Crónica

Julia Holter

TivoliVredenburg

07/07/2014



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El pasado lunes siete de julio Utrecht se vistió de gala para recibir a una de las artistas mejor tratadas por la crítica internacional de estos últimos años. Julia Holter, aquella risueña cantautora que debutó tres años atrás con un disco de pop de dormitorio (Tragedy, 2011), haría acto de presencia en territorio holandés con motivo de la presentación de su tercer disco, “Loud City Song”. La Cloud 9 del novedoso recinto Tivoli sería el sitio elegido donde hacerlo, un espacio en el que imperaría desde el primer minuto un clima íntimo y cercano propio de una moderna sala de cabaré parisina.

Las expectativas estaban altas, pero realmente quedaba pendiente ver cómo la californiana y su respectivo conjunto serían capaces de plasmar en directo esas atmósferas cinematográficas que tanto nos cautivaron en su último trabajo. Lo cierto es que su tercer álbum –trabajo inspirado en el musical francés “Gigi” de la novelista Colette- se ha convertido en una obra casi de culto, en un armónico y fascinante relato que definitivamente ha marcado un avance en la carrera de Holter. Prueba de ello fue ver a un público cuya media de edad rozaba la cincuentena; la mayoría de los presentes, servidos de cafés o copas de vino, aguardaban expectantes y más que predispuestos a degustar en vivo la artesanía de sus creaciones.

Después de una fría pero curiosa sesión de pop experimental encarrilada por la telonera, los americanos comparecerían al escenario sin mayores preámbulos para darnos la bienvenida con una ‘In the Green Wild’ que rápidamente nos pondría en situación. Julia Holter ya no es la cantautora de dormitorio de su debut a la que le gustaba experimentar y evadirse en sus recreaciones. Desde el primer minuto nos lo dejó muy claro: no se esconde al cantar. La californiana tiene una de esas voces cristalinas que lucen ya de por sí solas. En directo lo pudimos apreciar, igual que muchos otros detalles que en estudio quedan en segundo plano, como por ejemplo la exquisita destreza con la que se asocian violín, saxo y violonchelo en su ejecución. En ‘Horns Surrounding Me’, por ejemplo, el sonido del saxo adoptaría un carácter más frontal y menos expansivo, dejando a la vista un cuidado trabajo tan o incluso más enriquecedor que en su versión de compacto. La mayoría de las veces, batería y violín eran los encargados de preparar el terreno para cada tema: de forma sensible avivarían a fuego lento una frágil y serena ‘Maxims I', uno de los temas más espléndidos de Loud City Song. Su puesta en escena fue tan honesta que si el concierto hubiese terminado allí nos hubiésemos ido igualmente satisfechos. Por suerte aún quedaba mucho por ver.

julia holter concert

De cara al público, Holter se mostró cálida y natural, interactiva con la gente en su justa medida, brindando precisos contextos para algunos temas como a esa canción llamada ‘Marienbad’ que “habla de un jardín en el que hay estatuas que ven impotentes cómo los demás humanos se mueven” o de la decadencia que supone el fin del mundo a propósito de 'City Appearing’, “para algunos un suceso realmente fascinante”. Podríamos decir que estuvieron acertados en casi todos los aspectos, inclusive en la iluminación, que lejos de sumirnos en un ambiente oscuro y sofisticado nos facilitaría un cuadro claro y sereno. Y es que realmente era para no perder detalle de nada.

Durante el concierto los estadounidenses nos ofrecieron un setlist dominado por temas de su última obra; un repertorio al que también se sumarían algunos temas exclusivos de su álbum de "live recordings" como 'Sea Called Me Home' -dirigida principalmente por Holter y su teclado- o 'Betsy on the Roof'. Tal vez lo único que les podemos achacar es que se dejaran 'World' y 'Hello Stranger' en el tintero; sin duda, dos grandes pilares de este 'Loud City Song' que hubiesen sonado inmensos. En cualquier caso, los de Los Ángeles no se decidirían a abandonar el escenario hasta bien transcurrida una hora de concierto. Lo harían entre contundentes y perseverantes aplausos que, al fín y al cabo, reclamaban una última aparición de la banda. Tal y como marca el protocolo en estos casos, Holter y compañía no harían una excepción y regresarían a la palestra para ofrecernos el bis con 'Maxim's II', tema que terminaría de ensalzar armónicamente el ambiente. Fue una última exhibición instrumental en la que cada miembro tendría su momento de protagonismo. Violín y saxo establecerían pronto un tono estrambótico al que Holter otorgaría un aire mágico a través de delicados susurros. Por otro lado, quien llevaría el tempo y la verdadera voz cantante sería el batería, el encargado de conducir el tema hacia un extraño y ruidoso caos sonoro que misteriosamente resultaría agradable a nuestros oídos. 

Con ella se despidieron definitivamente de nosotros, dejándonos francamente la sensación de haber asistido a un encuentro con músicos serios y de mucha calidad.

Màrius

Comunicador audiovisual y marketing digital. Mis referencias musicales van de Jeff Buckley a Albert Pla. Todo en esta vida es compatible.