Crónica

Tim Bernardes

Sala Clamores

04/02/2024



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La sala Clamores de Madrid fue testigo de una velada mágica el pasado 4 de febrero, cuando el cantautor brasileño Tim Bernardes se subió al escenario para deleitar al público con sus melodías cargadas de belleza y sensibilidad. Tan solo necesitó dos guitarras y un elegante piano de cola para desplegar su excelso repertorio, tirando de ese virtuosismo vocal sin alardes que lo caracteriza.

Pocas veces se recuerda un público tan respetuoso en esta ciudad, más aún en un concierto de estas características semiacústicas que requiere concentración y apreciación de los matices más mínimos. Seguramente esto fue posible gracias a que la mayor parte del público era de origen luso, sabiendo siempre cómo respetar y disfrutar de la música en directo sin interferir en ningún momento en el transcurso del mismo.

Después de esta importante anotación, volvamos a todo lo que ocurrió en el plano musical, que no fue poco. Tim Bernardes, apenas pisó el escenario, cautivó al respetable con su presencia humilde y su sonrisa sincera. Tras saludar cordialmente con la mano, comenzó el recital con ‘Nascer, viver, morrer’, tema de apertura de su último disco Mil Coisas Invisíveis.

La atmósfera se llenó de complicidad cuando los primeros acordes inundaron la sala. La luz anaranjada, tenue pero con la suficiente fuerza como para percibir cada rasgueo del músico a su guitarra con nitidez, creaba el ambiente perfecto para vivir la experiencia profundamente íntima que proponen las canciones del músico. Tim, con su guitarra al hombro y sentado en un taburete, miraba al público como buscando conectar con cada uno de los presentes.

El segundo tema en abordar fue ‘Fases’, dejándonos destellos de esas modulaciones vocales que realiza con total naturalidad. Llegó el turno de ‘BB (Garupa de Moto Amarela)’, una de esas composiciones que recoge a la perfección la esencia romántica de sus obras, logrando arrancar los primeros coros al unísono de la noche. Explicando cómo todas estas canciones de su más reciente trabajo poseen un componente metafísico, inspirado claramente por el tiempo de cautiverio de la pandemia, nos mostró el contexto de todos los anhelos que esconden sus versos más recientes.

Continuando de manera serena, ‘Mesmo se você não vê’ destacó por esa expresión mínima de acordes que dejan todo a la voluntad de la esperanza. Prácticamente encadenando un tema con otro, dejándonos con su habitual sonrisa entre medias, el repaso a Mil Coisas Invisíveis continuó con ‘Realmente Lindo’, sacando a relucir la cara más propia de la bossa nova en su música. Posteriormente, estrenándose al piano, ‘Falta’ nos dejó ante un poderío increíble en aquellos terrenos donde se describen experiencias extrasensoriales. Recorriendo las notas del instrumento de forma juguetona y comprobando lo cómodo que se sentía encima del escenario, no dudó en encadenar el final del tema con el inicio de ‘Talvez’, aportando ese tono épico hacia su final que también le sentó de maravilla al concierto.

Bromeando acerca de que intentaba mostrar su mejor “portuñol” para que la mayoría del público le entendiese y que si no siempre podíamos consultar a nuestro amigo brasileño más cercano en la sala, Tim volvió a hacer gala de su carisma. Regresando a la guitarra para recordar ‘Não’ de su disco Recomençar, el carácter espontáneo de sus canciones siguió dejando huella, todo ello con constantes subidas y bajas de intensidad en las que tan solo se oía el murmullo de los ventiladores de la sala. Sumidos en ese embelesamiento propio de los grandes artistas que con poco llegan muy adentro, no faltó tampoco una ‘Velha Amiga’ que logró aportar más calidez al concierto. Melodías altamente rítmicas para desencadenar algún movimiento de caderas con el que comprobar cómo el músico sabe introducir dinámicas bien variadas en sus conciertos.

Atravesando el ecuador del concierto, también hubo turno para una versión destacada del Soluços de Jards Macalé, utilizando su pedalera para aportar ese toque de rock punzante que aún le faltaba a la velada. Tras esta mayor descarga sonora, el concierto entró en una nueva fase de lo más íntima donde sonaron las bellas ‘Quis Mudar’, ‘Olha’, ‘Última Vez’ o ‘Meus 26’. Sintiendo como no sabíamos muy bien cuanto había transcurrido de concierto, llegó el turno de los agradecimientos a la sala, al Vida Festival y a unos asistentes que nunca se habían imaginado que hubiesen agotado entradas en Madrid. Con un guiño incluido a los argentinos, diciendo que también podían comprar camisetas en el puesto de merchandising, preguntó si precisamente había alguien de esta nacionalidad, encontrando varias manos levantadas.

Encarando el tramo final del directo, no podía faltar la coreable ‘A balada de Tim Bernardes’ y una interpretación apasionante al piano de ‘Leve’ que fue realmente de soltar lagrimita. Tampoco se quedó atrás ‘A história mais velha do mundo’, original de su banda O Terno. Despidiéndose temporalmente y preguntando si podía dejarnos ante al menos otro tema, volvió al escenario para recuperar otra de O Terno como fue ‘Volta’ y volver a pedir permiso para, ahora sí, cerrar con el ‘Baby’ de Gal Costa. Un final elevador al mejor directo de lo que llevamos de año y que a buen seguro permanecerá en nuestras cabezas durante una buena temporada.

Tratando de escribir casi siempre sobre las cosas que me gustan.