El pasado jueves 26 de septiembre, Camera Obscura volvió a brillar en Madrid en un concierto que quedará en la memoria de todos los presentes. La cita, en la sala Villanos, resultó en una noche íntima y profundamente emotiva, donde la banda escocesa, con Tracyanne Campbell a la cabeza, ofreció un recorrido por sus nuevas composiciones y sus grandes clásicos. Para los seguidores de la banda, esta era una oportunidad esperada con ansias; después de una ausencia considerable, Camera Obscura regresaba a la capital española con una nueva energía y la calidez melódica que siempre los ha caracterizado.
El ambiente en la sala antes del inicio del concierto ya anticipaba una velada especial. Con el aforo completo, los asistentes parecían disfrutar de una espera que se sentía como una extensión de la comunión emocional que la banda iba a traer consigo. Poco antes de que subieran al escenario, la música de fondo ayudaba a mantener la expectación en su punto justo, mientras los murmullos y conversaciones del público vibraban en sintonía con la emoción contenida.
A las 21:30, la banda apareció en escena con la misma elegancia tranquila que ha definido su trayectoria. Sin grandes introducciones, comenzaron la noche con 'Liberty Print', el primer tema de su más reciente álbum ‘Look to the East, Look to the West’. Desde el primer acorde, quedó claro que la banda mantenía intacta esa esencia agridulce que tantos corazones ha conquistado a lo largo de los años. El sonido, pulcro y cristalino, permitió que cada instrumento destacara en su justa medida, desde las cuidadas líneas de bajo hasta los sutiles detalles del teclado y la batería.
Tras este inicio pausado pero cargado de emociones, el grupo continuó con 'Let's Get Out Of This Country', uno de los momentos más celebrados de la noche. Las primeras notas desataron una reacción instantánea en el público, que no tardó en sumarse con palmas y vítores. Tracyanne Campbell, con su habitual sobriedad, lideraba la interpretación con una naturalidad que cautivaba. A pesar de la melancolía inherente a muchas de sus canciones, la atmósfera estaba llena de calidez y cercanía, como si cada persona en la sala compartiera un mismo sentir.
Uno de los momentos clave de la velada fue 'Honey In The Sun', una canción que representa el optimismo que la banda sabe dosificar con maestría en medio de su habitual melancolía. Los teclados brillaron especialmente en esta pieza, añadiendo una luminosidad que contrastaba con el tono más nostálgico del repertorio. Fue aquí donde el público, entregado, dejó escapar los primeros coros, acompañando a Campbell en un estribillo que resonaba en cada rincón de la sala.
El repertorio de la noche combinó sabiamente temas de su último trabajo con piezas de su discografía clásica, dando espacio a momentos de profunda introspección, como 'Denon', donde la voz de Campbell adquirió un tono íntimo, casi confesional, que atrapó a todos los presentes. En este punto, el público parecía hipnotizado, en un silencio que solo se rompía para aplaudir al final de cada canción.
La actuación avanzaba sin prisas, pero sin perder intensidad. Canciones como 'Tears For Affairs' y 'Teenager' siguieron manteniendo el listón alto, recordando por qué Camera Obscura sigue siendo una banda tan querida por su público, incluso después de tantos años en la escena musical. Cada interpretación estaba cargada de matices emocionales, lo que hacía imposible no sentirse involucrado en el viaje sonoro que proponían.
El set continuó con 'The Light Nights', una de las nuevas incorporaciones al repertorio, y que fue recibida con entusiasmo por el público. En esta pieza, los teclados volvieron a tomar protagonismo, creando una atmósfera envolvente que contrastaba con los momentos más ligeros de la noche. 'Big Love', por su parte, destacó por su influencia country, un género que Camera Obscura ha sabido incorporar a su estilo indie-pop con gran acierto. La interpretación de este tema, en particular, fue uno de los puntos álgidos de la noche, con un público completamente entregado.
A medida que el concierto se acercaba a su clímax, la banda interpretó algunos de sus temas más icónicos, como 'This Is Love (Feels Alright)' y 'Swans', que desataron una oleada de emociones en la sala. Pero fue la secuencia final la que verdaderamente puso el broche de oro a la noche: 'The Sweetest Thing', 'French Navy', 'Lloyd, I’m Ready To Be Heartbroken' y 'If Looks Could Kill' cerraron la casi traca final del concierto de manera explosiva. El público, ya completamente entregado, cantaba a pleno pulmón, mientras la banda desplegaba todo su arsenal melódico y emocional.
El momento del primer bis llegó con 'James', logrando establecer de nuevo las pulsaciones más calmadas. Sin embargo, todo volvió a su cauce de lemas pop más ligeros con 'Come Back Margaret' y la siempre mágica 'Razzle Dazzle Rose', que se ha convertido en un himno de cierre en sus conciertos. Las últimas notas de esta canción resonaron en la sala como un suave susurro, poniendo fin a una noche que será difícil de olvidar.
El concierto de Camera Obscura en la sala Villanos de Madrid fue mucho más que una actuación. Fue un reencuentro con una banda que ha sabido mantener su esencia a lo largo de los años, y que sigue tocando el corazón de quienes los escuchan. El repertorio, cuidadosamente seleccionado, hizo justicia tanto a su nueva etapa como a sus raíces, dejando claro que Camera Obscura sigue siendo un referente en el indie-pop internacional. Una noche inolvidable para los que tuvimos la suerte de estar allí.
