Sin lugar a dudas, se respiraba un ambiente excepcional en el regreso del Tomavistas al recinto que lo ha visto crecer y convertirse en el festival de referencia de la capital. Todo ello con el objetivo de recibir a Cala Vento y Él Mató A Un Policía Motorizado, dos bandas que demostraron como seguramente tengan el público más fiel posible dado la emoción que se pudo ver en los rostros de los asistentes a sus conciertos. Unos a plena luz del día y otros bajo la noche más brillante por la presencia de un tráfico aéreo desmesurado, ambos conciertos rozaron un nivel sobresaliente y sirvieron para hacernos ver como son formaciones con una carrera más que consolidada a estas alturas.
Arrancando la velada Cala Vento salieron al escenario con la naturalidad que los caracteriza, dispuesto a presentar su más reciente Balanceo de la forma más profunda posible. Si bien es cierto que hasta la fecha no habían podido realizar un concierto en condiciones en la ciudad presentando un disco cuya repercusión fue interrumpida de forma abrupta por la pandemia, todos los condicionantes hacían que su puesta a punto en el Tierno Galván resultase todo un éxito. Esto es lo que sentimos desde los primeros compases de ‘Un Buen Año’, uno de esos temas que está lanzado a celebrar tanto todo lo perdido como todo lo que está por llegar, provocando de este modo los primeros puños en alto de la actuación. Exprimiendo al máximo la energía del formato dúo, no tardaron en caer algunos clásicos instantáneos como ‘La Comunidad’ e ‘Historias de Bufanda’, ahondando al máximo en los estribillos totalmente participativos.

Mostrándose de lo más agradecidos y lanzados a porque realmente su directo supusiese un punto de inflexión con el que hacernos sentir que todo ha vuelto definitivamente a la normalidad, fueron intercalando canciones como ‘Isabella Cantó’ y ‘Estoy enamorado de ti’, que a estas alturas suenan con una vivacidad extra después de haber pasado unos cuantos años, junto con nuevos hits capaces de desatar los pogos más arduos como bien ocurrió con ‘Todo’. De esta forma la comunión entre el grupo y su público no pudo ser mayor, encontrándonos con unos Aleix y Joan pletóricos y realmente sorprendidos por como podía ser vivida de forma tan apasionada sus canciones bajo esas temperaturas. Llegando poco a poco a la recta final del directo, se despidieron con ‘Abril’ y ‘Teletecho’, prometiéndonos que dentro de muy poco nuestros caminos se volverían a cruzar.

Prácticamente una hora después, Él Mató A Un Policía Motorizado se subían al escenario bajo un juego de luces rojas propio de una banda de rock de estadio. Estaba claro que llegaban para repasar de cabo a rabo los rincones más selectos de su trayectoria, no dejándose en el tintero ninguno de los temas más celebrados de su carrera. Buena muestra de ello fue la longitud de un setlist que prácticamente rozó la veintena de canciones, encontrando en todo momento la forma de hacer que el concierto no parase de despegar. Poco les bastó en la recta inicial para que las miles de gargantas presentes pusieran sus capacidades al límite gracias a ‘El Magnetismo’ y ‘La Cobra’, permitiéndose de este modo el lujo de lograr un arranque tan emotivo como con la vista puesta en revivir viejos tiempos dorados que aún se encuentran muy vivos en el presente.
Con un Santiago que prefería no mediar palabra para que fuesen los acordes iniciales de las canciones los que realmente desatasen los aplausos, fueron cayendo parte de la discografía que mejor encaja con esos puntos de guitarras elevadas al máximo, apareciendo ‘La Luces’, ‘Mujeres Bellas y Fuertes’ y ‘Nuevos Discos’ como canciones de esas en las que olvidar lo que realmente está ocurriendo a nuestro alrededor. Avanzando en la velada, se marcaron una despedida parcial realmente de escándalo, apostándolo todo por ‘Yoni B’, la templanza de ‘Excálibur’ y un ‘El Mundo Extraño’ con el que dejar a todo el mundo con ganas de más. Parecía claro que aún quedaba un buen trozo de concierto, reafirmándolo con la traca final donde el combo ‘Ahora imagino cosas’, ‘Fuego’, ‘Chica de oro’ y ‘Mi próximo movimiento’, esta última con la presencia casi fantasmagórica de Jota y un micrófono, hicieron que se percibiesen aún más mayor todas las estrellas que teníamos sobre nuestras cabezas. Desde luego que más no se les puede pedir.

