M.Ward sabe que gana en la distancias cortas, tan solo le hace falta acunar a su guitarra entre sus brazos, dibujar una sonrisa con acento spanglish, y empezar a torcer las falanges para dejarnos seducir por un catálogo de canciones maravilloso. Lo suyo es un triunfo silencioso, con amagos esporádicos de acariciar el éxito –sus proyectos Monsters of Folk y los mediáticos She and him- pero siempre volviendo a su zona de confort donde otea el folk atemporal y el rock clásico, lejos de modas y sarpullidos generacionales, algo que nos demostró a su paso por Barcelona en una nueva fiesta de presentación del Vida Festival.
Esta noche presentaba, sin banda de acompañamiento, su trabajo de hace un par de años, el correcto-pero-no-embriagador More rain (Merge, 2015), que palidece en comparación con su cima creativa firmada a mediados de los dosmiles Post-War, secundado por dos trabajos que cimentaron su reputación: Transistor radio y Hold time.
Precisamente, y tras desengrasar el mástil de su guitarra a base de su habitual punteo fingerpicking, abrió la tapa de Post-Ward con la cálida ‘Eyes on the prize’, dorando las sílabas con su laringe amulatada. El ir y venir al susodicho álbum fue recurrente a lo largo del concierto, consciente de que recoge los laureles de su producción, y del que nos regaló, cómo no, la inevitable ‘Chinese translation’ (con coros de la primera fila) o ‘Rollecoaster’, ya en el tiempo de descuento del concierto.

‘Hold time’, presentada entre esbozos de español, se meció por la sala a trompicones, ejecutada con prisa y sin poderla paladear como se merecía, problema que truncó algunas canciones: cierta necesidad de urgencia enturbió varios momentos de las noche: ‘Fuel for fire’ o ‘I get ideas’, remozada en “me vienen ideas”, sufrieron también una poda que jugó en su contra.
Aparte de la versión de Julio César Sanders, Ward se aprovechó de la entrada en el escenario de su partenaire femenina para interpretar una bonita versión de ‘All my love’, de Led Zeppelin y para seguir demostrando su querencia por composiciones ajenas, como la versión de Buddy Holly, ‘Rave on’.
El último tramo del concierto sirvió para desempolvar viejos temas como ‘O´Brien/ O´Brien´s nocturne’ del olvidado End of Animals, con matasellos de 2001 o para seguir secándole dividendos al recurrente Transistor Radio con ‘Four hours in Washington’, justo antes de descalzarse la guitarra y hacer un amago de despedida.
No contento con el suculento repaso a buena parte de su discografía, el señor Stephen Ward –tras previa consulta con su mánager, aseguró- regresó al escenario para sacar a pasear viejas composiciones, como ‘Never had nobody like you’, saldar deudas con las plañideras de la primera fila con ‘For beginners’, versionar a otro grande de la guitarra, John Fahey o dedicarnos ‘Sad, sad song’. Que siga la rave.

