Crónica

Apostille · Molly Nilsson

Mon Live

06/05/2022



Por -

Molly Nilsson regresaba a Madrid para presentarnos Extreme, el que seguramente sea su disco más completo hasta la fecha y en el que introduce un mayor número de elementos novedosos en su propuesta. Después de tres años sin la posibilidad de ofrecer giras y con ganas más que palpables de dejar constancia de como lo volcado en estas nuevas composiciones resulta totalmente arrebatador, la artista establecida en Berlín nos dejó claro desde el primer momento como ante todo sus directos son una experiencia de lo más intensa, donde el término de llorar bailando adquiere su máximo significado a base de poner en común la forma en la que la vida nos ofrece desengaños constantes. Sin embargo, como bien se desprende también en buena parte de su trayectoria, el poderío y la confianza hasta límites insospechados en nosotros mismos, acaba sacándonos de atolladeros un tanto pronunciados.

Antes de ofrecernos el recital más completo que se recuerda de la compositora sueca, Apostille hizo lo propio con un concierto de lo más divertido y focalizado en quemar todas las naves de las que disponía. Así fue como Michael Kasparis, el jefe de Night School Records, logró salir del escenario bajo una ovación tremenda, todo ello en parte gracias a unos temas enloquecidos donde el techno más primitivo se daba la mano con unas melodías puramente cargadas de hyper pop un tanto desquiciado. Tomándose la actuación con un gran sentido del humor y no parando dejarse llevar por los tópicos de las estrellas del rock retiradas, Michael nos hizo ver como los teloneros también pueden provocar la euforia en el público e incluso que los bises sean pedidos de forma insistente.

Haciendo gala de la sobriedad que la caracteriza, Molly Nilsson salió al escenario un poco antes de las diez de la noche arrancando el concierto de la misma forma que arranca su más reciente trabajo. Los compases iniciales de ‘Absolute Power’ nos metieron en situación, pudiendo comprobar como ante todo tiene uno de los públicos más fieles posibles y abriendo de lleno las puertas a esa enorme catarata de emociones incontrolables. Si bien es cierto que en sus directos lo único que suena en vivo es su voz, ella lo compensa sobremanera con un carisma arrollador, ofreciéndonos siempre pequeñas introducciones en sus temas e interactuando con el público de forma constante. A todo esto tenemos que unirle una presencia en el escenario que siempre encandila con cada mirada y cada pose, logrando que los asistentes puedan vivir al máximo los motivos compositivos de cada tema.

Como bien cabía esperar, nos presentó prácticamente su nuevo trabajo al completo del tirón, evidenciando como estos temas al final se encuentran más íntimamente ligados de lo que podríamos esperar, ya que ante todo nos arrojan ante los tiempos más recientes de desesperanza. Sin embargo, ante todo nos demostró como hay algún que otro motivo para el optimismo, tal y como ocurrió en ‘Fearless Like a Child’, del mismo modo que en ‘Sweet Smell of Success’ nos habló de la difícil relación que siempre mantiene con su ciudad natal. Por el camino, tampoco faltaron los momentos de épica más llevada al extremo con una ‘The Will Pay’ donde buena parte de los presentes pusieron su puño en alto. El broche de oro a este primer tramo del concierto llegó como no podía ser de otra forma con una ‘Pompeii’ que se reveló como uno de los mayores hits de su carrera, siendo la canción definitiva con la que romper con los momentos más dramáticos del confinamiento.

Una vez cumplió con su compromiso de desentrañar todos los entresijos de Extreme, llegó el turno para recuperar parte de su apasionante repertorio clásico, mostrándonos las diferentes dinámicas de sus composiciones y así rescatar para la ocasión su clásico sonido eurodance en temas como ‘A Slice of Lemon’ o ‘Money Never Dreams’. Más de esos momentos donde dar rienda suelta a la forma en la que las estampas más contemplativas y reveladoras sobre el funcionamiento de la sociedad pueblan su música llegaron con una ‘Inner Cities’ de mirada perdida en el fondo de la sala, no olvidándonos tampoco de como desplegó las influencias balearic de su música en la existencialista y de graves retumbantes ‘Happyness’. Sintiendo como la velada se iba consumiendo sin apenas darnos cuenta, llegó el desenlace final con la ejecución de una ‘I Hope You Die’ que tomó más significado que nunca, abriendo de este modo las puertas a la celebrada ‘1995’ con la que representar fielmente todas esas situaciones de angustia existencial con las que nos toca convivir. De esta forma tan imborrable dio por terminado un concierto con el que reafirmarnos en nuestra devoción por una artista que es capaz de trasladar con muy poco a sus directos las narrativas precisas de sus canciones.

Tratando de escribir casi siempre sobre las cosas que me gustan.