Crónica

Wire

Charada

24/06/2014



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Qué vamos a decir de Wire a estas alturas. Grupo clave no solo para entender el movimiento post-punk de finales de los setenta y principios de los ochenta, sino también para comprender de dónde salieron todos estos grupos de la invasión británica de hace unos diez años. Sus tres primeros álbumes conforman una de las trilogías más relevantes de la historia de la música popular y lo que vino después tampoco se queda atrás. Se han separado un buen número de veces y su alineación ha ido cambiando, pero siguen siendo un grupo activo. No significa que den conciertos explotando los éxitos del pasado, sino todo lo contrario: sin acercarse a los niveles de excelencia de sus inicios —y quién puede—, los últimos LPs de Wire son más que rendiciones dignas a su leyenda. Y eso es lo que quisieron demostrar en Madrid.

Se agradeció la presencia de Betunizer como teloneros. Los valencianos, con sus años de carretera a las espaldas, amenizaron el comienzo de la noche con su música visceral entre los primeros Sonic Youth y At The Drive-In, todo con algún toque progresivo en ciertos compases. Su peor enemigo fue el sonido de la sala Charada, que acabó por dejar su actuación entre cumplidora y entretenida.

Tras pasearse un rato por la sala como si fuesen meros asistentes, Wire subieron al escenario. Sonaron las primeras notas de ‘Marooned’, uno de los temás más reconocibles del que es para muchos su mejor álbum, Chairs Missing (1978, Harvest). Pero los problemas de sonido de la sala no se habían arreglado, haciendo que la voz de Colin Newman fuese prácticamente inaudible. Mientras el desconcierto crecía, los ingleses arrancaban con ‘Drill’ y seguían con ’23 Years Too Late’, procedente del EP Read & Burn 03 y que por fin encendió al público.

Hay que decir que no fue un concierto fácil. Los problemas de sonido no fueron los únicos que afloraron en Charada: cualquiera que haya pisado suelo madrileño a finales de julio sabrá que el calor puede acabar haciendo mella, y más en una sala pequeña con el aire acondicionado estropeado. Por ende, todos los que nos encontrábamos en las diez primeras filas estábamos más preocupados por sobrevivir y abanicarnos que por meternos en el ambiente. El grupo, claramente consciente de esto, animaba el asunto de vez en cuando subiendo el tempo de las canciones.

Quizá la mayor sorpresa del concierto fue el buen recibimiento del material nuevo. Sorpresa no porque sus últimos discos sean mediocres —qué grupo con 37 años de carrera no mataría por firmar los discos que han hecho Wire estos años—sino porque fueron igual de ovacionados que los clásicos. Habría que quedarse con el cambio repentino de ‘Adore Your Island’, que en dos segundos pasa de acordes con grandeza a lo The Who al punk de finales de los setenta de Pink Flag. Su música actual no desentona con lo contemporáneo, pero de vez en cuando rescata el pasado. Es por ello que muchas de las canciones de Change Become Us surgen de ideas y demos de 1980, justo antes de su primera separación. Una de ellas, ‘Doubles & Trebles’, nos dejó con Newman saltando como si tuviese treinta años menos.

El sonido mejoró notablemente a partir de la mitad del concierto, cuando atacaron ‘Another The Letter’, otro corte indispensable de Chairs Missing. El bajista Graham Lewis tomaba de vez en cuando el micrófono, como en ‘Please Take’, que resultó ser de las más favorecidas. La interacción con el público fue la suficiente: saludo, alguna que otra introducción a las canciones y despedida. Bastante tenían con tener que beber media botella de agua entre cada tema, claro. A pesar de todo, se mostraron muy enérgicos para su edad. Curiosamente, el miembro más parado fue el más joven, Chris Simms, que lleva tocando con ellos solo tres años.

Pero lo más positivo fue la aparición de nuevas canciones, que nos llevan a pensar que su próximo disco puede incluso mejorar lo que han venido haciendo desde 2004. Estarán cerca de los sesenta y sus mejores días no van a volver, pero que nadie les dé por muertos. No siguen girando para que los jóvenes podamos decir que hemos podido ver a Wire; su nuevo material se defiende por sí solo. Un buen concierto que, pese a estar manchado por las circunstancias, dejó con ganas de saber cómo será su próximo álbum.

Madrid, '94. En contra de muchas cosas y a favor de unas cuantas.