Crónica

Festival Brillante 2021

Domingo

26/09/2021



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El Festival Brillante cumplió con todas las expectativas creadas a la hora de poder disfrutar de un conjunto de propuestas de gran actualidad presentadas desde la cercanía que transmitían los escenarios dispuestos por Chapinería. Comprobando como la integración de la música en vivo y el entorno del pueblo resultaba lo más natural posible, el evento por fin nos acercó de nuevo a lo más parecido a vivir un festival como siempre lo habíamos hecho. A pesar de tener que seguir contando con las sillas como tónica general de todos los conciertos, todo lo que implicó el tránsito y reunión en la oferta gastronómica de la localidad de la sierra madrileña hizo que el calor humano se volviese a sentir con la misma fuerza que lo recordábamos. De esta forma a lo largo del centro del pueblo nos encontramos con esa habitual euforia de la gente que puede disfrutar de las bandas que le gustan bien cerca del escenario, bien canalizada a través de la comodidad de todos los servicios desplegados por la organización y así mostrarnos como la interacción entre lo autóctono y lo llegado de la capital podía resultar completamente sostenible. Por lo tanto, el hecho de contar con escenarios bien distribuidos, un cartel perfectamente abarcable y un mercadillo que potenciase el factor encuentro con gente que no veías desde hace tiempo, hizo que la masa humana fluyese de forma correcta y sin vivir ningún atisbo de aglomeración.

Ahora bien, entrando en el apartado musical, podemos afirmar que también resultó bastante destacado todo lo que vimos encima de los escenarios, aunque como todo en esta vida, siempre hay momentos y actuaciones que merecen la pena ser destacadas por encima del resto. Hablando de estampas más que especiales, El Buen Hijo nos regalaron un concierto prácticamente de solo hits, demostrándonos su enorme crecimiento tanto en el estudio como en el directo. El hecho de contar con un trabajo tan rotundo como ¡PAN PAN PAN! a sus espaldas es sinónimo de garantía a la hora de desgranar cualquiera de los temas que resulte contenido en él, más allá si tenemos en cuenta como en directo potencian el juego de voces de Marcos y Alicia, del mismo modo que aportan a los temas un espíritu aún más desinhibido. Sin prácticamente nadie que recurriese a los asientos, sino más bien poder disfrutar desde una mayor distancia del directo de pie con algún tentempié en la mano, pudimos comprobar como el público gozaba de lo lindo tanto en esos impases más melancólicos aferrados al pop donostiarra en ‘Dame un Beso’, como en todas esas sensaciones contrariadas que acaban explotando hacia su cara más positiva tal y como nos dejaron en ‘El Muro de Aljucén’.

Sin abandonar el escenario localizado en la Plaza Mayor del pueblo, La Paloma ofrecían uno de sus primeros conciertos tratando de conjugar el mayor número de personalidades musicales posibles. Sonando a medio camino entre la contundencia de sus compañeros de sello Nueva Vulcano y el pop noise más cargado de testosterona, la banda desgranó los temas de su EP debut que casi se vislumbra ya en el horizonte. Sobrados de actitud, con poses totalmente rockeras y amparados por momentos más por las distorsiones que por la robustez melódica, la formación madrileña logró cuanto menos mantener al máximo la intensidad de su directo. Dejándonos ante historias donde esperar a la muerte hasta el recuerdo de vivencias que se perciben con impotencia frente al paso de los años, podemos afirmar que saben muy bien como conectar con una cara bastante generacional. Con un todos a una en ciertos temas como el ya publicado oficialmente ‘Siempre Así’, el grupo nos demostró que tienen bastante recorrido por delante y pueden ocupar un hueco dentro del rock nacional que apunta a aglutinar a aquellos a los que les gustan las letras un tanto dramáticas y con fuerte pegada.

Después del correspondiente avituallamiento, llegó el momento de comprobar como Bikôkô emergía como una de las grandes revelaciones del festival en el escenario Palacio. Con un aforo muy reducido de 100 personas, que sin embargo no propició que se quedase gente sin la posibilidad de asistir al concierto, la artista catalana de origen camerunés nos sorprendió desde un primer momento al mostrarnos su banda en vivo formada por su padre al bajo y dos percusionista. Así fue como dotó de una sonoridad más orgánica a un concierto donde se atisbó a la perfección el enorme talento de la artista. Interpretando de principio a fin su EP debut Aura Aura, a excepción de los temas que lo cierran, nos mostró de una forma muy explicativa el concepto encerrado en el disco y todo lo que motivó la composición de los temas. Con un balance maravilloso entre la tradición folklórica de su país, bien representada en el apartado rítmico, y un formato de neo soul tan ligero como cautivador, la artista se metió al público en el bolsillo con sus modulaciones vocales. Además, también hubo espacio para presentarnos unos cuantos temas nuevos que apuntan hacia una dirección más grandilocuente en lo sonoro donde centra la vista en todo lo que puede suponer desplegar un pop más expansivo y contemporáneo.

Cambiando completamente de propuesta, el siguiente grupo al que no nos perdimos fue a Tarta Relena. Emergiendo como otro de esos conciertos tapados del festival donde desde un primer momento todo tomó aire de solemnidad, su directo no dejó de garantizarnos sorpresas en todo momento, bien por la excelente técnica y coordinación vocal de Marta y Helena, o bien por esa forma de integrar sonidos sintéticos estruendosos que no rompiesen con todo el clímax ceremonial que se desarrollaba a plena luz del día. De este modo nos presentaron buena parte de su próximo trabajo Fiat Lux, encarándolo por una vía más que liberadora donde las canciones se desarrollaban a través de la enorme sensibilidad de desgranar historias aferradas a las tradiciones del pueblo o la necesidad de encontrar un nuevo significado en lo espiritual. Así es como fueron cayendo temas del estilo a ‘El Suïcide i el Cant’, ‘Tres Morillas’  o ‘Virgin Mary’, dominando también de una forma increíble el apartado rítmico asociado a recursos sintéticos donde los graves lo dominaban todo. Así fue como nos encontramos con una de esas propuestas atrevidas dentro de la programación de un festival, marcando el camino hacia la apertura a estilos que se salgan de los márgenes y que de verdad aporten un toque diferencial dentro del cartel.

La siguiente actuación de la tarde corrió a cargo de Rojuu, esta vez en un escenario con hechuras propias de un festival más multitudinario, pero que a la postre quedó bastante desangelado debido a la disposición de sillas en frente de él. A pesar de ello, buena parte del público juvenil altamente exaltado optó por situarse al fondo del recinto y así poder disfrutar de una forma más auténtica todo lo que pasaba encima de las tablas. Siendo conscientes desde un primer momento de como el componente trap del artista catalán resulta bastante sumergido en su música, el innegable derroche de personalidad del adolescente supuso una de sus mejores bazas para sostener los temas. Ataviado en un chubasquero largo que a bien seguro le producía un efecto invernadero bastante importante, contó con Steve Lean a los mandos para no pisar el freno en ningún momento y así mostrarnos las diversas etapas que ha atravesado hasta la fecha. Con algún que otro momento álgido como la interpretación de ‘¿Cuánto Tiempo Nos Queda?´, con Marcos de Depresión Sonora visiblemente emocionado presenciando todo desde la parte trasera del escenario, o ese ‘Love 2 Camela’ con el que desarbolar completamente cualquier barrera de géneros musicales, nos demostró como puede ser un chico extremadamente trsite,  pero nunca tanto como se intuye en el trasfondo de sus canciones más oscuras.

Atravesando ya las horas más calurosas de la tarde, el recinto se comenzó a vaciar inexplicablemente, llegando el turno de Panda Bear como el auténtico concierto groumet del festival. Si bien es cierto que las condiciones en las que Noah Lennox presentaba sus temas no eran ni mucho menos idóneas, el miembro de Animal Collective decidió dejar huella en los presentes sacando a relucir la cara más introspectiva de su música. Sintiendo como poco a poco los inexistentes audiovisuales iban fluyendo tan solo en nuestra cabeza según el músico rasgueaba su guitarra, pudimos asistir a un abanico de recursos bastante interesante con el que poner en valor una carrera única. Comenzando el directo con unos samplers de pájaros que precedían la llegada de ‘Buoys’, poco a poco comprendimos como lo estático de su propuesta se contrarrestaría con  un arsenal de texturas repletas de colorido, efectos vocales que aportasen un mayor aire de misticismo y una forma envidiable de puntear las cuerdas de su guitarra para que no sonasen de una forma muy convencional. A través de estas características fueron cayendo canciones inéditas donde el rango vocal del músico se ampliaba de forma inusual, del mismo modo que recuperó algún que otro tema bastante olvidado como ‘Song for Ariel’. Mención especial mereció también uno de los nuevos temas, interpretado casi de una forma acústica y heladora donde el artista afincado en Lisboa repetía casi a modo de lamento “for you”. Para rematarlo todo buenamente, no faltó una deconstrucción de ‘Inner Monologue’ con la que reafirmarnos en cómo el componente experimental resulta totalmente inherente a su música bajo cualquier circunstancia.

Cerrando la noche y el festival, Maria Arnal i Marcel Bagés nos demostraron como incluso son capaces de superarse a sí mismos, ofreciendo un directo que hoy en día en nuestro país no está al alcance de nadie más. Ganando en presencia en el escenario gracias a las Tarta Relena, el directo desde un primer momento explotó al máximo la plasticidad de las coreografías viscerales de Maria, Helena y Marta, sintiendo como a medida que transcurría el directo todo se iba volviendo más y más desbocado. De esta forma desde los compases iniciales de ‘Milagro’ intuimos esas hechuras de un sonido totalmente grandilocuente respecto a su anterior gira, encontrando un refuerzo sintético capaz de erizarnos el vello en todo momento. Si a esto le sumamos como el contenido de las canciones siempre apunta alto en todo lo que sugiere intentar acercarse a grandes preguntas para la humanidad, al final acabamos sumando más y más atractivos con los que mantener al público en un estado de exaltación permanente. Bien sea a través de polifonías entrelazadas a las mil maravillas como las de ‘Cant de la Sibil·la’ o a través ese acercamiento a la canción española más pasional mostrado en ‘Tras de Ti’, la banda lograba seguir creciendo en el escenario hasta por supuesto alcanzar la histeria colectiva con ‘Tú que vienes a rondarme’. Pudiendo incluso disfrutar de bises como dios manda, se despiriedon por todo lo alto con la imponente ‘Jaque’ y una ‘Ventura’ que quemó el último aliento que llevaban dentro.

Tratando de escribir casi siempre sobre las cosas que me gustan.