El pasado domingo el ciclo Sound Isidro vivía una de las noches más esperadas y destacadas de su presente edición, ofreciéndonos en directo a Julien Baker después de muchos años sin pisar Madrid. Desde entonces, las cosas han cambiado mucho, ya que la artista de Germantown ahora se encuentra bien secundada por una sólida banda en directo, todo ello propiciado por el hecho de haber aumentado la instrumentación dentro de su más reciente trabajo Little Oblivions. Con todos estos alicientes, la velada no podía generar expectativas más altas, comprobando a la postre como todo salió según lo esperado y poder afirmar que asistimos ante uno de los conciertos más completos en todos los sentidos que nos hemos encontrado en la etapa post pandémica.
Antes de que Julien y su banda hiciesen lo propio, Marta Knight se encargó de abrir la noche con un directo de lo más solvente y así mostrar sus credenciales como artista capaz de revolucionar los sonidos más aferrados a la canción americana que escapa hacia los territorios pop. A través de una formación que incluía a miembros de The Zephyr Bones, la catalana nos presentó parte del que será su LP debut Strange Times Forever, logrando transmitir en todo momento esa sensación de estar ante unos temas de corazón clásico y gran robustez en la ejecución del apartado guitarrero.
Ofreciéndonos singles como el propio que da título al trabajo o su más que reciente ‘Half a Room’, nos hizo ver como ante todo el dominio de las influencias encerradas en su música resulta de lo más preciso, pudiendo transitar desde aquellos momentos donde el componente psicodélico se hace más patente a la hora de enarbolar la construcción atmosférica de los temas, hasta todo el sentimiento cálido que se acaba desprendiendo del folk más electrizante. Así fue como bajo la atenta mirada de Julien Baker durante buena parte del concierto y unas luces que por momentos emulaban la golden hour que nos estaríamos perdiendo en el exterior, Marta rompió con la clásica función que se le atribuye a la figura del telonero, relacionada con ser un mero entrante con el que entrar en calor de cara al plato principal.

Pasadas escasamente las nueve de la noche, Julien Baker, Mariah Scheneider, Matthew Gilliam, Calvin Lauber y Noah Forbes hacían acto de presencia encima de un escenario donde realmente no sobraba mucho espacio sin ocupar. Con un público que guardaba un respetuoso silencio, escuchándose algún suspiro y observando caras propias de la solemnidad que requería el momento, el concierto arrancada con una ‘Hardline’ con la que poder comprobar como nuestra dosis de altos decibelios en esta ocasión sí que iba a resultar satisfecha. Difícilmente podemos afirmar que hemos escuchado un concierto con un sonido tan bien ecualizado y un volumen tan atronador en todo lo que llevamos de año visitando las salas de la capital, diciendo esto mucho de como todos los astros parecían alineados para disfrutar al máximo de la experiencia.
Haciéndonos ver como en esta nueva etapa la contundencia también es otro factor a tener en cuenta en la interpretación de sus temas, la retahíla de momentos cercanos a la catarsis total no se hizo esperar, ofreciéndonos a las primeras de cambio una ‘Bloodshot’ donde esa estrofa de “there is no glory in love, only the gore of our hearts” no pasó para nada desapercibida, para posteriormente desembocar en unas florituras vocales que fueron de lo más presentes durante toda la noche. Del mismo modo, en ‘Shdowboxing’ no dudó en mostrarnos su grito más poderoso y aferrarse de forma pensativa al mástil de su guitarra tras el final de su interpretación, dejando la mirada perdida durante unos instantes para poder recuperarse de todo lo que implica anímica y emocionalmente interpretar temas de este calado.
Continuando con momentos donde mostrarnos el esplendor de la banda al completo, tampoco faltaron la interpretación de una ‘Relative Fiction’ que fue tomando el brío perfecto a medida que transcurría o una ‘Red Door’ que alcanzó un clímax liberador de cara a su final, resonando por todo lo alto ese “I wanna let you break my heart” que adquirió connotaciones bastante sobrecogedoras. Sin poder cesar en el ejercicio de máxima desnudez afectiva que nos ofrecen todas las canciones de su repertorio, sí que nos encontramos alguna que otra parte del directo con la que reducir en parte la continua extenuación de líricas punzantes presentada. Así es como ‘Heatwave’ y ‘Ringside’ aliviaron en parte, gracias a los interludios instrumentales de la primera, y esa forma de hacerse fuerte a base de creer en sí misma en la segunda, todas esas pequeñas pausas entre canciones donde Julien realmente se quedaba pensativa un buen rato.

Entrando en un nuevo episodio del concierto, la uniformada banda que la acompañaba despejaba el escenario para que Julien y su guitarra nos regalasen unos momentos algo más íntimos. De esta forma llegó a nuestros oídos ‘Sprained Ankled’, acentuando al máximo el característico punteo que impregna al tema. A continuación vivimos uno de los momentos que rompió la seriedad general de la velada, ya que Julien se olvidó de los acordes de ‘Even’ y un fan le prestó amablemente el móvil con una búsqueda de las tablaturas en internet. Sin hacer que esta pequeña anécdota la descolocase por completo, acto seguido se aferró por primera vez en la noche al teclado para que ‘Song in E’ adquiriese ese poder de aunar vulnerabilidad y firmeza a partes iguales, todo ello logrando como siempre controlar su torrente vocal magistralmente pese al carácter evocativo de las letras.
Encaminándonos poco a poco hacia la resolución del concierto, la banda regresó al escenario y las ondas sonoras estampándose en nuestro pecho sin compasión regresaron con ‘Faith Healer’. También hubo espacio para no olvidarse de una ‘Repeat’ que realmente resultó como uno de esos mantras inapelables donde cada vez que separaba su rostro del micrófono sabíamos que venía una descarga poderosa de frases grabadas a fuego en la memoria de muchos, de igual forma que en ‘Sour Breath’ no resultó nada complicado involucrarse en todas aquellas estampas en las que acabamos replegándonos sobre nosotros mismos pese a nuestra voluntad. Sin embargo, no todo iba a ser entregarse a lo momentos de épica más dolorosa, sino que la perfecta combinación entre recogimiento y máximo despliegue de banda que roza el post hardcore llegó en los dos bises que Julien avisó que interpretarían sin abandonar el escenario.
En ellos emergió con una ‘Appointments’, donde respirar de formar profunda era casi una necesidad vital, y una ‘Ziptie’ cuyas notas metronímicas de fondo lograron ese efecto de corazón que conserva sus mínimas pulsaciones para hacer frente al apoteósico final instrumental que nos ofrecieron. De esta forma redondearon un concierto de insospechado poder curativo y capacidad para sumergirnos en el primer plano de las reflexiones encerradas a lo largo de la discografía de la artista. A todo esto podemos sumarle el valor de vivir un concierto de estas características en compañía de personas que se han ganado un hueco especial en nuestros corazones para comprender la inevitable resaca emocional a la que habrá que hacer frente al día siguiente.

