La noche del 1 de octubre en el Teatro Lara de Madrid fue testigo de una de esas veladas que quedan grabadas en la memoria, gracias a la actuación de Julia Jacklin. La cantautora australiana, sola en el escenario salvo en algunas canciones en las que contó con la compañía de Jacob Diamond, ofreció una experiencia musical íntima y profunda, donde cada acorde y cada palabra parecían tallados en la atmósfera del teatro.
El concierto comenzó con 'to Perth, before the border closes', marcando el tono melancólico que caracterizaría toda la noche. Desde el primer momento, Jacklin dejó claro que este no sería un espectáculo tradicional. Se dirigió al público con una naturalidad que desarmaba, casi como si estuviera charlando con viejos amigos. Al preguntarse en voz alta qué debía tocar a continuación, demostró estar abierta a sugerencias, estableciendo una conexión inmediata con los asistentes. Alguien en la audiencia pidió 'End of a Friendship', recordándole a Jacklin que, previamente, esa misma persona le había enviado un mensaje a través de redes sociales solicitando la canción. Con una sonrisa y una mezcla de sorpresa y complicidad, dedicó la interpretación a esa persona, creando un momento íntimo que todos compartieron.
El repertorio fue un viaje por los momentos más vulnerables y sinceros de su discografía. Jacklin interpretó canciones como 'Be Careful With Yourself' y 'Don't Know How to Keep Loving You', ambas con una intensidad emocional que dejó sin aliento a los presentes. Su forma de cantar, con una delicadeza casi dolorosa, hizo que las letras resonaran con más fuerza en un espacio tan íntimo como el Teatro Lara. Durante la interpretación de 'Don't Know How to Keep Loving You', su voz parecía quebrarse con cada palabra, transmitiendo ese sentimiento de pérdida y desesperanza que la canción encierra, y logrando que el público compartiera ese dolor en silencio.
Jacklin también dejó espacio para el humor, con comentarios que aligeraron el tono de la noche. En un momento dado, comentó irónicamente sobre la falta de canciones más alegres en su repertorio, confesando que, aunque le gustaría tocar algo más divertido, no tenía muchas opciones que recordara en ese momento. Esa mezcla de autocrítica y simpatía hizo que la audiencia se riera y relajara, creando un equilibrio perfecto entre la melancolía de sus canciones y su personalidad afable.
Uno de los momentos más memorables ocurrió cuando interpretó 'Dreams', un cover de The Cranberries. Antes de comenzar, admitió que no recordaba bien la letra, y pidió ayuda al público para que buscaran la canción en sus teléfonos. Alguien le prestó un móvil, y entre risas, Jacklin consiguió continuar con la interpretación, reforzando esa sensación de complicidad y cercanía que ya había establecido desde el principio.
El Teatro Lara, con su ambiente íntimo y su acústica impecable, sirvió como el escenario perfecto para una actuación tan despojada. Durante el concierto, Jacklin se tomó un momento para expresar su aprecio por el lugar, comentando lo hermoso y antiguo que era el teatro, lo que no solo demostraba su gratitud por el entorno, sino que también reforzaba el sentimiento de que la noche era especial, casi única.
Jacob Diamond, quien acompañó a Jacklin en varias canciones, fue presentado por ella como una pieza clave en la gira y como poseedor de una "voz angelical". Ambos artistas compartieron el escenario con una naturalidad que hacía evidente su química musical. Juntos interpretaron canciones como 'Dead From the Waist Down', un cover de Catatonia, y la mencionada 'Dreams', complementándose a la perfección en armonías vocales y creando un ambiente aún más íntimo en el teatro.
El público también tuvo un papel activo en el desarrollo de la noche. A lo largo del concierto, Jacklin atendió varias solicitudes de los asistentes, entre ellas la interpretación de 'Body', que tocó con una serenidad y profundidad que caló en cada rincón del teatro. La canción, que aborda temas de control personal y poder, adquirió una dimensión aún más conmovedora en un ambiente tan cercano, donde cada palabra y cada nota parecían multiplicar su impacto emocional.
Hacia el final del concierto, Jacklin hizo una pausa para agradecer al público, consciente de que la noche ya estaba avanzada. Reconoció el esfuerzo de aquellos que se quedaron hasta casi la medianoche en un día laboral, mostrando una humildad que la caracteriza tanto como su música. Además, confesó que este concierto formaba parte de sus últimos espectáculos antes de tomarse un largo descanso para trabajar en un nuevo álbum. Esto añadió una capa de significado adicional al evento, convirtiéndolo en una especie de despedida temporal que todos los presentes valoraron.
El final de la noche llegó con 'Pressure to Party', una de las canciones más animadas de su repertorio, que rompió con la calma predominante hasta ese momento. La energía cambió de manera palpable, y aunque el público había estado mayormente en silencio durante gran parte del concierto, ahora no pudo evitar moverse al ritmo de la música. Fue un cierre catártico para una noche llena de emociones contrastantes, donde Jacklin demostró su habilidad para manejar tanto los momentos más íntimos como los más expansivos.
Al despedirse, Jacklin dejó una sensación de gratitud en el ambiente. A lo largo de la noche, su capacidad para abrirse al público, su vulnerabilidad y su humor hicieron que la audiencia no solo escuchara su música, sino que la viviera con ella. El concierto en el Teatro Lara no fue solo una serie de canciones; fue una experiencia compartida, un espacio donde artista y público se encontraron en un punto intermedio, entre el dolor y la alegría, entre la introspección y la celebración.
Así, Julia Jacklin dejó Madrid con una promesa: volvería con nuevas canciones y nuevas historias, pero lo que sucedió esa noche en el Teatro Lara, ese vínculo íntimo que se formó entre ella y su público, quedaría grabado en el corazón de todos los que tuvieron la suerte de estar allí.
