hinds Adela Martín. Presentándonos a una banda que incluye a miembros de formaciones como La Paloma, Bifannah o The Parrots, logró sacar el máximo provecho a un formato de rock que huye de cualquier tipo de alarde, apelando más bien a todo lo que evocan los estados de ánimo materializados en canciones. Transitando entre dinámicas que buscan recrear momentos de apatía, para posteriormente exprimir la intensidad guitarrera bien heredada del noise noventero que huye de los muros de sonido más plomizos, nos dejó ante composiciones de melodías tan juguetonas como las de ‘Go Home’ o ’10 Minutes’. Una carta de presentación que logró materializar con una ‘Congratulations’ que recoge bastante bien la esencia de contención de emociones que bien representa su música.
A continuación llegaba uno de los momentos que no se podría repetir dentro de la Ciudad del Rock, ya que Cloud Nothings ofrecían su única actuación en el festival y última de su gira europea. Utilizando como pretexto el repaso de los 10 años de carrera de Attack On Memory, el trío de Cleveland nos ofrecieron uno de sus directos apabullantes, donde nos mostraron una vez más como realmente son una banda de corazón pop atrapada dentro de una ejecución cercana al post hardcore. Olvidándose casi por completo de la necesidad de tener que presentar su más reciente trabajo The Shadow I Remember, se decantaron por iniciar el directo quemando algunos de sus singles más célebres como ‘Now Hear In’, ‘Modern Act’ y ‘Stay Useless’, un combo infalible con el que capturar la atención de los pocos despistados que hubiese en la sala, y así posteriormente poder pasar a una etapa más oscura del directo. Esta llegó gracias a los arrebatos a golpe de giro de ‘Psychic Trauma’ y ‘No Sentiment’, logrando condensar el repertorio en el que se abren en canal. Sin embargo, todavía quedaba tiempo para reconducirnos por la cara tarareable de su música gracias a ‘Enter Entirely’ o ‘Cut You’, guardándose una certera última bala con la que descargar todo tipo de energías gracias a ‘Wasted Days’ y una interpretación prodigiosa y sudorosa a cargo del batería Jayson Gerycz. Un concierto redondo con el que demostrarnos como son una de las bandas más infalibles que puede haber.
Con la sala ya abarrotada, The War On Drugs llegaban con la vitola de ser la banda más esperada de la noche, todo ello a juzgar por cómo se comenzaron a rellenar todos los huecos que pudiese haber en las primeras filas. Siendo conscientes de cómo la formación norteamericana ha ido creciendo en la búsqueda de un sonido cada vez más grandilocuente, su directo en La Riviera sirvió para llevar este principio hasta el límite, encontrándonos a una banda que se recrea al máximo en cada canción, todo ello bajo las órdenes de un Adam Granduciel que mantiene a raya a todos los músicos en todo momento. Procurando extender al máximo sus canciones a través de solos de guitarras realmente interminables, lograron que su principal virtud de alcanzar la épica en todos sus temas jugase también un peligroso papel de perder su efecto después de agotar al máximo este recurso. Si bien es cierto que canciones como ‘Pain’ o ‘Strangest Thing’ necesitan realmente de ese éxtasis sonoro que nos proponen para poder alcanzar sus puntos álgidos, resulta realmente extenuante comprobar cómo Adam desdibuja los finales de los temas hasta límites insospechados, haciendo que el directo pierda cualquier tipo de dinámica en favor del lucimiento personal. De ahí que aunque lograse levantar con creces al público gracias a composiciones como ‘Red Eyes’ o ‘Under the Pressure’, el tramo final del concierto resultase un tanto anodino a pesar del volumen atronador alcanzado durante todo el concierto. Muchas veces menos es más, pudiéndolo corroborar con creces en este directo.
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