A lo largo de estos últimos años Jordi Arroyo al frente de Ghouljaboy nos ha demostrado como su proyecto nunca dejará de quemar etapas y adentrarse en territorios musicales que se superponen e interactúan entre sí de una forma insospechada. Esta sensación es la que también nos dejó su directo dentro del novel ciclo de BROTE, pudiendo comprobar como es un músico que nunca tratará de asentar su sonido, sino de fluctuar alrededor de aquello que despierte su curiosidad y realmente sienta que puede ejecutarlo de una forma sincera en su música. De ahí que el recital ofrecido fluctuase alrededor de las guitarras glam tan pegajosas que están presentes en su último disco Ciudad Portuaria, abriendo al mismo tiempo la puerta a los sonidos futuros que llegarán en su próximo trabajo dreamcore, pero también manteniendo la oscuridad latente y el misticismo presente en su etapa de El Rascal. Por lo tanto podemos que el cambio eterno que vive su trayectoria musical también se trasladó al directo, dejando huella de su personalidad y como puede ofrecer aún más mordiente en la presentación de los temas en directo.
Con un formato cuarteto a sus espaldas, el grupo supo como defender unas canciones donde todo aquello que se atisba a nostalgia post adolescente toma un brillo especial, transmitiéndolo desde los compases iniciales del directo gracias a una ‘Johnny Rico’ donde la voz de Jordi gana mucho más protagonismo en directo. Permitiéndose alguna que otra floritura a la guitarra con la que sembrar una semilla de caos bajo control, la banda en todo momento intentaba vencer cualquier atisbo de carácter estático que pudiesen sugerir los temas. De este modo los temas que apuntan hacia una dirección de mayor romanticismo marchito, como es el caso de ‘Los Chicos Regresan’, resultaron ligeramente agitados para adquirir dosis extras de ese espíritu revulsivo con el que es preciso vencer los momentos más agridulces.
Caldeándose poco a poco el ambiente gracias a todo lo que supone apostar por ese toque más descarado y turbio que subyace en todo aquello que surgiere la vertiente más relacionada con música urbana, ‘El Rascal’ emergió como uno de los temas más celebrados del directo, alcanzándose entre el público lo más cercano al éxtasis que cabría esperar. Algo similar ocurrió con una ‘Los Chicos Están Llorando’ donde Jordi se quedó solo encima del escenario para disfrutar al máximo a través de las bases pregrabadas y esa forma de recitar las estrofas cargadas de una mayor rabia. Marcando de este modo el punto de inflexión del directo, el artista nos demostró como todas sus personalidades musicales se relacionan a las mil maravillas, encontrando el espacio suficiente a lo largo de la casi hora de concierto que ofreció.
Regresando de nuevo a los momentos de city pop más fuertemente sintetizados, no faltó tampoco su flamante nuevo single ‘Fuera de Tiempo’, integrándose perfectamente a esa cara tan melódica que viene dejándonos en sus últimas composiciones. A partir de aquí comenzó otra parte del recital que nos acerca a todo lo que está por llegar, muy marcado por esa forma de vencer tiempos oscuros a través de un sonido más brillante y lanzado a por una cierta épica, tal y como nos demostró en ‘super ultra mega dark times’ y ‘Amor Liminal’. A pesar de ello la descarga final corrió a cargo de ‘El Vigilante’, la canción que mejor explota el cruce entre banda de transfondo grunge y la herencia de La Vendición Records, atreviéndose incluso a destrozar su guitarra. Sin embargo esto no fue impedimento para cerrar la noche con Marcos de Depresión Sonora y dejarnos ante ese ‘desorden del sueño’ con el que abrazar un poco más la densidad post punk.
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