Después de mucho tiempo esperándolo, Interpol por fin hacían gira por salas en nuestro país. Una oportunidad inmejorable para verlos de cerca y no tener que preocuparnos por la brevedad habitual de los setslits en los festivales, más aún si tenemos en cuenta toda su carrera acumulada a lo largo de los años, donde cada descarte se vuelve más doloroso. Nada más salir la noticia de esta gira, fuimos conscientes de cómo Interpol siguen más que vigentes, no solo a través de sus discos más clásicos de la primera década de los 2000, sino también gracias a referencias como su más reciente The Other Side Of Make- Believe. Con todos estos ingredientes, todo hacía apuntar que su segunda noche llenando prácticamente La Riviera sería un éxito asegurado, algo que a riesgo de hacer spoiler, así ocurrió.
Sin embargo, antes de que Paul Banks y compañía asaltaran el escenario, Water From Your Eyes, recientes compañeros de sello, nos ofrecieron casi 45 minutos más que entretenidos. El dúo formado por Rachel Brown (Thanks For Coming) y Nate Amos (This Is Lorelei, My Idea) sabe cómo desligarse de sus otros proyectos individuales, o compartidos, gracias a introducir influencias de lo más caóticas en una coctelera y ofrecernos unas canciones bastante adictivas. Si en sus composiciones nos podemos encontrar desde cajas de ritmos un tanto cyberpunk hasta canciones pop cristalinas que beben de la nostalgia noventera, en su directo en La Riviera, apostaron prácticamente por tirar de la parte más díscola y ruidosa de su repertorio.

Con un Nate encargado de la guitarra y el aparataje electrónico, Rachel se encargaba de la voz y aportar el magnetismo necesario al directo. Así nos lo demostraron de buenas a primeras con ‘Break’, la canción con la que de entrada saturaron los altavoces de la sala para demostrarnos como su música vive sumida en un desconcierto más que agradable. Sin perder de vista los ecos de garage más chocante, aquel donde las repeticiones marcan el camino, nos ofrecieron una ‘Track Five’ donde llevaron al máximo aquello de aferrarse a la new wave más desquiciada. A pesar de ello, también ofrecieron una gran solvencia en el momento en el que quisieron simplificar su propuesta, regalándonos una ‘When You’re Around’ que nos puso una sonrisa en la cara.
Contando los minutos para que Interpol hiciesen acto de presencia, se notaba como el público se arremolinaba más y más en las posiciones cercanas del escenario, haciendo notar su murmullo, hasta que de repente éste de disolvió entre la languidez los primeros acordes de ‘Toni’. Desde los instantes iniciales, fuimos conscientes de como el sonido sonaba bien asentado, encontrándonos en los graves los principales aliados de una banda que siempre ha construido su sonido en base a una destacada profundidad de su línea de bajo. Tirando de sobriedad, pero permitiéndose algún que otro lujo en cuanto al juego de luces, atacaron rápido con ‘Evil’ y ese reprís de su estribillo que sonó con una energía extra. Evidenciando como realmente la masa de asistentes se conocía al dedillo las canciones del grupo, pudimos vivir el concierto con ese calor extra que de verdad proporcionan los fans de un grupo.

Avanzando durante la primera media hora del directo, no dudaron en quemar alguna de sus mejores naves, o al menos, parte de su discografía más mítica. Así la avalancha constante de canciones que nos han acompañado durante bastantes años de nuestra vida golpeó fuerte con ‘C’mere’ o ‘Lights’, destacando en todo momento esa forma de controlar la intensidad pero ir ascendiendo de forma gradual en todas las canciones hasta alcanzar el máximo en su final. De esta forma nos ofrecieron momentos de esos que se quedan en nuestras retinas cuando acaba el concierto, algo que ocurrió con una ‘Pioneer to the Falls’ sobrecogedora, en la que exprimieron al máximo los atisbos de solos shoegaze de lo más liberadores. Tampoco se quedaron cortos con la interpretación de una ‘My Desire’, rescatada del disco El Pintor. Sonando rutilantes y dejando que simplemente el poder de sus canciones hablase por ellos, la retahíla de singles parecía interminable.
Adentrándonos poco a poco en la recta final del directo, hubo un espacio también para dinámicas más asociadas con esa cara de oscuridad bien disuelta entre ritmos más pausados, haciendo que también reluciese la habilidad que poseen para que las derrotas también puedan llegar a sonar gratificantes, algo que sucedió con claridad en ‘Take You on a Cruise’ o ‘The New’. Canciones que sin lugar ayuda a meterse de lleno en ellas la pose estática del grupo, logrando que sea el público el que contribuya también a reconstruir los temas tirando de sus propios recuerdos. Cuando parecía que todo se iba disolviendo entre el arreón más popero de ‘Slow Hands’, llegaron los variados bises gracias a ‘Next Exit’, Roland’ y ‘No I in Threesome’. Tres canciones que resumen muy bien los contrastes que residen en la música de los neoyorkinos y que nos garantizaron a partes iguales sonrisas y lágrimas, estás últimas creemos que de felicidad.

