Pocas veces una formación que está de regreso después de un largo hiato tiene tanto que aportarnos. Stereolab se encuentran dentro de este selecto grupo de bandas cuyos retornos sirven tanto para reivindicar el camino recorrido como para justificar con rotundidad su regreso a los escenarios. Si bien es cierto que no tienen composiciones nuevas de esta segunda etapa que ofrecernos, ya se las ingenian para que esta gira esté cargada de detalles que nos den la impresión de estar ante una obra que parece haber crecido con el paso del tiempo. Desvelándonos a lo largo de estos últimos años la serie de volúmenes Switched On, donde aparecía alguna otra joya oculta que había quedado en el tintero, comenzaron a mostrarnos que aún se guardan muchas cartas debajo de la manga, algo que lograron transmitir también en su directo a su paso por Madrid.
Asistir a un concierto de Stereolab en pleno año 2022 es encontrarte con un público de lo más variopinto entre el que destacan fans acérrimos que tuvieron el placer de disfrutarlos en su día, pero también generaciones más jóvenes que han caído a lo largo de estos años en la telaraña creativa del grupo. Mostrando la referencia de lo que supone facturar canciones sin fijarse en las tendencias, ni intentar acomodarse a un sonido totalmente definido, lo mostrado por Laetitia Sadier, Tim Gane y compañía nos permitió ser más conscientes que nunca del carácter camaleónico del grupo. Durante su hora y media de actuación fueron capaces de dejarse llevar por la cara más retrofuturista de su música, pero también descender hacia las capas de ruido más perfeccionadas mediante loops y así abrir la puerta a momentos aún más viscerales.
Estructurando el concierto como una perfecta exhibición de todos los rincones tan distantes entre sí que abarca su música, no dudaron en abrir la veda con la risueña ‘Neon Beanbag’, haciéndonos ver de este modo como sus melodías pueden adquirir un aire huidizo que refleja a la perfección todas esas escapatorias hacia un mundo de pop colorido. Con una Laetitia Sadier pletórica, disfrutando totalmente de este regreso a los escenarios con su banda titular, el concierto fue guiado sin lugar a dudas por su magnética personalidad e intentos de hablar castellano, haciéndonos ver como ante todo la complicidad entre los músicos es uno de los motores de este reencuentro. Desde esas miradas cómplices que pudimos ver mientras sonaban los coros livianos de ‘Low Fi’ hasta esos bailes por parte de la francesa que nos hacían ver como no estaban allí para cumplir expediente.
Manteniendo de forma constante el grado de suspense entre tema y tema, el recorrido por casi todas las etapas de su discografía nos aseguró ante todo grandes sorpresas acerca de cuales serían los derroteros que abordarían en la siguiente canción que interpretarían. Lo bueno de no seguir casi nunca ningún molde artístico es que pueden sumirnos en la placidez totalmente contemplativa de esa maravillosa ‘Refractions in the Plastic Pulse’ de más de quince minutos donde todo son idas y venidas, percusiones algodonosas y algún que otro momento donde deconstruir totalmente el tema a base de modulaciones sintéticas entrecortadas. Así son Stereolab: capaces de sacrificar abruptamente su espíritu melódico para entregarnos incluso algo mejor relacionado con los sonidos bubblegum donde son las máquinas las únicas que toman el protagonismo.
Sin ser muy conscientes de en qué punto de la línea temporal del directo nos encontrábamos, fueron llegando más momentos donde ofrecernos sacudidas por múltiples vías. De esta forma llegó ante nosotros la interpretación de una ‘Mountain’ donde ofrecernos unos altivos muros de sonido que llevaron al límite los pedales de Tim, mientras que también sabían como encaramarse a esos ecos de la chanson francesa que establecen vínculos con clásicos escoceses imprescindibles de los noventa, emergiendo con una interpretación de ‘Harmonium’ donde realmente costaba distinguir si eran los teclados o las guitarras los que abrían la caja de los truenos de la composición. Entre estos momentos de deleite, poco a poco fueron encarando una recta final donde desplegar definitivamente todas las particularidades de sus sintetizadores, como fue el caso de ‘I Feel The Air (Of Another Planet)’ que adquirió ese toque gustosamente enrarecido que hace realmente que nos encontremos en escenarios de ciencia ficción.
Tampoco se olvidaron de cerrar de forma momentánea la velada con ‘Super-Electric’, una composición donde suenan todo lo polifacéticos que pueden resultar. Siendo conscientes de como aún quedaban algunas buenas dosis de adrenalina, se atrevieron ni más ni menos que con tres bises de lo más variados. La juguetona ‘Gus The Mynah Bird’ inició la senda hacia el componente más orgánico de su música, para posteriormente saltar de forma aguerrida a una ‘French Disko’ que fue celebrada hasta la saciedad entre el público. Como remate final, hicieron honor a sus orígenes kraut con una ‘Simple Headphone Mind’ donde divagaron hasta límites insospechados a través de esa perfecta conjunción de leimotivs melódicos tenaces, voces andróginas y modulaciones con las que acrecentar el vértigo de la velada. Un broche de oro con el que volver a desbaratar una vez más cualquier patrón estilístico que les pudiésemos haber asociado a lo largo de la noche.
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