Antonio Luque ha vivido muchas cosas y seguramente esté de vuelta de muchas otras. Un grado de experiencia que siempre ha sabido reflejar en sus trabajos y directos. Una lírica tan costumbrista como críptica que ha permanecido perenne a lo largo del tiempo y en la que el individualismo siempre ha tenido mucho protagonismo. Esto es lo que nos demostró el pasado jueves en su concierto en Valladolid, donde la perfecta excusa de presentar su último trabajo Perspectiva Caballera, le sirvió para pegar un buen repaso a parte de su necesario cancionero. No hicieron falta grandes artificios para sacar el máximo jugo posible a unas canciones que reflejan una visión de la vida a ratos tan desinhibida como apasionada, algo que solo se puede conseguir a partir de afrontar las canciones con total naturalidad. Esto es algo que pudimos sentir muy de cerca a lo largo del concierto, notando como el rostro de Antonio Luque no experimentaba grandes cambios, dejando que los temas se expresasen por sí solos.
El repertorio que nos ofreció Sr. Chinarro y su banda podemos decir que fue de lo más equilibrado. Perspectiva Caballera tuvo el protagonismo justo para dejar también brillar a los clásicos. Toda una declaración de intenciones fue abrir el concierto con ‘Esplendor en la Hierba’, uno de esos temas en los que el andaluz echa mano de la tradición para extender su propio contenido. Del mismo modo también se decantó por incluir en los compases iniciales ‘Dos Besugos’, introduciéndonos en esa cercanía a nuestro día a día y que deja del mismo modo el margen perfecto para el otro lado de la pareja. Temas ejecutados con la vivacidad precisa y un Jordi Gil metido en su habitual papel de virtuoso. Elevando las saturaciones hasta niveles realmente insospechados, la banda como conjunto dio buenas muestras de que saben guardarse buenos ases bajo la manga.
No tardaron mucho en llegar los primeros temas de su nuevo trabajo como fue el caso de ‘Viaje Astral’. Equilibrio perfecto entre trovador experimentado y narración ocurrente, enfatizando aún más en directo ese tono de despreocupación total. Adoptando un ambiente aún más serio pero sin ningún tipo de dramatismo, ‘Mudas y Escamas’ creó la situación perfecta de asumir hechos y disfrutar de las metáforas que se plantean en él. Suavizando la situación en la medida de lo posible, llegó ‘Famélicos Famosos’ y unos atisbos de cierta luminosidad que no son muy frecuentes en Perspectiva Caballera. Regresaríamos de nuevo a lo raspante y los dardos envenenados sin pretenderlo. De este modo sonó ‘Ácido Fórmico’, canción que adoptó el perfecto aire de aspereza que requería el tema. Brindándonos muy buenos soliloquios acerca de emplazamientos de ciertos lugares curiosos de la ciudad o mostrándonos como el trabajo de músico dignifica mucho más que otros, Antonio Luque aportó esa dosis perfecta para ganarse al público más allá de lo extramusical.
Pasado el ecuador del concierto llegó el momento de unos cuantos de los temas más representativos y por ende la carga más desencadenante de nostalgia. Este fue el momento en el que Antonio Lomas enganchó las maracas y comenzó con el inconfundible ritmo de ‘Del Montón’. Por fin los primeros olés llegaron a la sala para continuar un recital en el que no podía faltar esa calidez y languideza descrita en ‘El Lejano Oeste’. Una banda que a esas alturas del concierto disfrutaba cada acorde y hacía disfrutar también al público, calando muy hondo el ciertamente romanticón ‘El Alfabeto Morse’. Otra de las más vitoreadas fue ‘El Rayo Verde’ donde ese horizonte nublado representaba algo mucho mayor. Dentro de todo este ambiente cada vez más animado llegaba el turno de mayor agitación con ‘San Borondón’ y ‘La Canción de Amor de Turno’, el tema que cierra su último trabajo y que la banda llevó al extremo.
Aún quedaba el ímpetu de los bises de la mano de ‘Babieca’ y el siempre liberador ‘Los Ángeles’, cerrando una velada que nos sirvió para recordar lo olvidado que teníamos a Sr. Chinarro y lo infravalorado que está en el panorama. Lo mejor de todo es que seguro que a él no le importa para nada, algo que la gente, nosotros en general , deberíamos extrapolar a muchas facetas de nuestra vida.
Crónica: Noé Rodríguez Rivas
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