Crónica

Jungle · LA Priest

Palacio de Vistalegre

28/10/2023



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La noche del 28 de octubre, el Palacio de Vistalegre de Madrid fue escenario de la experiencia multisensorial que siempre supone asistir a un concierto de Jungle. El recinto se estremeció con la energía desbordante del dúo británico y su propuesta musical, ubicada en la intersección del funk, el soul y la electrónica.

Sin embargo, antes de que Jungle hiciesen acto de presente, LA Priest se encargó de caldear el ambiente en solitario. Situándose al pie del escenario, con dos curiosas antenas postizas de gran envergadura a sus lados, Sam Eastgate  nos condujo a través de los terrenos de pop psicodélico cocido a fuego lento que atesora su discografía. Con especial énfasis en el repaso de su más reciente LP Fase Luna, consiguió su propósito de ofrecernos ambientes camaleónicos.

Tan solo con unas bases pregrabadas y su guitarra ejecutada a través de numerosos filtros que proporcionaban a ratos calidez y a otros lograban enrarecer de la forma más curiosa su propuesta, poco a poco logró capturar la atención por completo de un público que no pasó por alto la forma de facturar ritmos de bajas revoluciones pero bien marcados.

Con un breve impase, el concierto de Jungle comenzó enmarcado en un aura de misterio, con una suave intro de jazz que parecía provenir de entre bastidores. De pronto, un imponente telón carmesí cayó sobre el escenario principal, con una perfecta coordinación entre sus extremos arrancando las sonrisas entre los asistentes, ya impacientes por lo que se venía.

Acto seguido, emergieron dos enigmáticas siluetas entre la bruma. Eran Tom McFarland y Joshua Lloyd-Watson, cerebros creativos de Jungle, quienes irradiaban un gran magnetismo entre unas luces blanquecinas cegadoras. Sin mayor preámbulo, los acordes de ‘Us Against the World’ retumbaron desde los amplificadores, desatando un rugido colectivo que erizó la piel de todos los presentes.

Tras este inicio arrasador, la banda se adentró velozmente en ‘Candle Flame’ sumergiendo al público en una espiral de energía creciente. Luego vino ‘Dominoes’, bañada en tintes psicodélicos, mientras imágenes de un amanecer teñían el telón de fondo e iluminaban a los frontmen entonando evocativos coros.

Así comenzó a quedar en evidencia la vocación del grupo por envolver a su audiencia en una experiencia catártica de simbiosis entre música e imagen. Y el setlist no hizo más que confirmar esto, entrelazando magistralmente clásicos atemporales como ‘The Heat’ y ‘Heavy California’ con cortes más actuales de su último álbum, Volcano, como la enérgica ‘I've Been in Love’ y la vibrante ‘Back On 74’ donde el rapero Bas pareció cobrar vida a través de las pantallas.

El show se fue transformando en una auténtica fiesta dance gracias al poderoso apoyo de una banda integrada por guitarristas, bateristas, teclistas y manipuladores de sintetizadores y samplers. Por momentos, el Palacio de Vistalegre se convirtió en una pista de baile con miles de almas moviéndose al unísono, inundadas por ritmos funky adictivos.

Y como complemento a esta avalancha musical, Jungle desplegó una estética visual igualmente abrumadora. Luces estroboscópicas, haces de láser, fondos psicodélicos y todo tipo de efectos hipnóticos, perfectamente sincronizados al estado de ánimo desatado de cada canción.

Fieles a su vocación por los detalles estéticos, idearon escenografías únicas para cada tema. Desde los caleidoscopios anaranjados que bañaron su interpretación de ‘Casio’, hasta el hipnótico telón rojo que enmarcó a la sensual ‘Cherry’.

Ante este aluvión de estímulos, el público respondió con desbordante entusiasmo, coreando y bailando hits como ‘Fire’, ‘Keep Moving’ y ‘Busy Earnin’, canciones que realmente no necesitan muchas revoluciones para conseguir el efecto deseado.

Tras 22 canciones y más de hora y media de performance energizante, las siluetas de Jungle se inclinaron con humildad ante la eufórica ovación del Palacio de Vistalegre, antes de escabullirse tras bambalinas, dejando atrás una muchedumbre en trance.

Con esta impecable demostración artística, Jungle volvió a consagrar su maestría para envolver al público en una experiencia multisensorial profundamente catártica, donde música y visuales se fusionan hipnóticamente. Madrid vibró esa noche al unísono del funk y el soul de estos brillantes embajadores británicos del neo-soul electrónico.

Tratando de escribir casi siempre sobre las cosas que me gustan.

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