El viernes pasado, Madrid vivió una de esas noches que quedan grabadas en la memoria. Cansei de Ser Sexy (CSS) regresaron a la capital española después de una década de ausencia, y la expectación era palpable en el aire cálido de julio.
La cola frente a la sala Copérnico era un desfile de estilos y generaciones, un testimonio del alcance atemporal de su música. Al entrar en la sala, el ambiente era eléctrico. Cuando las luces se apagaron y CSS apareció en el escenario, fue como si el tiempo no hubiera pasado. Lovefoxxx, con su presencia magnética, comandó la atención de todos desde el primer instante.
Los primeros acordes de ‘CSS Suxxx’ resonaron y la sala estalló en un frenesí colectivo. Era fascinante ver cómo canciones que habían definido una época cobraban nueva vida. La energía de la banda era contagiosa, y pronto el público saltaba y cantaba como si volviera a tener veinte años.
‘I Love You’ demostró cómo CSS logró equilibrar la nostalgia con la relevancia actual. Sus temas clásicos sonaban frescos, reimaginados con la perspectiva que solo el tiempo puede dar. Al mismo tiempo, canciones como ‘Move’ se integraban perfectamente en el set, demostrando que la banda no es solo un acto de revival, sino un proyecto musical en constante evolución.
Hubo momentos de pura euforia, como durante ‘Music Is My Hot Hot Sex’, donde la sala entera parecía vibrar al unísono. También hubo instantes más íntimos, como en ‘Hits Me Like a Rock’, donde Lovefoxxx conectaba con el público de una manera casi confesional. Era como si todos estuvieran en una gran reunión de viejos amigos, compartiendo historias y emociones a través de la música.
Lo que hace única a CSS es su capacidad para mezclar géneros y estados de ánimo. En ‘Dynamite’ estaban en medio de un frenético baile punk, y con ‘Alcohol’ se mecían con una melodía más suave y reflexiva. Esta versatilidad mantuvo el concierto emocionante e impredecible de principio a fin.
‘Fuck Everything’ y ‘Hollywood’ demostraron la actitud irreverente y divertida de la banda, mientras que ‘City Grrrl’ y ‘Teenage Tiger Cat’ fueron un viaje nostálgico al corazón de su sonido característico. A medida que la noche avanzaba, se sentía que esto era algo más grande que un simple concierto. Era una celebración de la música independiente, de la actitud DIY que CSS siempre ha encarnado.
‘Red Alert’ y ‘This Month, Day 10’ mostraron la evolución musical del grupo, manteniendo su esencia pero explorando nuevos territorios sonoros. ‘Let's Reggae All Night’ y ‘Bezzi’ llevaron la fiesta a otro nivel, con el público entregado por completo.
El clímax llegó con ‘Let's Make Love and Listen to Death From Above’, un himno que hizo vibrar los cimientos de la sala Copérnico. La gente de diferentes edades cantando juntos recordó el poder unificador de la música.
Los estribillos, entre los que no faltó ‘Alala’, fue la guinda perfecta de una noche inolvidable. Cuando sonaron los últimos acordes y las luces se encendieron, quedó una sensación de euforia y gratitud. CSS no solo había cumplido con las expectativas; las había superado. Habían demostrado que algunas bandas mejoran con el tiempo, como un buen vino.
El público salió de la sala Copérnico con los oídos zumbando y el corazón lleno. CSS había logrado lo imposible: transportar a todos al pasado y al mismo tiempo reafirmar su relevancia en el presente. Fue más que un concierto; fue un recordatorio de por qué la gente se enamora de la música en primer lugar.
Esa noche, en Madrid, CSS no solo tocó canciones; revivió recuerdos, creó nuevos y nos recordó que la buena música siempre tiene el poder de hacernos sentir vivos. Y eso, en esencia, es lo que hace que un concierto sea verdaderamente memorable.
