Crónica

Rufus Wainwright

Noches del Botánico 2021

07/07/2021



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Rufus Wainwright regresaba a nuestro país más o menos un año después de lo que tenía previsto, reubicando la malograda presentación por causas más que conocidas de su más reciente trabajo Unfollow The Rules para ofrecernos un espectáculo totalmente diferente pero igualmente arrebatador. Lo que se preveía una extensa gira en 2020 acompañado por su banda se ha acabado transformando en un conjunto de conciertos en solitario por el continente europeo donde desgranar clásicos y novedades de la siempre carismática forma que lo caracteriza, haciéndonos ver como solo o acompañado sus directos siempre poseen ese poder de conducirnos al epicentro de sus canciones de una forma pasional. Esto es lo que ocurrió durante su actuación en las Noches del Botánico, ofreciéndonos una velada cargada de momentos de relumbrón donde fue capaz de aunar un setlist que contentó tanto a los seguidores más primerizos de su música como a todos aquellos que han estado sobretodo más pendientes de sus últimos trabajos.

Con la elegancia que lo caracteriza, la velada no pudo comenzar más potente gracias a la interpretación de ‘Art Teacher’, desatando de este modo el entusiasmo de un público fiel y con una clara predisposición a disfrutar al máximo del tono íntimo en el que se iba a mover su actuación. Provocando desde un primer momento un silencio sepulcral, que solo se rompía con algún que otro vítor en mitad de las canciones debido a esa emoción desbordante que causan las melodías álgidas de su cancionero, el músico iba concediendo el espacio preciso para que los presentes pudiesen asimilar la catarsis de momentos confesionales que iba dejando por el camino. Este fue el caso de una preciosa ‘My Little You’, perteneciente a su último trabajo, o la forma de recuperar una ‘Vibrate’ que desde los primeros acordes de piano desprende ese toque de admiración incondicional hacia la etapa más sobria de su repertorio.

Sin olvidarse tampoco de como también es capaz de lucir dentro de la canción pop más candente, agarró la guitarra para dejarnos ante las animadas interpretaciones de ‘Out of the Game’ y ‘Jericho’, dos de las composiciones que más elevan su pasión por lo más parecido al rock sinfónico y esa necesidad de dotar de grandilocuencia a sus composiciones. Poco importó que fuesen interpretadas en formato reducido, ya que todos esos crescendos que poseen los temas fueron exprimidos al máximo con una interpretación vocal de lo más poderosa. Avanzando en la actuación, no dudó tampoco en mostrar su encantador talento para introducirnos los temas, hablándonos por ejemplo de como en ‘Only The People That I Love’ sabe que transmite sensaciones buenas pero que realmente no ha logrado desentrañar el significado con el que escribió el tema.

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Dejando más espacio a los temas de más reciente trabajo, no dudó tampoco en introducirse en aquella faceta en la que saca mejor partido a la esencia barroca de su música, logrando siempre salirse de la linealidad melódica y aferrarse a un cierto dramatismo más que justificado. Así fue como nos dejó ante la más que interesante ‘Early Morning Madness’, un tema que nos confesó que habla de las resacas más arduas que por suerte hace tiempo que dejó atrás. Sintiendo como poco a poco llegaba el núcleo más desatado del concierto, aquel que nos remite hacia la parte de su trayectoria que logra ponernos las lágrimas en los ojos, llegó el turno de interpretar una ‘Poses’ que siempre toca la fibra gracias a como se desenvuelve en todo lo que sugieren las estampas cotidianas que más marcan.

Tampoco podemos pasar como uno de los momentos más destacados del concierto la dedicatoria de ‘Gay Messiah’ a Samuel Luiz, el joven coruñés recientemente asesinado en un crimen homófobo, evidenciando como ante todo el artista vive aferrado al mundo que le rodea y se hace valer de su condición privilegiada para dar voz a los problemas más graves de la sociedad. Dentro de toda esta catarata de emociones difíciles de reprimir, no faltó otro de esos puntos memorables de la noche gracias a la recuperación de una ‘Go or Go Ahead’ que sonó realmente atronadora. Capturando a las mil maravillas todos los motivos por los que amamos su música, nos dejó en nuestra mente esa imagen de poder haber vivido un momento tan especial.

Sin embargo, el clímax tan embriagador que a esas alturas había tomado el directo no iba a descender, ya que la recta final estuvo marcada por la interpretación de la fastuosa y solemne ‘Going to a Town’, la sutil y experimental ‘Zebulon’ y por supuesto ese himno a la domesticidad que supone ‘Cigarettes and Chocolate Milk’. Un final de relumbrón que fue rematado en los bises con su inconfundible reinterpretación del ‘Hallelujah’ que dejó más que extasiados a los presentes. Así es como se dio por concluido un nuevo triunfo de una forma de hacer canciones únicas y el dejar huella una vez más de todas sus cualidades humanas irrepetibles Por fortuna, podremos revivir todo lo indescriptible de sus obras, ya que a un año vista nos confesó que en el próximo mes de julio, más o menos en fechas de su cumpleaños, volverá al Teatro Real de la capital para presentarnos su ópera Hadrian.

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Tratando de escribir casi siempre sobre las cosas que me gustan.