Crónica

Weyes Blood

La Paqui

30/10/2023



Por -

La icónica cantautora norteamericana Weyes Blood deslumbró al público madrileño con un conmovedor e inolvidable recital ante una abarrotada sala que agotó hasta la última entrada. Natalie Mering, verdadero nombre de la artista californiana, ofreció un vivo testimonio de su excepcional talento en el marco de su gira In Holy Flux, que promociona su aplaudido último trabajo discográfico And in the Darkness, Hearts Aglow.

Ataviada con un impoluto vestido blanco de corte clásico y una vaporosa capa a tono, Mering parecía un hada etérea o una ninfa escapada de un bosque encantado. Pero pronto demostró que su angelical apariencia es solo el envoltorio de una voz prodigiosa, capaz de abarcar una amplia gama de matices expresivos.

Desde las primeras estrofas de 'It's Not Just Me, It's Everybody', corte inaugural de su último álbum, quedó patente que esto no era un simple concierto. Era una declaración artística, un ritual sonoro destinado a conectar con el público en un plano casi espiritual. Los versos de dicha canción, que hablan de la alienación colectiva en épocas de zozobra, calaron hondo en los presentes.

Tras este impactante arranque siguió 'Children of the Empire', interpretada a la guitarra, donde Mering dejó traslucir ese anhelo de libertad que recorre su reciente producción como un río subterráneo que emerge en diversos puntos. Los vibrantes acordes de 'Diary' elevaron la energía de la velada, con el público coreando al unísono la pegadiza melodía.

Uno de los instantes álgidos de la noche mística llegó con 'God Turn Me Into a Flower', auténtico tour de force vocal donde la artista desplegó toda la potencia de su prodigioso registro. La canción fue reforzada por un collage de estimulantes imágenes realizado por el reputado director Adam Curtis, creando una experiencia audiovisual envolvente y cautivadora.

Tras este clímax extático, Weyes Blood regresó a su aplaudidísimo trabajo previo Titanic Rising para ofrecer una conmovedora versión de 'Andromeda', himno orquestal que el público abrazó con fervor y devoción. Las luces carmesíes y los vítores colectivos elevaron la intensidad del tema a una dimensión casi religiosa.

Consciente de la densidad emotiva de su repertorio, Mering distendió hábilmente el ambiente con ingeniosas dosis de humor entre canción y canción. Sus comentarios sobre astrología, el sentimiento de Halloween o los múltiples DVDs que le fueron regalando entre el público (para desgracia uno de Torrente incluido) sirvieron de respiro antes de nuevas sublimes raudales de belleza sonora.

Así, tras un respiro a las pulsaciones ascendentes de la velada llegó el turno de 'Grapevine', vampiresca y hipnótica, antes de que la artista interpretase 'Something to Believe' y 'Everyday', composición rítmica y luminosa que invitó al público a bailar y aplaudir, demostrando su maestría instrumental.

El tramo final del espectáculo estuvo marcado por un éxtasis compartido. Temas como la exhilarante 'Twin Flame', donde la voz de Mering y los teclados evocaron el espíritu de Kate Bush, o la psicodélica 'Movies', convertida en una odisea acuática gracias a un ingenioso juego de luces, elevaron la comunión entre artista y audiencia a cotas quasi-religiosas.

Tras los bises, en los que sonaron joyas como 'Something to Believe' y una 'Picture Me Better' en acústico, el público abandonó euforizado la sala, con la certeza de haber vivido una experiencia imborrable. El portento artístico de Weyes Blood logró tocar el alma colectiva y unir en una vibración común de esperanza a los allí congregados. Su música trascendió toda barrera lingüística o cultural para hablar un idioma universal: el del espíritu y la emoción.

Tratando de escribir casi siempre sobre las cosas que me gustan.

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